New York, Estados Unidos
Jackson
Di un largo sorbo a mi taza de café y sentí la calidez cuando se deslizó por mi garganta, era el mejor momento del día. Terminé de leer el análisis de ventas de fin de mes. Una mesera se acercó y dejó sobre la superficie de la mesa una rebanada de pastel, arrugué mi ceño y levanté la mirada hacia a ella.
―No he ordenado esto. ―ella sonrió apenada y sus mejillas se tintaron de un rosa pálido.
―Es cortesía de la casa. ―alcé mis cejas con sorpresa.
―Oh, gracias. ―apenas pude hacer sonrisa a medias.
―Qué tengas bonito día. ―y sin esperar a que respondiera a eso, desapareció.
―Vaya…―luego retomé la mirada a mi tableta.
―Señor Johnson…―escuché a mi lado, suspiré al saber que ya era hora de irnos.
― ¿Tan rápido? ―soné algo irritado.
―Tiene reunión a las nueve, tenemos diez minutos para llegar al edificio.
―Bien, bien, ―guardé mi tableta, tomé el resto de la taza de café y me levanté para tomar mi abrigo ya que estaba haciendo un frío del demonio. Esquivé las mesas para llegar a la puerta de la salida del local. Al salir, me detuve al ver a una mujer pelirroja en un abrigo rojo sangre, ella me sonrió.
“No puede ser.” Dije en mi interior.
―Jackson, esta vez no te vas a escapar, desayunemos juntos. ―caminé hasta a ella ya que bloqueaba la puerta de la camioneta blindada.
―Creo que lo dejaremos para otro día, tengo una reunión a las nueve y tengo nueve minutos para llegar al edificio.
Ella intentó hacer un puchero.
―Anda, baja un poco el ritmo de trabajo y ven a desayunar conmigo.
―Realmente no puedo, Georgina. ―la esquivé educadamente haciendo que ella se hiciera automáticamente a un lado.
―Me debes entonces un desayuno…―soltó de repente, aun no cerraba la puerta del auto, cuando giré mi rostro a ella.
―Yo te llamo…―luego cerré la puerta, espero ella a que bajara el vidrio tintado, pero se quedará esperando. El auto comenzó a moverse y finalmente pude suspirar.
―Odio las citas a ciegas. ―murmuré, mi guardaespaldas sonrió, lo vi por el retrovisor. ―No entiendo el apuro por meterme en una relación.
―Su madre desea verlo en un futuro casado y con familia.
―Solo tengo treinta años, aún me falta camino antes de sentar cabeza, de vivir… ―giré la mirada hacia la ventanilla, ¿Qué es lo que vas a vivir? Estás en automático, Jackson. Solo en automático. En tu cabeza tienes solamente negocios.
―Pero con la señorita que acaba de ver creí que había hecho química…―comentó mi hombre de seguridad, Richard.
―Recuerda, todas las mujeres que se acercan a mi madre o a mi familia, es por qué quieren acercarse a mí, y si se acercan a mí, tienen fama, conexiones y sobre todo, a amarrarme en santo matrimonio y claro, mi madre feliz. ―solté un bufido. ―Soy como el boleto de lotería…―Richard asintió con una sonrisa sin despegar la mirada del tráfico.
***
Al terminar la junta de las nueve, me centré en las nuevas propiedades que iba a adquirir, me había encantado una propiedad en Los Hamptons, el terreno era extenso, playa privada y la zona solo había un par de casas vecinas, entre más lejos de las miradas de los extraños, mejor.
Tocaron a la puerta y anuncié que podían entrar, escuché cuando la puerta se abrió, cuando levanté la mirada, sonreí al ver a mi único hermano: Jacob.
― ¡Buenos días, bro! ¿Interrumpo algo? ―negué rápidamente.
―Buenos días, pasa, pasa. ¿Qué traes ahora entre manos? ―Jacob soltó una carcajada.
― ¿Qué no puedo venir a ver a mi hermano menor? ―puse los ojos en blanco por un momento.
―Solo por tres segundos. No alardes, idiota. ―Jacob era mi mellizo, él se sentó en la silla del otro lado de mi escritorio.
―Bien, bien, tengo seis clientes más para el proyecto de casas ecológicas. El decir que soy tu hermano, ha comenzado a atraer más clientes…―negué en silencio.
―No digas eso, tú también llevas el apellido Johnson.
