JessicaDespertamos de la misma forma en la que nos habíamos dormido, como siempre. Me enderecé un poco y lo saludé con un suave beso en los labios.―Buenos días, señor Lennox ―lo saludé con una gran sonrisa―, ¿cómo estuvo su primera noche de vuelta en casa?―De las mil maravillas a su lado, señorita Wilson ―me contestó de igual modo―. ¿Quién lo diría? Cuando conocí a la Ceo de la empresa, jamás me imaginé que algún día despertar a su lado sería lo mejor de mi día.―¿Es lo mejor de tu día? ―le pregunté en serio.―Sí. Despertar a tu lado me hace sentir con energía.―Espero que pienses así después de veinte años de casados.―Y de treinta, y de los que sean. Creo que nunca me cansaré de dormir tomado de tu mano. ¿Y sabes qué es lo que más extraño de volver a trabajar?―No. ―Me miró sin decir nada―. ¿Qué es, Patrick? ―exigí.―Tomar tu meñique en el ascensor. Ese minúsculo gesto significaba el mundo para mí.―Yo también lo extraño.Él me ofreció su meñique y yo lo enlacé al mío.―Siempre e
PatrickSí, señor, dicen que la reconciliación es la mejor parte de las discusiones y lo pude comprobar ese mismo día. Después de la peleíta con Jessica, nos habíamos reconciliado como si hubiéramos tenido la tercera guerra mundial.Al día siguiente, esperamos a nuestra familia al almuerzo, papá me había dicho que no preparáramos nada, pues ellos iban a llevar todo para que no nos preocupáramos. Y sí, llegaron con comida para todos.Conversamos mucho, disfrutamos en familia, yo tenía que estar sentado, así que me quedé en el sofá toda la tarde, con el pie sobre un banco, aun así, disfruté bastante su compañía.Se fueron cerca de las seis, “para no molestar”, dijeron, pues yo tenía que descansar y al día siguiente era día laboral. Nosotros nos fuimos de inmediato a la habitación.―¿Estás cansado? ―me preguntó ella una vez acostados.―Un poco, pero no tanto.―Fue un día ajetreado, ¿no te duele el pie?―No, casi nada. Solo necesito descansarlo un poco.―¿Quieres ver una película?―Me enc
JessicaNuestro matrimonio se llevó a cabo, tal como lo habíamos planeado, el día treinta de junio, a las siete de la tarde. Habíamos arrendado una hacienda de eventos donde algunos invitados habían llegado unos días antes para disfrutar del lugar y de algunas actividades.Yo me encontraba con Rhonda en el cuarto, a la espera de poder salir, con el estómago hecho nudos y mis piernas temblaban por los nervios.―Tranquila, amiga, ¿sí? No pasa nada, todo saldrá muy bien ―me calmó Rhonda.―Claro, como tú ya lo viviste… ―reproché, por nervios más que de verdad.―Por eso te digo, no te pongas nerviosa, todo estará bien, sé que uno se pone toda histérica, tú estuviste ahí, sabes cómo estaba yo y terminó todo bien al final, ahora soy muy feliz con mi Brandon.―Sí, lo sé. Pero ¿y si Thomas no llega y se arrepiente a última hora?―¿Por qué se va a arrepentir? Además, está aquí, Brandon dice que está igual de nervioso que tú, que ya cree que no llegarás.―¿Cómo no voy a ir? Lo único que quiero e
JessicaMe calcé mis tacones de quince centímetros, era lo último que faltaba a mi atuendo para aquel día de trabajo. Me miré al espejo por última vez, la imagen que me reflejó el espejo era la que esperaba enseñar, la de una mujer bien plantada en el mundo que sabe lo que quiere. Tenía mi rubia cabellera muy bien alisada, había maquillado mis ojos verdeazulados con un tono pastel para el día, mis labios con un brillo rosa y mis mejillas con un suave rubor, aquel día usaba una falda mini ajustada y una blusa que contorneaba mi figura sin exageración; sí, me veía estupenda, aunque lo dijera yo. Bajé en el ascensor de mi exclusivo departamento en Midtown, Manhattan, me encantaba vivir allí: mi trabajo quedaba a un par de cuadras y podía ir caminando, en realidad, podía ir así a casi cualquier parte, todo me quedaba cerca. Bajé y me despedí del conserje del edificio, Henry era un hombre algo mayor, tenía sesenta y tantos años y trabajaba allí desde antes de que yo llegara, era muy amable
