Capítulo uno: Todo ha terminado
~Seis meses antes~*Narra Maia Miller*Siento el calor en mi entrepierna mientras los labios que ya conozco de memoria besan mi boca. El latido incesante de mi corazón me corta la respiración.Sus dedos me torturan sin piedad, yo gimo sin control.Sé que está mal, que no es correcto, pero... lo quiero. Lo he querido desde el día en que lo conocí.—Mírame, Maia —ordena con voz ronca—. Déjame ver esos ojos de hechicera.—¡Bruce! —jadeo con desesperación.El éxtasis llega con la velocidad y el ímpetu de un rayo. Sin embargo, él no me da tregua y me posee con su virilidad, llevándome hasta el recóndito más oscuro del abismo.Una, dos, tres... pierdo la cuenta de sus feroces embestidas, así como de las veces que grito su nombre.—Quédate a mi lado —le veo tan vulnerable como nunca antes—. Se mía para siempre.Quiero serlo, es lo que siempre he querido, pero...—No voy a ser el sucio secreto del Senador Collins —declaro con pesar.—Será temporal, yo...—Ambos sabemos que mientes —le corto—. Lo que sientes por mí no es suficiente para renunciar a tus aspiraciones políticas. ¿O sí?El más absoluto de los silencios se instaura entre los dos, poniendo fin a la pasión.»¿Me amas, Bruce?—Maia...—¡Responde! —exijo—. Dame una jodida razón para quedarme en las sombras, siendo la otra, toda la vida.—Si te lo digo... —vacila—, ¿te quedarás?—Si me amaras de verdad, no me pedirías humillarme de esa forma.La realidad me cae encima como un balde de agua fría.—Las cosas no son así y lo sabes. Christine es mi esposa de nombre nada más...—Eso es lo que tú dices.—¿No confías en mí? —por un instante creo ver un atisbo de dolor en su expresión. Luego regresa a la misma frialdad de siempre—. ¡Y dices amarme!—Esto no va a ningún lado —me pongo en pie para ir por mi ropa—. Siempre terminamos en el mismo punto. Lo mejor será cortar por lo sano de una vez.Dejo la frase que he repetido más veces de las que puedo contar en el aire. Aunque en esta ocasión será diferente. Ya mi orgullo herido y mi amor no es lo único en juego...«Tengo que hacerlo»—No te atrevas a dejarme con la palabra en la boca —advierte en tanto me alejo de la suite que tanta felicidad y lágrimas me ha dado al mismo tiempo—. ¡Maia! ¡Maia!«Maia», mi nombre en su boca se siente como mil dagas en el pech0.Me sigue llamando pese a que avanzo por el pasillo y una vez entro al ascensor, me derrumbo en miles de pedazos de un espejo roto. Entonces, mis manos van a mi vientre de manera protectora.—Estaremos bien, pequeño —dejo fluir las lágrimas—. Estaremos bien.Sin embargo, la punzada que ataca mi abdomen de forma repentina y la sangre que empieza a correr por mis piernas dicen todo lo contrario.«No»No, no, no.—¡No!Despierto empapada en sudor y con el corazón corriendo a mil kilómetros por hora.Otra vez un sueño con él, con esa fatídica noche...Por más que intento sacarlo de mi sistema se me hace imposible. Sobre todo cada vez que evoco un par de ojos zafiros, como si lo tuviera en frente y me roban el aliento.Y ahora tendré que volver a verlo...«Lo has superado», me mentalizo.—Buenos días, señora Fox —mi esposo me saluda con un café en la mano—. ¿Estás lista para lo de hoy?«No»—Por supuesto —le doy mi mejor sonrisa—. ¿Ya te vas?—Sí —responde entregándome una taza para mí antes de besar mi frente—. Nos vemos en la noche. Por cierto —añade desde la puerta—, Brooke te está llamando.Lo despido con una tierna sonrisa y me quedo mirando hacia la nada, perdida en mis propios pensamientos mientras bebo la humeante bebida.Cómo me gustaría enamorarme de Gerard. Ha sido la única persona que me ha tendido la mano en toda mi vida y, para mi fortuna, en mi momento más crítico. Sin embargo, mi cabeza y mi corazón siguen al lado de otra persona, al lado de ese que destruyó mis cimientos y casi me quita la vida misma.No tengo idea de lo que pensará cuando volvamos a vernos, pero por mi parte, le dejaré claro que todo ha terminado y que he rehecho mi vida al lado de alguien