—Kereem… —intentó decirle, persuadirlo, pero nuevamente fue interrumpida por el hombre que Asad sacudió. —Ella… se está recuperando… en uno de los galpones de entrenamiento. Pero está… está mal… Kereem apretó la mandíbula mientras su mano tembló. —¿Recuperando? ¿De su hombro? ¡¿De qué maldit@ sea?! El hombre alzó la cabeza, sentía que se iba a desfallecer en cualquier momento, pero necesita terminar su trabajo, porque su familia dependía de eso. —Señor… —tomó la fuerza necesaria—. Ella… ella ha sido golpeada duramente… y… ella ha perdido su bebé… Las manos de Kereem se soltaron al instante y, pasando el trago más duro de todos, dio dos pasos hacia atrás. Su pecho se llenó como si el agua entrara por su boca, como si lo que estuviera viviendo no pudiera ser peor. —¿Qué dices? —él susurró lento, mientras Sanem movía los ojos hacia ambos, mientras sus lágrimas caían en su cuello, sintiendo como si un hielo, la cubriera por completo. Todo su cuerpo se congeló. Todo en ella se paral
Zahar se vendó la mano rota, y luego llenó su rostro y cuello de la sangre. Miró en un espejo su labio partido y tembló ante el pensamiento de que volvería a ver el rostro de Kereem de nuevo.Sin embargo, podía jurar que estaba buscándola para vengarse de ella, y sobre todo de su padre.Se sentó en ese sofá viejo esperando, ya habían pasado dos días aquí, y la tranquilidad, la ausencia de sonido en absoluto solo le decían que todo estaba a punto de estallar. Y ella estaba más que lista.—Señor… debemos salir de aquí ahora… —Aziz levantó la mirada cuando estaba en medio de un juego de póker y frunció el ceño.—¿Salir? ¿A dónde carajos, Bakir?—A alguno de los escondites, señor. Estamos viendo sobrevolar equipo militar. Estoy seguro de que en minutos comenzarán a atacar.Aziz frunció el ceño y se levantó tan rápido como pudo. Bakir comenzó a salir escoltándolo con sus hombres, mientras Aziz marcaba el número y colocaba su teléfono en la oreja.Los tonos comenzaron a sonar uno tras otro
La oscuridad de la noche envolvía las calles de la ciudad, apenas interrumpida por los destellos de las explosiones y el fulgor de las llamas que devoraban los escondites subterráneos de Aziz Olayan. Las camionetas blindadas avanzaban a toda velocidad por las desiertas calles, cada sacudida era un recordatorio de la urgencia que los impulsaba.Dentro de una de las camionetas, Aziz Olayan, estaba rodeado por su séquito de hombres armados, mantenía la mirada fija en el horizonte, donde las llamas danzaban en la oscuridad como el preludio de una batalla inminente. El sudor perlaba su frente mientras se aferraba con fuerza al arma en su regazo, junto con una mezcla de ira y determinación palpable en su rostro.—¿Ha contestado?Bakir negó y luego observó con esto sombrío el caos que se desataba en las calles. Su mente trabajaba a toda velocidad, calculando cada movimiento, cada posible ruta de escape, mientras se comunicaba en voz baja por teléfono con sus contactos en la organización.—Se
—Si acepta mi consejo, es mejor que se quede en el búnker con su familia.Kereem se giró hacia Asad y guardó una de las armas en su ingle.Alrededor de la habitación había todo tipo de armamento. Saldrían con helicópteros, camionetas blindadas y un gripo de inteligencia. Eso, mientras una horda de militares se desplegaba a lo largo y ancho de Riad en carros de guerras, entretanto los puertos de misiles y los comandos estaban atentos a las señales de ataque.Todo el escenario estaba preparado para atacar en cada punto militar.Asad estaba conectado con todos los puntos, mientras miles de hombres estaban atacando las zonas de los terroristas.Había edificios abajo, y un montón de escombros, por donde se viera.—De ninguna manera me quedaré aquí. No ahora. ¿Está todo listo?Asad asintió.—Según… ella está en uno de los galpones.—Mantén la distancia, y sobre todo no subestimes a nadie… —Kereem caminó y Asad se adelantó para ponerse en su frente.—Por favor, señor, siga mis órdenes. De es
