MáximoDelfina me reclamaba que no estaba concentrado, claro que no lo estaba, estaba pendiente del novio de Irene, ¿Por qué?, ni yo sabía la respuesta. Me lancé sobre la cama incapaz de moverme, no quería hacer nada.—¿Qué haces? Anda báñate, revisa la ropa, no te has ni afeitado Máximo —gritó Delfina.Cerré los ojos y sacudí la cabeza.—Es mi cumpleaños mujer, déjame en paz.—¡Exacto! Hay una celebración por ello, yo la organicé, no lo arruines.Rodé los ojos.Sentí que se colocó a horcajadas sobre mí, besó mis labios y recostó su cuerpo del mío.—Lo hice muy elegante. No lo arruines como en tu agasajo. Compórtate.Se levantó a terminar de preparar todo. Hice lo que me pedía, me di un baño, me afeité, me peine y vestí como ella ordenó. Me miré frente al espejo sintiéndome un poco incómodo conmigo mismo. Habría dado lo que fuera por quedarme en cama sin hacer nada, pero el adulto no es libre, y quería verla a ella.—Los invitados ya llegaron —anunció Delfina mirándose al espejo, llev
IreneTraté de calmarme en el baño, estaba ansiosa y destrozada por lo mala persona que era, engañaba a Doménico, sí también a Delfina y la familia de Máximo, a su padre y su madre quienes siempre eran tan atentos conmigo y yo acostándome con su hijo casado. Pensaba en Camilo y en Ada. Suspiré y salí de prisa del baño, cansada de ver mi propio reflejo ¿En quién me había convertido?Doménico me recibió en sus cálidos brazos cuando volví junto a él, besó mis cabellos y me meció, se sentía bien, quise llorar porque ese era el hombre que había decidido que sería mi esposo, y se sentía tan bien estar con él, pero no lo amaba, lo estaba engañado, no podía ser tan egoísta y descarada. Era mala para él.—¿Qué pasó mi amor? —preguntó repitiendo besos sobre mi cabeza.Negué sonriendo con la mirada baja, incapaz de mirarlo a los ojos.—Todo esto es muy presuntuoso, no estoy acostumbrada.—El cumpleañero se ve un poco estirado sí, pensé que era homosexual, por ser diseñador de modas —dijo con ton
IreneCamilo manejaba y yo iba en el asiento de copiloto, Doménico iba echado atrás dormido, él manejaba el auto de Doménico y Ada el suyo para regresarse, apreté mi bolso fuerte contra mí, Máximo no dejaba de llamarme y mandarme mensajes. Suspiré y cerré los ojos.—¿Qué pasó? —preguntó Camilo.—Está borracho —dije, alcé los hombros.—¿Se puso violento? ¿Contigo? ¿Se había puesto así antes?—No, nunca, primera vez.—Lo vamos a dejar en su apartamento y tú te vas a quedar con nosotros—dijo.—No, no hace falta, me quedo en mi casa.—No se discute, tu mamá también se va a quedar, no te voy a dejar sola. Nos vamos a quedar en casa de mis padres.—Se va a poner como fiera mañana.—Vergüenza debería darle ¿Qué te hizo?—Me templó el cabello—dije, me avergonzaba contarle más.—No lo había visto así, la verdad, sé que cuando bebe se pone impertinente y busca pleito.—¿Qué le hizo a Máximo? —pregunté mirando por la ventana.—Le quería pegar, me decía que Max se estaba acostando contigo y tal,
Doménico saltó fuera del auto, solo quería subirme rápido antes de que Máximo saliera y me llamara, era rico, poderoso, mimado, acostumbrado a que todos hicieran lo que él quería, por eso le era tan fácil pasar por encima de todos. Yo si temía. No quería herir a Ada.Entré al auto con expresión seria. Doménico sacó el anillo de su bolsillo y me lo mostró. Suspiró cerrando los ojos.—Lo siento mucho hermosa, lo siento, lo siento, perdóname, se me subieron mucho las copas, tenía tiempo sin beber, sabes que no soy así —dijo, comenzó a llorar.Yo también reanudé mi llanto, pero por tantas cosas que me tenían el pecho oprimido, pagando la culpa de mi pecado, mi madre tenía razón, yo no estaba actuando bien, no podía pretender que la vida me tratara diferente.—Me jalaste duro el cabello Doménico, no te lo voy a perdonar.—Estaba borracho, nunca te he tocado.—Nunca me habías tocado. Y…cuando…metiste tus dedos—lloré.—Mi amor, perdón, estaba muy cabreado.—No tenías derecho, me sentí muy hu
