Sentir su calor y la fuerza de su cuerpo sobre mí de nuevo me encendió tan rápido como lo recordada, besaba mi cuello, acariciaba mis pechos, mi sexo, estábamos los dos desnudos en la cama sin apresurar nada, ya sintiendo su erección, sus brazos fuertes apretándome contra él. Me sentía como en un sueño. Era mío, ya no era de otra, no lo tenía prestado, era mío. Me amaba a mí.Me rodó sobre él, respiré agitada admirado su rostro, su torso, relamí mis labios, mis pechos subían y bajaban, mis cabellos caían sobre ellos y podía advertir en su mirada que le gustaba la imagen, que la estaba disfrutando. Yo también quería sacar mi lado perverso, recordé las palabras de Delfina y sí, era mucho mejor que lamentarme, así que no me contuve al brincar desnuda sobre Máximo, sonreí mientras me clavaba en él, eché la cabeza hacia atrás, abrí la boca gimiendo y quejándome mientras su tamaño me llenaba completa. Subía y baja sobre él desnuda sobre él, porque sí, era rico, me daba mucho placer y lo
Máximo.Irene tenía viviendo conmigo ya un mes y medio, solo su madre estaba al tanto, ya sabía yo que la necesitaría de aliada en algún momento. Eso fue, mi aliada, apoyó a Irene con nuestra relación por sus propios egoístas intereses, pero me servía. Delfina sabía que la veía, pero no que vivíamos juntos. Los muchachos no sabían nada, ni Camilo, ni Mauricio con quien mejoré las relaciones, superamos los malos entendidos y seguimos como siempre.—¿Te vas temprano hoy supongo? —preguntó Delfina en la puerta de mi oficina.—Sí, de hecho solo vine a recoger algo, no tenía pensado venir.—Aurora quiere que la vistas tú para la gala de premios dentro de dos meses—dijo con una media sonrisa.Negué, detestaba a Aurora, pero era la artista más vendida, estaba en el número uno, salía en todas las revistas de moda, que quisiera que yo la vistiera era muy importante. —Eres hábil, Delfina.Se encogió de hombros sonriendo, usó su influencia y seguro la manipuló un poco, acepté que lo haría, tend
Tres años después. Máximo. Todo estaba oscuro, apenas una luz tenue daba sobre el escenario. Había algo en el ambiente que se sentía nostalgico y a la vez emocionante. —Irene Bencomo —dijo el maestro de ceremonia. Ella se levantó y caminó hacia el centro del escenario en el auditorio a recibir su título por su maestría en neonatología. Su rostro reflejaba la satisfacción de un logro que había deseado desde hacía tiempo. Sentí el pecho hinchado de felicidad y orgullo. —Mira a mami, saluda, dile hola —dijo Camilo moviendo la mano de mi hijo hacia el escenario, rodé los ojos. —Déjalo, Camilo. No entiende nada. Moisés solo hacía burbujas de saliva y miraba a su tío como diciendo: «¿Quién es este loco y porqué debo soportarlo?». —Tu papá es un viejo amargado, pobre Moisés, menos mal que el tío… —¡Cállate! Toma la foto. La foto —dije, él se giró rápido a hacerlo, aunque ya había contratado fotógrafos profesionales. Suficiente tenía que soportar por estar lleno de baba todo el día
La bodaIrene.Mi hermana me excluyó de su boda, pero yo no haría lo mismo. Ella formaba parte de mi cortejo a pesar de las protestas de Máximo.—Es mi hermana, ¿Cómo pretendes que no la invite a ser mi dama de honor?—No sé, como ella es tan perfecta y pura, te estás casando con dos muchachos ya.Y ahí estábamos por fin, el día de nuestra boda. Tomaba mis medidas de nuevo porque después del parto mis cuerpo cambió un poco y era el día de la boda, por estar amamantando a la niña no me había vuelto a probar el vestido.—Llama a Ada.—No la necesitas, estoy aquí contigo.Lancé una mirada a Carlota y le lancé un beso, la bebé sonrió y apretó su carita mientras se mantenía recostada en su coche. —Deberías dejar el rencor de una vez, Máximo.—Deberías aprender a tener más dignidad, Irene.—Es mi hermana.—Es una arpía.—Basta.Dejó de tomarme las medidas, se levantó, puso sus manos alrededor de mis caderas y me pegó de su cuerpo cálido con salvajismo y sensualidad.—No necesito tomarte la
