Thomas (Patrick )
―Ya está hecho ―me dijo mi padre tras colgar la llamada―, acabo de hablar con Jessica Wilson, es la CEO de la empresa, ella te ubicará en algún puesto, el que sea, debes aceptarlo.
―Como siempre, papá ―repliqué desganado
―Es una de nuestras mejores ejecutivas. Quiero que veas cómo lo hace.
―Quédate tranquilo, no es la primera vez que realizo este trabajo.
―Es la primera vez que tu jefe será una mujer, y una muy bella por lo demás, espero que no tengamos problemas de faldas, sé bien que son tu debilidad.
―Por favor, papá, una cosa es mi vida privada y otra son las empresas. Sabes que no mezclo las cosas, nunca lo he hecho, no tendría por qué empezar ahora.
―No quiero que te involucres en una relación con ella, que eso te quede muy claro.
―Ni siquiera la miraré. ―Hice la señal de juramento.
―Bien. Aquí están tus documentos, te llamarás Thomas Wood, eres diseñador gráfico y has trabajado en marketing, eres hijo de un amigo…
―Te escuché hablar con esa mujer, papá ―repuse condescendiente.
―Bueno, bueno, espero que te vaya bien, hijo, y mantenme al tanto de todo lo que ocurra.
―Así será, papá, no te preocupes, todo saldrá bien, como siempre. ¿O temes que yo no esté a la altura?
―No es eso, hijo, tengo algo… No me hagas caso, es solo una tontería.
Mi trabajo en la empresa familiar era supervisar, como empleado infiltrado, las distintas instalaciones para ver cómo se trabajaba, cómo se llevaban las relaciones entre colegas y cómo era el trato de los gerentes y jefes de las distintas áreas. Y el trabajo en la revista donde Jessica Wilson era la jefa, era uno más de tantos que había tenido.
Llegué puntual a la oficina de mi nueva jefa. Papá debió advertirme lo hermosa que era, lo hizo, solo que en ese momento me olvidé de todo… Hasta que ella me miró con dos glaciares en vez de ojos.
Después de hablar unos minutos y de dejar en claro que ella no estaba de acuerdo con mi llegada, pese a su amabilidad, me llevó a mi cubículo. Caminó delante de mí, me excité con esa faldita corta que dejaba sus largas y torneadas piernas expuestas y que marcaba su redondo trasero, y más con ese contorneo que me volvía loco. Tuve que obligarme a pensar en animalitos atropellados para evitar que la erección que amenazaba abultar el frente de mi pantalón se hiciera presente. Allí me dejó con Steve, quien fue mi compañero por unas horas para enseñarme cómo funcionaba todo y entregarme los pendientes de mi predecesor. Ambos trabajaban en conjunto. Ya sabría por qué había renunciado. Un colaborador feliz, jamás renunciaba.
Steve fue un buen compañero, no hablamos más que de trabajo, pero me ayudó bastante a entender cómo funcionaban las cosas allí. Quien había estado antes en mi puesto era un hombre muy ordenado y fue fácil hacerme cargo de sus cuentas. Todo estaba en orden.
Al poco rato, Jessica me llamó a su oficina para indicarme lo que debía decir a todos de por qué yo había llegado allí sin pasar por los filtros normales. Debía decir que había sido trasladado de Denver, vaya sorpresa que se llevaría cuando supiera que precisamente allí había estado en mi anterior trabajo. Me encantó que estuviera preocupada de la reputación de la empresa y, sobre todo, de mí y de la relación entre colaboradores, al parecer, el grato ambiente laboral era muy importante para ella, aunque no le gustaran los chismorreos en horas de trabajo.
Lo que debo decir que me molestó, fue ese tal Ryan, los había visto conversar poco antes y odié la forma en que la miraba, parecía que se la quería comer… ¿Estaba celoso? Sí, lo confieso; muy celoso.
La hora de almuerzo fue todo un suceso. Jessica salió de su oficina con sus enormes tacones marcando el paso con firmeza y nos indicó que era la hora de almorzar.
―Yo no voy ―se excusó una chica que estaba a varios cubículos del mío.
