Capítulo seis: ¿Quién es Brooke? *Narra Maia Miller*Gerald sabe disimular muy bien la sorpresa que debe estarse llevando al leer el documento y sonríe. para cubrir su engaño refiere...—Cada día me hago más viejo, amigo mío —refirió para encubrir su engaño, pese a que se pone rígido a mis espaldas—. Olvidé colocarme los lentes y no veo un burro a diez pasos sin ellos.El candidato frente a mí suelta un mal disimulado suspiro en tanto yo aprovecho para firmar sin más. Es mejor no darle largas al asunto, ni tampoco más importante de la que tiene. —No sabía que usabas lentes de contacto, Fox —murmura Bruce moviéndose incómodo sobre la silla.—A cierta edad prefiero disimular mis discapacidades —mi esposo deja escapar un chascarrillo, dando por finalizada la treta.—Hecho, señor —mascullo persiguiendo una gota de sudor que me corre por la sien y la elimino incómoda. Agradezco internamente la rapidez y el ingenio de mi marido para sobrellevar la inesperada situación y siento cómo su ma
Capítulo siete: Confundida*Narra Maia Miller*¡La madre que me parió!Su dedo acaricia el nombre escrito en mi pecho izquierdo, justo encima de mi corazón.No controlo mis emociones y es imposible disimular la electrizante sensación que atraviesa mi cuerpo con el roce de su dedo.—Primero —susurro sintiendo el corazón desbocado—, no tengo que darte explicaciones —lleva su otra mano a mi cadera y hace presión en el hueso que sobresale—. Segundo, quedamos en ser profesionales y no cruzar ciertas líneas cuando firmamos tu apéndice de contrato. Y tercero —me detengo cuando encaja su pulgar en mi piel, obligándome a reprimir un jadeo—, deja de tocarme como si tuvieras todo el derecho a hacerlo. Te recuerdo que estoy casada y tú también. —Ojalá pudiera olvidarlo —murmura. Mi comentario parece surtir efecto, puesto que se aleja como si tuviera la peste. La pérdida de su contacto me calma los latidos un poco, aunque me sabe a vacío. Casi... casi le tomo de la muñeca para acercarlo a mí y b
Capítulo ocho: Estúpida*Narra Maia Miller*¡Sigue ahí!Me estoy besando como si necesitara hacerlo para sobrevivir con otro hombre y él se queda mirando la escena como pasmarote. Gerald mueve mi rostro hacia el otro lado y pierdo el contacto visual con Bruce, pero eso no significa que deje de sentir sus ojos siguiendo cada uno de nuestros movimientos.Gimo en la boca de mi esposo intentando espantarlo y para mi mala suerte, consigo todo lo contrario.—Espero que en el futuro se limiten a manosearse en su casa —mi actual jefe masculla luego de un carraspeo—. No me gusta encontrarme escenas eróticas por las escaleras de mi propia casa, porque para empezar está prohibido. Cuando quiera ver cine XXX me compro una película. La ironía no le va y le hace lucir tan vulgar que hasta él mismo se da cñuenta. En su rostro se le observa incómodo y sin decir palabra alguna luego de su desafortunada comparación, se aleja a toda prisa, dejándonos a solas. Yo por mi parte solo puedo respirar, tratan
Capítulo nueve: El juego acaba de comenzar*Narra Maia Miller*O el destino es muy caprichoso o nada en esta vida sucede porque sí.La sorpresa me consume por completo y no puedo creer quién está delante de mí.—¿Charlie? —le examino de pies a cabeza sin disimulo alguno, comprobando mis sospechas—. ¡Por Dios, eres tú! —Hola, rubia explosiva —me regala su característica sonrisa baja bragas, como si no acabara de darme un susto de muerte—. Tiempo sin vernos. —Pero, ¿qué haces aquí? —cuestiono—. ¿Y por qué me has tomado por detrás? —Quería darte una sorpresa. —¡Tu sorpresa casi me provoca un infarto! —le reclamo—. ¿A qué has venido? —Pues, ¿qué crees? —hace aspavientos con las manos—. Soy tu contacto. El vejete Fox me ha llamado hace tres días a las tres de la madrugada. Tantos trastos te echó hasta que te conquistó, ¿eh?—Eh... —sonrío a medias—, algo así. —Bueno, no tenemos tiempo para ponernos al día ahora mismo —añade sin perder el gesto jovial en tanto me extiende un sobre—. A
