Lilly Bradley
El hombre siguió congelado en su lugar, sin retirarle la mirada en el reflejo del espejo, tiré ahora yo de las servilletas de papel para secar mis manos.
― ¿Qué se le ha perdido una igual a mí? ―él alzó sus cejas algo perturbado a mi pregunta. ―Bueno, si quiere mirar, pague. ―bromeé.
― ¿Qué usted es una prostituta? ―dijo de repente cuando ya había empezado mi camino a la salida, me giré y solté una risa.
― ¿Qué es lo que ha dicho? ¿Cómo que prostituta? Que era broma lo que le dicho. ―lo miré en silencio por un momento breve. ― “Americanos” ―murmuré tirando del picaporte de la puerta para salir, no pude evitar no reírme para mí misma, pareció como si el hombre nunca hubiera visto una mujer en su vida, es más, unas buenas piernas como las mías. Negué con una sonrisa. ―Debió de ser eso….―llegué a la mesa que estaba frente al templete donde estaba el grupo de salsa, estaban anunciando que darían una pausa. Leah tenía una cara. ― ¿De qué me he perdido? ―tomé mi tarro de cerveza y di un trago para refrescarme.
―Qué me he encontrado con mi jefe. ―me limpié mis labios y abrí mis ojos de par en par.
― ¿En serio? ―asintió.
―Le he dicho “Es extraño verlo aquí” y me salió con “¿Qué uno no puede tomar una cerveza con su hermano?” ―imitó.
―Y supongo que no te has quedado callada como sueles hacerlo.
―Pues que le contesto, “Solo he preguntado que es extraño verlo aquí. Tómese otra cerveza para que se relaje”
―Ay Dios, ¿Y? ―Leah se sonrojó, algo que era muy extraño de ver en ella, pero me di cuenta que ella miró más allá de mí, al ver mi intención de girarme, me atrapó las muñecas.
―Está en la barra. No mires. ―tomó aire y lo soltó lentamente. ―Me ha dicho que estaba relajado hasta que me ha visto. ―solté una risita.
―Debió de decir eso por qué te ha contratado esta tarde por lo que quizás es incómodo ver a su empleada en el mismo ambiente de uno. ―ella soltó mis muñecas y se enderezó, dejando de ocultarse en mí.
―Claro, debe de ser eso. ¿Y por qué has tardado?
―El servicio estaba lleno, tuve que entrar al servicio de hombres, pero me he topado con uno que pareció que nunca en su vida había visto unas piernas. ―Leah soltó una carcajada. ―No te burles…
―Lo siento, pero si, tienes bonitas piernas, pero déjame decirte que las mías son mejores…―comenzamos a reírnos entre nosotras. La música volvió y nos pusimos a bailar, luego de otros tarros de cerveza, pedimos un servicio para irnos a casa.
―Toma tu abrigo, hace frío. ―no era nada comparado el frío al de Londres, pero igual quería que mi hermana no se enfermara.
Esperamos afuera del bar por unos cinco minutos más o menos cuando un hombre se acercó a nosotras.
― ¿Quieren que las lleve? ―su aliento a alcohol era notorio.
―No gracias. ―Leah contestó educadamente.
―Anda, podemos hacer un trío. ―cerré los ojos y apreté mis dientes, me imaginé a Leah lista para lanzarse, pero no fue así.
―Deja de molestar a las damas o mi puño lo voy a enterrar en tu cara. ―la voz de un hombre fue quien había dado respuesta, abrí los ojos mientras rodeaba con fuerza el brazo de Leah.
―Y mi zapatilla en tu…―dijo Leah pero fue interrumpida por el mismo hombre.
―Márchate o llamo a la policía. ―el hombre alcoholizado se marchó diciendo algo que no alcanzamos a escuchar, el hombre se puso a lado de Leah. ― ¿Están bien? ―Leah asintió.
―Gracias, jefe. ―ah, con que ese guapo rubio era su jefe.
―No me digas así, no estamos trabajando. Solo Jaco fuera de la oficina. ―miró él en mi dirección. ― ¿Son hermanas? ―asintió Leah.
―Ella es Lilly, mi hermana. ―extendimos al mismo tiempo las manos en presentación.
―Parecen gemelas. ―Leah arrugó su ceño.
―Yo soy la mayor por un año. ―anuncié en mi defensa de manera divertida. ―Pero yo parezco la mayor. ―contestó de inmediato Leah, Jacob sonrió.
―Pues no se nota. ―sonreímos los tres. ―En fin, ―se aclaró la garganta. ― ¿Quieren que las lleve a su casa? ―Leah negó rápidamente.
