Capítulo ocho: Estúpida*Narra Maia Miller*¡Sigue ahí!Me estoy besando como si necesitara hacerlo para sobrevivir con otro hombre y él se queda mirando la escena como pasmarote. Gerald mueve mi rostro hacia el otro lado y pierdo el contacto visual con Bruce, pero eso no significa que deje de sentir sus ojos siguiendo cada uno de nuestros movimientos.Gimo en la boca de mi esposo intentando espantarlo y para mi mala suerte, consigo todo lo contrario.—Espero que en el futuro se limiten a manosearse en su casa —mi actual jefe masculla luego de un carraspeo—. No me gusta encontrarme escenas eróticas por las escaleras de mi propia casa, porque para empezar está prohibido. Cuando quiera ver cine XXX me compro una película. La ironía no le va y le hace lucir tan vulgar que hasta él mismo se da cñuenta. En su rostro se le observa incómodo y sin decir palabra alguna luego de su desafortunada comparación, se aleja a toda prisa, dejándonos a solas. Yo por mi parte solo puedo respirar, tratan
Capítulo nueve: El juego acaba de comenzar*Narra Maia Miller*O el destino es muy caprichoso o nada en esta vida sucede porque sí.La sorpresa me consume por completo y no puedo creer quién está delante de mí.—¿Charlie? —le examino de pies a cabeza sin disimulo alguno, comprobando mis sospechas—. ¡Por Dios, eres tú! —Hola, rubia explosiva —me regala su característica sonrisa baja bragas, como si no acabara de darme un susto de muerte—. Tiempo sin vernos. —Pero, ¿qué haces aquí? —cuestiono—. ¿Y por qué me has tomado por detrás? —Quería darte una sorpresa. —¡Tu sorpresa casi me provoca un infarto! —le reclamo—. ¿A qué has venido? —Pues, ¿qué crees? —hace aspavientos con las manos—. Soy tu contacto. El vejete Fox me ha llamado hace tres días a las tres de la madrugada. Tantos trastos te echó hasta que te conquistó, ¿eh?—Eh... —sonrío a medias—, algo así. —Bueno, no tenemos tiempo para ponernos al día ahora mismo —añade sin perder el gesto jovial en tanto me extiende un sobre—. A
Capítulo diez: Tras sus pasos*Narra Bruce Collins*Me ha colgado... ¡Se ha atrevido a colgarme!—¡Atrevida! —lanzo el móvil contra la guantera del coche—. ¡Maldit@ seas, Maia Miller! Y m@ldito el día en que decidiste regresar a mí... porque no pienso soltarte otra vez. No sin antes hacerte tragar tus palabras.El esposo me lo paso por las pelotas y no me importa el papel importante que juega en mi candidatura.Hay mucho en juego aquí... Sobre todo mi orgullo. Está muy equivocada si piensa que puede largarse y venir cuando se le pega la gana o hacer y deshacer a su antojo. «Y de ocultarme cosas», recuerdo. Porque si de algo estoy seguro es de los secretos que esconden sus ojos violetas de bruja. El último año lejos de mí está lleno de misterios muy bien tapados, puesto que ha simple vista no he encontrado nada, aparte de que consiguió graduarse de la escuela de Periodismo. Al parecer, ha olvidado de lo que soy capaz. «Que tenga buena tarde, señor», sus palabras siguen en mi cabeza
Capítulo once: De engaños y traiciones*Narra Maia Miller*Sacudo la maruga frente a sus ojos y la sonrisa salta a la vista de manera automática. Es lo más hermoso que he visto en mi jodida vida. —Oh, ¡aquí estáis! —mi hermana aparece en la puerta de mi habitación con cara de angustia—. Mujer, ¿por qué no me has avisado que te la habías llevado? Casi me muero del susto al no verla. Pensé que se había caído... —¿Por dónde se va a caer, Diana? —río sin dejar de sacudir el juguete. No quiero que la pequeña pierda la sonrisa—. Es una bebé que apenas puede dar vueltas en la cama. —Eso es contigo —protesta acercándose a mí—. Con el resto es un pequeño demonio hiperactivo y con Gerald... bueno, ya sabemos que es su inodoro favorito. —Exageras —pongo los ojos en blanco—. Mejor ve a descansar otro rato. Está visto que madrugar no te sienta bien. —Son las cinco de la mañana, no creo que pueda dormir más. —Gerald está a punto de salir del baño... —Entonces, será mejor que vaya a preparar
