Hubo un silencio largo, tenso y denso.Zahar no pudo apartar la mirada de Kereem. Su pelo se veía algo desordenando, y vestía de negro, su sola presencia generaba esa imponencia de siempre, pero en sus ojos, había algo más que rabia.Era como si estuviera decepcionado de ella, y algo se removió en su estómago.—No sabía que llegaban antes… —Emré fue el primero en excusarse, y Zahar pensó que el primero en descontrolarse era Kereem, pero ella estaba muy equivocada de ello.—¿Qué es esto? ¿Cuántas veces te lo tengo que decir, Emré? —Kereem comenzó apretando las palabras, pero algo fue peor que él.Sanem se levantó con furia, ella parecía otra persona, su rostro se veía algo demacrado como si hubiese llorado mucho hasta que llegó a ellos, y si no fuera por Emré que se interpuso, Sanem hubiese sacudido a Zahar.—¡¿Quién te crees?! ¡¿Quién?! —ella incluso estaba gritando. Janna se levantó igual que Naim, y Kereem ante la inminente situación.—Sanem, tranquilizarte… —Janna intentó tomarle e
Kereem caminó por los largos pasillos del palacio con una determinación que oscilaba entre la ira y la resolución. La conversación con Sanem había dejado un sabor amargo en su boca, una mezcla de culpa, frustración y una inesperada claridad sobre lo que necesitaba hacer a continuación…Además, estaba esta sensación que quería matarlo. Sanem estaba en su etapa más dura, y él estaba pensando en Zahar más que en cualquier cosa ahora.No supo cuándo demoró en llegar, pero cuando entró al salón, solo Naim y Janna estaban allí en un silencio sepulcral hasta que él entró.Sus miradas se conectaron como un triángulo. Janna no dijo una sola palabra, pero él sabía que estaba en estado de shock total.—Hermano… —Naim fue el primero en hablar—. Esto tiene que ser una broma…Kereem lo miró serio, y no relajó su expresión dura.—No es una broma, es lo que es…—Pero… ¿Por qué así? —Janna se levantó con cuidado—. ¿Cómo pudiste aceptarlo? Se supone que Sanem es tu vida, Kereem.Kereem soltó el aire y
La garganta de Kereem se secó enseguida y ya sabía lo único que podía saciar esta sed.Odiaba estar en medio de esta situación, sujeto a un deseo insaciable que no podía llenar por más que la tomara una y otra vez.Abrió las piernas de Zahar enseguida, podía sentir su intimidad, humedad y podía oler como el deseo se desprendía de la piel de ambos. Y el que Zahar le comiera la boca a continuación, solo le hizo soltar un gruñido, y sin ninguna espera desabrochó sus pantalones, y sí, se hundió en ella con fuerza, comiéndose su gruñido, y sacudiendo su lengua contra la de ella, mientras las respiraciones se atascaban en su garganta.Parecía que su cuerpo estaba diseñado para él, parecía que sus toques eran perfectos para ella. Lamió su garganta escuchando el ronroneo de sus cuerdas vocales ante su toque, mientras la embestía una y otra vez, allí de pie.Zahar no dejó de mirarlo, y por un momento sintió que se aferraba a él como su única opción.Zahar se convulsionó. Sus embestidas duras y
Zahar salió de su habitación, pasó unos pasillos, y cuando llegó a uno de los salones principales, se encontró con Janna, que solo al verla se puso de pie, con la expresión preocupada y con un poco de no saber qué decir.—Zahar, ¿estás bien? —la pregunta hizo que Zahar se tensara.Lo que menos esperaba es que alguien preguntara si estaba bien.—Si… Yo… estaré lista en un momento, creo que debo irme.Janna miró con compasión, pero no presionó mucho.—¿Tu padre te buscará? —Zahar no supo qué decir—. ¿Tienes un padre, al menos, no es así? Por favor… Si necesitas hablar, estoy aquí para ti… cualquier cosa que necesites… —dijo con suavidad y Zahar negó.—Tengo uno, pero… lamento que las cosas hayan sucedido de esta forma.—Buenos días… —Ambas se giraron y Sanem apareció.Su rostro estaba rígido, pero estaba bien maquillada, así que miró a Jade.—Ya casi está la mesa del desayuno querida… ¿No vas a venir? —Janna miró a Zahar.—Sí… pero voy a despedir a Zahar… ella…—¿Despedir? —Sanem miró a
