UN NUEVO TRABAJO.Elara cerró la puerta del departamento detrás de ella Sara, que estaba en la cocina, vio la expresión de su amiga y se preocupó.―¿Qué pasó?Elara miró a Sara y las palabras se le atoraron en la garganta.―Tenías razón ―murmuró antes de que las lágrimas comenzaran a brotar.Su amiga se apresuró a abrazarla.―No me digas que ese infeliz no te dio el dinero.Pero Elara no respondió, solo continuó llorando, cada sollozo una mezcla de impotencia y rabia que había estado conteniendo.Sara apretó los labios, maldiciendo a Nathaniel en su mente por el dolor que le había causado a su amiga.―Estoy a tu lado, y juntas conseguiremos una solución para Rose. ―Elara seguía llorando, su cuerpo sacudido por los sollozos incontrolables ―No quiero decir esto, pero te lo dije, debiste consignar ese cheque.―Si... ―susurró Elara entre lágrimas ―pero crei que…Sara apartó a su amiga con delicadeza y acunó su cara entre sus manos.―Eres demasiado ingenua para este mundo, Elara. Demasiado
ENCUENTRO PREDESTINADO. Nathaniel apenas había bajado de su Aston Martin, cuando los abogados de su empresa lo esperaban en el vestíbulo del imponente edificio de cristal y acero. ―Buenos días, señor Cross ―saludó White, el abogado principal. ―Buenos días, White ―respondió Nathaniel, su expresión seria y los ojos escudriñando al hombre frente a él. ―¿Traes buenas noticias? La pausa antes de la respuesta de White fue suficiente para tensar aún más el ambiente. ―Me temo que no, señor Cross. Las demandas siguen y, aunque hemos tratado de llegar a un acuerdo con los afectados, ellos siguen con la idea de demandar. ―¡Maldita sea! ―gruñó Nathaniel, sus puños se cerraron involuntariamente. ―Esto va a perjudicar el lanzamiento de la nueva línea de productos. Tienes que encontrar una salida, White, al menos hasta que esta nueva línea se lance. ―Señor Cross ―dijo el abogado, su tono se suavizaba en un intento de apaciguar la frustración palpable de Nathaniel. ―Creo que lo mejor será retra
DEPARTAMENTO DE SARA. ―¿Cómo así que no tienes trabajo? ¿Te volviste loca?! ―Sara miró a su amiga perpleja. Elara frunció las cejas y suspiró antes de responder. ―Cuando te cuente, no pensarás lo mismo. ―Bueno, ahora sí me estás preocupando, ¿qué pasó? ¿Es un vejete morboso tu jefe? ―No ―murmuro Elara, quitándole el vaso de jugo a Sara y bebiéndolo con lentitud ―Algo peor creo. Dejó el vaso y miró a su amiga directamente a los ojos antes de soltar de sopetón. ―Nathaniel es mi jefe. ―¡¿Qué?! ―Sara se puso de pie de un salto, mirando a Elara con incredulidad ―¿Cómo que ese bastardo es tu jefe? ―Sí ―Elara asintió con la cabeza ―Para mi mala suerte, Nathaniel es el dueño y presidente de la compañía y yo iba a ser su asistente personal. ―Esto tiene que ser una maldición, amiga. ¿Qué pecado cometiste para que no puedas librarte de ese desgraciado? ―Sara, ¿sabes lo que eso significa? ―Sí, necesitas una especie de despojo o algo así. ―Sara intentó bromear para aliviar la tensión.