―Pero me preguntan: ¿”Johnson”? “¿Eres hermano de Jackson Johnson?” “¿El dueño del conglomerado de bienes raíces?” Obvio que dudan al no ver el parecido entre los dos, tú castaño y yo rubio. ―presioné mis labios, él soltó una risa a mi irritación. ―Por cierto, nuestra madre no hizo buena elección con tu nombre.
―Ya vas a empezar…―murmuré entre dientes.
―En serio, hubiera quedado bien: “Jack Johnson” pero Jackson Johnson…―sonrió sarcástico, le encantaba fastidiarme con mi nombre que sonaba extraño al juntarlo con el apellido familiar. ―En cambio, Jacob Johnson, suena como…
―Actor de porno, si, si, si, anda, dime a que has venido, tengo…―miré el reloj. ―Tengo otra junta en quince minutos, luego salgo a Los Hamptons a ver unas propiedades.
―Bien, iré al grano. ―Se acomodó en la silla y sonrió. ―Acompáñame a una cita a ciegas. ― Arqueé una ceja.
―Dile a nuestra madre que no necesito otra cita a ciegas, ¡Por Dios! ¿Qué es lo que le pasa estas semanas? Hablar con ella se está volviendo un martirio con eso de las citas a ciegas. ―Jacob sonrió. ― ¿Por qué no se centra mejor en ti? Tú necesitas una mujer en tu vida, a ver si así el arquitecto de la familia, sienta cabeza, le dé nietos y una nuera.
― ¡Na! Yo soy un alma libre, un hombre que prefiere gozar y amar a las mujeres en mi cama y luego al otro día, “Un gusto que me hayas conocido, yo te llamo.”
―Cabrón. Solo pido al universo estar ahí para verte perder la cabeza por una mujer y que te trate igual para que veas lo que se siente.
―Eso nunca sucederá, Jack, jamás.
―Nunca digas nunca, JJ.
¡Queridos lectores! les cuento que esta historia empezará a participar en el concurso "¡El final feliz!" de Buenovela, espero le puedan dar mucho amor, así como sus "me gusta" y agregarla a su biblioteca, no olvides dejar tu comentario :)
Londres, InglaterraLilly BradleyEsta mañana en el desayuno, mi padre nos había dado una gran noticia, era la invitación para ocupar un puesto importante como jefe de cirugía en un hospital muy importante en la ciudad de New York. Mi madre, cardióloga del mismo hospital donde trabajan, se había emocionado por la gran oportunidad. Así que si aceptaba, se irían después de mi boda con Oliver, pensaron en que la casa se vendería y se darían la oportunidad de vivir en otro país, mi hermana y yo éramos totalmente independientes, así que ellos dos realmente les ilusionaron conocer y radicar en el otro continente.― ¿En qué tanto piensa mi prometida? ―Oliver puso un vaso de café latte frío en mi escritorio, le sonreí, tiró del respaldo de la silla y se sentó a mi
Jackson JohnsonLos Hamptons. Se hizo mi lugar favorito desde este momento. Estaba de pie frente a un gran ventanal de la tercera planta, la playa estaba frente a mí, un azul que me encantaba y el cielo despejado, para mí era pecado no tenerlo. Pensé una y otra vez las veces que la iba a ocupar, oficialmente los fines de semana sería mi nuevo santuario, mi espacio privado y en el que nadie podía entrar, y era sin excepción.―Y la vista es espectacular desde este tercer piso, ¿Quieres ver la terraza? ―habló detrás de mí, Solange, una de las mejores asesoras de mi empresa. ―Sí. ―seguí su camino mientras contoneó su trasero descaradamente, algo que me provocó rodar los ojos en blanco de manera discreta. Al salir, me quedé impactado con el espacio al aire libre. Era muy amplio y tenía una alberca, eso sí q
Lilly BradleyLondres, Inglaterra.Habían pasado varios días desde que me había enterado de que Oliver, mi prometido y futuro esposo, iba a una casa de citas. Tenía sexo con otras mujeres. Y eso era grave. Me había hecho análisis para descartar cualquier enfermedad sexual, y al confirmar que estaba sana, entonces decidí verlo con mis propios ojos.―No eres tóxica, Lilly. ―repitió mi hermana al ver mi mirada en ese lugar, mis manos apretaron el volante hasta que mis nudillos se pusieron blancos. Quería verlo con mis propios ojos.―Siempre hubo desacuerdos en mi relación, ―comencé a decir. ―…no éramos perfectos, estábamos lejos de eso, pero había amor, había una conexión, fue el primer hombre al que me entregué, ―miré a mi hermana. ―Cuando me dio el anillo de compromiso, e