Thomas (Patrick )―Ya está hecho ―me dijo mi padre tras colgar la llamada―, acabo de hablar con Jessica Wilson, es la CEO de la empresa, ella te ubicará en algún puesto, el que sea, debes aceptarlo.―Como siempre, papá ―repliqué desganado―Es una de nuestras mejores ejecutivas. Quiero que veas cómo lo hace.―Quédate tranquilo, no es la primera vez que realizo este trabajo.―Es la primera vez que tu jefe será una mujer, y una muy bella por lo demás, espero que no tengamos problemas de faldas, sé bien que son tu debilidad.―Por favor, papá, una cosa es mi vida privada y otra son las empresas. Sabes que no mezclo las cosas, nunca lo he hecho, no tendría por qué empezar ahora.―No quiero que te involucres en una relación con ella, que eso te quede muy claro.―Ni siquiera la miraré. ―Hice la señal de juramento.―Bien. Aquí están tus documentos, te llamarás Thomas Wood, eres diseñador gráfico y has trabajado en marketing, eres hijo de un amigo…―Te escuché hablar con esa mujer, papá ―repuse
JessicaSí, debo confesarlo, estaba muerta de celos. Yo sabía a ciencia cierta que Lana no hacía más que llamar la atención de Thomas. ¿Cuándo había necesitado ayuda para escribir un artículo? Jamás. Siempre se las arreglaba muy bien sola y justo en ese momento “estaba pegada” y no podía seguir. Ninguno de sus compañeros se levantó, ¿por qué tenía que ser él? ¿Es que acaso le gustaba esa mujer? Todos en la oficina sabíamos cómo era, lo retorcida que podía ser, por eso nadie la ayudó, pero no, él tenía que hacerlo, como buen compañero nuevo, se sintió en la obligación de ser amable. ¡Maldita Lana!Respiré profundo para intentar serenarme, no podía pensar eso de Lana, ella era una chica sana y dulce, un poco loca y mentirosa compulsiva, pero en realidad, no le hacía daño a nadie. Además, ¿cómo iba a sentir celos de un tipo al que ni siquiera conocía? Por muy guapo que estuviera.Me concentré en mi trabajo. A media tarde, entró Ryan sin autorización, pues Rhonda había ido al cuarto piso
Thomas (Patrick) Salí de la oficina y entré a una pizzería que estaba al lado del edificio de mi nuevo trabajo. Mientras esperaba mi pedido, vi a Jessica con Ryan, no pude evitar acercarme, ella no parecía estar a gusto. Llegué justo en el momento en el que él le iba a dar un beso y ella le respondió con una bofetada. Sí, la defendí y le dije que Ryan me había contado de sus múltiples amantes. Resulta que también le había hablado de mí cosas que no eran ciertas. Lo despidió enfrente de mí y se fue furiosa, ni siquiera me miró. Quise seguirla, pero yo tenía otro compromiso, además, dudaba que me quisiera cerca en ese momento, supuse que querría estar sola para relajarse. ―No debiste meterte ―me reclamó Ryan en cuanto ella se fue. ―Y tú no debiste acosarla. ―No la acoso, ¿no te das cuenta? Es un juego entre los dos. ―El golpe que te dio fue muy en serio. ―Ahora iré a su casa y me castigará por ser un chico malo. ―Sonrió con malicia. ―Te despidió, Ryan, eso no fue un juego. ―Ya
Jessica Me fui a la oficina más temprano que de costumbre, necesitaba arreglar el tema de Ryan. Vi a Thomas y Erick que esperaban el ascensor, el que abrió sus puertas justo en ese momento, los saludé con cordialidad cuando entré al pequeño espacio, que se hacía más pequeño con Thomas dentro. ―Jessica, quiero hablar contigo ―me pidió Erick mientras subíamos, no se veía bien―, por favor. ―¿Quieres volver? ―Necesito otra oportunidad, por favor ―me rogó con una mirada que me desarmó… una vez más. ―Tengo que hacer unas llamadas y arreglar unos asuntos, en cuanto me desocupe, los quiero a los dos en mi oficina ―indiqué y las puertas del elevador se abrieron, salí de allí con paso firme delante de ellos, sentí la mirada de Thomas pegada a mi espalda, en realidad, un poco más abajo. Llamé a Recursos humanos para que estuvieran listos con el despido de Ryan, ya había dado la orden de que no subiera hasta mi piso, no lo quería ver. Ese hombre había traspasado todos los límites de respet