MáximoEsta es mi historia, una historia de mentiras donde todo siempre fue verdadero, menos las palabras, y por contradictorio que parezca, para mí las palabras sobraron siempre, las miradas contaban historias completas.Salí a tomar el aire de la noche, la cubierta estaba sola, todos estaban adentro disfrutando de la melodiosa voz de una cantante de R&B famosa; no podía presenciar su espectáculo, salí con sigilo y me dejé hipnotizar por el negro que cubría el mar aún bajo la luna llena, a lo lejos donde ni mi vista ni las espectaculares luces del yate alcanzaban. Era un cielo estrellado, y aunque se celebraba una fiesta, curiosamente reinaba el silencio. Me encontraba disfrutando del olor del mar oscuro y la vista a ratos aterradora del mar nocturno cuando ella apareció, no era un rostro desconocido.Caminó con torpeza levantando el sensual pero barato vestido azul rey que llevaba, demasiado escotado, demasiado ceñido para alguien de cuerpo voluptuoso, su cabello también fue barato
MáximoSe pronosticó lluvia, aun así Camilo, Mauricio, y mis padres insistieron con hacer la parrillada. Delfina coordinaba animada todo como siempre. La casa de mis padres era una mansión clásica, aseñorada, pero era el punto de reunión de todos. Mauricio es el mayor, de treinta y ocho años, cirujano plástico, casado y con una hija de dieciocho años, la luz de los ojos de todos en la familia, mi sobrina Eva, sin saber qué hacer, más que suplicarme que la ayudara a desarrollar una carrera de modelo, a lo cual me negaba constantemente y Camilo de veintiún años, pronto se recibiría de abogado.La relación de Ada y Camilo no era tan larga como pareja, se conocían desde hacía un año y comenzaron a salir como novios hacía tres meses, pero su rostro ya era familiar entre nosotros. Comenzaba hacerlo el de su hermana, quien la acompañaba a veces, como ese día.—Hola Máximo—saludó nerviosa.—Hola Irene—dije sonriendo.Me acerqué y le dejé un beso en la mejilla para hacerla sentir más cómoda, f
MáximoDelfina caminaba lejos de mí a pasos apresurados sobre la nieve, se soltó de mi agarre con brusquedad, no le importó no disimular cuando una pareja nipona nos pidieron tomarle una foto. Uno de mis escoltas lo hizo por mí, alcancé a Delfina dentro de la estación. Estábamos en Cerro catedral en Bariloche. La vista me distrajo un momento de mi misión de ir por mi mujer. Seguí y la halle sentada en el centro del lugar buscando calor.—¡Delfina!—¿Por qué querías venir aquí?—gritó con el rostro tenso y rojo.—Me apetecía esquiar.—Hubiésemos ido a los Alpes franceses. Estamos en Bariloche, se suponía que recorreríamos todo, que sería algo romántico, que intentaríamos...—¡Basta!—la interrumpí—, tenemos muchos días, y Cerro Catedral está en Bariloche, aquí está, forma parte del recorrido que querías hacer.—No, fuimos a Cerro Otto, fue suficiente.—Yo quería venir a Cerro Catedral—insistí.—Querías ganar tiempo fuera de la cama—susurró con amargura, venenosa pero con cuidado de no se
La presencia de oportunidades no garantiza el éxito, puede bien ser una oportunidad para arruinarlo todo, para fracasar, depende de la perspectiva desde que se le miré, así comienza mi historia, una historia de éxito o de fracaso, depende de quién juzgue.El día donde todo inició, en mi interior sabía que había sido antes, mucho antes, terminaba mi última guardia en una clínica privada cuando mi hermana Ada me llamó.—Hermana ¿Recuerdas que te dije que Máximo tuvo un accidente en una pista de ski en Bariloche? —preguntó con una emoción inapropiada en su voz.—Sí, me dijiste ¿Cómo sigue?—Vivo está, pero han contratado dos enfermeros para cuidarlo.—¿Tan grave fue?—Sí, se fracturó hasta la verga.—¡Pobre! Pero…—No te llamó para darte parte medica de él, sino porque Camilo sugirió tu nombre para que te contrataran también, están buscando una más para cubrir los turnos y eso.—¡Ada! Ellos seguro contrataron enfermos especializados con cien años de experiencia, yo, es decir, ellos son e