DEPARTAMENTO DE SARA. ―¿Cómo así que no tienes trabajo? ¿Te volviste loca?! ―Sara miró a su amiga perpleja. Elara frunció las cejas y suspiró antes de responder. ―Cuando te cuente, no pensarás lo mismo. ―Bueno, ahora sí me estás preocupando, ¿qué pasó? ¿Es un vejete morboso tu jefe? ―No ―murmuro Elara, quitándole el vaso de jugo a Sara y bebiéndolo con lentitud ―Algo peor creo. Dejó el vaso y miró a su amiga directamente a los ojos antes de soltar de sopetón. ―Nathaniel es mi jefe. ―¡¿Qué?! ―Sara se puso de pie de un salto, mirando a Elara con incredulidad ―¿Cómo que ese bastardo es tu jefe? ―Sí ―Elara asintió con la cabeza ―Para mi mala suerte, Nathaniel es el dueño y presidente de la compañía y yo iba a ser su asistente personal. ―Esto tiene que ser una maldición, amiga. ¿Qué pecado cometiste para que no puedas librarte de ese desgraciado? ―Sara, ¿sabes lo que eso significa? ―Sí, necesitas una especie de despojo o algo así. ―Sara intentó bromear para aliviar la tensión.
MÁS QUE UN AMIGO.Elara llegó al hospital con la primera luz del día, su corazón latía con la mezcla de preocupación y amor que solo una hermana puede sentir. Al abrir la puerta de la habitación, su rostro se iluminó con una sonrisa para disimular su ansiedad.—Hola cariño —dijo Elara mostrando una sonrisa.—Hola, Elara —respondió Rose sin levantar la vista de su nueva Barbie, mientras la máquina susurraba al ritmo de su respiración.Elara se acercó a la cama, su mirada se posó en el juguete.—¿Y esto? —preguntó interesada.—Me lo regaló Adrián, dijo que he sido una buena paciente —la voz de Rose era un hilo de orgullo y alegría.Elara le sonrió de vuelta y acarició su cabello con ternura.—Sí cielo, has sido una buena paciente.La conversación fue interrumpida por el sonido de la puerta al abrirse. Adrián apareció en el umbral, su presencia llenaba la habitación con un aire de confianza y calidez.—Buenos días —saludó con una sonrisa que incluía a ambas. —¿Cómo amanece mi paciente fav
TIENE UNA HIJA.Nathaniel abrió los ojos cuando el sonido de su celular lo despertó, el dolor estaba a punto de explotarle la cabeza.―¡Demonios! ―gruñó y tanteó en la chaqueta de su traje para tomar el aparato ―¿Quién?―Buenos días, Nathaniel ―respondió una voz del otro lado ―¿esa es la manera de responderle a tu madre?Él hizo una mueca y suspiró.―Buenos días, mamá.―¿Dónde estás?Nathaniel trató de enfocar el lugar y pronto descubrió que se trataba de su departamento.―En mi casa.―¿No irás a la empresa?―¿Qué pasa mamá? Ve al grano.―Bueno, siendo tan adicto al trabajo es la primera vez que vas tarde.Nathaniel miró su reloj y vio que casi era medio día.―¡Maldita sea! ―exclamo en voz alta.―¿Qué sucede contigo, Nat? ―Regina comenzó a percatarse del extraño comportamiento de su hijo.―Mamá, debo ir a la empresa, di lo que tengas que decir o colgaré.Del otro lado, la madre apretó el teléfono y miró a su nuera en el jardín.―Quiero que vengas a almorzar a casa y no te atrevas a ne
UNA RELACIÓN ESTRICTAMENTE LABORAL.Elara terminaba su café cuando sonó su teléfono.―¿Hola?―¿Señorita Vance?―Si, soy yo.―Estamos llamando desde el departamento de Recursos Humanos de Cross Enterprises. ¿Podría venir a nuestra oficina?―¿Cómo? ―Preguntó Elara con incredulidad. ―Hemos recibido órdenes para que se reintegre a su cargo, señorita Vance. Por favor, venga.El hombre al otro lado de la línea se mostró firme. Elara miró el teléfono con incredulidad. ―¿Quién es? ―Preguntó Sara.―Es Cross Enterprises. Quieren que vuelva como asistente.―¿Ese idiota te está obligando?―No lo sé. Dejé en claro que renuncié. ¿Qué debo hacer?Sara miró intensamente a su amiga.―Elara, necesitas el dinero, tienes gastos, y además… no te culparé si decides volver allí. ―Sara se sentó junto a su amiga y le tomó la mano suavemente. ―Solo recuerda, mantén la distancia, Elara. Tú puedes ser su asistente, no la mujer de la que puede aprovecharse cuando quiera.Elara asintió en silencio.―Tienes razón.
