Thomas (Patrick)
Salí de la oficina y entré a una pizzería que estaba al lado del edificio de mi nuevo trabajo. Mientras esperaba mi pedido, vi a Jessica con Ryan, no pude evitar acercarme, ella no parecía estar a gusto. Llegué justo en el momento en el que él le iba a dar un beso y ella le respondió con una bofetada. Sí, la defendí y le dije que Ryan me había contado de sus múltiples amantes. Resulta que también le había hablado de mí cosas que no eran ciertas. Lo despidió enfrente de mí y se fue furiosa, ni siquiera me miró. Quise seguirla, pero yo tenía otro compromiso, además, dudaba que me quisiera cerca en ese momento, supuse que querría estar sola para relajarse.
―No debiste meterte ―me reclamó Ryan en cuanto ella se fue.
―Y tú no debiste acosarla.
―No la acoso, ¿no te das cuenta? Es un juego entre los dos.
―El golpe que te dio fue muy en serio.
―Ahora iré a su casa y me castigará por ser un chico malo. ―Sonrió con malicia.
―Te despidió, Ryan, eso no fue un juego.
―Ya verás cuando me veas seguir con mi trabajo mañana. Te darás cuenta de lo que hay entre ella y yo. Ella no es lo que aparenta, Thomas, ya lo verás.
Se fue por el mismo camino que había tomado Jessica y los celos me carcomieron por dentro. Si Jessica no lo echaba, yo se lo pediría a mi padre, ese hombre no se volvería a burlar, ni de mí, ni de Jessica.
Me devolví a la pizzería, retiré mi pedido y me fui a mi departamento que quedaba a una cuadra por el lado contrario al de Jessica.
Mi padre iba llegando al mismo tiempo que yo.
―Hola, papá ―lo saludé.
―Hola, hijo, ¿cómo estás? ¿Y esa cara? ¿Hubo algún problema? ―Se preocupó.
―Entremos ―respondí sin contestar a su pregunta.
Subimos al ascensor en completo silencio. Llegamos a mi casa, me saqué la corbata y la tiré sobre el sillón, me arremangué las mangas de la camisa y me fui a la cocina. Coloqué los servicios y serví los trozos de pizza, nos sentamos a comer en la mesa del desayuno, mi papá no concebía comer sin tenedor y cuchillo, ni siquiera la pizza.
―Tú me dirás, hijo, ¿qué pasa?
―Es Jessica.
―¿Tuviste algún problema con ella? ¿Te trató mal? ¿Fue déspota contigo?
―No, no con ella en realidad, es una mujer que sabe hacer muy bien su trabajo y no, no maltrata a nadie.
―¿Entonces?
―¿Tú la conoces bien?
―La he visto un par de veces en reuniones, celebraciones de la empresa, nunca he interactuado mucho con ella más que el simple saludo, no es muy extrovertida. Creo que en reuniones laborales he hablado más con ella que en reuniones sociales. ¿Por qué?
―Escucha, te quiero hablar como hombre, no como padre y mucho menos como esposo de mi madre.
―A ver, hijo, si te gustó, yo te advertí…
―¡No! Es decir, sí, pero ¿a quién no le gusta Jessica?
―¿Qué me quieres decir?
―Papá, ¿tú te acostaste con ella?
―¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Por supuesto que no!
―Papá…
―Primero ―prosiguió, sin escucharme―, tu madre es la única mujer en mi vida; segundo, Jessica es una niña, podría ser mi hija y no soy ningún pedófilo; tercero, ella es parte importante de la empresa y no voy a prescindir de una buena trabajadora por una calentura, si la tuviera.
―Lo siento, papá. ―Bajé la cabeza, las palabras de Ryan me dejaron mal, aun cuando sabía que eran mentiras de un hombre despechado.
―¿De dónde sacaste tamaña barbaridad? ¿Ella te lo dijo?
―Claro que no, fue un compañero de ella, me advirtió de que no cayera en sus garras, pues era una mujer que gustaba de jugar con los hombres, que incluso había sido tu amante, por eso ascendió en la empresa.
―Ese tipo debe ser despedido de inmediato, dame su nombre ―exigió.
