JessicaQuería quedarme sola con Patrick, saber por qué había dicho todo lo que dijo, él dudaba de que su mamá me hubiera disparado, pero sí pensaba que yo o Melissa podríamos haberlo hecho. Después, no volvió por días y luego se fue a despedir de mí. ¿Qué quería? ¿Qué significaba que siguiera allí después de su adiós? ¿Qué esperaba? No entendía su actitud, no sabía a qué atenerme, ¿estaba conmigo por lástima? Necesitaba respuestas.Al rato, se fueron Rhonda, Erick y Rick, iban a la oficina pues debían trabajar. Harold salió a tomarse un café con Brandon para dejarnos a solas. Yo sabía que Harold no se iba, pese a la edad, se quedaba allí todo el día, por suerte, había un sofá muy cómodo donde se ponía a leer o ver televisión.Cuando salieron, miré a Patrick.―¿Qué haces aquí? ―le pregunté de frente.―¿Qué?―Ayer o no sé cuándo, te viniste a despedir. Me dijiste que te ibas y que ya no me volverías a lastimar.―Lo siento, creí que lo mejor sería alejarme de ti después de haber dicho q
PatrickEscucharla hablar de matrimonio, de hijos, de familia, me hizo sentir una dicha que nunca había sentido. Era maravilloso pensar en eso. Conversamos un buen rato de ese tema, aunque no nos pudimos poner de acuerdo en los nombres para nuestros bebés.Al rato, ella estaba incómoda en el sofá, así es que había llegado la hora de acostarse.―Si quieres puedo dormir en el otro cuarto, no me gustaría golpearte dormido ―le ofrecí, a pesar de que quería dormir con ella como había deseado todo ese tiempo.―Nunca me has pegado, no tendrías por qué hacerlo ahora, además, mi mente es la que está mal, no mi cuerpo, ya mis heridas están todas sanas.―No del todo, pero te confieso que estoy un poco nervioso, ¿sabes? Volver a tenerte aquí…―Sí, yo también estoy algo aprensiva.La abracé con cuidado, me daba miedo pasar a llevar sus heridas, golpearla sin querer o hacerle daño de algún modo.―No te quiero lastimar ―insistí.―No lo harás. Vamos.Me tomó de la mano y me llevó a la habitación.Se
JessicaLa fiesta de compromiso la haríamos cuando yo estuviera recuperada del todo, para no tener que cuidar las comidas o el cansancio, además, así daríamos tiempo para el juicio, que los abogados de los Lennox suponían no tardaría mucho tiempo, pues las pruebas eran irrefutables en contra de Isabella Marín. Rick ya había iniciado los trámites de divorcio.Melissa atestiguó desde la clínica. Dio la misma versión que yo, Isabella le había disparado a quemarropa. Mi antigua contrincante había dicho que descubrió a mi querida suegra con su entrenador personal, y que por eso le ofreció el matrimonio con Patrick, para que guardara silencio respecto a su infidelidad, y Melissa podría mantener el estilo de vida al que estaba acostumbrada, ya que su familia estaba en la bancarrota. Eso le ayudó a Rick para que el divorcio demorara menos de lo esperado.Le dieron diez años de presidio efectivo. Al salir del juzgado el día de la sentencia, nos fuimos a un restaurant a comer. Yo ya podía comer
PatrickEstaba en esa cama, con mi pie en alto. Pensé en el tiempo en el que Jessica estuvo hospitalizada. Yo llevaba apenas unas cuantas horas allí y ya estaba aburrido, ¿cómo sería de desesperante el tiempo encerrada, sin poder moverse ni hacer nada?Me dormí pronto, después de la noche sin dormir y del estrés del accidente, me sentía cansado. Al despertar, mi papá estaba a mi lado.―Papá… ―le hablé algo atontado.―¿Cómo te sientes, hijo?―No sé. No me duele nada.―Pero…―Pero me siento como adolorido. ―contesté con sinceridad―. ¿Cómo está Jessica?―Bien, Rhonda se quedó con ella.―Qué bueno, no quiero que esté sola, todavía no está bien del todo.―Sí, además, la compañía le hará bien, está muy nerviosa después de lo que pasó.―Sí. ¿Supieron algo del otro vehículo?―Sí, el chofer iba con mucho alcohol en el cuerpo. Él murió, su esposa está de cuidado, pero no grave.―¿Iba con su esposa? ―pregunté sorprendido.―Sí, según la mujer, él quería matarla, fueron a una fiesta y se puso celo