MÁS QUE UN AMIGO.Elara llegó al hospital con la primera luz del día, su corazón latía con la mezcla de preocupación y amor que solo una hermana puede sentir. Al abrir la puerta de la habitación, su rostro se iluminó con una sonrisa para disimular su ansiedad.—Hola cariño —dijo Elara mostrando una sonrisa.—Hola, Elara —respondió Rose sin levantar la vista de su nueva Barbie, mientras la máquina susurraba al ritmo de su respiración.Elara se acercó a la cama, su mirada se posó en el juguete.—¿Y esto? —preguntó interesada.—Me lo regaló Adrián, dijo que he sido una buena paciente —la voz de Rose era un hilo de orgullo y alegría.Elara le sonrió de vuelta y acarició su cabello con ternura.—Sí cielo, has sido una buena paciente.La conversación fue interrumpida por el sonido de la puerta al abrirse. Adrián apareció en el umbral, su presencia llenaba la habitación con un aire de confianza y calidez.—Buenos días —saludó con una sonrisa que incluía a ambas. —¿Cómo amanece mi paciente fav
TIENE UNA HIJA.Nathaniel abrió los ojos cuando el sonido de su celular lo despertó, el dolor estaba a punto de explotarle la cabeza.―¡Demonios! ―gruñó y tanteó en la chaqueta de su traje para tomar el aparato ―¿Quién?―Buenos días, Nathaniel ―respondió una voz del otro lado ―¿esa es la manera de responderle a tu madre?Él hizo una mueca y suspiró.―Buenos días, mamá.―¿Dónde estás?Nathaniel trató de enfocar el lugar y pronto descubrió que se trataba de su departamento.―En mi casa.―¿No irás a la empresa?―¿Qué pasa mamá? Ve al grano.―Bueno, siendo tan adicto al trabajo es la primera vez que vas tarde.Nathaniel miró su reloj y vio que casi era medio día.―¡Maldita sea! ―exclamo en voz alta.―¿Qué sucede contigo, Nat? ―Regina comenzó a percatarse del extraño comportamiento de su hijo.―Mamá, debo ir a la empresa, di lo que tengas que decir o colgaré.Del otro lado, la madre apretó el teléfono y miró a su nuera en el jardín.―Quiero que vengas a almorzar a casa y no te atrevas a ne
UNA RELACIÓN ESTRICTAMENTE LABORAL.Elara terminaba su café cuando sonó su teléfono.―¿Hola?―¿Señorita Vance?―Si, soy yo.―Estamos llamando desde el departamento de Recursos Humanos de Cross Enterprises. ¿Podría venir a nuestra oficina?―¿Cómo? ―Preguntó Elara con incredulidad. ―Hemos recibido órdenes para que se reintegre a su cargo, señorita Vance. Por favor, venga.El hombre al otro lado de la línea se mostró firme. Elara miró el teléfono con incredulidad. ―¿Quién es? ―Preguntó Sara.―Es Cross Enterprises. Quieren que vuelva como asistente.―¿Ese idiota te está obligando?―No lo sé. Dejé en claro que renuncié. ¿Qué debo hacer?Sara miró intensamente a su amiga.―Elara, necesitas el dinero, tienes gastos, y además… no te culparé si decides volver allí. ―Sara se sentó junto a su amiga y le tomó la mano suavemente. ―Solo recuerda, mantén la distancia, Elara. Tú puedes ser su asistente, no la mujer de la que puede aprovecharse cuando quiera.Elara asintió en silencio.―Tienes razón.
LA LLEGADA DE VICTORIA.Aeropuerto Internacional.En el terminal de llegadas Nathaniel y Daniel están parados cerca de la cinta transportadora de equipaje. La multitud bulliciosa se mezcla con los anuncios de vuelos y el zumbido ocasional de un avión despegando en la distancia. Nathaniel reviso su reloj con impaciencia, claramente inquieto.―Tranquilo amigo, no voy a dejarte solo con esa piraña. ―dijo Daniel con una sonrisa divertida.La mirada de Nathaniel se endureció y le lanzó a Daniel una mirada cargada de advertencia silenciosa.―No es el momento para bromas. Sabes lo complicado que es todo esto para mí.Daniel asintió y su sonrisa desapareció al comprender la seriedad del asunto. Sin embargo, consideraba que su amigo sufría porque quería, tan solo tenía que terminar con la mujer que habían venido a recoger y sus problemas terminarían, además comenzaba a sospechar que Nathaniel tenía sentimientos por la mujer del club.Se recuesto ligeramente contra la baranda, cruzando los brazo
UNA PROMETIDA ARROGANTE.En la mansión Cross, los aromas del té se mezclaban con el perfume de las rosas importadas que decoraban la sala. Victoria, con su porte elegante y una taza de porcelana entre sus manos, compartía un momento íntimo con Regina Cross, la matriarca de la familia y su futura suegra.―¿Le informaste a mi hijo sobre el almuerzo?― Sí, pero ya lo conoces, siempre frío e indiferente.Victoria hizo una mueca de insatisfacción, su rostro reflejaba más que una simple contrariedad.―Querida, debes tener paciencia. Nathaniel ha sido así desde pequeño, solo es cuestión de... ―Regina le palmeó la mano con suavidad— …un poco de conquista, tú me entiendes.Victoria alzó una ceja, comprendiendo las palabras de Regina, pero su consejo llegaba un poco tarde. La ira aún fluía por sus venas ante el rechazo de Nathaniel, y esa semilla de duda que se había plantado en su interior empezaba a echar raíces.―Regina —dijo inclinándose hacia ella con una voz cargada de una curiosidad teñid