―No hace falta por el momento, al salir, él quiso acosarla, besarla en realidad, ella le dio una bofetada, me acerqué para ayudarla, le dije lo que él contaba de ella y lo despidió de inmediato, aunque…
―Aunque qué…
―Él dijo que ese era un juego sexual entre ellos y que él…
―¿Y le creíste a ese tipo después de las calumnias que inventó? Te desconozco, hijo, por lo general, tu olfato para descubrir a los mentirosos no falla nunca, ¿acaso te obnubiló la belleza de Jessica?
―Papá…
―Te agradó en serio.
―Para ella no soy más que un recién llegado y aprovechado de mis privilegios.
―Solo serán un par de meses, hijo, por cumplir con los protocolos, esa empresa no necesita supervisión.
―Sí, en esa sucursal no hay problemas de ningún tipo.
―Si ese hombre no es problema…
―¿Ryan? Ese tipo no es un problema, solo es una molestia que mañana mismo será extirpada.
―Eso espero, de otro modo, tendré que tomar cartas en el asunto, no permitiré que haya abusos en ninguna de las sucursales.
―Mañana sabremos quién miente.
Mi padre cortó un pedazo de su pizza y se la echó a la boca, yo lo observaba.
―¿Qué pasa, hijo?
―Jessica me gusta de verdad ―confesé.
―¿De verdad? ¡Por favor, Patrick, la acabas de conocer!
―¿Y eso qué? ¿No crees en el amor a primera vista?
―Claro que sí, hijo, mi amor por tu madre fue instantáneo, pero yo no era un mujeriego empedernido ni estaba a punto de comprometerme con otra mujer.
―¡Papá! Melissa y yo no tenemos nada, jamás me ha gustado ni un poquito, por más que mamá se empeñe en que me case con ella, no lo haré.
―Tu madre puede ser muy persuasiva.
―No en esto, papá, no me voy a joder la vida con una mujer que ni siquiera me agrada, yo quiero una mujer en mi vida, en mi casa y en mi cama, pero no será Melissa.
―Está bien, hijo, no te ofusques, sabes que comparto tu opinión, solo que a veces creo que no eres lo suficientemente claro con esa muchacha.
―Siempre le he dejado muy en claro que entre ella y yo nunca habrá nada.
―Igual la tratas y conversas con ella como si te agradara.
―Por ser educado, no por otra cosa. Yo no me voy a casar con ella.
―Eso espero, hijo, no me gusta esa mujer.
―Sí, pero no has movido un solo dedo para sacarme de esa situación.
―No lo creas, hijo, si fuera solo por tu madre, tú llevarías al menos cuatro años de casado.
―Entonces, agradezco tu intervención ―dije en voz más baja.
―Sinceramente, no me gusta Melissa, no solo para ti, no me gusta su persona, la intuyo negra, yo se lo he dicho a tu madre, pero está obnubilada con ella. Se ha empeñado en que sea tu mujer, y Melissa está convencida de que así será y de que están prácticamente comprometidos.
―Pues no, yo jamás le he dado alas, ella se ha creado el cuento solita en su imaginación, no es mi culpa si cree que tiene alguna posibilidad conmigo.
―¿Y Jessica?
―Ella no quiere nada conmigo.
―¿Y eso?
―No me quiere en su empresa. Además, piensa, ¿crees que cuando ella se entere de quién soy yo y de mi motivo para llegar ahí, tenga alguna posibilidad? Me va a echar de su lado como a un perro, papá, Jessica no es una mujer a la que le deslumbre el dinero de otro, si no se ha acercado a ti en las reuniones sociales es porque no quiere que piensen que ha hecho algo para llegar a donde está; le va a importar nada que yo sea tu hijo, me va a odiar cuando sepa que soy un espía.
―Jefe infiltrado.
―Espía, papá, eso es lo que soy. Me voy de sucursal en sucursal espiando a los CEO, ¿tú crees que eso le va a causar gracia?
―Supongo que no.
―Después de eso, no tendré oportunidad con ella.
―¿Quieres dejar el puesto?
―No ―admití―, yo entré justo cuando un tipo renunció y mañana se va Ryan, quedarán muy atrasados con los proyectos. Además, hay una chica.
―¿Otra?
―No, no, es una compañera, parece dulce a la vista, la ayudé con un problema, pero me coqueteó abiertamente y me dio la impresión de que sabía quién era yo.
―Quizá solo te coqueteó, las mujeres caen rendidas a tus pies.
―Sí, no sé, creo que lo sabía y por eso se me ofreció.
―¿Se te ofreció?