―¿Y eso? ―le preguntó Jessica con preocupación.
―Tengo que terminar el artículo y estoy atrasada… y pegada.
―Vamos, almorzar no te hará daño, además, así tomas un poco de aire, te despejas y vuelves a trabajar más relajada. No sacas nada con quedarte ahí si estás “pegada”. Además, tienen que conocer a su nuevo compañero.
Hablaba de una forma tan… No sabría describirlo, parecía que cantara una suave melodía.
―Bueno. ―Sonrió la chica al borde del llanto y se levantó.
La gran jefa encabezó la marcha. El casino se encontraba en el segundo piso del edificio. Jessica tenía razón, éramos dieciocho personas en una mesa. Agradecí que ese tal Erick se hubiera ido, yo no habría tenido lugar en esa mesa.
Cada uno se presentó a sí mismo y contó algo de su vida, cosas simples y cotidianas, como su estado civil, el papel que cumplían en la oficina y algunos, su edad.
Debo decir que fue muy entretenida la conversación hasta que pregunté qué había pasado con Erick. Todos callaron en un silencio bastante incómodo.
―Erick era un buen trabajador ―me contestó Mark―, el problema es su novia. Es una mujer celosa al extremo, lo llamaba cada dos minutos y al menos tres veces al día él debía hacer una videollamada para demostrarle que estaba trabajando y no con otra mujer en otra parte.
―¿Ella lo hizo renunciar? ―pregunté sorprendido.
―Algo así. Ayer, Jessica y él tuvieron una discusión por las reiterativas llamadas. Hoy llamó temprano en la mañana para decir que renunciaba.
―Qué mal, ese hombre debería salir de allí, está en una relación tóxica ―comenté espantado ante el maltrato al que era sometido.
―Una vez lo intentó, bueno, varias veces, pero en una ocasión ―me respondió Lana, la chica que se iba a quedar sin almorzar―, él la dejó y ella se intentó suicidar, fue a dar al hospital, después, casi lo mata a él, rompió su auto, quebró los vidrios de la casa de sus papás...
―Debería denunciarla.
―Lo único que logró fue que se burlaran de él ―replicó Steve.
―Qué mal, pobre chico.
―Si él no quiere salir, allá él, debió dejarla cuando se intentó suicidar ella, pero él volvió por lástima y se amarró para siempre a ella ―dijo Jessica con una frialdad que me impresionó.
―No es fácil salir del maltrato ―rebatí.
―Él tuvo mucha ayuda, pero no la quiso tomar.
―Insisto, no es fácil, ¿qué harías tú en su lugar?
Me miró con ojos que me congelaron por dentro.
―Cada uno tiene su punto de vista de acuerdo con lo que ha vivido o ha visto ―intervino Rhonda de modo enigmático―, nosotros no somos nadie para juzgar.
―Así es, hay gente a la que le cueste más salir que a otra ―dijo Lana―. Espero que él pueda salir pronto de esa tóxica relación.
―Y vivo ―agregué.
Para mi suerte, el almuerzo estaba terminado. Tomamos nuestras bandejas para dejarlas en el depósito. Algunos salieron a fumar al patio y yo aproveché de ir con ellos, necesitaba un cigarrillo con urgencia. Jessica se nos unió un poco después.
―¿Podrán tener el material para mañana? ―le preguntó a Steve.
―Sí, tenemos todo casi listo, ¿verdad, Thomas? ―me preguntó, yo solo asentí con la cabeza.
―Confío en ustedes. ―Apagó su cigarro en el cenicero habilitado y luego me miró―. Necesito hablar contigo, te veo más tarde en mi oficina. ―Y se fue.
―Es un poco intensa ―comenté, quería saber cómo era en realidad, esa mujer me excitaba y me intrigaba a partes iguales. Era fortaleza y suavidad, una mezcla muy admirable.
―Supieras ―respondió Ryan con un tono que dio a entender un doble sentido que no me gustó nada.
―Ella tiene sus razones para ser así ―intervino Rhonda―, no soy yo quien tiene que hablar de eso, pero ustedes no deberían hablar de ella a sus espaldas.