Máximo.Llevaba una hora y media esperándola afuera de su casa, parecía un loco desquiciado, sin nada más que hacer, cuando justo estaba a punto de sacar a cotizar en bolsa mi marca, mi compañía, mi nombre. Hacer justo lo que estaba haciendo, lo ponía todo en riesgo, sin embargo, ahí estaba jugando Candy crush mientras esperaba porque ya había revisado los informes y los correos. Estaba haciendo una locura, pero al menos haría algo productivo con mi locura.Hasta que por fin la vi bajaste de un auto, llevaba la misma ropa con la que salió de casa de mis padres, me aterraba pensar que estaba con ese tipo que podía herirla, o que se reconciliaran y terminaran en la cama. Ella lo despidió con frialdad. Se subió al auto y se fue cuando ella cerró la puerta. Aproveché yo y me bajé del auto, toqué a su puerta.Abrió, se sorprendió al verme, negó con la cabeza, me haló hacia adentro con una expresión de horror en su cara.—¿Qué haces aquí?—Tenía que verte después de lo de ayer.—Mi mamá sab
Máximo.Llegué a casa sintiéndome derrotado, preguntándome como era que estaba conforme con la vida que tenía, no amaba a Delfina, nunca la amé, o quizás sí al principio de nuestra relación, después fue sobre lo conveniente que éramos juntos, el buen equipo que hacíamos, lo bien que encajaba con mi familia, lo bien que se ocupaba de mis cosas. Mi marca era ella, tenía su esencia y su mano, y si la amaba, debo corregirme, pero no como mi mujer, no con la pasión que podía amar a Irene, la amaba como socia, compañera, amiga, y faltaba más, faltaba ese algo que si sentía con Irene.Lo supe el día que Irene se quejó de náuseas y mareo, pensé enseguida en que pudiera estar embarazada, y la idea no me aterró, fue solo un par de segundos porque ella enseguida aclaró que le acababa de bajar la menstruación y eran los típicos síntomas. Ella no lo notó, recogió su bolso, se hizo una cola desordenada y salió a esperarme frente al ascensor, y yo me quedé colgado pensando que por ese par de segund
Un mes después.Máximo.El gran salón estaba lleno de mis vestidos, Delfina estaba en su elemento: buscando un vestido para Ada y Eva mientras nos servían champagne; Eva hacia caras de desagrado apurada por salir, la tenía vigilada, gracias a la estricta supervisión que mi hermano le tenía, la descubrió teniendo una cita con Doménico, el ex novio de Irene, ella inocente de todo, pero el muy bastardo quería vengarse de mí, usando a mi dulce y tonta Eva. Yo aún tenía que tener un encuentro con ese imbécil cara a cara. Meter a mi sobrina en el problema era mucho para tolerar.—Eva, esté rojo, esos cabellos rubios lisos largos, tu bronceado que parece falso… —dijo Delfina.—No es falso —espetó Eva rodando los ojos.—Lo parece, dije. Sé que no lo es, anda póntelo.—¡A mí no me obligues a usar rojo! —gritó Ada.Ahora me agradaba más Ada, era lo único más parecido a Irene que tenía cerca, le preguntaba por ella de vez en cuando con disimulo, me gustaba oírla contar sobre la vida de su herma
MáximoRecorrí el apartamento donde me encontraba con Irene, dejé las maletas en la puerta, terminé de hacer las contrataciones para hacer habitable el lugar, mi nuevo hogar, Delfina no me quiso escuchar más. Al menos podría posponer por más tiempo el divorcio hasta que no me perjudicara. Suspiré incrédulo, ¿Por qué me dio ese ataque de sinceridad?, no supe, pero me sentía más liviano.Ahora tocaba enfrentar a la familia: Delfina le dijo a Hilda, quien le dijo a Mauricio quien le dijo a Camilo quien le dijo a mi madre, y mi padre no dejaba de llamarme, no quise hablar con ninguno, esperaba que respetaran el duelo después de una separación, que si me dolía porque quería mucho a Delfina, era mi mejor amiga, y la herí. Sincerarse sobre mis sentimientos con ella fue lo mejor, pero esperaba que me siguiera apoyando como siempre, subestimé su amor propio.Miré en mi móvil el número de Irene, sentía un impulso loco por llamarla, que si debía hacerlo para advertirla sobre que le revelé lo nue