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CARRERA CONTRA EL TIEMPODaniel, con el corazón latiendo a mil por hora, vio a lo lejos una figura familiar. Resultó ser Derek y sin pensarlo dos veces, él detuvo el auto en seco, dejando tras de sí una estela de polvo y grava. Se bajó a toda prisa y corrió hacia su hijo con un temor que le roía las entrañas.―¡Derek! ―exclamo, abrazándolo y besándolo con un alivio desbordante.―Papá, mamá… está atrapada ―dijo Derek, con los ojos llenos de lágrimas y terror.El corazón de Daniel se detuvo por un instante. Sostuvo los hombros de Derek, y lo miro a los ojos, intentando encontrar en ellos la calma que ambos necesitan.―¿Dónde está tu madre, Derek?―En el galpón ―respondió el niño, señalando hacia donde el humo comenzaba a serpentear hacia el cielo.Sin perder un segundo, Daniel tomó a Derek en brazos y lo metió en el auto.―Quédate aquí y no salgas ―le ordenó con voz firme pero cargada de preocupación.―Pero ¿vas a salvar a mamá?Daniel se detuvo un momento, su mirada perdida en el horiz
SE ACABÓLos pitidos de la máquina cardíaca resonaban en la silenciosa habitación, Daniel, que no se había apartado de su esposa un instante, miraba por la ventana. Sin embargo, la mujer acostada en la cama abrió los ojos lentamente.―¿Dónde… dónde estoy? ―murmuró con voz ronca.Daniel se giró rápidamente y sus ojos se abrieron tanto emocionados como estupefactos.―Cariño… ―susurró y se acercó a ella ―…mi amor, estás despierta, estás aquí…Naomi tragó un poco y Daniel se apresuró a servirle agua y la ayudó a beber. Cuando Naomi pudo hablar, preguntó por el niño.―El bebé… nuestro bebé…―Él está bien ―dijo Daniel tranquilizándola ―y Derek también, está en casa con mamá.Naomi asintió levemente.―Y… Alondra, ella…―No tienes de qué preocuparte, amor. Alondra no podrá hacer más daño. Ella murió.Aunque fue cruel, el alivio inundó a Naomi.―¿Cuánto tiempo llevo aquí?―Una semana ―respondió Daniel acariciándole el cabello ―los médicos dijeron que el humo te afectó gravemente, llenando tus
NUESTRA HISTORIA.En el jardín de la mansión King, bajo un cielo despejado y rodeados de flores en plena floración, Daniel y Naomi se encontraban frente al sacerdote. Sus amigos y familiares, incluidos sus hijos y Renata, los observaban con sonrisas y lágrimas de felicidad.El sacerdote, con una voz cálida y acogedora, se dirigió primero a Daniel.―Daniel, ¿aceptas a Naomi como tu legítima esposa, para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida?Daniel miró a Naomi, sus ojos brillando con amor y emoción.―Sí, acepto ―dijo con voz firme y llena de emoción.Luego, el sacerdote se dirigió a Naomi.―Naomi, ¿aceptas a Daniel como tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida?Naomi, con lágrimas de felicidad en los ojos, miró a Daniel y dijo con una voz suave pero segura.―Sí, acepto.El sacerdote sonrió ampliamente.―Entonces, por el p
Mis estrellitas, como siempre gracias por acompañarme en esta aventura. Sé que me preguntarán por la historia de Zayd, y mi intención era hacerla aquí, pero no puedo. Sin embargo, les estaré informando cuando esté disponible en la app, lo más probable es que sea un libro independiente. Espero que la historia de Nathaniel y Daniel, les haya cautivado y si no, pues háganmelo saber, ya les he dicho que mi objetivo es mejorar y hacerlo cada día mejor para ustedes. Una vez más gracias, muchas gracias por el apoyo y… nos vemos en el mafioso, Santino es un niño malo. Un beso, la amo. Paulina W
