Capítulo 30

Máximo.

No quería que cuando despertara ellas no estuvieran allí, se resentiría, le dolería, esperé a que llegara Camilo, salí yo en busca de las brujas esas.

—¿Pero qué vas a hacer? —preguntó camilo.

—Ya vengo.

—Ya Ada y doña Irma saben, vendrán cuando puedan.

—¿Cuándo puedan? —pregunté con ironía, rodé los ojos y lo dejé pidiéndole que no se apartara de allí y me informara cualquier cosa.

Sabía dónde estaban, así que manejé a la casa de mis padres, ahora solo Hilda, Eva, mi padre y mi madre no sabían lo mío con Irene, según yo, Hilda bien que podía estar enterada, pero a diferencia de los demás se haría la loca. Igual yo me iba a presentar a buscar a esas mujeres para que les diera vergüenza delate de mi familia. Llegué y los vi a todos en el jardín viendo desfiles de decoradores, flores. Me hirvió la sangre.

—Hijo, Max, no sabía que venias —dijo mi madre dándome un beso.

La madre de Irene y Ada abrieron los ojos viéndome con desprecio.

—Madre —dije y la besé en la frente—, Camilo
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