Lilly Bradley
Londres, Inglaterra.
Habían pasado varios días desde que me había enterado de que Oliver, mi prometido y futuro esposo, iba a una casa de citas. Tenía sexo con otras mujeres. Y eso era grave. Me había hecho análisis para descartar cualquier enfermedad sexual, y al confirmar que estaba sana, entonces decidí verlo con mis propios ojos.
―No eres tóxica, Lilly. ―repitió mi hermana al ver mi mirada en ese lugar, mis manos apretaron el volante hasta que mis nudillos se pusieron blancos. Quería verlo con mis propios ojos.
―Siempre h**o desacuerdos en mi relación, ―comencé a decir. ―…no éramos perfectos, estábamos lejos de eso, pero había amor, había una conexión, fue el primer hombre al que me entregué, ―miré a mi hermana. ―Cuando me dio el anillo de compromiso, esa noche me entregué a él por qué así lo quise, así lo deseé…él era para mí el indicado, el futuro padre de mis hijos, éramos un equipo…―regresé la mirada a ese lugar, tomé aire y lo retuve unos momentos, luego lo solté, sentí el latido de mi corazón a toda prisa, ese frío en las manos, el estómago haciéndose nudo de la tensión, mis dientes tiritaban. No quería una parte de mi creer que él me engañaba, pero la otra, estaba preparada para mandarlo a la m****a.
―Ahí está su auto. ―anunció mi hermana, mi corazón se agitó con tanta fuerza que sentí estremecerme en mi mismo lugar. Leah tomó mi mano y dio un apretón, giré mi rostro y me miró como nunca lo había hecho. ―No estás sola en esto.
―Gracias. ―dije en un hilo de voz, esperamos unos minutos para poder bajarnos del auto, al hacerlo, mis piernas temblaron, mi corazón se dedicó a intentar no detenerse en cada paso que daba, al llegar a la puerta, Leah me detuvo.
―Déjamelo a mí. ―asentí, pensé que era lo mejor. Tocó la puerta y una hermosa mujer alta y rubia nos sonrió dándonos la bienvenida.
―Bienvenidas, ¿Buscan algo de diversión? ―su acento pareció ser ruso, pero sí que era hermosa, nos hizo señas de que pasáramos.
―Sí, nos interesa un servicio, ―comenzó a decir Leah. ―Dicen que “Micy” es buena. ―la mujer rusa asintió con una ceja arqueada.
― ¿Ya han venido? No recuerdo haberlas visto.
―Mi jefe me ha recomendado con ella.
La mujer alta se cruzó de brazos y entrecerró sus ojos.
― ¿Cómo se llama? ―preguntó a mi hermana.
―Aiden. ―Leah dijo sin titubear. ― ¿suele venir los viernes? ¿Siempre trae la corbata desacomodada?
La mujer recordó.
― ¡Aiden! ―sonrió al ver que era real. ―El hombre de barba abultada y esa corbata que por más que uno insiste en acomodarla correctamente, no se deja y con ello suelta su historia apasionada del por qué la usa así...
―Ese es. Es mi jefe. ―dijo Leah con una sonrisa.
―Bien, buscaré a Micy y les confirmaré la habitación. Esperen en esta sala. ―luego la mujer desapareció por un largo pasillo cerca de las escaleras de la primera planta.
―Creo que es mejor que…―Leah se alejó para acercarse al mostrador, casi me da un infarto cuando empezó a teclear. ―Leah, Leah, por favor, no quiero salir esposada con la policía de este lugar.
―Lo tengo, ―salió del mostrador y me hizo señas de que la siguiera a la segunda planta.
―No, no, no, vámonos mejor. Nos vamos a meter en problemas…―apenas las palabras podían salir de mi boca y que ella pudiese escuchar, Leah se detuvo a medio camino y me miró.
―Él está ahí, arriba, montándose a una chica llamada “StarGirl” segundo piso, habitación seis. Si no quieres…―y era como si mi cuerpo tuviese el control, mi cerebro estaba decidido a investigar y confirmar, pero mi corazón…estaba siendo arrastrado con sus uñas contra el suelo. Leah me siguió y buscamos la habitación, ella se detuvo en una puerta y me hizo señas de que era esa.
