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Capítulo 4. Acción y reacción

Lilly Bradley

Londres, Inglaterra.

Habían pasado varios días desde que me había enterado de que Oliver, mi prometido y futuro esposo, iba a una casa de citas. Tenía sexo con otras mujeres. Y eso era grave. Me había hecho análisis para descartar cualquier enfermedad sexual, y al confirmar que estaba sana, entonces decidí verlo con mis propios ojos.

―No eres tóxica, Lilly. ―repitió mi hermana al ver mi mirada en ese lugar, mis manos apretaron el volante hasta que mis nudillos se pusieron blancos. Quería verlo con mis propios ojos.

―Siempre h**o desacuerdos en mi relación, ―comencé a decir. ―…no éramos perfectos, estábamos lejos de eso, pero había amor, había una conexión, fue el primer hombre al que me entregué, ―miré a mi hermana. ―Cuando me dio el anillo de compromiso, esa noche me entregué a él por qué así lo quise, así lo deseé…él era para mí el indicado, el futuro padre de mis hijos, éramos un equipo…―regresé la mirada a ese lugar, tomé aire y lo retuve unos momentos, luego lo solté, sentí el latido de mi corazón a toda prisa, ese frío en las manos, el estómago haciéndose nudo de la tensión, mis dientes tiritaban. No quería una parte de mi creer que él me engañaba, pero la otra, estaba preparada para mandarlo a la m****a.

―Ahí está su auto. ―anunció mi hermana, mi corazón se agitó con tanta fuerza que sentí estremecerme en mi mismo lugar. Leah tomó mi mano y dio un apretón, giré mi rostro y me miró como nunca lo había hecho. ―No estás sola en esto.

―Gracias. ―dije en un hilo de voz, esperamos unos minutos para poder bajarnos del auto, al hacerlo, mis piernas temblaron, mi corazón se dedicó a intentar no detenerse en cada paso que daba, al llegar a la puerta, Leah me detuvo.

―Déjamelo a mí. ―asentí, pensé que era lo mejor. Tocó la puerta y una hermosa mujer alta y rubia nos sonrió dándonos la bienvenida.

―Bienvenidas, ¿Buscan algo de diversión? ―su acento pareció ser ruso, pero sí que era hermosa, nos hizo señas de que pasáramos.

―Sí, nos interesa un servicio, ―comenzó a decir Leah. ―Dicen que “Micy” es buena. ―la mujer rusa asintió con una ceja arqueada.

― ¿Ya han venido? No recuerdo haberlas visto.

―Mi jefe me ha recomendado con ella.

La mujer alta se cruzó de brazos y entrecerró sus ojos.

― ¿Cómo se llama? ―preguntó a mi hermana.

―Aiden. ―Leah dijo sin titubear. ― ¿suele venir los viernes? ¿Siempre trae la corbata desacomodada?

La mujer recordó.

― ¡Aiden! ―sonrió al ver que era real. ―El hombre de barba abultada y esa corbata que por más que uno insiste en acomodarla correctamente, no se deja y con ello suelta su historia apasionada del por qué la usa así...

―Ese es. Es mi jefe. ―dijo Leah con una sonrisa.

―Bien, buscaré a Micy y les confirmaré la habitación. Esperen en esta sala. ―luego la mujer desapareció por un largo pasillo cerca de las escaleras de la primera planta.

―Creo que es mejor que…―Leah se alejó para acercarse al mostrador, casi me da un infarto cuando empezó a teclear. ―Leah, Leah, por favor, no quiero salir esposada con la policía de este lugar.

―Lo tengo, ―salió del mostrador y me hizo señas de que la siguiera a la segunda planta.

―No, no, no, vámonos mejor. Nos vamos a meter en problemas…―apenas las palabras podían salir de mi boca y que ella pudiese escuchar, Leah se detuvo a medio camino y me miró.

―Él está ahí, arriba, montándose a una chica llamada “StarGirl” segundo piso, habitación seis. Si no quieres…―y era como si mi cuerpo tuviese el control, mi cerebro estaba decidido a investigar y confirmar, pero mi corazón…estaba siendo arrastrado con sus uñas contra el suelo. Leah me siguió y buscamos la habitación, ella se detuvo en una puerta y me hizo señas de que era esa.

Al quedar a su lado, la miré, puse la mano en el picaporte y la voz de la mujer rusa, nos hizo brincar en nuestro lugar.

― ¡No tienen permitido entrar sin autorización! ¡Detente! ―gritó mientras avanzaba, pero era ahora, o nunca. Así que giré el picaporte y la puerta se abrió, la luz roja estaba inundada en todo el lugar, los gemidos de una mujer se escucharon escandalosamente, caminé para acercarme detrás del muro divisorio, entonces lo vi. Estaba la mujer en una posición de cuatro y él detrás de ella con sus manos en su trasero, desnudos. Estiré mi mano para detener la música del sonido que estaba a mi lado y ambos se giraron a ver qué pasaba, entonces él se dio cuenta que era yo.

