CAPÍTULO 45

La garganta de Kereem se secó enseguida y ya sabía lo único que podía saciar esta sed.

Odiaba estar en medio de esta situación, sujeto a un deseo insaciable que no podía llenar por más que la tomara una y otra vez.

Abrió las piernas de Zahar enseguida, podía sentir su intimidad, humedad y podía oler como el deseo se desprendía de la piel de ambos. Y el que Zahar le comiera la boca a continuación, solo le hizo soltar un gruñido, y sin ninguna espera desabrochó sus pantalones, y sí, se hundió en ella con fuerza, comiéndose su gruñido, y sacudiendo su lengua contra la de ella, mientras las respiraciones se atascaban en su garganta.

Parecía que su cuerpo estaba diseñado para él, parecía que sus toques eran perfectos para ella. Lamió su garganta escuchando el ronroneo de sus cuerdas vocales ante su toque, mientras la embestía una y otra vez, allí de pie.

Zahar no dejó de mirarlo, y por un momento sintió que se aferraba a él como su única opción.

Zahar se convulsionó. Sus embestidas duras y
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