XXXVIII

V

Ni siquiera sé en qué momento mis piernas habían comenzado a correr fuera de mi habitación, y en menos de medio minuto me encontraba aporreando la puerta de Miles, pero nadie respondió.

—Mierda —mascullé para mí misma. Sabía que estaba actuando por impulso, sin poner en la balanza si realmente perseguirle era lo mejor, pero todo mi cuerpo me había llevado fuera de allí, mi primer instinto fue salir detrás de él, fue no dejar que desapareciese. Aporreé la puerta una vez más y de nuevo, nadie contestó. Salí a correr escaleras abajo para llegar a mi coche aparcado unas calles más abajo y conducir hasta la casa de Valerie y Wes, si Miles no estaba allí al menos sabrían donde iba a encontrarse. Realmente fue un milagro que no me estrellase aquella noche debido a la gran velocidad a la que iba conduciendo, pero no lo hice, llegand

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