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UNA PROMETIDA ARROGANTE.En la mansión Cross, los aromas del té se mezclaban con el perfume de las rosas importadas que decoraban la sala. Victoria, con su porte elegante y una taza de porcelana entre sus manos, compartía un momento íntimo con Regina Cross, la matriarca de la familia y su futura suegra.―¿Le informaste a mi hijo sobre el almuerzo?― Sí, pero ya lo conoces, siempre frío e indiferente.Victoria hizo una mueca de insatisfacción, su rostro reflejaba más que una simple contrariedad.―Querida, debes tener paciencia. Nathaniel ha sido así desde pequeño, solo es cuestión de... ―Regina le palmeó la mano con suavidad— …un poco de conquista, tú me entiendes.Victoria alzó una ceja, comprendiendo las palabras de Regina, pero su consejo llegaba un poco tarde. La ira aún fluía por sus venas ante el rechazo de Nathaniel, y esa semilla de duda que se había plantado en su interior empezaba a echar raíces.―Regina —dijo inclinándose hacia ella con una voz cargada de una curiosidad teñid
JUEGO DE PODER.Victoria dejó su bolso sobre el sofá con un gesto que denotaba su frustración y caminó hacia Nathaniel, quien se encontraba sumido en una maraña de papeles y preocupaciones. A pesar de su apariencia impecable, el hombre no pudo ocultar un resoplido de molestia al ser interrumpido; estaba claro que tendría que tener una seria conversación con los personal de seguridad.―Me quedé esperándote para almorzar ―dijo Victoria, su tono era una mezcla de reproche y decepción.―Lo siento, Victoria, estaba con algo importante ―respondió Nathaniel sin mirarla, intentando parecer ocupado.―¿Más importante que tu prometida? ―preguntó ella alzando una ceja, su voz cargada de sarcasmo.—Nat... ¿quieres decirme que sucede contigo? Vamos a casarnos dentro de poco y me tratas peor que un perro. ¿Crees que lo merezco? Victoria se acercó al escritorio e intento abrazarlo pero Nathaniel se levantó instantáneamente.—No tengo tiempo para esto, ¿de acuerdo? Dime a qué viniste y vete cuanto an
INTERESES OSCUROS. Ese día por la tarde, Nathaniel fue a casa de su madre. Si su día había sido malo, ahora se había tornado peor.―¿No piensas responder? — inquirió Regina con un tono que demandaba una explicación. ―No puedes tratar así a tu futura esposa, Nat. Victoria ha estado esperando demasiado tiempo por ti; no es justo para ella.Nathaniel se rió burlón.―Te diré lo mismo que a ella, mamá. Yo no pedí casarme; papá decidió por mí, prometió algo sin consultarme.Regina se acercó a su hijo y agarró su mano, buscando una conexión que pudiera suavizar su corazón endurecido.―Cariño, tu padre solo quería lo mejor para ti. La familia Sutherland está a la altura de la nuestra. Dime, ¿qué mejor esposa que Victoria? Es refinada, bonita, con clase y su padre es un reconocido político. Son la pareja perfecta.Nathaniel miró a su madre con insatisfacción, sus ojos reflejando un desdén profundo.―Nadie me dice lo que tengo que hacer, mamá.Regina miró a su hijo frustrada.―¿Por qué te empeñ
ENEMIGA DECLARADA. ―¿Tú eres la nueva asistente? ―preguntó, Megan, una rubia decolorada con tetas doble D, llevaba en su mano un montón de carpetas.. Elara levantó la vista. ―Sí. ―Lleva y organiza estos archivos ―ordenó sin preámbulos ni bienvenidas. Elara observó el montón de carpetas y frunció el ceño, una duda genuina asomándose en sus palabras. ―¿Por qué yo? Megan sintió la pregunta como una bofetada. ―¿Cómo qué ‘por qué’? Es parte de tu trabajo. La anterior se encargaba de organizar cada carpeta por número de archivo. Hazlo y no vuelvas hasta que termines. Hay más en mi oficina. En ese momento, un torrente de emociones cruzó por la mente de Megan. Había dedicado dos años a la empresa, y su corazón guardaba un secreto que pesaba más que cualquier archivo: estaba enamorada de Nathaniel, el jefe. La anterior asistente había renunciado para casarse, y Megan vio allí su oportunidad de ascender. Pero con la llegada de Elara, sintió que sus sueños se desmoronaban como un castill