MEDIDAS DESESPERADAS.UN AÑO ANTES.―¡No pueden simplemente arrancarla de su cama! ¡Ella necesita estar aquí! ―grito Elara, su voz ahogada por la desesperación mientras se enfrentaba a los guardias de seguridad. Sus manos temblaban, pero su postura era inamovible, una barrera humana hecha de puro instinto protector.Los pasillos del hospital estaban teñidos de blancura y el olor a antiséptico, pero para Elara Vance, cada baldosa fría, cada susurro de las batas blancas, cada pitido de las máquinas era un recordatorio de la cruel realidad que estaba a punto de enfrentar. Su hermanita Rose, con sus rizos dorados y su sonrisa que iluminaba hasta el más oscuro de los días, yacía en la habitación 305, rodeada de tubos y máquinas que pitaban con cada latido de su frágil corazón. ―Son órdenes de la administración, señorita. Debe abandonar las instalaciones ―uno de los guardias replicó, su voz baja pero impasible.Elara giró desesperadamente hacia el gerente de administración que había emergid
UN CORAZÓN.UN AÑO DESPUÉS…El aire en la habitación del hospital estaba impregnado de una mezcla de esperanza y melancolía, un equilibrio delicado que Elara había aprendido a navegar desde que Rose había sido internada. Elara sostenía la mano de su hermanita pequeña y frágil, como si fuera el más preciado de los tesoros.―Pronto saldrás de aquí ―le susurro con una dulzura que disfrazaba su temor ―y correrás y jugarás como siempre has soñado.Rose, con la inocencia que solo los niños poseen, sonrió ampliamente y sus ojos se iluminaron con la magia de un secreto.―Anoche tuve un sueño ―dijo con la respiración entrecortada por el esfuerzo.Elara, acariciaba el cabello de Rose con ternura maternal.―¿Si? ¿Qué soñaste?― Soñe que mamá estaba con los brazos abiertos, diciéndome que nunca nos separaríamos ―Las palabras de Rose eran dulces y dolorosas a la vez, y Elara sintió cómo la nostalgia y la melancolía se entrelazaban en su pecho.―Fue un lindo sueño, ¿verdad? ―preguntó, intentando man
ME VOY A CASAR.En la oficina de la Empresas Cross, Nathaniel clavó una mirada fulminante en el abogado de la familia.―¿Me estás diciendo que tengo que cumplir con sus estúpidas cláusulas? ―Su tono era indignado y sus ojos destilaban furia y frustración.El abogado, ajustándose los anteojos, se aclaró la garganta antes de responder con calma.―Sí, Nathaniel. Tu abuelo estipuló que, para recibir el fideicomiso de 100 millones de dólares, debes estar casado y tener un hijo en el periodo de un año.Las manos de Nathaniel se apretaron con fuerza, y sus labios formaron una línea fina que reflejaba su descontento.―¿Mi abuelo pensaba que estamos en la época medieval? ―exclamó con burla, incapaz de comprender la extravagancia de las condiciones.―No lo sé, Nathaniel. Pero es lo que quería. Si quieres acceder a ese dinero, debes cumplir sus cláusulas ―explicó el abogado, consciente de la tormenta que se desataba en el hombre frente a él.La pregunta inevitable surgió en la mente de Nathaniel.
MARCADA EN SU ALMA.Mirando a la mujer a su lado, con delicadeza, acarició suavemente el cabello y lo retiró de su mejilla. Le pareció una especie de Ángel y en ese momento sus pensamientos retrocedieron a la noche en que se conocieron un año atrás.«Señor, ¿quiere comprarme?»Había sido su primera noche de regreso a Chicago y aunque no estaba interesado en tener ninguna relación con ninguna mujer, hubo algo en Elara que lo hizo aceptar. Fue una especie de conexión instantánea, algo tan extraño, que la ataba irremediablemente a ella.El recuerdo tomó un giro hacia el presente. Y Nathaniel miró el rostro dormido de Elara, se veía dulce, frágil, como si la carga que hubiera estado llevando fuera muy pesada, se preguntó si quizás había juzgado mal a esta mujer.Cerró los ojos nuevamente y su mente lo llevó a cuando tomó su primera vez. Inconscientemente, su corazón latió de manera salvaje.«―Primero, me pagas los 50.000. De lo contrario, ¿quién sabe si podrás cumplir tu palabra?― Elara a