―Sí, papá, casi como una prostituta.
―Bueno, si te conoce, espero que no hable antes de tiempo.
―Espero que no me haga la vida muy difícil.
―Si Jessica se entera de que esta chica te está coqueteando, menos querrá estar contigo.
―Si se entera, nos vamos despedidos los dos, es muy rigurosa en eso, según me dijeron, no le gustan los amoríos en la oficina.
―Esa es una norma general.
―Que la mayoría de los CEO pasan por alto.
―A Jessica le gusta cumplir las normas, es una chica muy estricta con ellas.
―Y cada vez mis posibilidades decrecen… ―dije abatido.
―Lo siento, hijo, tienes dos caminos: luchar por ella y entregarlo todo, o dejarla ir. Si vas a lo primero, debes asegurarte de que lo que sientes es real, de otro modo, solo la harás sufrir y ella no se merece que la lastimen.
―Hablas como si la conocieras más de lo que dices.
―No necesito una amistad con ella para saber cómo es, creo que eso tú ya lo sabes, te lo dije hace un rato, podría ser mi hija y, de haber tenido una, desearía que fuera como ella.
―A lo mejor la quieres como nuera ―ironicé.
Papá se largó a reír.
―Tu madre me mataría si yo te buscara una novia que no fuera Melissa.
―Si me tuviera que casar con Melissa, ella sería muy infeliz, tendría un marido solo de nombre, jamás la tocaría y sufriría el estigma de tener al esposo más mujeriego que pisa la tierra. No me gusta ella, no la tolero, es más, me repulsa.
Me miró directo a los ojos, pensé que me regañaría.
―¿Sabes qué, hijo? Te encuentro toda la razón, esa chica me produce exactamente lo mismo. No logra gustarme, no sé qué será, pero no te preocupes, que yo seguiré bajando las ansias de tu madre de que la hagas abuela.
―¿Yo tener un hijo con Melissa? Que lo olvide, ya te dije que no voy a tocarla, así se me ofrezca en bandeja de plata y desnuda. No me gusta ni me gustará.
―Eso está más que claro. A tu madre, déjamela a mí, que yo me encargo.
―Gracias, papá.
―No, hijo, gracias a ti que tuviste la confianza para preguntarme directamente si Jessica era mi amante y contarme esto.
―No me podía quedar con la duda.
―Por lo mismo te agradezco, no quisiera que anduvieras con la duda carcomiéndote las sienes y menos que me hubieras odiado en silencio.
―Siempre me has enseñado a decir las cosas de frente.
―Me alegra que me hayas hecho caso, como te dije, Jessica es una joven muy especial, me habría gustado ser su padre, creo que él debe estar muy orgulloso de ella.
Yo iba a contestar cuando sonó el intercomunicador y contesté.
―Su madre está en la recepción ―me dijo el conserje.
―Hágala pasar, por favor.
En pocos minutos, abrí la puerta y me encontré de sopetón con mi madre acompañada, ¿de quién? De Melissa, por supuesto. Maldije en voz baja.
Mi padre se levantó de su asiento y tomó su chaqueta.
―Bueno, hijo, gran velada, gracias. ―Me dio la mano a modo de despedida.
―Pero yo acabo de llegar ―protestó mi mamá.
―Sí, pero yo estoy cansado y ya me iba, solo debía arreglar un pequeño asunto y ya está solucionado. Vamos.
―Hola, Patrick ―me saludó Melissa con su odiosa voz fingida.
―Mamá, podemos vernos mañana o pasado, yo también estoy cansado, hoy fue un día caótico para mí ―le dije a mamá, sin hacer caso de “mi prometida”.
―Bueno, hijo, nos vemos otro día.
Mi madre me dio un beso en la mejilla, tomó la mano de papá y se fueron caminando por el pasillo.
―Adiós, Patrick, nos vemos ―se despidió Melissa y me iba a dar un beso.
―Adiós. ―Y le cerré la puerta en la cara.
Como odiaba a esa mujer, y no, no de ese odio que se convierte en amor como en las novelas románticas, lo mío era odio de verdad, uno que jamás podría convertirse en amor.
Pensé en Jessica y le mandé unos mensajes de disculpa; no me contestó. Ni siquiera los vio.