―Yo no he dicho nada, solo hice un comentario ―me defendí.
―Lo de intensa no es un secreto para nadie, todos aquí la conocemos ―replicó Ryan―, tú sabes que en lo profesional es muy intransigente y firme; intensa. En su vida personal lo es todavía más, los que la conocemos un poco más podemos dar fe de ello.
―Y tú la conoces bien ―espetó Rhonda con sarcasmo.
―Bastante bien ―respondió con una sonrisita estúpida.
―Bueno, yo me vuelvo a trabajar, no quiero que me llamen la atención en mi primer día de trabajo ―dije y entré al edificio directo al ascensor, en cuanto subí, Ryan subió detrás.
―Ten cuidado con Jessica, te puede dejar sin nada ―me advirtió con malicia.
―¿Qué?
―Esa mujer es una cazadora, ella es capaz de devorar a cualquier hombre y no lo digo en el buen sentido, lo sé por experiencia, ella te toma, juega contigo y luego te deja tirado como un perro.
―¿A ti te hizo eso?
―Sí, y no soy el único, de no ser por ella, Erick no hubiera caído en las manos de esa mujer.
―¿También estuvo con Erick?
―No querrás ser el próximo.
―Conmigo no ―respondí y salí del ascensor directo al baño para lavarme los dientes y sacarme el sabor amargo de lo recién oído. No podía creer que Jessica fuera ese tipo de mujer. ¿Con Ryan? Si hasta parecía que a ella no le caía nada bien. ¿Con Erick? ¿Sería por eso por lo que se enojó tanto? ¿Estaría celosa de esa mujer? ¿Con quién más?
Ryan me siguió al baño.
―¿Cómo crees que llegó hasta dónde está? ―siguió con su cizaña―. Según los rumores fue amante del mismísimo Rick Lennox por casi seis meses antes de su ascenso. No sé si seguirán juntos o solo lo utilizó para escalar.
¿Con mi padre? Eso era imposible. “Una mujer muy bella por lo demás”. Esas palabras retumbaron en mis oídos. No. Era imposible. ¿Mi padre y Jessica? Se me revolvió el estómago. “No quiero que te involucres con ella”. Saqué mi celular y le envié un escueto mensaje a Rick Lennox.
“Necesitamos hablar, te veo a las ocho en mi casa”.
Si era cierto, me tendría que dar muchas explicaciones.
Luego de calmarme, me fui directo a la oficina de Jessica.
―Dijo que quería hablar conmigo ―le dije con frialdad, ella me miró sorprendida, no era muy expresiva en sus facciones, pero sus ojos lo decían todo.
―Sí, hablé con mi jefe, tu sueldo será el mismo de Erick. ―Me extendió un papel con la cifra―. Espero que estés de acuerdo.
―No quiero privilegios.
―No me corresponde a mí dártelos o quitártelos, yo solo cumplo órdenes del señor Lennox.
―¿El señor Lennox?
―Rick Lennox, él me pidió que te contratara ―me respondió como si se sorprendiera que le preguntara por mi padre, pensó, tal vez, que yo no sabía que él había hablado por mí.
―¿Lo conoce?
―Claro, hemos coincidido un par de veces en alguna reunión, no es que él baje mucho del Olimpo a juntarse con los mortales ―dijo con un tinte de diversión.
―O sea, no tienes amistad con él.
―Por supuesto que no, apenas si lo vi cuando postulaba a este puesto una vez y otra vez cuando me nombraron CEO. Después, creo que lo vi una o dos veces.
Respiré tranquilo, no parecía mentir, mientras me hablaba, miraba con sus enormes ojos verde azulados directo a los míos.
―¿Por qué lo preguntas? ―inquirió ante mi silencio.
―Porque de donde yo vengo, los dueños están muy involucrados en sus empresas.
―Oh, no te equivoques. El señor Lennox es muy preocupado de su empresa, lo que pasa es que yo no lo he visto mucho, hasta hace seis meses era una más del montón, tampoco me gusta mucho acercarme a los jefes, a veces el ser mujer juega en contra y creen que una está dispuesta a hacer lo que sea por subir de escalafón, supongo que entiendes a lo que me refiero.