―No se preocupe, ya en menos de cinco minutos llega nuestro servicio.
―Bien, entonces esperaré con ustedes.
― ¿Por qué? ―preguntó mi hermana algo desconfiada. Jacob lo notó.
―Para que ningún otro hombre venga a molestarlas. ―Leah iba a respingar que nosotras sabíamos defendernos, pero le di un apretón para que se detuviera.
―Gracias, es muy amable. ―luego de un silencio incómodo, Leah habló. ― ¿Y no venía con su hermano? ―él se tensó, miró hacia el tráfico frente a nosotros.
―Ya se ha marchado. ―luego miró en nuestra dirección. ―Es muy estricto con su horario. Ya saben, eso de no trasnochar para poder estar bien al día siguiente.
―Pero mañana es sábado, ¿También lo trabaja? ―preguntó mi hermana demasiado curiosa.
―Hasta mediodía.
―Oh, ―susurró, miré la aplicación y ya estaba a unos cuantos metros el auto.
―Ya ha llegado nuestro auto. ―anuncié cortando el segundo silencio incómodo, nos despedidos de él. Abrió la puerta para que entráramos, noté que no se marchó hasta que el auto entró al tráfico. ―Tu jefe es un caballero.
―Sí, parece ser. ―le di un codazo, ella torció su labio. ―Tranquila, apenas tenemos un par de días en la ciudad, ya tengo trabajo y créeme, no me interesa involucrarme con nadie, mucho menos con él. ―arrugué mi ceño intrigada.
―Tienes información, cuenta, ―ella sonrió. ― ¿Es casado? ―negó. ― ¿Viudo? ―negó de nuevo. ―Entonces es gay. ―negó también.
―Te faltó mujeriego. ―dijo sonriendo, alcé una ceja.
―Bueno, no soy nadie para juzgar, pero tiene presencia, es muy atractivo.
―En exceso. ―confesó Leah.
―Vaya, Lea diciendo “en exceso”. ―me burlé de ella.
―El hecho que no quiera involucrarme con alguien, no se me puede negar mirar.
Solté una risita.
―Lo siento, solo que me recordó al hombre del baño, se asustó cuando le dije que si quería mirar, hay que pagar, hubieras visto su cara, me preguntó si era una prostituta. ―Leah soltó una carcajada.
― ¿Le dijiste que de las que cobra caro? ―le solté un codazo entre risas. ―Eso dolió…―se sobó donde le solté el golpe.
―No, pero si se quedó como extrañado. Como si nunca hubiera visto una mujer de cerca. ―lancé la mirada por la ventanilla, mirando los faroles y una sonrisa apareció en mis labios al recordar su rostro.
Lunes por la mañana. Empresas JohnsonJackson Johnson—Cancela la reunión de las tres. —pedí a mi secretaria, ella asintió al bajar la mirada a su tableta. —Y mi almuerzo que sea lo que comí el martes de la semana pasada.—Sí, señor. ¿Algo más? —negué.—Gracias. —murmuré al dirigir mi mirada a la computadora, ella salió de la oficina. Me detuve al repasar mi fin de semana en Los Hamptons, fue el mejor fin de semana que pude haber pasado. Solo. Sin nadie a mi alrededor a excepción de mi equipo de seguridad a quién había pedido ser lo más discreto posible. Cerré los ojos y solté un largo suspiro. Ya quería que llegara viernes para irme a mi santuario. S
Lilly BradleyMe detuve a medio camino de las escaleras del nuevo edificio en el que vivíamos temporalmente hasta encontrar un lugar fijo, el elevador se había quedado fuera de servicio y no me esperaría una hora para subir, así que decidí ir por las escaleras a pesar de que mis pies gritaban que me descalzara, había caminado bastante dejando solicitudes en varias empresas después de más de cuatro entrevistas, la espera para ellas, realmente se me había hecho eterna. Al descansar, tomé de nuevo el cordón de mi maletín y lo colgué al hombro para retomar el camino hasta el departamento.Al llegar frente a la puerta, solté un gran suspiro de cansancio, pensé en que mis pies en estos momentos estarían súper hinchados, pero, ¿Quién en su sano juicio usa zapatillas de aguja para ir a dejar solicitudes por toda la