Jessica Me fui a la oficina más temprano que de costumbre, necesitaba arreglar el tema de Ryan. Vi a Thomas y Erick que esperaban el ascensor, el que abrió sus puertas justo en ese momento, los saludé con cordialidad cuando entré al pequeño espacio, que se hacía más pequeño con Thomas dentro. ―Jessica, quiero hablar contigo ―me pidió Erick mientras subíamos, no se veía bien―, por favor. ―¿Quieres volver? ―Necesito otra oportunidad, por favor ―me rogó con una mirada que me desarmó… una vez más. ―Tengo que hacer unas llamadas y arreglar unos asuntos, en cuanto me desocupe, los quiero a los dos en mi oficina ―indiqué y las puertas del elevador se abrieron, salí de allí con paso firme delante de ellos, sentí la mirada de Thomas pegada a mi espalda, en realidad, un poco más abajo. Llamé a Recursos humanos para que estuvieran listos con el despido de Ryan, ya había dado la orden de que no subiera hasta mi piso, no lo quería ver. Ese hombre había traspasado todos los límites de respet
Patrick (Thomas)Esa mujer definitivamente me volvía loco. Casi la besé. Una sola señal de ella y lo hubiera hecho, la habría subido a la mesa y le habría hecho el amor allí mismo, pero no, de la manera más fría, me dijo que no tenía oportunidad con ella. Se molestó por mi incursión, lo sé, al menos no me mandó a volar como a Ryan, tal vez porque yo era enviado por el jefe de su jefe. Su frialdad me congeló al instante, aunque después, cuando se fue, moviéndose cadenciosa, mi amigo volvió a despertar. Ya sabía yo que no tendría paz mientras estuviera cerca de Jessica.Volví a mi puesto de trabajo y encima de mi escritorio había una botella de jugo, miré hacia todas partes para buscar al responsable, hasta que Lana me hizo un gesto con la mano, sonriente. No debí ayudarla, al parecer leyó mal las señales y creyó que me gustó. Lana era una linda chica, dulce, pero no lograba tragarla del todo, sentía que algo ocultaba, como si planeara algo. Definitivamente, no me involucraría con ella,
JessicaThomas pasó por mí como había prometido. Se detuvo ante la cafetería.―Yo voy ―me ofrecí alegre―. ¿Cómo lo van a querer ustedes? Yo lo tomo con menta.―Expreso―contestaron ambos a la vez.Me bajé y enseguida me topé con Rossy.―Oye, tú, deja a Erick en paz, él es mío, ¿me escuchaste? Si te veo cerca de él, te mato.―Déjame tranquila, Rossy ―atiné a responder.―Mira… ―Se acercó y me iba a golpear, pero alguien la detuvo.―Señorita, por favor, aléjese, ya le dijimos que no molestara ―le habló un hombre mezcla de La Roca y Los hombres de negro, con una calma que me aterró.―Ustedes no me mandan ―replicó ella con orgullo.―Por favor, señorita ―repitió y se abrió un poco la chaqueta para enseñarle un arma que me aterró más todavía.Ella lo miró y se alejó un par de pasos, yo iba a volver al automóvil, pero el hombre me tomó con suavidad del brazo. Me asusté.―Debe ir por su café, señorita ―me dijo con voz tranquilizadora. Me llevó al interior del local, mis piernas temblaban.―¿Q
Thomas (Patrick)Me miró con deseo, con sus ojos anhelantes, su boca semiabierta, con su lengua jugueteando en sus labios, sus mejillas sonrosadas y sus manos que presionaron mi muslo. Iba a besarla, pero recapacité y me bajé del auto; si la besaba, no querría parar y un coche no era un buen lugar. Sí, soy un casanova, pero también un caballero y no voy a rebajar a una mujer a hacer el amor en el asiento trasero de un coche, como si no pudiera ofrecerle algo mejor.Ella se bajó, tenía la frustración pintada en la cara y supongo que yo no lo hacía mejor.Caminamos lado a lado hasta el ascensor. Una vez dentro del pequeño cubículo, tomé su meñique con el mío, ella no dijo nada. Salimos, yo la abracé hasta llegar a la puerta de mi departamento.Erick estaba en el sofá, mirando a la nada, cuando nos vio llegar. Se levantó y se acercó a Jessica; la abrazó con fuerza.―¿Estás bien? ¿Fue Rossy? ―preguntó desesperado.―Estoy bien y no sé si fue ella. Solo me asusté.―Creí que te había vuelto