Al quedar a su lado, la miré, puse la mano en el picaporte y la voz de la mujer rusa, nos hizo brincar en nuestro lugar.
― ¡No tienen permitido entrar sin autorización! ¡Detente! ―gritó mientras avanzaba, pero era ahora, o nunca. Así que giré el picaporte y la puerta se abrió, la luz roja estaba inundada en todo el lugar, los gemidos de una mujer se escucharon escandalosamente, caminé para acercarme detrás del muro divisorio, entonces lo vi. Estaba la mujer en una posición de cuatro y él detrás de ella con sus manos en su trasero, desnudos. Estiré mi mano para detener la música del sonido que estaba a mi lado y ambos se giraron a ver qué pasaba, entonces él se dio cuenta que era yo.
― ¿Lilly? ―sus ojos se abrieron de par en par con terror, le empecé a aplaudir.
―Bravo, ―dije con una sonrisa mientras escuchaba a lo lejos a Leah amenazando de llamar a la policía para que cerrara el lugar.
―No es lo que parece. ―comenzó a decir al bajarse de la cama y buscar a tientas su ropa para vestirse. Tomé el anillo de compromiso y se lo tiré.
―Hemos terminado. ―salí de ese lugar, la mujer rusa decía algo de lo que no presté atención, Leah regresaba su amenaza mientras yo seguí caminando a paso rápido por las escaleras, sentí como el corazón se caía a pedazos, el nudo en el centro de mi garganta me impidió llorar frente a él, Leah me alcanzó y salimos finalmente de ese lugar, llegamos al auto, y Leah me detuvo con sus manos en mis hombros.
―Mírame. ―no quería hacerlo realmente, me sentí mal, avergonzada de que presenciara lo que sospechaba quien sabe desde cuándo. ―Lilly Elizabeth Bradley, mírame. ―mis ojos se quedaron en ella. ―Tranquila, sube del otro lado, yo voy a manejar, ¿Si? ―las palabras no salieron en ese momento, solo tomó mis llaves y rodeé el auto, entonces me detuve antes de subir, Oliver venía trotando hacia a mí, cruzó la calle y comenzó a decir algo.
―No puedo creer que me siguieras, ¿Qué es lo que te pasa, Lilly? ¿Desde cuándo andas de investigadora? ―Oliver escupió queriendo voltear todo de repente, Leah se bajó del auto y se acercó a mí.
― ¡No te atrevas a querer cambiar las putas cosas, Oliver! ¡Eres un vil mentiroso! La verdad ha salido a la luz, cerdo. ―él miró a mi hermana con un gesto de odio.
―Tú ni te atrevas a hablar, m*****a zorra solterona, ―al terminar la última palabra, mi puño se fue contra su rostro, él cayó sobre su trasero y yo solté un grito de dolor, juré que me había fracturado la mano, lo miré detenidamente mientras se quejó del dolor al igual que yo.
―Vuelves a ofender a mi hermana y me voy a encargar de que ese rostro de miles de dólares se vuelva difícil de reconstruir. ―él abrió sus ojos mucho más al verme por primera vez así. ―No te quiero cerca de mi familia bajo ningún pretexto, porque juro que…―hice un movimiento de querer volver a lanzarle un golpe y él se escamó en su mismo lugar. ―…voy a ir contra todo para destrozarte. Sacaré a la luz todo lo que sé de ti, me voy a encargar de manchar tu nombre y junto con ello el apellido de tu familia, ¿Crees que después de esto te hará socio tu padre? Lo dudo. ―miré a Leah y le hice señas de que nos fuéramos. Oliver apenas se levantó y sin decir nada más, se fue a su auto, miré hasta que desapareció de mi vista.
El silencio era mi aliado en ese momento, las luces de los faroles del boulevard pasaban uno tras otro, mis dedos estaban aferrados a la tela del cinturón de seguridad. Cerré los ojos y las lágrimas comenzaron a caer una tras otra, hasta que era un mar de llanto en mi asiento. Me abracé a mí misma con el corazón hecho trizas. “¿Qué es lo que hice mal?” “¿Por qué me hizo eso?” “¿En qué momento decidió hacer lo que hizo?” Eran las preguntas principales que atormentaron mi mente. El auto dejó de moverse, me limpié como pude las mejillas mientras hipaba del llanto, estábamos estacionadas en una calle que no reconocí.