Yo sonreí y sus pupilas bailaron con brillos de emoción.
―Bueno, vuelvo a trabajar ―le dije, ella me devolvió la sonrisa de un modo que me dieron ganas de tirar todo de encima del escritorio para subirla a él y hacerla mía hasta que gritara mi nombre y se le olvidara cualquier otro que estuvo con ella antes que yo.
―¿Te ha costado mucho?
Tuve que hacer un gran esfuerzo para entender su pregunta. No la entendí.
―El trabajo, ¿te ha costado mucho? ―explicó al ver mi cara de estúpido.
―La verdad es que no, esto es lo mío y debo decir que Erick era muy organizado y un buen trabajador.
―Sí, Erick era un buen elemento en esta empresa, siento que se haya ido, pero me alegra que no hayas tenido problema para amoldarte.
Esa mujer sabía muy bien cómo enloquecer a un hombre con sus ademanes refinados y eróticos. Me levanté y me giré rápido, mi erección quería hacer presencia una vez más. Mi amigo no me daría tregua mientras estuviera en ese lugar con esa mujer.
―Nos vemos más tarde ―le dije y salí apresurado.
Me senté ante mi escritorio e intenté concentrarme. De pronto, escuché sollozar a Lana. Todos miramos por arriba de nuestros paneles, sin embargo, nadie fue a verla, me levanté y crucé hasta su cubículo.
―¿Qué pasó? ―le pregunté.
―No puedo, no se me ocurre nada.
―¿Qué haces?
―Un artículo para la edición de mañana, debe tratar de la vida después de la muerte de un ser querido. Tengo suficiente material, pero no puedo enfocarme. Y debo entregarlo antes de las seis.
Tenía millones de carpetas y archivos abiertos en su computador, aparte de revistas y recortes que hablaban del tema.
―Creo que tienes demasiado material aquí y eso te confunde. ¿Quieres un café?
―No tengo tiempo.
―¿Qué pasa aquí? ―preguntó, con voz gélida, Jessica―. ¿Qué dije de la vida social en la oficina?
―Lana tiene problemas con su artículo ―contesté con firmeza―. Es trabajo, no vida social.
―Cada uno debe preocuparse de su propio trabajo, para eso se les paga.
―Lo cual no impide que entre todos podamos ayudarnos.
―Tú tienes tus propios asuntos.
―Nada urgente, ya tengo casi todo listo, puedo dedicar unos minutos a ayudarla.
Me contempló con esa mirada que me congelaba.
―Voy a la cafetería con ella, necesita despejarse y buscar el enfoque ―insistí.
―¿Crees que puedes ayudarla? Eres diseñador, no escritor.
―Tengo más dotes de los que sabes.
―Vayan, pero no se demoren ―accedió de mala gana.
―A la orden, jefa.
Se dio la media vuelta y se fue molesta.
―Vamos, Lana, cálmate, ya verás que te saldrá un lindo artículo luego de que te despejes.
―Gracias.
―Para eso estamos.
La tomé del codo y nos fuimos a la cafetería bajo la atenta mirada de todos nuestros compañeros, a los cuales no les pareció mi actitud. ¿Sería que allí nadie ayudaba a nadie? Era extraño, Steve se mostró muy atento para enseñarme lo que debía hacer. Los demás también estaban atentos a lo que pudiera necesitar, pero no sucedió lo mismo con Lana. Ya averiguaría lo que sucedía con ella.
