xoxo
INTERESES OSCUROS. Ese día por la tarde, Nathaniel fue a casa de su madre. Si su día había sido malo, ahora se había tornado peor.―¿No piensas responder? — inquirió Regina con un tono que demandaba una explicación. ―No puedes tratar así a tu futura esposa, Nat. Victoria ha estado esperando demasiado tiempo por ti; no es justo para ella.Nathaniel se rió burlón.―Te diré lo mismo que a ella, mamá. Yo no pedí casarme; papá decidió por mí, prometió algo sin consultarme.Regina se acercó a su hijo y agarró su mano, buscando una conexión que pudiera suavizar su corazón endurecido.―Cariño, tu padre solo quería lo mejor para ti. La familia Sutherland está a la altura de la nuestra. Dime, ¿qué mejor esposa que Victoria? Es refinada, bonita, con clase y su padre es un reconocido político. Son la pareja perfecta.Nathaniel miró a su madre con insatisfacción, sus ojos reflejando un desdén profundo.―Nadie me dice lo que tengo que hacer, mamá.Regina miró a su hijo frustrada.―¿Por qué te empeñ
ENEMIGA DECLARADA. ―¿Tú eres la nueva asistente? ―preguntó, Megan, una rubia decolorada con tetas doble D, llevaba en su mano un montón de carpetas.. Elara levantó la vista. ―Sí. ―Lleva y organiza estos archivos ―ordenó sin preámbulos ni bienvenidas. Elara observó el montón de carpetas y frunció el ceño, una duda genuina asomándose en sus palabras. ―¿Por qué yo? Megan sintió la pregunta como una bofetada. ―¿Cómo qué ‘por qué’? Es parte de tu trabajo. La anterior se encargaba de organizar cada carpeta por número de archivo. Hazlo y no vuelvas hasta que termines. Hay más en mi oficina. En ese momento, un torrente de emociones cruzó por la mente de Megan. Había dedicado dos años a la empresa, y su corazón guardaba un secreto que pesaba más que cualquier archivo: estaba enamorada de Nathaniel, el jefe. La anterior asistente había renunciado para casarse, y Megan vio allí su oportunidad de ascender. Pero con la llegada de Elara, sintió que sus sueños se desmoronaban como un castill
SALVANDOLAElara encerrada dentro de la habitacion de archivos, sentía como su pecho comenzaba a apretarse, las lágrimas mojaron sus mejillas y poco a poco fue perdiendo la fuerza para seguir llamando, se dejó caer a través de la puerta, mientras su respiración se hacía cada vez más lenta y su corazón latía a toda velocidad, el sudor corrió a través de su espalda y poco a poco todo comenzaba a dar vuelta a su alrededor.Pero en el último segundo, escuchó la voz de Nathaniel del otro lado de la puerta.―¡Elara! ¡Elara, estás ahí?!Del otro lado, Nathaniel mostraba un nerviosismo y preocupación nunca vista en él y esto hizo que Megan lo mirara sorprendida.El corazón de Elara latía con fuerza, una mezcla de alivio y temor. Haciendo un esfuerzo por hablar dijo con voz quebrada.―Nat, aquí estoy... Por favor, sácame de aquí... ¡Sácame de aquí!―Está bien, cálmate, te sacaré. ―dijo sin ocultar su propia urgencia y miedo ―Aléjate de la puerta, ¿de acuerdo? Voy a romperla, no dejes que te hag
NO DEJARÉ QUE LA HUMILLES.―¿Qué significa esto? ―repitió Victoria, su voz exigiendo respuestas.Nathaniel se puso de pie y suspiró ante de tratar de sobrellevar la situación. Conocía lo suficiente bien a Victoria y sabía de lo que era capaz, sin embargo, la que habló fue Elara que para su mala suerte lo complicó todo.―Señorita…―¿Qué está pasando aquí, Nathaniel? ¿Por qué estás tan cerca de esta… ―sus ojos miraron de arriba abajo con evidente desprecio a Elara ―… mujer? ―inquirió Victoria, sin despegar los ojos de Elara.―Señorita, yo puedo explicarle. Nat, solo estaba ayudándome, sufro de…―¿Cómo lo llamaste? ―los ojos de Victoria parecían echar fuego y caminó lentamente hacia ella ―Señor Cross, para ti.―Si. Lo lamento. ―Elara se disculpó dándose cuenta de su error, por un momento se había dejado llevar por la vieja costumbre de llamarlo así ―El señor Cross solo estaba ayudándome, me quede encerrada en el cuarto de archivos y sufro de claustrofobia, el…―Claro, la pobre asistente e
SECRETOS Y VENDETTAS.—Así que planeas seguir adelante y casarte con la víbora? —preguntó Daniel mientras le daba un sorbo a su whisky—. De verdad que eres testarudo, hombre. Manda al diablo todo y vete con la que te gusta —dijo en tono divertido, aunque lo niegas claro.Nathaniel resopló y evadió la mirada de su amigo.—Después de lo de hoy es mejor que Elara y yo mantengamos distancia. Victoria despedazaría si sabe que Elara y yo tuvimos una relación. Tenías que haberla visto, parecía... poseída.La risa brotó del pecho de Daniel.—Y aún así vas a arriesgarte. Al menos mi esposa indeseada es como un florero en la casa, no habla, no opina, no se entromete en mi vida.Nathaniel le dio una mirada profunda a su amigo.—Hablando de esposas, ¿has tenido noticias de Naomi?Daniel se tensó al escuchar la mención de su nombre.—No, aún no. Es como si se la hubiera tragado la tierra —gruñó.—Tal vez deberías dejar de buscar, ella no quiere que la encuentres, déjalo y date una oportunidad con..