SALVANDOLAElara encerrada dentro de la habitacion de archivos, sentía como su pecho comenzaba a apretarse, las lágrimas mojaron sus mejillas y poco a poco fue perdiendo la fuerza para seguir llamando, se dejó caer a través de la puerta, mientras su respiración se hacía cada vez más lenta y su corazón latía a toda velocidad, el sudor corrió a través de su espalda y poco a poco todo comenzaba a dar vuelta a su alrededor.Pero en el último segundo, escuchó la voz de Nathaniel del otro lado de la puerta.―¡Elara! ¡Elara, estás ahí?!Del otro lado, Nathaniel mostraba un nerviosismo y preocupación nunca vista en él y esto hizo que Megan lo mirara sorprendida.El corazón de Elara latía con fuerza, una mezcla de alivio y temor. Haciendo un esfuerzo por hablar dijo con voz quebrada.―Nat, aquí estoy... Por favor, sácame de aquí... ¡Sácame de aquí!―Está bien, cálmate, te sacaré. ―dijo sin ocultar su propia urgencia y miedo ―Aléjate de la puerta, ¿de acuerdo? Voy a romperla, no dejes que te hag
NO DEJARÉ QUE LA HUMILLES.―¿Qué significa esto? ―repitió Victoria, su voz exigiendo respuestas.Nathaniel se puso de pie y suspiró ante de tratar de sobrellevar la situación. Conocía lo suficiente bien a Victoria y sabía de lo que era capaz, sin embargo, la que habló fue Elara que para su mala suerte lo complicó todo.―Señorita…―¿Qué está pasando aquí, Nathaniel? ¿Por qué estás tan cerca de esta… ―sus ojos miraron de arriba abajo con evidente desprecio a Elara ―… mujer? ―inquirió Victoria, sin despegar los ojos de Elara.―Señorita, yo puedo explicarle. Nat, solo estaba ayudándome, sufro de…―¿Cómo lo llamaste? ―los ojos de Victoria parecían echar fuego y caminó lentamente hacia ella ―Señor Cross, para ti.―Si. Lo lamento. ―Elara se disculpó dándose cuenta de su error, por un momento se había dejado llevar por la vieja costumbre de llamarlo así ―El señor Cross solo estaba ayudándome, me quede encerrada en el cuarto de archivos y sufro de claustrofobia, el…―Claro, la pobre asistente e
SECRETOS Y VENDETTAS.—Así que planeas seguir adelante y casarte con la víbora? —preguntó Daniel mientras le daba un sorbo a su whisky—. De verdad que eres testarudo, hombre. Manda al diablo todo y vete con la que te gusta —dijo en tono divertido, aunque lo niegas claro.Nathaniel resopló y evadió la mirada de su amigo.—Después de lo de hoy es mejor que Elara y yo mantengamos distancia. Victoria despedazaría si sabe que Elara y yo tuvimos una relación. Tenías que haberla visto, parecía... poseída.La risa brotó del pecho de Daniel.—Y aún así vas a arriesgarte. Al menos mi esposa indeseada es como un florero en la casa, no habla, no opina, no se entromete en mi vida.Nathaniel le dio una mirada profunda a su amigo.—Hablando de esposas, ¿has tenido noticias de Naomi?Daniel se tensó al escuchar la mención de su nombre.—No, aún no. Es como si se la hubiera tragado la tierra —gruñó.—Tal vez deberías dejar de buscar, ella no quiere que la encuentres, déjalo y date una oportunidad con..
INVITACIÓN A CENAR.Elara se detuvo frente al espejo, estudiando su reflejo con una mezcla de ansiedad y esperanza.―¿Estás segura de que me veo bien? ―preguntó, su voz temblaba ligeramente, revelando la inseguridad que se escondía detrás de la pregunta.Sara, parada justo detrás de ella, terminaba de acomodar un rebelde mechón de cabello de Elara.―Sí, estás hermosa ―afirmó con convicción, sus ojos encontrándose con los de su amiga en el espejo. ―Además, tú no necesitas de mucho, eres bonita con lo que lleves ―añadió, su tono era suave pero firme diseñado para fortalecer la confianza de su amiga.Elara intentó absorber las palabras pero una sombra cruzó su rostro y Sara se apresuró a motivarla.―Elara, tal vez esta sea tu oportunidad ― dijo seria ―No puedes seguir albergando sentimientos por Nathaniel; él va a casarse y...Al escuchar su nombre, Elara bajó la mirada y susurró con un dolor que parecía arrancarle el alma.―Lo sé, pero es tan difícil.Sara la giró con delicadeza para enf