UN CHEQUE SIN FONDOS.―Por favor, espere un momento… ―dijo cortésmente la señora del mostrador, sus dedos danzando sobre el teclado de la computadora con una lentitud desconcertante.«¡Jesús! ¿Por qué tarda tanto?»De manera inexplicable, el corazón de Elara latía descontroladamente, como si presintiera que algo siniestro estaba a punto de suceder«Dios que todo salga bien, que todo salga bien»―Señorita…―¿Todo bien? ―interrumpió a la empleada del mostrador antes de que pudiera terminar sus palabras.―Lo siento, señorita, su cheque ha sido congelado.―¿Qué? ¿Cómo qué congelado? ―las manos de Elara temblaban y su corazón latía demasiado rápido ―¿Eso significaba que no podré disponer de él? ―el pánico cruzó rápidamente su rostro.―Si señorita ―dijo suavemente la empleada del banco ― Aquí muestra que… que los fondos fueron congelados ayer.―No… ―susurro mientras negaba ―No… eso no puede ser… él…―¿Necesita algo más?Elara no respondió, su mente solo podía vislumbrar a Rose y lo lejos qu
¿CUÁNTO TIEMPO? Su mirada estaba llena de complicación e impotencia.―La condición de Rose es grave, Elara. Lo máximo que puede esperar son varios meses. ―la voz de Adrian fue suave pero implacable en su honestidad.Los labios de Elara temblaron.―¿Cuántos meses?―Mientras la máquina la ayude a respirar, podrá aguantar máximo un año. Es todo lo que puede soportar.Ella asintió, su cuerpo retrocediendo lentamente como si la realidad le hubiera asestado un golpe físico.―Entonces prométeme que cuidarás de ella, que harás todo para que esté bien. Yo... voy a conseguir ese corazón como sea.El la abrazó de repente.―Quisiera poder darle el mío si pudiera ―confesó ―Pero te prometo que la pondré en la lista de espera lo más pronto posible.―Está bien ―lo interrumpió―Pero no voy a quedarme de brazos cruzados. Voy a trabajar 24 horas al día si es necesario, pero conseguiré el dinero. No voy a dejar que mi hermana muera.Y antes de que él pudiera ofrecer más palabras de consuelo o apoyo, Elar
UN NUEVO TRABAJO.Elara cerró la puerta del departamento detrás de ella Sara, que estaba en la cocina, vio la expresión de su amiga y se preocupó.―¿Qué pasó?Elara miró a Sara y las palabras se le atoraron en la garganta.―Tenías razón ―murmuró antes de que las lágrimas comenzaran a brotar.Su amiga se apresuró a abrazarla.―No me digas que ese infeliz no te dio el dinero.Pero Elara no respondió, solo continuó llorando, cada sollozo una mezcla de impotencia y rabia que había estado conteniendo.Sara apretó los labios, maldiciendo a Nathaniel en su mente por el dolor que le había causado a su amiga.―Estoy a tu lado, y juntas conseguiremos una solución para Rose. ―Elara seguía llorando, su cuerpo sacudido por los sollozos incontrolables ―No quiero decir esto, pero te lo dije, debiste consignar ese cheque.―Si... ―susurró Elara entre lágrimas ―pero crei que…Sara apartó a su amiga con delicadeza y acunó su cara entre sus manos.―Eres demasiado ingenua para este mundo, Elara. Demasiado
ENCUENTRO PREDESTINADO. Nathaniel apenas había bajado de su Aston Martin, cuando los abogados de su empresa lo esperaban en el vestíbulo del imponente edificio de cristal y acero. ―Buenos días, señor Cross ―saludó White, el abogado principal. ―Buenos días, White ―respondió Nathaniel, su expresión seria y los ojos escudriñando al hombre frente a él. ―¿Traes buenas noticias? La pausa antes de la respuesta de White fue suficiente para tensar aún más el ambiente. ―Me temo que no, señor Cross. Las demandas siguen y, aunque hemos tratado de llegar a un acuerdo con los afectados, ellos siguen con la idea de demandar. ―¡Maldita sea! ―gruñó Nathaniel, sus puños se cerraron involuntariamente. ―Esto va a perjudicar el lanzamiento de la nueva línea de productos. Tienes que encontrar una salida, White, al menos hasta que esta nueva línea se lance. ―Señor Cross ―dijo el abogado, su tono se suavizaba en un intento de apaciguar la frustración palpable de Nathaniel. ―Creo que lo mejor será retra
DEPARTAMENTO DE SARA. ―¿Cómo así que no tienes trabajo? ¿Te volviste loca?! ―Sara miró a su amiga perpleja. Elara frunció las cejas y suspiró antes de responder. ―Cuando te cuente, no pensarás lo mismo. ―Bueno, ahora sí me estás preocupando, ¿qué pasó? ¿Es un vejete morboso tu jefe? ―No ―murmuro Elara, quitándole el vaso de jugo a Sara y bebiéndolo con lentitud ―Algo peor creo. Dejó el vaso y miró a su amiga directamente a los ojos antes de soltar de sopetón. ―Nathaniel es mi jefe. ―¡¿Qué?! ―Sara se puso de pie de un salto, mirando a Elara con incredulidad ―¿Cómo que ese bastardo es tu jefe? ―Sí ―Elara asintió con la cabeza ―Para mi mala suerte, Nathaniel es el dueño y presidente de la compañía y yo iba a ser su asistente personal. ―Esto tiene que ser una maldición, amiga. ¿Qué pecado cometiste para que no puedas librarte de ese desgraciado? ―Sara, ¿sabes lo que eso significa? ―Sí, necesitas una especie de despojo o algo así. ―Sara intentó bromear para aliviar la tensión.