JessicaSí, debo confesarlo, estaba muerta de celos. Yo sabía a ciencia cierta que Lana no hacía más que llamar la atención de Thomas. ¿Cuándo había necesitado ayuda para escribir un artículo? Jamás. Siempre se las arreglaba muy bien sola y justo en ese momento “estaba pegada” y no podía seguir. Ninguno de sus compañeros se levantó, ¿por qué tenía que ser él? ¿Es que acaso le gustaba esa mujer? Todos en la oficina sabíamos cómo era, lo retorcida que podía ser, por eso nadie la ayudó, pero no, él tenía que hacerlo, como buen compañero nuevo, se sintió en la obligación de ser amable. ¡Maldita Lana!Respiré profundo para intentar serenarme, no podía pensar eso de Lana, ella era una chica sana y dulce, un poco loca y mentirosa compulsiva, pero en realidad, no le hacía daño a nadie. Además, ¿cómo iba a sentir celos de un tipo al que ni siquiera conocía? Por muy guapo que estuviera.Me concentré en mi trabajo. A media tarde, entró Ryan sin autorización, pues Rhonda había ido al cuarto piso
Thomas (Patrick) Salí de la oficina y entré a una pizzería que estaba al lado del edificio de mi nuevo trabajo. Mientras esperaba mi pedido, vi a Jessica con Ryan, no pude evitar acercarme, ella no parecía estar a gusto. Llegué justo en el momento en el que él le iba a dar un beso y ella le respondió con una bofetada. Sí, la defendí y le dije que Ryan me había contado de sus múltiples amantes. Resulta que también le había hablado de mí cosas que no eran ciertas. Lo despidió enfrente de mí y se fue furiosa, ni siquiera me miró. Quise seguirla, pero yo tenía otro compromiso, además, dudaba que me quisiera cerca en ese momento, supuse que querría estar sola para relajarse. ―No debiste meterte ―me reclamó Ryan en cuanto ella se fue. ―Y tú no debiste acosarla. ―No la acoso, ¿no te das cuenta? Es un juego entre los dos. ―El golpe que te dio fue muy en serio. ―Ahora iré a su casa y me castigará por ser un chico malo. ―Sonrió con malicia. ―Te despidió, Ryan, eso no fue un juego. ―Ya
Jessica Me fui a la oficina más temprano que de costumbre, necesitaba arreglar el tema de Ryan. Vi a Thomas y Erick que esperaban el ascensor, el que abrió sus puertas justo en ese momento, los saludé con cordialidad cuando entré al pequeño espacio, que se hacía más pequeño con Thomas dentro. ―Jessica, quiero hablar contigo ―me pidió Erick mientras subíamos, no se veía bien―, por favor. ―¿Quieres volver? ―Necesito otra oportunidad, por favor ―me rogó con una mirada que me desarmó… una vez más. ―Tengo que hacer unas llamadas y arreglar unos asuntos, en cuanto me desocupe, los quiero a los dos en mi oficina ―indiqué y las puertas del elevador se abrieron, salí de allí con paso firme delante de ellos, sentí la mirada de Thomas pegada a mi espalda, en realidad, un poco más abajo. Llamé a Recursos humanos para que estuvieran listos con el despido de Ryan, ya había dado la orden de que no subiera hasta mi piso, no lo quería ver. Ese hombre había traspasado todos los límites de respet
Patrick (Thomas)Esa mujer definitivamente me volvía loco. Casi la besé. Una sola señal de ella y lo hubiera hecho, la habría subido a la mesa y le habría hecho el amor allí mismo, pero no, de la manera más fría, me dijo que no tenía oportunidad con ella. Se molestó por mi incursión, lo sé, al menos no me mandó a volar como a Ryan, tal vez porque yo era enviado por el jefe de su jefe. Su frialdad me congeló al instante, aunque después, cuando se fue, moviéndose cadenciosa, mi amigo volvió a despertar. Ya sabía yo que no tendría paz mientras estuviera cerca de Jessica.Volví a mi puesto de trabajo y encima de mi escritorio había una botella de jugo, miré hacia todas partes para buscar al responsable, hasta que Lana me hizo un gesto con la mano, sonriente. No debí ayudarla, al parecer leyó mal las señales y creyó que me gustó. Lana era una linda chica, dulce, pero no lograba tragarla del todo, sentía que algo ocultaba, como si planeara algo. Definitivamente, no me involucraría con ella,