Jackson JohnsonHabía pasado una semana desde la disputa con mi madre en el despacho. Desde entonces, no había ninguna llamada, ni mensaje, ni nada de ella.― ¿No crees que fuiste muy cruel? ―Jacob me preguntó después de contarle lo sucedido.―No. ―dije seguro de mí. ―Ella debe de entender que no puede disponer de mi vida privada por qué solo quiere nietos. No quiero una mujer a mi lado, una boda, un matrimonio e hijos. No es mi futuro. No es lo que quiero.―Bien, lo bueno que le has dejado muy claro. Entonces me marcho, iba a invitarte ir a un bar por unas cervezas, pero veo que no tienes humor.―Para la cervezas sí, pero para ligar como sueles hacerlo cada vez que me invitas, no. ―Jacob soltó una carcajada a mis palabras.―Tranquilo, solo serán unas cervezas.―Entonces, ¿En el lugar de siempre? ―él negó.―
Lilly BradleyEl hombre siguió congelado en su lugar, sin retirarle la mirada en el reflejo del espejo, tiré ahora yo de las servilletas de papel para secar mis manos.― ¿Qué se le ha perdido una igual a mí? ―él alzó sus cejas algo perturbado a mi pregunta. ―Bueno, si quiere mirar, pague. ―bromeé.― ¿Qué usted es una prostituta? ―dijo de repente cuando ya había empezado mi camino a la salida, me giré y solté una risa.― ¿Qué es lo que ha dicho? ¿Cómo que prostituta? Que era broma lo que le dicho. ―lo miré en silencio por un momento breve. ― “Americanos” ―murmuré tirando del picaporte de la puerta para salir, no pude evitar no reírme para mí misma, pareció como si el hombre nunca hubiera visto una mujer en su vida, es más, unas buenas piernas como las m&ia
Lunes por la mañana. Empresas JohnsonJackson Johnson—Cancela la reunión de las tres. —pedí a mi secretaria, ella asintió al bajar la mirada a su tableta. —Y mi almuerzo que sea lo que comí el martes de la semana pasada.—Sí, señor. ¿Algo más? —negué.—Gracias. —murmuré al dirigir mi mirada a la computadora, ella salió de la oficina. Me detuve al repasar mi fin de semana en Los Hamptons, fue el mejor fin de semana que pude haber pasado. Solo. Sin nadie a mi alrededor a excepción de mi equipo de seguridad a quién había pedido ser lo más discreto posible. Cerré los ojos y solté un largo suspiro. Ya quería que llegara viernes para irme a mi santuario. S
Lilly BradleyMe detuve a medio camino de las escaleras del nuevo edificio en el que vivíamos temporalmente hasta encontrar un lugar fijo, el elevador se había quedado fuera de servicio y no me esperaría una hora para subir, así que decidí ir por las escaleras a pesar de que mis pies gritaban que me descalzara, había caminado bastante dejando solicitudes en varias empresas después de más de cuatro entrevistas, la espera para ellas, realmente se me había hecho eterna. Al descansar, tomé de nuevo el cordón de mi maletín y lo colgué al hombro para retomar el camino hasta el departamento.Al llegar frente a la puerta, solté un gran suspiro de cansancio, pensé en que mis pies en estos momentos estarían súper hinchados, pero, ¿Quién en su sano juicio usa zapatillas de aguja para ir a dejar solicitudes por toda la
Jackson Johnson—Así que eres el hombre del servicio del bar. —dijo algo sorprendida al igual que yo.—Vaya que es pequeño el mundo. —murmuré. Ella arqueó la ceja.—Bastante. —usó el tono de queja, algo que me irritó en segundos.—De haber sabido quien eras, créeme, la hubiera pensado.—Y yo igual. —puso una sonrisa sarcástica.—Entonces, no será necesario esta cena.—Pienso lo mismo. —en lugar que se ofendiera por mi comentario, pareció aliviada de poderse ir, se levantó y caminó a la salida.—Espera. —ella se detuvo, pensé en mi madre y su promesa de dejarme de fastidiar. Se giró hacia a mí.— ¿Qué? —sonó impaciente a mi silencio.—Lo siento, no era mi inten