MÁS QUE UN AMIGO.Elara llegó al hospital con la primera luz del día, su corazón latía con la mezcla de preocupación y amor que solo una hermana puede sentir. Al abrir la puerta de la habitación, su rostro se iluminó con una sonrisa para disimular su ansiedad.—Hola cariño —dijo Elara mostrando una sonrisa.—Hola, Elara —respondió Rose sin levantar la vista de su nueva Barbie, mientras la máquina susurraba al ritmo de su respiración.Elara se acercó a la cama, su mirada se posó en el juguete.—¿Y esto? —preguntó interesada.—Me lo regaló Adrián, dijo que he sido una buena paciente —la voz de Rose era un hilo de orgullo y alegría.Elara le sonrió de vuelta y acarició su cabello con ternura.—Sí cielo, has sido una buena paciente.La conversación fue interrumpida por el sonido de la puerta al abrirse. Adrián apareció en el umbral, su presencia llenaba la habitación con un aire de confianza y calidez.—Buenos días —saludó con una sonrisa que incluía a ambas. —¿Cómo amanece mi paciente fav
TIENE UNA HIJA.Nathaniel abrió los ojos cuando el sonido de su celular lo despertó, el dolor estaba a punto de explotarle la cabeza.―¡Demonios! ―gruñó y tanteó en la chaqueta de su traje para tomar el aparato ―¿Quién?―Buenos días, Nathaniel ―respondió una voz del otro lado ―¿esa es la manera de responderle a tu madre?Él hizo una mueca y suspiró.―Buenos días, mamá.―¿Dónde estás?Nathaniel trató de enfocar el lugar y pronto descubrió que se trataba de su departamento.―En mi casa.―¿No irás a la empresa?―¿Qué pasa mamá? Ve al grano.―Bueno, siendo tan adicto al trabajo es la primera vez que vas tarde.Nathaniel miró su reloj y vio que casi era medio día.―¡Maldita sea! ―exclamo en voz alta.―¿Qué sucede contigo, Nat? ―Regina comenzó a percatarse del extraño comportamiento de su hijo.―Mamá, debo ir a la empresa, di lo que tengas que decir o colgaré.Del otro lado, la madre apretó el teléfono y miró a su nuera en el jardín.―Quiero que vengas a almorzar a casa y no te atrevas a ne
UNA RELACIÓN ESTRICTAMENTE LABORAL.Elara terminaba su café cuando sonó su teléfono.―¿Hola?―¿Señorita Vance?―Si, soy yo.―Estamos llamando desde el departamento de Recursos Humanos de Cross Enterprises. ¿Podría venir a nuestra oficina?―¿Cómo? ―Preguntó Elara con incredulidad. ―Hemos recibido órdenes para que se reintegre a su cargo, señorita Vance. Por favor, venga.El hombre al otro lado de la línea se mostró firme. Elara miró el teléfono con incredulidad. ―¿Quién es? ―Preguntó Sara.―Es Cross Enterprises. Quieren que vuelva como asistente.―¿Ese idiota te está obligando?―No lo sé. Dejé en claro que renuncié. ¿Qué debo hacer?Sara miró intensamente a su amiga.―Elara, necesitas el dinero, tienes gastos, y además… no te culparé si decides volver allí. ―Sara se sentó junto a su amiga y le tomó la mano suavemente. ―Solo recuerda, mantén la distancia, Elara. Tú puedes ser su asistente, no la mujer de la que puede aprovecharse cuando quiera.Elara asintió en silencio.―Tienes razón.