INVITACIÓN A CENAR.Elara se detuvo frente al espejo, estudiando su reflejo con una mezcla de ansiedad y esperanza.―¿Estás segura de que me veo bien? ―preguntó, su voz temblaba ligeramente, revelando la inseguridad que se escondía detrás de la pregunta.Sara, parada justo detrás de ella, terminaba de acomodar un rebelde mechón de cabello de Elara.―Sí, estás hermosa ―afirmó con convicción, sus ojos encontrándose con los de su amiga en el espejo. ―Además, tú no necesitas de mucho, eres bonita con lo que lleves ―añadió, su tono era suave pero firme diseñado para fortalecer la confianza de su amiga.Elara intentó absorber las palabras pero una sombra cruzó su rostro y Sara se apresuró a motivarla.―Elara, tal vez esta sea tu oportunidad ― dijo seria ―No puedes seguir albergando sentimientos por Nathaniel; él va a casarse y...Al escuchar su nombre, Elara bajó la mirada y susurró con un dolor que parecía arrancarle el alma.―Lo sé, pero es tan difícil.Sara la giró con delicadeza para enf
EL AMARGO SABOR DE LOS CELOS. Durante la cena, el ambiente estaba impregnado de la clase de tensión que se siente pero no se ve. Nathaniel, se encontraba inusualmente inquieto pero luchaba por mantener una fachada de calma. Elara, al otro lado de la mesa, era la causa involuntaria de su distracción. Cada vez que ella sonreía, cada vez que un mechón de su cabello caía graciosamente sobre su hombro, cada gesto sutil, Nathaniel lo sentía como una cuerda tensándose más y más en su interior. La ira se acumulaba dentro de el, una mezcla tóxica de celos y posesividad que él mismo no comprendía del todo. ―Si, podemos invertir en el nuevo proyecto ―decía uno de los empresarios con una voz que parecía venir de lejos ―pero vamos a necesitar más información de cuándo estarían disponibles los primeros fármacos. El mercado en este momento es salvaje, ¿no lo cree señor Cross? Nathaniel asintió automáticamente, sin procesar la pregunta. Su atención estaba fijada en la mano del hombre, en la forma
JEFE TIRANOElara, confundida por el comportamiento de Nathaniel, se volvió hacia Margarita.―¿Está enojado? ―preguntó con incertidumbre. ―Parece que sí, pero ve, no lo hagas esperar ―aconsejó Margarita con un tono que mezclaba preocupación y prisa.Elara suspiró y se dirigió hacia la oficina de Nathaniel, preguntándose qué le esperaría tras esa puerta. Mientras tanto, Nathaniel lanzó su chaqueta sobre el sofá y se aflojó la corbata. Había pasado una noche tortuosa, imaginando a Elara con ese médico. La alarma de las seis lo había sorprendido en medio de sus cavilaciones. La puerta se abrió y Elara entró. Llevaba una falda lápiz negra y una blusa de seda blanca que realzaban su figura con elegancia y sutileza. Nathaniel se permitió observarla más tiempo del debido, recordando los momentos compartidos, anhelando el tacto de su piel y la dulzura de sus labios.― ¿Quería verme, señor Cross? ―preguntó ella, sacándolo de sus pensamientos.«Señor Cross» repitió él mentalmente con un tono de