― ¿Lilly? ―sus ojos se abrieron de par en par con terror, le empecé a aplaudir.

―Bravo, ―dije con una sonrisa mientras escuchaba a lo lejos a Leah amenazando de llamar a la policía para que cerrara el lugar.

―No es lo que parece. ―comenzó a decir al bajarse de la cama y buscar a tientas su ropa para vestirse. Tomé el anillo de compromiso y se lo tiré.

―Hemos terminado. ―salí de ese lugar, la mujer rusa decía algo de lo que no presté atención, Leah regresaba su amenaza mientras yo seguí caminando a paso rápido por las escaleras, sentí como el corazón se caía a pedazos, el nudo en el centro de mi garganta me impidió llorar frente a él, Leah me alcanzó y salimos finalmente de ese lugar, llegamos al auto, y Leah me detuvo con sus manos en mis hombros.

―Mírame. ―no quería hacerlo realmente, me sentí mal, avergonzada de que presenciara lo que sospechaba quien sabe desde cuándo. ―Lilly Elizabeth Bradley, mírame. ―mis ojos se quedaron en ella. ―Tranquila, sube del otro lado, yo voy a manejar, ¿Si? ―las palabras no salieron en ese momento, solo tomó mis llaves y rodeé el auto, entonces me detuve antes de subir, Oliver venía trotando hacia a mí, cruzó la calle y comenzó a decir algo.

―No puedo creer que me siguieras, ¿Qué es lo que te pasa, Lilly? ¿Desde cuándo andas de investigadora? ―Oliver escupió queriendo voltear todo de repente, Leah se bajó del auto y se acercó a mí.

― ¡No te atrevas a querer cambiar las putas cosas, Oliver! ¡Eres un vil mentiroso! La verdad ha salido a la luz, cerdo. ―él miró a mi hermana con un gesto de odio.

―Tú ni te atrevas a hablar, m*****a zorra solterona, ―al terminar la última palabra, mi puño se fue contra su rostro, él cayó sobre su trasero y yo solté un grito de dolor, juré que me había fracturado la mano, lo miré detenidamente mientras se quejó del dolor al igual que yo.

―Vuelves a ofender a mi hermana y me voy a encargar de que ese rostro de miles de dólares se vuelva difícil de reconstruir. ―él abrió sus ojos mucho más al verme por primera vez así. ―No te quiero cerca de mi familia bajo ningún pretexto, porque juro que…―hice un movimiento de querer volver a lanzarle un golpe y él se escamó en su mismo lugar. ―…voy a ir contra todo para destrozarte. Sacaré a la luz todo lo que sé de ti, me voy a encargar de manchar tu nombre y junto con ello el apellido de tu familia, ¿Crees que después de esto te hará socio tu padre? Lo dudo. ―miré a Leah y le hice señas de que nos fuéramos. Oliver apenas se levantó y sin decir nada más, se fue a su auto, miré hasta que desapareció de mi vista.

El silencio era mi aliado en ese momento, las luces de los faroles del boulevard pasaban uno tras otro, mis dedos estaban aferrados a la tela del cinturón de seguridad. Cerré los ojos y las lágrimas comenzaron a caer una tras otra, hasta que era un mar de llanto en mi asiento. Me abracé a mí misma con el corazón hecho trizas. “¿Qué es lo que hice mal?” “¿Por qué me hizo eso?” “¿En qué momento decidió hacer lo que hizo?” Eran las preguntas principales que atormentaron mi mente. El auto dejó de moverse, me limpié como pude las mejillas mientras hipaba del llanto, estábamos estacionadas en una calle que no reconocí.

―Él definitivamente no era el indicado, Lilly.  ―dijo de repente Leah a mi lado. ―Una persona que ama, no hace ese tipo de cosas a la otra, en este momento tienes que tomar la decisión de lo que harás. Llorarle, levantarte y avanzar, el tiempo será un buen amigo para ayudarte a superar este trago amargo en el amor, quizás el hombre indicado se encuentra por ahí, cuando menos lo esperes, se cruzará en tu camino y te enseñará que el verdadero amor no lastima, y que el amor propio es fundamental en uno. ―hizo otra pausa. ―o, entender que cada persona es un mundo diferente y que comete errores, que somos humanos, que merecemos una segunda oportunidad, que la boda se celebre y en el camino ambos sanen juntos.

―Dime que bromeas con la segunda parte. ¡Tú has visto lo que ha hecho! ¡Un infiel siempre será infiel por más oportunidades que le des! La gente no cambia y si lo hace, es a su propia conveniencia. Y no voy a vivir un matrimonio imaginando por las noches a su lado si ha ido con otra o si se acostó con otras miles más a hurtadillas de mi.  Está bien que me haya enamorado, que me haya entregado en cuerpo y alma, pero tonta no soy. ―al hablar en voz alta lo que sentía, me hizo tranquilizarme por un momento, Leah sonrió al ver que había entendido lo que quería decirme.

―¿Entonces ya has decidido que hacer?―asentí lentamente.

―A cada acción...una reacción. 

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