JessicaThomas pasó por mí como había prometido. Se detuvo ante la cafetería.―Yo voy ―me ofrecí alegre―. ¿Cómo lo van a querer ustedes? Yo lo tomo con menta.―Expreso―contestaron ambos a la vez.Me bajé y enseguida me topé con Rossy.―Oye, tú, deja a Erick en paz, él es mío, ¿me escuchaste? Si te veo cerca de él, te mato.―Déjame tranquila, Rossy ―atiné a responder.―Mira… ―Se acercó y me iba a golpear, pero alguien la detuvo.―Señorita, por favor, aléjese, ya le dijimos que no molestara ―le habló un hombre mezcla de La Roca y Los hombres de negro, con una calma que me aterró.―Ustedes no me mandan ―replicó ella con orgullo.―Por favor, señorita ―repitió y se abrió un poco la chaqueta para enseñarle un arma que me aterró más todavía.Ella lo miró y se alejó un par de pasos, yo iba a volver al automóvil, pero el hombre me tomó con suavidad del brazo. Me asusté.―Debe ir por su café, señorita ―me dijo con voz tranquilizadora. Me llevó al interior del local, mis piernas temblaban.―¿Q
Thomas (Patrick)Me miró con deseo, con sus ojos anhelantes, su boca semiabierta, con su lengua jugueteando en sus labios, sus mejillas sonrosadas y sus manos que presionaron mi muslo. Iba a besarla, pero recapacité y me bajé del auto; si la besaba, no querría parar y un coche no era un buen lugar. Sí, soy un casanova, pero también un caballero y no voy a rebajar a una mujer a hacer el amor en el asiento trasero de un coche, como si no pudiera ofrecerle algo mejor.Ella se bajó, tenía la frustración pintada en la cara y supongo que yo no lo hacía mejor.Caminamos lado a lado hasta el ascensor. Una vez dentro del pequeño cubículo, tomé su meñique con el mío, ella no dijo nada. Salimos, yo la abracé hasta llegar a la puerta de mi departamento.Erick estaba en el sofá, mirando a la nada, cuando nos vio llegar. Se levantó y se acercó a Jessica; la abrazó con fuerza.―¿Estás bien? ¿Fue Rossy? ―preguntó desesperado.―Estoy bien y no sé si fue ella. Solo me asusté.―Creí que te había vuelto
JessicaDecir que hacer el amor con Thomas fue maravilloso sería un eufemismo. Ese hombre se comportó como un verdadero amante, sin prejuicios y con mucha imaginación. Me hizo el amor de maneras deliciosas y nuevas y estaba segura de que tenía muchos más trucos bajo la manga. Tuve cinco orgasmos muy satisfactorios.Después de hacer el amor, conversamos de que aquello no era más que una relación casual. Ambos lo deseábamos, éramos dos adultos que sin complejos nos entregábamos al sexo sin compromiso. Ambos estábamos en la misma sintonía. Creo que él se sintió aliviado y yo también, no me juzgó, algunos creían que las mujeres no podíamos disfrutar sin esperar el anillo en el dedo y eso, siendo muy sincera, era lo que yo menos quería.A las tres de la mañana llegó la despedida.―Menos mal que mañana es sábado, seguro me quedo dormido y se habrían dado cuenta de que estuvimos juntos ―bromeó antes de marcharse.―El lunes te llamaré temprano para que no te duermas, recuerda que debes pasar
Thomas (Patrick)Esa mujer era perfecta. Deseable, hermosa, inteligente y, sobre todo, libre. Entendía que lo nuestro era solo sexo. Cero compromisos, cero ataduras. Aunque era demasiado perfecto para ser verdad… Claro que, en un momento, se me pasó por la cabeza que lo de cero compromisos era solo una treta para amarrarme. Lo descubriría muy pronto, pues si se enojaba porque yo me había ido y la había dejado sola, entendería que no era más que una fachada de mujer independiente. Muchas eran así, incluso las que se habían ido conmigo después de una noche de juerga, decían que solo era sexo y al otro día sacaban su vestido de novia de la cartera.Me llegó un mensaje de ella, lo supe pues le puse un sonido muy particular a su contacto. Vería qué tan enojada estaba.“Gracias por lo de hoy, espero que tu urgencia no sea nada grave, nos vemos el lunes si no me ataca la psicópata de nuevo y tengas que venir a ‘quitarme el shock’.”Un emoticono de pepino y una carita avergonzada. Sonreí.No