―Él definitivamente no era el indicado, Lilly. ―dijo de repente Leah a mi lado. ―Una persona que ama, no hace ese tipo de cosas a la otra, en este momento tienes que tomar la decisión de lo que harás. Llorarle, levantarte y avanzar, el tiempo será un buen amigo para ayudarte a superar este trago amargo en el amor, quizás el hombre indicado se encuentra por ahí, cuando menos lo esperes, se cruzará en tu camino y te enseñará que el verdadero amor no lastima, y que el amor propio es fundamental en uno. ―hizo otra pausa. ―o, entender que cada persona es un mundo diferente y que comete errores, que somos humanos, que merecemos una segunda oportunidad, que la boda se celebre y en el camino ambos sanen juntos.
―Dime que bromeas con la segunda parte. ¡Tú has visto lo que ha hecho! ¡Un infiel siempre será infiel por más oportunidades que le des! La gente no cambia y si lo hace, es a su propia conveniencia. Y no voy a vivir un matrimonio imaginando por las noches a su lado si ha ido con otra o si se acostó con otras miles más a hurtadillas de mi. Está bien que me haya enamorado, que me haya entregado en cuerpo y alma, pero tonta no soy. ―al hablar en voz alta lo que sentía, me hizo tranquilizarme por un momento, Leah sonrió al ver que había entendido lo que quería decirme.
―¿Entonces ya has decidido que hacer?―asentí lentamente.
―A cada acción...una reacción.
Jackson JohnsonHabía pasado una semana desde la disputa con mi madre en el despacho. Desde entonces, no había ninguna llamada, ni mensaje, ni nada de ella.― ¿No crees que fuiste muy cruel? ―Jacob me preguntó después de contarle lo sucedido.―No. ―dije seguro de mí. ―Ella debe de entender que no puede disponer de mi vida privada por qué solo quiere nietos. No quiero una mujer a mi lado, una boda, un matrimonio e hijos. No es mi futuro. No es lo que quiero.―Bien, lo bueno que le has dejado muy claro. Entonces me marcho, iba a invitarte ir a un bar por unas cervezas, pero veo que no tienes humor.―Para la cervezas sí, pero para ligar como sueles hacerlo cada vez que me invitas, no. ―Jacob soltó una carcajada a mis palabras.―Tranquilo, solo serán unas cervezas.―Entonces, ¿En el lugar de siempre? ―él negó.―
Lilly BradleyEl hombre siguió congelado en su lugar, sin retirarle la mirada en el reflejo del espejo, tiré ahora yo de las servilletas de papel para secar mis manos.― ¿Qué se le ha perdido una igual a mí? ―él alzó sus cejas algo perturbado a mi pregunta. ―Bueno, si quiere mirar, pague. ―bromeé.― ¿Qué usted es una prostituta? ―dijo de repente cuando ya había empezado mi camino a la salida, me giré y solté una risa.― ¿Qué es lo que ha dicho? ¿Cómo que prostituta? Que era broma lo que le dicho. ―lo miré en silencio por un momento breve. ― “Americanos” ―murmuré tirando del picaporte de la puerta para salir, no pude evitar no reírme para mí misma, pareció como si el hombre nunca hubiera visto una mujer en su vida, es más, unas buenas piernas como las m&ia
Lunes por la mañana. Empresas JohnsonJackson Johnson—Cancela la reunión de las tres. —pedí a mi secretaria, ella asintió al bajar la mirada a su tableta. —Y mi almuerzo que sea lo que comí el martes de la semana pasada.—Sí, señor. ¿Algo más? —negué.—Gracias. —murmuré al dirigir mi mirada a la computadora, ella salió de la oficina. Me detuve al repasar mi fin de semana en Los Hamptons, fue el mejor fin de semana que pude haber pasado. Solo. Sin nadie a mi alrededor a excepción de mi equipo de seguridad a quién había pedido ser lo más discreto posible. Cerré los ojos y solté un largo suspiro. Ya quería que llegara viernes para irme a mi santuario. S
