Mis estrellitas, como siempre gracias por acompañarme en esta aventura. Sé que me preguntarán por la historia de Zayd, y mi intención era hacerla aquí, pero no puedo. Sin embargo, les estaré informando cuando esté disponible en la app, lo más probable es que sea un libro independiente. Espero que la historia de Nathaniel y Daniel, les haya cautivado y si no, pues háganmelo saber, ya les he dicho que mi objetivo es mejorar y hacerlo cada día mejor para ustedes. Una vez más gracias, muchas gracias por el apoyo y… nos vemos en el mafioso, Santino es un niño malo. Un beso, la amo. Paulina W
MEDIDAS DESESPERADAS.UN AÑO ANTES.―¡No pueden simplemente arrancarla de su cama! ¡Ella necesita estar aquí! ―grito Elara, su voz ahogada por la desesperación mientras se enfrentaba a los guardias de seguridad. Sus manos temblaban, pero su postura era inamovible, una barrera humana hecha de puro instinto protector.Los pasillos del hospital estaban teñidos de blancura y el olor a antiséptico, pero para Elara Vance, cada baldosa fría, cada susurro de las batas blancas, cada pitido de las máquinas era un recordatorio de la cruel realidad que estaba a punto de enfrentar. Su hermanita Rose, con sus rizos dorados y su sonrisa que iluminaba hasta el más oscuro de los días, yacía en la habitación 305, rodeada de tubos y máquinas que pitaban con cada latido de su frágil corazón. ―Son órdenes de la administración, señorita. Debe abandonar las instalaciones ―uno de los guardias replicó, su voz baja pero impasible.Elara giró desesperadamente hacia el gerente de administración que había emergid
UN CORAZÓN.UN AÑO DESPUÉS…El aire en la habitación del hospital estaba impregnado de una mezcla de esperanza y melancolía, un equilibrio delicado que Elara había aprendido a navegar desde que Rose había sido internada. Elara sostenía la mano de su hermanita pequeña y frágil, como si fuera el más preciado de los tesoros.―Pronto saldrás de aquí ―le susurro con una dulzura que disfrazaba su temor ―y correrás y jugarás como siempre has soñado.Rose, con la inocencia que solo los niños poseen, sonrió ampliamente y sus ojos se iluminaron con la magia de un secreto.―Anoche tuve un sueño ―dijo con la respiración entrecortada por el esfuerzo.Elara, acariciaba el cabello de Rose con ternura maternal.―¿Si? ¿Qué soñaste?― Soñe que mamá estaba con los brazos abiertos, diciéndome que nunca nos separaríamos ―Las palabras de Rose eran dulces y dolorosas a la vez, y Elara sintió cómo la nostalgia y la melancolía se entrelazaban en su pecho.―Fue un lindo sueño, ¿verdad? ―preguntó, intentando man
ME VOY A CASAR.En la oficina de la Empresas Cross, Nathaniel clavó una mirada fulminante en el abogado de la familia.―¿Me estás diciendo que tengo que cumplir con sus estúpidas cláusulas? ―Su tono era indignado y sus ojos destilaban furia y frustración.El abogado, ajustándose los anteojos, se aclaró la garganta antes de responder con calma.―Sí, Nathaniel. Tu abuelo estipuló que, para recibir el fideicomiso de 100 millones de dólares, debes estar casado y tener un hijo en el periodo de un año.Las manos de Nathaniel se apretaron con fuerza, y sus labios formaron una línea fina que reflejaba su descontento.―¿Mi abuelo pensaba que estamos en la época medieval? ―exclamó con burla, incapaz de comprender la extravagancia de las condiciones.―No lo sé, Nathaniel. Pero es lo que quería. Si quieres acceder a ese dinero, debes cumplir sus cláusulas ―explicó el abogado, consciente de la tormenta que se desataba en el hombre frente a él.La pregunta inevitable surgió en la mente de Nathaniel.