más... aunque sea una verdad a medias.Capítulo dos: El reencuentro*Narra Bruce Collins* "¡Candidato favorito a la presidencia de los Estados Unidos de América!"Observo el titular del "Washigton Post" mientras bebo mi descafeinado sin azúcar y todavía no me creo lo que me ha costado llegar aquí. Incluso pienso en todo aquello a lo que he renunciado para ser presidente del país más importante del mundo; pero estoy a punto de lograrlo. Ya no queda nada.Aspiro a convertirme en el hombre más poderoso de todo el planeta, así como el más asediado. Me siento orgulloso de mí mismo, sintiendo únicamente cierta pena porque no tenga con quien compartir mi triunfo... Mi padre ya no está y mi madre es como si tampoco lo hiciera, puesto que nunca ha superado su muerte.No tengo hijos y soy el tipo más jóven de la historia en aspirar a presidir América. Y como si el destino se estuviera riendo de mí en este justo instante, la puerta de mi despacho se abre. Mi señora esposa entra con su habitual línea recta incrustada en esos labio
Capítulo dos: Recuerdos*Narra Maia Miller*Pensé que estaba preparada para este momento. En verdad me sentí lista para enfrentarme a él nuevamente, para tolerar su cercanía sin que cree estragos en mí... pero he fracasado de manera estrepitosa. Me sudan las manos. El miocardio late tan fuerte dentro de mi pecho que casi puedo pensar que me está dando un infarto. Podría jurar que siento el bombear de la sangre en mis venas y todas mis arterias se ponen de acuerdo para latir descontroladas frente a él, el mismo hombre que no puedo olvidar y al que hace exactamente un año y dos meses, tuve enterrado profundo dentro de mí mientras ambos jadeábamos en la boca del otro. —¡¿Bruce, estás bien? —su esposa le reclama y él parece no poder apartar sus ojos de los míos. La mano de Gerald que permanece en mi espalda, avanza un poco hasta mi franja dorsal y presiona allí, en un intento por motivarme para que rompa el clima extraño que se ha creado a raíz de mi presentación. Yo no creí que me re
Capítulo cuatro: Perdiendo los papeles*Narra Bruce Collins*No sé lo que estoy haciendo. Juro que me supera esta escena que estoy protagonizando con ella, como si fuéramos unos tontos colegiales o adolescentes hormonales. Mis manos censuran las suyas en un fuerte agarre sobre su cabeza, haciendo que las cimas de su bustose junten y me hagan ojitos desde el interior de tan exquisito vestido. ¡Esta mujer es una belleza!No la recuerdo así, la verdad. Sin embargo lo importante lo reconozco y que Dios me ayude para poder olvidarlo.¡Y se ha casado! —Voy a tener que pasar, señor —me vuelve a mentir la muy descarada y lo hace en mi cara, con la suya circunspecta. —Has venido a joderme la vida, la carrera y el matrimonio, ¿cierto, Maya? —la acuso ignorando sus palabras anteriores, que tan hondo me han clavado una estaca envenenada—. ¿O has venido a restregarme tu anillo de bodas en la cara? »¿Cuánto ha pasado? —cuestiono—. ¿Año y medio? ¿Tan rápido me has olvidado? —Yo no... —¡¿Desde
Capítulo cinco: Descubiertos*Narra Bruce Collins*Lo que me faltaba. Christine Collins tiene la habilidad de aparecer cuando menos se le necesita.—No es asunto tuyo —la despacho con rapidez con mí tono más cortante antes de pasar de largo. Maia se ha perdido por el pasillo...—Solo espero que de todas las mujeres a las que puedes tirarte, no lo hagas precisamente con esta. «Maldit@ intuición femenina»Mi esposa me reclama porque sabe, o debe haber visto en mi expresión, que la chica de ojos violetas me ha descolocado los chacras... por ponerle un poco de humor a una situación que para nada me da risa. Más bien, da miedo. —Solo estaba perdida —miento con descaro. —Oh, Bruce, te conozco tanto —se mantiene defendiendo su teoría...—Eso es lo que tú crees —murmuro hacia la nada mientras bajo las escaleras. Bajamos a la reunión, dejando el tema zanjado... al menos por el momento. Paso el resto de la noche ignorando el deseo irremediable de mirarla. No soy capaz de suprimirlo, pero h