Lilly BradleyMe detuve a medio camino de las escaleras del nuevo edificio en el que vivíamos temporalmente hasta encontrar un lugar fijo, el elevador se había quedado fuera de servicio y no me esperaría una hora para subir, así que decidí ir por las escaleras a pesar de que mis pies gritaban que me descalzara, había caminado bastante dejando solicitudes en varias empresas después de más de cuatro entrevistas, la espera para ellas, realmente se me había hecho eterna. Al descansar, tomé de nuevo el cordón de mi maletín y lo colgué al hombro para retomar el camino hasta el departamento.Al llegar frente a la puerta, solté un gran suspiro de cansancio, pensé en que mis pies en estos momentos estarían súper hinchados, pero, ¿Quién en su sano juicio usa zapatillas de aguja para ir a dejar solicitudes por toda la
Jackson Johnson—Así que eres el hombre del servicio del bar. —dijo algo sorprendida al igual que yo.—Vaya que es pequeño el mundo. —murmuré. Ella arqueó la ceja.—Bastante. —usó el tono de queja, algo que me irritó en segundos.—De haber sabido quien eras, créeme, la hubiera pensado.—Y yo igual. —puso una sonrisa sarcástica.—Entonces, no será necesario esta cena.—Pienso lo mismo. —en lugar que se ofendiera por mi comentario, pareció aliviada de poderse ir, se levantó y caminó a la salida.—Espera. —ella se detuvo, pensé en mi madre y su promesa de dejarme de fastidiar. Se giró hacia a mí.— ¿Qué? —sonó impaciente a mi silencio.—Lo siento, no era mi inten
Lilly BradleyLlegué a recepción del hospital, una mujer ya mayor me sonrió amablemente.—Buenas noches, ¿Está el doctor Harry Bradley? Es el nuevo jefe de cirugía.—Por su hermoso acento puedo decir que es una de las hijas del doctor Bradley. —sonreí a su comentario.— ¿Se nota mucho el acento? —arrugué mi nariz.—Es adorable, a mí me encanta, deja lo busco. Dame unos momentos. —asentí y en lo que hacía la llamada, miré el resto del lobby, era más grande que el de Londres, los colores eran neutrales y me gustaba. —Bajará el doctor, dice que esperes. —me volví a ella.—Gracias, muy amable. —ella sonrió en respuesta luego continuó contestando una llamada.Caminé hasta los asientos que estaban cerca, tomé
Jackson JohnsonEdificio Johnson...—Buenas noches, señor Johnson. —Freddy, el encargado de turno en el edificio, saludó educadamente mientras caminé hasta el elevador.—Buenas noches. —y levanté mi mano en señal de saludo, presioné el botón para que bajara, noté por los números que venía hacia a mí.—Buenas noches, Jackson. —cerré los ojos y apreté mi mandíbula con fuerza, segundos después, los abrí y giré mi rostro, era Georgina, tenía puesto su abrigo color rojo sangre, su cabello pelirrojo, resaltaba con esa piel lechosa y perfecta.—Buenas noches, ¿Qué haces aquí? —pregunté intrigado.—Esperando el elevador igual que tú. —sus labios carnosos pintados en un rojo ca
Isidora Harding de JohnsonMansión de los JohnsonAlcé mi mirada al cielo cuando no escuché una respuesta del otro lado de la línea, que escándalo que mi propio hijo, el dueño de un gran imperio inmobiliario, no recuerde el nombre de la mujer de la cita de anoche.—Madre…—negué dispuesta a no rendirme, pero Jackson no lo sabría.—Lo sabía, —hice una breve pausa. —Sabía que no me tomarías en serio. Pero bien, no voy a seguir molestándote con las citas a ciegas. Me voy a ocupar, luego hablamos. —y colgué la llamada, me recargué en el respaldo de mi silla estilo victoriana, solté un largo suspiro y cerré los ojos.—No puedes manejar la vida privada de tus propios hijos, ellos son adultos, Isidora. —se escuchó la voz de James al entrar a nues