Capítulo trece: Mía*Narra Maia Miller*La sensación de proximidad es enloquecedora y no solo la física, sino también la espiritual... Ese momento en que sientes que tu alma conecta con la de otra persona y en nuestro caso, que no logra desconectar.Somos parte de una misma esencia desde hace mucho y corroborarlo en sus brazos es una locura.Su boca está cada vez más cerca, el corazón de ambos late desenfrenado, en tanto mis manos hacen puños en el planchado saco que recubre sus potentes hombros. Su nariz roza la mía y... —¡Lo siento, señor! —me aparato con un repentino movimiento. Ese "lo siento" lleva distintas lecturas y los dos lo sabemos, pero ninguno de los dos dice una palabra más.Cuando tomo distancia de él, simplemente me intenta sostener la mano un poco más y termino dando un tirón para liberarme. Él frunce el ceño, confundido y decepcionado.—Estamos listos —comunica a la tripulación luego de un carraspeo —. Podemos volar cuando queráis. Solo seremos nosotros.Esas últim
Capítulo catorce: ¿Qué leches estoy haciendo? *Narra Maia Miller*Bruce pone un dedo en mis labios y se queda mirando mis ojos tanto como yo los suyos. Estamos perdidos si nos descubren. No sé cómo podríamos explicar qué hacemos juntos en un baño. Por dentro rezo para Gerald no diga nada que comprometa mi verdadera intención. Sin embargo por fuera aún tiemblo, estar en sus brazos otra vez es una locura. Volver a sentir todo desde cero, como si jamás hubiese existido todo este tiempo entre los dos me vuela la mente y no sé que hubiera pasado si no llega a interrumpir mi marido.—Maia, ¿estás ahí? —mi esposo vuelve a llamarme y me pongo más rígida... si se puede. ¡Joder, ¿qué he hecho?! Se lo prometí, me lo prometí a mí misma. Bruce era agua pasada y... «Deja el cántico que ya se te ha arruinado la tapadera, querida», una insolente voz en mi cabeza abre el suelo bajo mis pies hasta marearme. El candidato me suelta y tras hacerme señas para que responda con voz calmada, tomo una pr
Capítulo quince: Cuentas sin saldar*Narra Bruce Collins*Han sido tantos recuerdos los que se me han metido en el sistema de golpe solo de rozar su boca, que siento que tengo sed de más. Necesito saber qué ha sido de ella todo este tiempo, dónde siguió su vida sin mí y cómo se atreve a decir que no volverá a ocurrir algo que sabe a un pedazo del cielo en medio de este interminable infierno en el cual he terminado... y la he arrastrado conmigo. Amé a esa mujer como nunca pensé que podría. Y hoy, hoy que su boca ha vuelto a ser mía he dado un viaje al pasado con su sabor. Uno del cual me habría gustado no regresar. «Quiero tener un futuro con ella», sueños y anhelos que enterré hace más de un año regresan con mayor contundencia que nunca. No sé cómo, ni veo la manera, pero no consigo pensar en nada más. Me veo dentro de muchos años, cuando mis labios arrugados besan tímidos los suyos gastados en medio de un porche, sentados en el sillón para dos y dos labradores corriendo con nuestr
Capítulo dieciséis: Sin boleto de regreso*Narra Maia Miller*Estoy cansada hasta decir «basta». Ha sido una noche intensa por muchas razones y ahora volamos de vuelta a casa. No es sencilla esta fase en la que estamos, pero el cansancio se hace una constante un poco molesta y siento que todos estamos un poco irascibles dentro del mismo avión.La estilizada señora Collins mantiene una conversación muy animada con Gerald como si fueran los mejores amigos, en tanto Bruce y su futuro vicepresidente debaten pasos y estrategias de una forma más discreta. Yo debería estar en uno de los dos grupos, precisamente en el de mis candidatos. Sin embargo, me quedo en mi apartado asiento, fingiendo dormitar. Estoy demasiado agotada. No quiero acercarme ni a mi ex, ni mucho menos a mi esposo. Tengo una jaqueca horrible que no cede con ningún analgésico. Mi cerebro se encuentra saturado de tanto pensar y remorderme la conciencia. Solo quiero llegar a mi casa, darme un buen baño de agua fría, tanto p