Capítulo seis: ¿Quién es Brooke? *Narra Maia Miller*Gerald sabe disimular muy bien la sorpresa que debe estarse llevando al leer el documento y sonríe. para cubrir su engaño refiere...—Cada día me hago más viejo, amigo mío —refirió para encubrir su engaño, pese a que se pone rígido a mis espaldas—. Olvidé colocarme los lentes y no veo un burro a diez pasos sin ellos.El candidato frente a mí suelta un mal disimulado suspiro en tanto yo aprovecho para firmar sin más. Es mejor no darle largas al asunto, ni tampoco más importante de la que tiene. —No sabía que usabas lentes de contacto, Fox —murmura Bruce moviéndose incómodo sobre la silla.—A cierta edad prefiero disimular mis discapacidades —mi esposo deja escapar un chascarrillo, dando por finalizada la treta.—Hecho, señor —mascullo persiguiendo una gota de sudor que me corre por la sien y la elimino incómoda. Agradezco internamente la rapidez y el ingenio de mi marido para sobrellevar la inesperada situación y siento cómo su ma
Capítulo siete: Confundida*Narra Maia Miller*¡La madre que me parió!Su dedo acaricia el nombre escrito en mi pecho izquierdo, justo encima de mi corazón.No controlo mis emociones y es imposible disimular la electrizante sensación que atraviesa mi cuerpo con el roce de su dedo.—Primero —susurro sintiendo el corazón desbocado—, no tengo que darte explicaciones —lleva su otra mano a mi cadera y hace presión en el hueso que sobresale—. Segundo, quedamos en ser profesionales y no cruzar ciertas líneas cuando firmamos tu apéndice de contrato. Y tercero —me detengo cuando encaja su pulgar en mi piel, obligándome a reprimir un jadeo—, deja de tocarme como si tuvieras todo el derecho a hacerlo. Te recuerdo que estoy casada y tú también. —Ojalá pudiera olvidarlo —murmura. Mi comentario parece surtir efecto, puesto que se aleja como si tuviera la peste. La pérdida de su contacto me calma los latidos un poco, aunque me sabe a vacío. Casi... casi le tomo de la muñeca para acercarlo a mí y b
Capítulo ocho: Estúpida*Narra Maia Miller*¡Sigue ahí!Me estoy besando como si necesitara hacerlo para sobrevivir con otro hombre y él se queda mirando la escena como pasmarote. Gerald mueve mi rostro hacia el otro lado y pierdo el contacto visual con Bruce, pero eso no significa que deje de sentir sus ojos siguiendo cada uno de nuestros movimientos.Gimo en la boca de mi esposo intentando espantarlo y para mi mala suerte, consigo todo lo contrario.—Espero que en el futuro se limiten a manosearse en su casa —mi actual jefe masculla luego de un carraspeo—. No me gusta encontrarme escenas eróticas por las escaleras de mi propia casa, porque para empezar está prohibido. Cuando quiera ver cine XXX me compro una película. La ironía no le va y le hace lucir tan vulgar que hasta él mismo se da cñuenta. En su rostro se le observa incómodo y sin decir palabra alguna luego de su desafortunada comparación, se aleja a toda prisa, dejándonos a solas. Yo por mi parte solo puedo respirar, tratan
Capítulo nueve: El juego acaba de comenzar*Narra Maia Miller*O el destino es muy caprichoso o nada en esta vida sucede porque sí.La sorpresa me consume por completo y no puedo creer quién está delante de mí.—¿Charlie? —le examino de pies a cabeza sin disimulo alguno, comprobando mis sospechas—. ¡Por Dios, eres tú! —Hola, rubia explosiva —me regala su característica sonrisa baja bragas, como si no acabara de darme un susto de muerte—. Tiempo sin vernos. —Pero, ¿qué haces aquí? —cuestiono—. ¿Y por qué me has tomado por detrás? —Quería darte una sorpresa. —¡Tu sorpresa casi me provoca un infarto! —le reclamo—. ¿A qué has venido? —Pues, ¿qué crees? —hace aspavientos con las manos—. Soy tu contacto. El vejete Fox me ha llamado hace tres días a las tres de la madrugada. Tantos trastos te echó hasta que te conquistó, ¿eh?—Eh... —sonrío a medias—, algo así. —Bueno, no tenemos tiempo para ponernos al día ahora mismo —añade sin perder el gesto jovial en tanto me extiende un sobre—. A