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Una tarde me encontraba sentada en la plaza central de universidad, sin ser consciente de la intensidad con la que los rayos del sol me quemaban la piel. Miraba fijamente un cartel donde aparecía uno de los líderes del Sistema, sonriendo y siendo abrazado por un grupo de mujeres que derrochaban un júbilo casi doloroso. Me sentía inevitablemente atraída por él, cuando de pronto, una voz cavernosa se dirigió a mí:

—¿Sabes en lo que te estás metiendo?

—¿Qué? —respondí de inmediato, desconcertada.

—Estás en problemas, Carena —advirtió la voz totalmente serena. Rápidamente levanté la vista para ver quién me hablaba, sintiendo una brutal opresión en el pecho. Aunque no podía ver su rostro, se trataba de un hombre sentado en un banco cercano. Leía el diario local, cuyas hojas eran

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