Capítulo diez: Tras sus pasos*Narra Bruce Collins*Me ha colgado... ¡Se ha atrevido a colgarme!—¡Atrevida! —lanzo el móvil contra la guantera del coche—. ¡Maldit@ seas, Maia Miller! Y m@ldito el día en que decidiste regresar a mí... porque no pienso soltarte otra vez. No sin antes hacerte tragar tus palabras.El esposo me lo paso por las pelotas y no me importa el papel importante que juega en mi candidatura.Hay mucho en juego aquí... Sobre todo mi orgullo. Está muy equivocada si piensa que puede largarse y venir cuando se le pega la gana o hacer y deshacer a su antojo. «Y de ocultarme cosas», recuerdo. Porque si de algo estoy seguro es de los secretos que esconden sus ojos violetas de bruja. El último año lejos de mí está lleno de misterios muy bien tapados, puesto que ha simple vista no he encontrado nada, aparte de que consiguió graduarse de la escuela de Periodismo. Al parecer, ha olvidado de lo que soy capaz. «Que tenga buena tarde, señor», sus palabras siguen en mi cabeza
Capítulo once: De engaños y traiciones*Narra Maia Miller*Sacudo la maruga frente a sus ojos y la sonrisa salta a la vista de manera automática. Es lo más hermoso que he visto en mi jodida vida. —Oh, ¡aquí estáis! —mi hermana aparece en la puerta de mi habitación con cara de angustia—. Mujer, ¿por qué no me has avisado que te la habías llevado? Casi me muero del susto al no verla. Pensé que se había caído... —¿Por dónde se va a caer, Diana? —río sin dejar de sacudir el juguete. No quiero que la pequeña pierda la sonrisa—. Es una bebé que apenas puede dar vueltas en la cama. —Eso es contigo —protesta acercándose a mí—. Con el resto es un pequeño demonio hiperactivo y con Gerald... bueno, ya sabemos que es su inodoro favorito. —Exageras —pongo los ojos en blanco—. Mejor ve a descansar otro rato. Está visto que madrugar no te sienta bien. —Son las cinco de la mañana, no creo que pueda dormir más. —Gerald está a punto de salir del baño... —Entonces, será mejor que vaya a preparar
Capítulo doce: Quiero besarlaBruce Collins Ajusto los puños de la camisa luego de colocar los gemelos de oro que me regaló la madre de Christine. —No será siempre así, Brian... —la voz de mi mujer hace mella en mi mente—. Eso no es cierto y lo sabes. Yo solo tengo relaciones contigo desde hace mucho y ni siquiera comparto habitación con él. Vaya, vaya, Christine. Con que estas tenemos. Esto es un negocio del que me saldré si no resulta como he planeado durante años.Las cosas se tuercen un tanto y mi día arranca de manera poco esperada para mí y un tanto torcida. Me pego a la puerta como una vieja chismosa a escuchar su coloquio telefónico. Es evidente que el amante de mi esposa. »Esto es un negocio del que me saldré si no resulta como he planeado durante años.No doy crédito a lo que escucho. ¿Será hija de put@? ¿Con todo lo que hemos sacrificado para llegar aquí?»Si eso pasa yo misma saboteo su siguiente campaña —continúa—. No aguanto más y lo sabes. Mi padre le retirará el
Capítulo trece: Mía*Narra Maia Miller*La sensación de proximidad es enloquecedora y no solo la física, sino también la espiritual... Ese momento en que sientes que tu alma conecta con la de otra persona y en nuestro caso, que no logra desconectar.Somos parte de una misma esencia desde hace mucho y corroborarlo en sus brazos es una locura.Su boca está cada vez más cerca, el corazón de ambos late desenfrenado, en tanto mis manos hacen puños en el planchado saco que recubre sus potentes hombros. Su nariz roza la mía y... —¡Lo siento, señor! —me aparato con un repentino movimiento. Ese "lo siento" lleva distintas lecturas y los dos lo sabemos, pero ninguno de los dos dice una palabra más.Cuando tomo distancia de él, simplemente me intenta sostener la mano un poco más y termino dando un tirón para liberarme. Él frunce el ceño, confundido y decepcionado.—Estamos listos —comunica a la tripulación luego de un carraspeo —. Podemos volar cuando queráis. Solo seremos nosotros.Esas últim