Las camionetas se desplegaron a velocidad, y la caravana militar se puso en marcha, avanzando hacia el corazón de la ciudad envuelta en caos y destrucción. En lo alto, los helicópteros proporcionaban cobertura aérea, vigilando cada movimiento del enemigo.Había francotiradores en cada edificio altamente custodiados, y Asad habla por los micrófonos todo el tiempo durante el recorrido.—¿Tenemos alguna señal de su ubicación exacta?Asad asintió.—Hay dos posibles zonas —dijo apretando su oído—. Ahora mismo me informan que han destrozado cinco guaridas de Al Qaeda. Aziz Olayan aún no aparece.Kereem apretó la mandíbula.—Vamos a las dos posibles Zonas.—¿Está seguro de que no nos esperará una emboscada? —Kereem negó.—¿No te has dado cuenta de su juego, Asad?—Si señor, pero…—Nada. Si dejó a Zahar viva es para llegar a mí. Sabe que no hay forma de llegar a mí si no es por ella.—¿Y si ella… está al favor de Aziz?Kereem pasó un trago y en ese momento miró a Asad.—Es un riesgo que estoy
—¿La han revisado?Asad asintió y encontró un rastreador.—Lo desactivé a medio camino, pero lo pensé mejor, señor, así que lo desvié con un grupo de hombres para que parezca que estamos en el búnker.—¿Qué? —Kereem se agitó—. ¡En el búnker está toda mi familia, Asad! ¡O al menos la que queda, maldit@ sea!Asad miró las manos de Kereem en su cuello y pasó un trago.—Lo sé, señor. Pero el Búnker es impenetrable. Además, son cobardes, ellos esperan que usted salga con la señorita Zahar. Recuerde que es un plan. Hay que dejarles pensar que tienen el control.Kereem soltó su cuello y soltó el aire.—¿Qué hay de ella? ¿Por qué no despierta?—Le pusieron un calmante… la han inyectado. Pero despertará muy rápido. El médico que… usted encargó, también está en camino. Él le comprobará lo que quiera.Kereem pasó las manos por su pelo y asintió para volver a caminar a la habitación. Ella estaba completamente dormida y aunque prefería no volver a escuchar lo de su bebé, era necesario confirmarlo.
Zahar abrió los ojos rápidamente y frunció el ceño.—¿No lo es? —Kereem negó.—No…—¿Entonces? ¿Quién es?—Soy yo. Y tú te irás de aquí, llegarás a Estados Unidos, y…A ella le dolía el pecho, entonces puso la palma en su boca.—No digas nada más. No quiero soñar con nada que no pueda tener. Solo…Kereem le quitó la mano de su boca, y fue a sus labios como si se los arrancara. Besarla de nuevo era tomar una fuerte dosis de adrenalina. Era literalmente volver al torbellino, al caos, a llegar a la cima. Comer su boca era entender la enorme adicción que había generado hacia ella. Era dejarse claro a él mismo que Zahar no solo había satisfecho su apetito sexual más oscuro, sino que ella había conectado con lo más interno, había calado fases que no imaginó. Y lo mismo ella. Besarlo, de nuevo, era saber que se había enamorado de Kereem.De un hombre inalcanzable, difícil, imposible… y odiaba sentirse así.Su beso se intensificó a medida que pasaron los minutos, incluso si él no entraba en
Kereem tiró de ella, y la besó con fuerza mientras sus brazos arroparon su nuca. Sus lenguas se fundieron salvajemente, succionando sus labios con premura. Él la despegó y luego llevó la boca a su cuello, probando su piel, recordando lo que le hacía su sabor a su cuerpo. Tomando su cabello con fuerza y entender que sus huellas incluso vibraban con su toque.Zahar se echó hacia atrás al sentir cómo la lengua de Kereem se esparcía por su garganta mientras pasaba los tragos. Como sus manos la escaneaban con destreza, y como su centro se contraía y se mojaba en el instante.Zahar incluso gimió de dolor porque este hombre le alcanzaba las fibras. Lo más mínimo de su alma, lo más sensible, lo más duro.Le dolía la agitación que su garganta trataba de controlar. Por supuesto, quería ser suya todas las veces, pero entre más lo fuera, iba a ser peor.—Kereem…—No… no lo pronuncies así, Zahar. Me has jodido todo… —ella reprimió la boca y recibió el beso que Kereem cuando arrancó sus labios.Su