MARCADA EN SU ALMA.Mirando a la mujer a su lado, con delicadeza, acarició suavemente el cabello y lo retiró de su mejilla. Le pareció una especie de Ángel y en ese momento sus pensamientos retrocedieron a la noche en que se conocieron un año atrás.«Señor, ¿quiere comprarme?»Había sido su primera noche de regreso a Chicago y aunque no estaba interesado en tener ninguna relación con ninguna mujer, hubo algo en Elara que lo hizo aceptar. Fue una especie de conexión instantánea, algo tan extraño, que la ataba irremediablemente a ella.El recuerdo tomó un giro hacia el presente. Y Nathaniel miró el rostro dormido de Elara, se veía dulce, frágil, como si la carga que hubiera estado llevando fuera muy pesada, se preguntó si quizás había juzgado mal a esta mujer.Cerró los ojos nuevamente y su mente lo llevó a cuando tomó su primera vez. Inconscientemente, su corazón latió de manera salvaje.«―Primero, me pagas los 50.000. De lo contrario, ¿quién sabe si podrás cumplir tu palabra?― Elara a
CELEBRAR LA LIBERTAD.―Elara… ¿No tienes un paraguas? ¿Por qué estás toda mojada? ¡¿Por qué no esperaste que pasara la lluvia?!Sara regañó al ver a su amiga y mientras hablaba, le entregó una toalla seca.―¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes esa cara?Elara sostuvo la toalla mientras se secaba el cabello mostrando una fragilidad inusual.―Oye… algo anda mal contigo. ¿Qué pasó? ¿Rose está mal?.Y aunque Sara sabía todo sobre ella, en ese momento, Elara no sentía que todavía tuviera la fuerza para explicárselo.―Oye, ¿podrías dejar de ser tan superficial conmigo? ¡Dime! ¿Qué pasó? ¿Pareces que te estuvieras muriendo? ―exclamó la joven, quien siempre hablaba sin rodeos. ―¿Rose tuvo otro ataque al corazón? ¿Es eso? Elara, ¡¿es eso…?!Negando con la cabeza, Elara finalmente encontró los ojos de su amiga y estos estaban llenos de tristeza.―No, es solo que me siento un poco cansada. Primero quiero dormir y hablaremos más tarde.―No soy tonta, algo te pasa. Vamos Elara, sabes que puedes confiar en
INDIFERENCIA CORTANTE.Elara intentó mantenerse firme y recordó su promesa de hacer como si no lo conociera.―Lo siento, señor. ―susurro e intentó pasar a su lado.Pero apenas y había dado un paso cuando su muñeca fue sujetada con fuerza y su mirada estaba fija en ella como un depredador observando a su presa.La indiferencia de Elara solo sirvió para encender la ira en Nathaniel. Estaban en un club, un lugar que le traía recuerdos no deseados, un déjà vu de la noche en que la conoció.«¿Señor, puede comprarme?»Las palabras de Elara de hace un año resonaban en su cabeza, revelando una verdad que Nathaniel no quería enfrentar. Con una mezcla de frustración y deseo de control, apretó más fuerte la muñeca.―¿Con quién viniste? ―gruñó con ira contenida.Elara abrió y cerró los labios, incapaz de procesar lo que estaba pasando. Delante de ella estaba el hombre que poseía algo más valioso que su propia libertad: el bienestar de su hermana.―Yo… yo… ―ella tartamudeó, luchando por encontrar l
UN CHEQUE SIN FONDOS.―Por favor, espere un momento… ―dijo cortésmente la señora del mostrador, sus dedos danzando sobre el teclado de la computadora con una lentitud desconcertante.«¡Jesús! ¿Por qué tarda tanto?»De manera inexplicable, el corazón de Elara latía descontroladamente, como si presintiera que algo siniestro estaba a punto de suceder«Dios que todo salga bien, que todo salga bien»―Señorita…―¿Todo bien? ―interrumpió a la empleada del mostrador antes de que pudiera terminar sus palabras.―Lo siento, señorita, su cheque ha sido congelado.―¿Qué? ¿Cómo qué congelado? ―las manos de Elara temblaban y su corazón latía demasiado rápido ―¿Eso significaba que no podré disponer de él? ―el pánico cruzó rápidamente su rostro.―Si señorita ―dijo suavemente la empleada del banco ― Aquí muestra que… que los fondos fueron congelados ayer.―No… ―susurro mientras negaba ―No… eso no puede ser… él…―¿Necesita algo más?Elara no respondió, su mente solo podía vislumbrar a Rose y lo lejos qu