JessicaDecir que hacer el amor con Thomas fue maravilloso sería un eufemismo. Ese hombre se comportó como un verdadero amante, sin prejuicios y con mucha imaginación. Me hizo el amor de maneras deliciosas y nuevas y estaba segura de que tenía muchos más trucos bajo la manga. Tuve cinco orgasmos muy satisfactorios.Después de hacer el amor, conversamos de que aquello no era más que una relación casual. Ambos lo deseábamos, éramos dos adultos que sin complejos nos entregábamos al sexo sin compromiso. Ambos estábamos en la misma sintonía. Creo que él se sintió aliviado y yo también, no me juzgó, algunos creían que las mujeres no podíamos disfrutar sin esperar el anillo en el dedo y eso, siendo muy sincera, era lo que yo menos quería.A las tres de la mañana llegó la despedida.―Menos mal que mañana es sábado, seguro me quedo dormido y se habrían dado cuenta de que estuvimos juntos ―bromeó antes de marcharse.―El lunes te llamaré temprano para que no te duermas, recuerda que debes pasar
Thomas (Patrick)Esa mujer era perfecta. Deseable, hermosa, inteligente y, sobre todo, libre. Entendía que lo nuestro era solo sexo. Cero compromisos, cero ataduras. Aunque era demasiado perfecto para ser verdad… Claro que, en un momento, se me pasó por la cabeza que lo de cero compromisos era solo una treta para amarrarme. Lo descubriría muy pronto, pues si se enojaba porque yo me había ido y la había dejado sola, entendería que no era más que una fachada de mujer independiente. Muchas eran así, incluso las que se habían ido conmigo después de una noche de juerga, decían que solo era sexo y al otro día sacaban su vestido de novia de la cartera.Me llegó un mensaje de ella, lo supe pues le puse un sonido muy particular a su contacto. Vería qué tan enojada estaba.“Gracias por lo de hoy, espero que tu urgencia no sea nada grave, nos vemos el lunes si no me ataca la psicópata de nuevo y tengas que venir a ‘quitarme el shock’.”Un emoticono de pepino y una carita avergonzada. Sonreí.No
JessicaEntré a mi oficina echando humo. Lana me estaba sacando de quicio cada vez más. Esa chica siempre había sido extraña, en realidad, no se llevaba con casi nadie en la oficina, si no la despedía era porque no me gustaba echar a nadie y, además, mientras cumplieran con su trabajo y no hubiera problemas, no tenía por qué prescindir de ningún colaborador, pero Lana se estaba pasando de la raya. Yo sabía que la escena que montó cuando llegó Thomas no fue inocente, ella quería conquistarlo, Rhonda también me lo había dicho, esa chica creía que dándole lástima lo conseguiría, pero él dejó claro ante todos que no estaba interesado en ella. Y me gustó. Sí, el hecho de que yo solo quisiera sexo con él no significaba que quisiera verlo tirándoselas a todas.Sonreí. Thomas, hasta el momento, era solo mío.―Jessica, el señor Lennox al teléfono ―me indicó Rhonda por el intercomunicador.Contesté de inmediato.―Rick, buenos días.―Buenos días, Jessica, ¿cómo estás?―Muy bien, gracias, ¿y uste
Thomas (Patrick)Jamás nadie nos había cuestionado cuando papá y yo coincidíamos en alguna reunión. ¿Hablar en clave? Fue una conversación real, solo que, en vez de decirle papá, le dije Rick, hablamos de él como si fuera otro. ¿O no? Debo admitir que estaba nervioso, Jessica me ponía nervioso, pero no pensé que se notaría. Bueno, mi papá sabía que me gustaba Jessica y al parecer a él también le agradaba. Me miraba, esperaba una respuesta, pero de pronto cambió de expresión y me dio la impresión de que se iba a disculpar.―La verdad es que no sé a qué te refieres ―respondí con liviandad―. Puede ser que te hayas sentido incómoda porque un empleado tuyo hablaba de su padre con Rick Lennox.―Sí, seguro es eso ―dijo más relajada―. Creo que Rossy me tiene paranoica. ―Se bebió el resto del contenido de su vaso.―¿Quieres otro trago?―Tú no puedes beber, me tienes que ir a dejar, ¿o no irás?―Por supuesto, pero puedo pedirle a Brandon o a Stan que conduzcan por mí.―¿Seguro?―Claro que sí