CAPÍTULO 38

—Señor Abdalá, me presento, soy el médico que está frente al caso de la señora Sanem.

Sanem estaba sentada en la habitación en Chicago, mientras que Kereem estaba en su oficina frente a su laptop, en la videollamada, que tanto había esperado.

—Un gusto, doctor.

El médico tomó un respiro y miró la pantalla.

—Me gustaría que tomara un tiempo, hay muchas cosas en las que me gustaría hablar con la señora y usted… —Kereem frunció el ceño.

—¿Qué está sucediendo?

—Se trata de los análisis, tenemos algunos resultados, pero no me parece profesional hablar con ustedes a través de una pantalla ante un asunto como este.

Kereem pasó un trago, podía ver el rostro de Sanem, ella se veía totalmente alarmada.

—No, doctor, mi esposo no puede, de hecho…

—Iré… —Kereem la cortó—. Si usted dice que es un asunto delicado, viajaré esta misma noche, tal vez podamos hablar mañana en la mañana después de mi llegada.

El médico asintió relajándose un poco y pidió una disculpa.

—Realmente podría decírselo por aquí
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