JessicaDespertamos de la misma forma en la que nos habíamos dormido, como siempre. Me enderecé un poco y lo saludé con un suave beso en los labios.―Buenos días, señor Lennox ―lo saludé con una gran sonrisa―, ¿cómo estuvo su primera noche de vuelta en casa?―De las mil maravillas a su lado, señorita Wilson ―me contestó de igual modo―. ¿Quién lo diría? Cuando conocí a la Ceo de la empresa, jamás me imaginé que algún día despertar a su lado sería lo mejor de mi día.―¿Es lo mejor de tu día? ―le pregunté en serio.―Sí. Despertar a tu lado me hace sentir con energía.―Espero que pienses así después de veinte años de casados.―Y de treinta, y de los que sean. Creo que nunca me cansaré de dormir tomado de tu mano. ¿Y sabes qué es lo que más extraño de volver a trabajar?―No. ―Me miró sin decir nada―. ¿Qué es, Patrick? ―exigí.―Tomar tu meñique en el ascensor. Ese minúsculo gesto significaba el mundo para mí.―Yo también lo extraño.Él me ofreció su meñique y yo lo enlacé al mío.―Siempre e
PatrickSí, señor, dicen que la reconciliación es la mejor parte de las discusiones y lo pude comprobar ese mismo día. Después de la peleíta con Jessica, nos habíamos reconciliado como si hubiéramos tenido la tercera guerra mundial.Al día siguiente, esperamos a nuestra familia al almuerzo, papá me había dicho que no preparáramos nada, pues ellos iban a llevar todo para que no nos preocupáramos. Y sí, llegaron con comida para todos.Conversamos mucho, disfrutamos en familia, yo tenía que estar sentado, así que me quedé en el sofá toda la tarde, con el pie sobre un banco, aun así, disfruté bastante su compañía.Se fueron cerca de las seis, “para no molestar”, dijeron, pues yo tenía que descansar y al día siguiente era día laboral. Nosotros nos fuimos de inmediato a la habitación.―¿Estás cansado? ―me preguntó ella una vez acostados.―Un poco, pero no tanto.―Fue un día ajetreado, ¿no te duele el pie?―No, casi nada. Solo necesito descansarlo un poco.―¿Quieres ver una película?―Me enc
JessicaNuestro matrimonio se llevó a cabo, tal como lo habíamos planeado, el día treinta de junio, a las siete de la tarde. Habíamos arrendado una hacienda de eventos donde algunos invitados habían llegado unos días antes para disfrutar del lugar y de algunas actividades.Yo me encontraba con Rhonda en el cuarto, a la espera de poder salir, con el estómago hecho nudos y mis piernas temblaban por los nervios.―Tranquila, amiga, ¿sí? No pasa nada, todo saldrá muy bien ―me calmó Rhonda.―Claro, como tú ya lo viviste… ―reproché, por nervios más que de verdad.―Por eso te digo, no te pongas nerviosa, todo estará bien, sé que uno se pone toda histérica, tú estuviste ahí, sabes cómo estaba yo y terminó todo bien al final, ahora soy muy feliz con mi Brandon.―Sí, lo sé. Pero ¿y si Thomas no llega y se arrepiente a última hora?―¿Por qué se va a arrepentir? Además, está aquí, Brandon dice que está igual de nervioso que tú, que ya cree que no llegarás.―¿Cómo no voy a ir? Lo único que quiero e
JessicaMe calcé mis tacones de quince centímetros, era lo último que faltaba a mi atuendo para aquel día de trabajo. Me miré al espejo por última vez, la imagen que me reflejó el espejo era la que esperaba enseñar, la de una mujer bien plantada en el mundo que sabe lo que quiere. Tenía mi rubia cabellera muy bien alisada, había maquillado mis ojos verdeazulados con un tono pastel para el día, mis labios con un brillo rosa y mis mejillas con un suave rubor, aquel día usaba una falda mini ajustada y una blusa que contorneaba mi figura sin exageración; sí, me veía estupenda, aunque lo dijera yo. Bajé en el ascensor de mi exclusivo departamento en Midtown, Manhattan, me encantaba vivir allí: mi trabajo quedaba a un par de cuadras y podía ir caminando, en realidad, podía ir así a casi cualquier parte, todo me quedaba cerca. Bajé y me despedí del conserje del edificio, Henry era un hombre algo mayor, tenía sesenta y tantos años y trabajaba allí desde antes de que yo llegara, era muy amable