JessicaMe calcé mis tacones de quince centímetros, era lo último que faltaba a mi atuendo para aquel día de trabajo. Me miré al espejo por última vez, la imagen que me reflejó el espejo era la que esperaba enseñar, la de una mujer bien plantada en el mundo que sabe lo que quiere. Tenía mi rubia cabellera muy bien alisada, había maquillado mis ojos verdeazulados con un tono pastel para el día, mis labios con un brillo rosa y mis mejillas con un suave rubor, aquel día usaba una falda mini ajustada y una blusa que contorneaba mi figura sin exageración; sí, me veía estupenda, aunque lo dijera yo. Bajé en el ascensor de mi exclusivo departamento en Midtown, Manhattan, me encantaba vivir allí: mi trabajo quedaba a un par de cuadras y podía ir caminando, en realidad, podía ir así a casi cualquier parte, todo me quedaba cerca. Bajé y me despedí del conserje del edificio, Henry era un hombre algo mayor, tenía sesenta y tantos años y trabajaba allí desde antes de que yo llegara, era muy amable
Thomas (Patrick )―Ya está hecho ―me dijo mi padre tras colgar la llamada―, acabo de hablar con Jessica Wilson, es la CEO de la empresa, ella te ubicará en algún puesto, el que sea, debes aceptarlo.―Como siempre, papá ―repliqué desganado―Es una de nuestras mejores ejecutivas. Quiero que veas cómo lo hace.―Quédate tranquilo, no es la primera vez que realizo este trabajo.―Es la primera vez que tu jefe será una mujer, y una muy bella por lo demás, espero que no tengamos problemas de faldas, sé bien que son tu debilidad.―Por favor, papá, una cosa es mi vida privada y otra son las empresas. Sabes que no mezclo las cosas, nunca lo he hecho, no tendría por qué empezar ahora.―No quiero que te involucres en una relación con ella, que eso te quede muy claro.―Ni siquiera la miraré. ―Hice la señal de juramento.―Bien. Aquí están tus documentos, te llamarás Thomas Wood, eres diseñador gráfico y has trabajado en marketing, eres hijo de un amigo…―Te escuché hablar con esa mujer, papá ―repuse
JessicaSí, debo confesarlo, estaba muerta de celos. Yo sabía a ciencia cierta que Lana no hacía más que llamar la atención de Thomas. ¿Cuándo había necesitado ayuda para escribir un artículo? Jamás. Siempre se las arreglaba muy bien sola y justo en ese momento “estaba pegada” y no podía seguir. Ninguno de sus compañeros se levantó, ¿por qué tenía que ser él? ¿Es que acaso le gustaba esa mujer? Todos en la oficina sabíamos cómo era, lo retorcida que podía ser, por eso nadie la ayudó, pero no, él tenía que hacerlo, como buen compañero nuevo, se sintió en la obligación de ser amable. ¡Maldita Lana!Respiré profundo para intentar serenarme, no podía pensar eso de Lana, ella era una chica sana y dulce, un poco loca y mentirosa compulsiva, pero en realidad, no le hacía daño a nadie. Además, ¿cómo iba a sentir celos de un tipo al que ni siquiera conocía? Por muy guapo que estuviera.Me concentré en mi trabajo. A media tarde, entró Ryan sin autorización, pues Rhonda había ido al cuarto piso
Thomas (Patrick) Salí de la oficina y entré a una pizzería que estaba al lado del edificio de mi nuevo trabajo. Mientras esperaba mi pedido, vi a Jessica con Ryan, no pude evitar acercarme, ella no parecía estar a gusto. Llegué justo en el momento en el que él le iba a dar un beso y ella le respondió con una bofetada. Sí, la defendí y le dije que Ryan me había contado de sus múltiples amantes. Resulta que también le había hablado de mí cosas que no eran ciertas. Lo despidió enfrente de mí y se fue furiosa, ni siquiera me miró. Quise seguirla, pero yo tenía otro compromiso, además, dudaba que me quisiera cerca en ese momento, supuse que querría estar sola para relajarse. ―No debiste meterte ―me reclamó Ryan en cuanto ella se fue. ―Y tú no debiste acosarla. ―No la acoso, ¿no te das cuenta? Es un juego entre los dos. ―El golpe que te dio fue muy en serio. ―Ahora iré a su casa y me castigará por ser un chico malo. ―Sonrió con malicia. ―Te despidió, Ryan, eso no fue un juego. ―Ya