—¡Es suficiente, Sanem…! —Kereem soltó a Sanem, y la miró con seriedad—. Tú misma te estás…—Yo solo quiero que ella… —Sanem tenía la respiración entre cortada—. Ella tiene que quedarse… no estoy pasando todo esto en vano. Quiero un hijo Kereem… y Zahar aceptó el trato.—Dijiste que no podías con esto. No es bueno que veas a Zahar aquí en estas condiciones…—No me importa ya nada. No me importa si se lo merece o no… mírame… ¿Me lo merecía? ¿Merecía que me dieran este futuro?—Sanem…—¡No! ¡No lo merecía, Kereem! Y aquí estoy, imposibilitada de darte hijos, y, además, arrojándote a esa mujer… de la que sé, estás pensando más de lo que debes…Kereem apretó la mandíbula.—Voy a reunirme con tu sirvienta… es lo que debo hacer ahora…Kereem pasó por su lado, pero Sanem lo tomó del brazo.—¿Qué harás con Zahar? No puedes dejarla libre, Kereem… ella es mi única esperanza.Kereem pasó un trago, y tomó las mejillas de Sanem.—Por favor, cálmate… la sacaré del palacio por un tiempo. No estás bi
Kereem sentía una mezcla de emociones que lo invadía: ira, frustración, pero también una profunda preocupación por la mujer que había compartido su vida durante tantos años. Sin embargo, sabía que esta conversación sería difícil, llena de palabras no dichas y heridas que aún no habían sanado, ni sanarían nunca.Kereem se acercó con cautela, sabiendo que cualquier palabra mal dicha podría desencadenar una explosión de emociones.—Sanem… Necesitamos hablar.Sanem levantó la mirada, sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa mientras lo miraba fijamente.—¿Qué sucedió con Tara? —preguntó con voz temblorosa, apenas conteniendo la furia que la consumía—. ¿Qué castigo hay para ella?Kereem se sentó a su lado, tomando sus manos con suavidad, pero Sanem las apartó bruscamente.—No me toques… —murmuró, apartándose de él—. No después de llevarme la contraria y llevarte a Zahar de aquí…—Es lo mejor para los dos…—O para ti…—Sanem… ya para, de verdad… aún tenemos tiempo para solucionar muc
El silencio se extendió entre ellos, cargado de tensiones y emociones reprimidas que se negaban a salir a la superficie. Zahar sintió la intensidad de la mirada de Kereem sobre ella, como si estuviera escudriñando cada parte de su ser en busca de respuestas que ni siquiera ella misma podía ofrecer.Y era cierto, no tenía una sola palabra por decir, ni cómo actuar. Estaba impactada, sacada de su forma, con lo que Kereem acababa de decirle, mientras en su estómago sentía un calor que nunca experimentó.Tampoco es que podía descifrar que “era” lo que existía en ellos, a ella solo la habían hecho vivir para ejecutar un plan. Para despertar su lado sexual y para ser el arma de su padre contra una monarquía que quería destruir.No más de eso…No podía hacer preguntas, no sabía cómo actuar ahora, lo único que sabía hacer era complacer sexualmente al hombre que tenía frente a ella, pero viendo sus ojos en este instante, sabía que él no estaba buscando sexo en lo absoluto y se sintió perdida.
Kereem parpadeó varias veces sintiendo como su anatomía palpitaba y se restregó los ojos rápidamente.Él, junto a Zahar estaba en la cama totalmente desnudos, mientras ella tenía sus piernas enredadas en las de él.Se giró un poco para tomar su teléfono que estaba en silencio, y comprobó que eran las ocho de la mañana. Se sentó de golpe y deslizó su dedo para ver al menos veinte llamadas de Sanem y otras más de Naim.Le envió un mensaje rápidamente a Asad para saber si había pasado, pero su jefe de seguridad, le dijo que todo estaba bien, y aunque vio los mensajes de Sanem no abrió ninguno.Estaba colocando el móvil en la mesa, cuando sintió que Zahar se movió, y se levantó rápidamente.—Me quedé dormida…—¿Tienes alguna cita? —no supo por qué le sonrió y Zahar imitó su gesto.—¿Quieres comer algo antes de irte…? —Kereem alzó la ceja.—¿Cocinas?Ella había tenido que aprender hacer de todo.—No mucho… —mintió—. Si quieres puede bañarte y yo prepararé el desayuno antes de que te vayas.