LA LLEGADA DE VICTORIA.Aeropuerto Internacional.En el terminal de llegadas Nathaniel y Daniel están parados cerca de la cinta transportadora de equipaje. La multitud bulliciosa se mezcla con los anuncios de vuelos y el zumbido ocasional de un avión despegando en la distancia. Nathaniel reviso su reloj con impaciencia, claramente inquieto.―Tranquilo amigo, no voy a dejarte solo con esa piraña. ―dijo Daniel con una sonrisa divertida.La mirada de Nathaniel se endureció y le lanzó a Daniel una mirada cargada de advertencia silenciosa.―No es el momento para bromas. Sabes lo complicado que es todo esto para mí.Daniel asintió y su sonrisa desapareció al comprender la seriedad del asunto. Sin embargo, consideraba que su amigo sufría porque quería, tan solo tenía que terminar con la mujer que habían venido a recoger y sus problemas terminarían, además comenzaba a sospechar que Nathaniel tenía sentimientos por la mujer del club.Se recuesto ligeramente contra la baranda, cruzando los brazo
UNA PROMETIDA ARROGANTE.En la mansión Cross, los aromas del té se mezclaban con el perfume de las rosas importadas que decoraban la sala. Victoria, con su porte elegante y una taza de porcelana entre sus manos, compartía un momento íntimo con Regina Cross, la matriarca de la familia y su futura suegra.―¿Le informaste a mi hijo sobre el almuerzo?― Sí, pero ya lo conoces, siempre frío e indiferente.Victoria hizo una mueca de insatisfacción, su rostro reflejaba más que una simple contrariedad.―Querida, debes tener paciencia. Nathaniel ha sido así desde pequeño, solo es cuestión de... ―Regina le palmeó la mano con suavidad— …un poco de conquista, tú me entiendes.Victoria alzó una ceja, comprendiendo las palabras de Regina, pero su consejo llegaba un poco tarde. La ira aún fluía por sus venas ante el rechazo de Nathaniel, y esa semilla de duda que se había plantado en su interior empezaba a echar raíces.―Regina —dijo inclinándose hacia ella con una voz cargada de una curiosidad teñid
JUEGO DE PODER.Victoria dejó su bolso sobre el sofá con un gesto que denotaba su frustración y caminó hacia Nathaniel, quien se encontraba sumido en una maraña de papeles y preocupaciones. A pesar de su apariencia impecable, el hombre no pudo ocultar un resoplido de molestia al ser interrumpido; estaba claro que tendría que tener una seria conversación con los personal de seguridad.―Me quedé esperándote para almorzar ―dijo Victoria, su tono era una mezcla de reproche y decepción.―Lo siento, Victoria, estaba con algo importante ―respondió Nathaniel sin mirarla, intentando parecer ocupado.―¿Más importante que tu prometida? ―preguntó ella alzando una ceja, su voz cargada de sarcasmo.—Nat... ¿quieres decirme que sucede contigo? Vamos a casarnos dentro de poco y me tratas peor que un perro. ¿Crees que lo merezco? Victoria se acercó al escritorio e intento abrazarlo pero Nathaniel se levantó instantáneamente.—No tengo tiempo para esto, ¿de acuerdo? Dime a qué viniste y vete cuanto an
INTERESES OSCUROS. Ese día por la tarde, Nathaniel fue a casa de su madre. Si su día había sido malo, ahora se había tornado peor.―¿No piensas responder? — inquirió Regina con un tono que demandaba una explicación. ―No puedes tratar así a tu futura esposa, Nat. Victoria ha estado esperando demasiado tiempo por ti; no es justo para ella.Nathaniel se rió burlón.―Te diré lo mismo que a ella, mamá. Yo no pedí casarme; papá decidió por mí, prometió algo sin consultarme.Regina se acercó a su hijo y agarró su mano, buscando una conexión que pudiera suavizar su corazón endurecido.―Cariño, tu padre solo quería lo mejor para ti. La familia Sutherland está a la altura de la nuestra. Dime, ¿qué mejor esposa que Victoria? Es refinada, bonita, con clase y su padre es un reconocido político. Son la pareja perfecta.Nathaniel miró a su madre con insatisfacción, sus ojos reflejando un desdén profundo.―Nadie me dice lo que tengo que hacer, mamá.Regina miró a su hijo frustrada.―¿Por qué te empeñ