Jessica Me fui a la oficina más temprano que de costumbre, necesitaba arreglar el tema de Ryan. Vi a Thomas y Erick que esperaban el ascensor, el que abrió sus puertas justo en ese momento, los saludé con cordialidad cuando entré al pequeño espacio, que se hacía más pequeño con Thomas dentro. ―Jessica, quiero hablar contigo ―me pidió Erick mientras subíamos, no se veía bien―, por favor. ―¿Quieres volver? ―Necesito otra oportunidad, por favor ―me rogó con una mirada que me desarmó… una vez más. ―Tengo que hacer unas llamadas y arreglar unos asuntos, en cuanto me desocupe, los quiero a los dos en mi oficina ―indiqué y las puertas del elevador se abrieron, salí de allí con paso firme delante de ellos, sentí la mirada de Thomas pegada a mi espalda, en realidad, un poco más abajo. Llamé a Recursos humanos para que estuvieran listos con el despido de Ryan, ya había dado la orden de que no subiera hasta mi piso, no lo quería ver. Ese hombre había traspasado todos los límites de respet
Patrick (Thomas)Esa mujer definitivamente me volvía loco. Casi la besé. Una sola señal de ella y lo hubiera hecho, la habría subido a la mesa y le habría hecho el amor allí mismo, pero no, de la manera más fría, me dijo que no tenía oportunidad con ella. Se molestó por mi incursión, lo sé, al menos no me mandó a volar como a Ryan, tal vez porque yo era enviado por el jefe de su jefe. Su frialdad me congeló al instante, aunque después, cuando se fue, moviéndose cadenciosa, mi amigo volvió a despertar. Ya sabía yo que no tendría paz mientras estuviera cerca de Jessica.Volví a mi puesto de trabajo y encima de mi escritorio había una botella de jugo, miré hacia todas partes para buscar al responsable, hasta que Lana me hizo un gesto con la mano, sonriente. No debí ayudarla, al parecer leyó mal las señales y creyó que me gustó. Lana era una linda chica, dulce, pero no lograba tragarla del todo, sentía que algo ocultaba, como si planeara algo. Definitivamente, no me involucraría con ella,
JessicaThomas pasó por mí como había prometido. Se detuvo ante la cafetería.―Yo voy ―me ofrecí alegre―. ¿Cómo lo van a querer ustedes? Yo lo tomo con menta.―Expreso―contestaron ambos a la vez.Me bajé y enseguida me topé con Rossy.―Oye, tú, deja a Erick en paz, él es mío, ¿me escuchaste? Si te veo cerca de él, te mato.―Déjame tranquila, Rossy ―atiné a responder.―Mira… ―Se acercó y me iba a golpear, pero alguien la detuvo.―Señorita, por favor, aléjese, ya le dijimos que no molestara ―le habló un hombre mezcla de La Roca y Los hombres de negro, con una calma que me aterró.―Ustedes no me mandan ―replicó ella con orgullo.―Por favor, señorita ―repitió y se abrió un poco la chaqueta para enseñarle un arma que me aterró más todavía.Ella lo miró y se alejó un par de pasos, yo iba a volver al automóvil, pero el hombre me tomó con suavidad del brazo. Me asusté.―Debe ir por su café, señorita ―me dijo con voz tranquilizadora. Me llevó al interior del local, mis piernas temblaban.―¿Q
Thomas (Patrick)Me miró con deseo, con sus ojos anhelantes, su boca semiabierta, con su lengua jugueteando en sus labios, sus mejillas sonrosadas y sus manos que presionaron mi muslo. Iba a besarla, pero recapacité y me bajé del auto; si la besaba, no querría parar y un coche no era un buen lugar. Sí, soy un casanova, pero también un caballero y no voy a rebajar a una mujer a hacer el amor en el asiento trasero de un coche, como si no pudiera ofrecerle algo mejor.Ella se bajó, tenía la frustración pintada en la cara y supongo que yo no lo hacía mejor.Caminamos lado a lado hasta el ascensor. Una vez dentro del pequeño cubículo, tomé su meñique con el mío, ella no dijo nada. Salimos, yo la abracé hasta llegar a la puerta de mi departamento.Erick estaba en el sofá, mirando a la nada, cuando nos vio llegar. Se levantó y se acercó a Jessica; la abrazó con fuerza.―¿Estás bien? ¿Fue Rossy? ―preguntó desesperado.―Estoy bien y no sé si fue ella. Solo me asusté.―Creí que te había vuelto