Capítulo diecisiete: El pasado regresa*Narra Maia Miller*Bruce en shock... Eso es algo que no pensé presenciar jamás. Lo cual me lleva a una aterradora pregunta:—¿Qué ha pasado? —le doy voz a mis miedosConozco a Henry tanto como a Bruce y sé que si no fuese algo muy grande, no estaría así de asustado. Su carácter divertido y jovial se esfuma cuando algo realmente serio acontece.—No lo sé —responde—. Ha recibido una llamada telefónica y se ha quedado ido de repente. Por favor, ayúdame. Esa plegaria mientras toma mis manos entre las suyas mojadas, me hace recoger mis cosas y bajarme casi tan rápido como me he subido.La seguridad intenta ir tras nosotros, pero él les detiene con un gesto de su mano y seguimos adelante solos.El propio Henry me cubre con un paraguas negro en tanto avanzamos de regreso a la pista, hasta que vislumbro el coche oficial del Gran Bruce Collins en medio de la pista aparcado.No puedo adivinar qué puede estar pasando, pero en definitiva sigo siendo guiad
Capítulo dieciocho: El inicio del fin*Narra Bruce Collins*No digo nada. Soy incapaz de hacerlo. Simplemente escucho como un estúpido sedado. Robin Collins es la única persona en el mundo, a día de hoy, que me hace vulnerable. Frente a él soy un pelele ante la vida. Mi abuelo es todo lo que tengo y perderlo supone mucho más de lo que parece.Pienso una y otra vez en todo lo que ha significado ese hombre para mí y cómo me crío solo, llevándome a ser la persona que la gente reconoce hoy con solo escuchar mi nombre.«No puedo perderlo»Lejos escucho la voz de Henry, no sé qué dice. No tiene importancia. Ya nada lo hace. No sé como reaccionar ni qué hacer. Por primera vez en mi vida soy un despojo humano, un ser inservible e incapaz de tomar una simple decisión como indicar al chófer que arranque y me lleve hasta la casa de mi abuelo. Entonces, así como me fuí, vuelvo. La voz de la única mujer que he amado en mi vida me calienta la piel cuando pronuncia mi nombre.No puedo recordar
Capítulo diecinueve: Recorrido por el pasado*Narra Bruce Collins*Pierdo la noción del tiempo y del espacio, la vista se me nubla y a su vez, puedo ver mi vida entera pasar frente a mis ojos. A estas alturas no sé qué es peor; si la ansiedad, la desesperación o el shock. Yo creo que siento una mezcla de todas al mismo tiempo, convirtiéndome en este ser inservible que jamás pensé conocer. —¡Bruce! —la voz dulce llega a mis oídos en un agudo chillido, pero no es eso lo que me sobresalta, sino el calor de su tacto en mis brazos, sacudiéndome con vehemencia—. ¡Despierta, joder! Entonces, como si hubiera sido golpeado por un rayo, reacciono. —El abuelo... —La versión resumida es que ha sufrido un infarto del miocardio —un médico aparece frente a nosotros y lo reconozco con rapidez como el cardiólogo de mi familia—. Ya es el tercero en menos de un año, Bruce. No te voy a repetir los riesgos y consecuencias. —Pero... —me detengo unos segundos a organizar mis ideas—, está vivo... —Sí
Capítulo veinte: Lo hice*Narra Bruce Collins*Volver a verla en tan poca ropa ya es una tortura, pero, ¡joder! Es que húmeda, chorreando pequeñas gotas de cálida agua y la piel con olor a lavanda envuelta en una toalla, la cual roza partes de su cuerpo que hace tiempo no exploro, es demasiado.«Como una piedra» no define con justicia mi grado de excitación.Sus ojos se encuentran con los míos alzando una ceja. Se cruza de brazos haciendo que los turgentes pech0s sobresalten más del borde de la toalla y toda esa piel rosada me hace perder un segundo más la férrea voluntad. —¿Nunca has visto a una mujer en toalla? ¡¿Y qué leches haces aquí?! —pregunta ella inclinádose para tomar la ropa que acabo de dejar caer.Luego suelta un sonoro suspiro y yo puedo ver más de lo que puedo soportar. —No puedo másMuerdo las palabras antes tomarla de su brazo para lanzarla contra la pared más cercana. —¿Qué haces? —chilla cuando mi rostro está a milímetros del suyo. Arruga la frente antes de segui