Capítulo doce: Quiero besarlaBruce Collins Ajusto los puños de la camisa luego de colocar los gemelos de oro que me regaló la madre de Christine. —No será siempre así, Brian... —la voz de mi mujer hace mella en mi mente—. Eso no es cierto y lo sabes. Yo solo tengo relaciones contigo desde hace mucho y ni siquiera comparto habitación con él. Vaya, vaya, Christine. Con que estas tenemos. Esto es un negocio del que me saldré si no resulta como he planeado durante años.Las cosas se tuercen un tanto y mi día arranca de manera poco esperada para mí y un tanto torcida. Me pego a la puerta como una vieja chismosa a escuchar su coloquio telefónico. Es evidente que el amante de mi esposa. »Esto es un negocio del que me saldré si no resulta como he planeado durante años.No doy crédito a lo que escucho. ¿Será hija de put@? ¿Con todo lo que hemos sacrificado para llegar aquí?»Si eso pasa yo misma saboteo su siguiente campaña —continúa—. No aguanto más y lo sabes. Mi padre le retirará el
Capítulo trece: Mía*Narra Maia Miller*La sensación de proximidad es enloquecedora y no solo la física, sino también la espiritual... Ese momento en que sientes que tu alma conecta con la de otra persona y en nuestro caso, que no logra desconectar.Somos parte de una misma esencia desde hace mucho y corroborarlo en sus brazos es una locura.Su boca está cada vez más cerca, el corazón de ambos late desenfrenado, en tanto mis manos hacen puños en el planchado saco que recubre sus potentes hombros. Su nariz roza la mía y... —¡Lo siento, señor! —me aparato con un repentino movimiento. Ese "lo siento" lleva distintas lecturas y los dos lo sabemos, pero ninguno de los dos dice una palabra más.Cuando tomo distancia de él, simplemente me intenta sostener la mano un poco más y termino dando un tirón para liberarme. Él frunce el ceño, confundido y decepcionado.—Estamos listos —comunica a la tripulación luego de un carraspeo —. Podemos volar cuando queráis. Solo seremos nosotros.Esas últim
Capítulo catorce: ¿Qué leches estoy haciendo? *Narra Maia Miller*Bruce pone un dedo en mis labios y se queda mirando mis ojos tanto como yo los suyos. Estamos perdidos si nos descubren. No sé cómo podríamos explicar qué hacemos juntos en un baño. Por dentro rezo para Gerald no diga nada que comprometa mi verdadera intención. Sin embargo por fuera aún tiemblo, estar en sus brazos otra vez es una locura. Volver a sentir todo desde cero, como si jamás hubiese existido todo este tiempo entre los dos me vuela la mente y no sé que hubiera pasado si no llega a interrumpir mi marido.—Maia, ¿estás ahí? —mi esposo vuelve a llamarme y me pongo más rígida... si se puede. ¡Joder, ¿qué he hecho?! Se lo prometí, me lo prometí a mí misma. Bruce era agua pasada y... «Deja el cántico que ya se te ha arruinado la tapadera, querida», una insolente voz en mi cabeza abre el suelo bajo mis pies hasta marearme. El candidato me suelta y tras hacerme señas para que responda con voz calmada, tomo una pr
Capítulo quince: Cuentas sin saldar*Narra Bruce Collins*Han sido tantos recuerdos los que se me han metido en el sistema de golpe solo de rozar su boca, que siento que tengo sed de más. Necesito saber qué ha sido de ella todo este tiempo, dónde siguió su vida sin mí y cómo se atreve a decir que no volverá a ocurrir algo que sabe a un pedazo del cielo en medio de este interminable infierno en el cual he terminado... y la he arrastrado conmigo. Amé a esa mujer como nunca pensé que podría. Y hoy, hoy que su boca ha vuelto a ser mía he dado un viaje al pasado con su sabor. Uno del cual me habría gustado no regresar. «Quiero tener un futuro con ella», sueños y anhelos que enterré hace más de un año regresan con mayor contundencia que nunca. No sé cómo, ni veo la manera, pero no consigo pensar en nada más. Me veo dentro de muchos años, cuando mis labios arrugados besan tímidos los suyos gastados en medio de un porche, sentados en el sillón para dos y dos labradores corriendo con nuestr