Jackson Johnson—Así que eres el hombre del servicio del bar. —dijo algo sorprendida al igual que yo.—Vaya que es pequeño el mundo. —murmuré. Ella arqueó la ceja.—Bastante. —usó el tono de queja, algo que me irritó en segundos.—De haber sabido quien eras, créeme, la hubiera pensado.—Y yo igual. —puso una sonrisa sarcástica.—Entonces, no será necesario esta cena.—Pienso lo mismo. —en lugar que se ofendiera por mi comentario, pareció aliviada de poderse ir, se levantó y caminó a la salida.—Espera. —ella se detuvo, pensé en mi madre y su promesa de dejarme de fastidiar. Se giró hacia a mí.— ¿Qué? —sonó impaciente a mi silencio.—Lo siento, no era mi inten
Lilly BradleyLlegué a recepción del hospital, una mujer ya mayor me sonrió amablemente.—Buenas noches, ¿Está el doctor Harry Bradley? Es el nuevo jefe de cirugía.—Por su hermoso acento puedo decir que es una de las hijas del doctor Bradley. —sonreí a su comentario.— ¿Se nota mucho el acento? —arrugué mi nariz.—Es adorable, a mí me encanta, deja lo busco. Dame unos momentos. —asentí y en lo que hacía la llamada, miré el resto del lobby, era más grande que el de Londres, los colores eran neutrales y me gustaba. —Bajará el doctor, dice que esperes. —me volví a ella.—Gracias, muy amable. —ella sonrió en respuesta luego continuó contestando una llamada.Caminé hasta los asientos que estaban cerca, tomé
Jackson JohnsonEdificio Johnson...—Buenas noches, señor Johnson. —Freddy, el encargado de turno en el edificio, saludó educadamente mientras caminé hasta el elevador.—Buenas noches. —y levanté mi mano en señal de saludo, presioné el botón para que bajara, noté por los números que venía hacia a mí.—Buenas noches, Jackson. —cerré los ojos y apreté mi mandíbula con fuerza, segundos después, los abrí y giré mi rostro, era Georgina, tenía puesto su abrigo color rojo sangre, su cabello pelirrojo, resaltaba con esa piel lechosa y perfecta.—Buenas noches, ¿Qué haces aquí? —pregunté intrigado.—Esperando el elevador igual que tú. —sus labios carnosos pintados en un rojo ca
Isidora Harding de JohnsonMansión de los JohnsonAlcé mi mirada al cielo cuando no escuché una respuesta del otro lado de la línea, que escándalo que mi propio hijo, el dueño de un gran imperio inmobiliario, no recuerde el nombre de la mujer de la cita de anoche.—Madre…—negué dispuesta a no rendirme, pero Jackson no lo sabría.—Lo sabía, —hice una breve pausa. —Sabía que no me tomarías en serio. Pero bien, no voy a seguir molestándote con las citas a ciegas. Me voy a ocupar, luego hablamos. —y colgué la llamada, me recargué en el respaldo de mi silla estilo victoriana, solté un largo suspiro y cerré los ojos.—No puedes manejar la vida privada de tus propios hijos, ellos son adultos, Isidora. —se escuchó la voz de James al entrar a nues
Empresas JohnsonJacksonHojeé una y otra vez sin prestar atención, me regresé de nuevo a la primera imagen y me regañé mentalmente que tenía que concentrarme.— ¿Pasa algo, señor Johnson? —preguntó la jefa de departamento de publicidad. Negué sin levantar la mirada. Terminé de revisar finalmente, y en aprobación afirmé lentamente.—Está perfecto. Mándalo a imprimir, —miré hacia Melissa, —Qué esté listo todo para distribuirlo a partir del próximo lunes. —ella asintió.—Sí, señor. —tomó el portafolio de publicidad y se retiró de la oficina. Me levanté de un movimiento, y aflojé mi corbata. Caminé al otro extremo de la oficina, donde se encontraba una herm
Lilly Bradley Quería que la tierra me tragara y me escupiera lejos de ahí. El corazón me latió con fuerza al escuchar que el hombre de la cita a ciegas de Leah, era nada más y nada menos que mi nuevo jefe. “Lilly tú y tu bocota” —Mucho gusto, señor Johnson. —Extendí mi mano en presentación y claro, por educación, pero él no mostró interés en responder, “Apenas vas llegando y ya te despidieron” Sus ojos se clavaron en mi por unos momentos en silencio, hasta la mujer a mi lado, notó lo que estaba pasando. — ¿Jackson? —lo llamó por su nombre y él reaccionó rápidamente. — ¿Sí? —contestó con una pregunta ignorándome. —La nueva administradora se está presentando. No muestres una mala imagen de la empresa, ¿Qué va a pensar? —Que es mi elevador privado. —Máxima soltó una risa. —No seas así, se ha perdido y ha tomado el elevador incorrecto. —Lo siento, no sabía que era privado. No volverá a sucede