IV.
—Miles —Holden pronunció ese nombre como si de un ángel se tratase—. Me encanta, suena tan... Sexy.
—¿Pero a ti qué mosca te ha picado con ese tío? —quiso saber Cara mientras se cruzaba de hombros mirando con el ceño fruncido al rubio.
—Una lesbiana no reconocería a un Dios adonis aunque lo tuviese delante de sus narices.
—Ese tío no es para tanto. —Me encogí se hombros mientras llevaba una cucharada de cereales a mi boca.
—¿Ves? —Holden acusó alzando sus manos hacia mí.
—¡Yo no soy lesbiana! —me defendí elevando una ceja.
—¿Seguro? —Holden indagó y una sonrisa divertida apareció en el rostro de Cara.
—Que yo no esté obsesionada con ese tío como tú no significa que sea lesbiana, ahora, cállate. —Di por finalizada la conversación para poder terminar mi desayuno tranquila y Cara se sentó junto a mí.
—Sabes que no se callará. —Adelantó acontecimientos con diversión en sus ojos.
—Y encima dijo aquello de la pistola, m****a, Indie, ¿no te pone eso? —Holden continuó con su insistencia y rodé los ojos mientras revolvía los cereales en la leche.
—A ti te pone hasta el sonido del tren, Holden, déjame desayunar tranquila —contesté vencida por sus insistencias y bufó por mi falta de interés.
—Eres rara.
—Gracias.
—Por cierto, Indie...
—¿Qué quieres ahora?
—Saca a pasear a ese chucho pulgoso. —Parecía que aquella mañana Holden quería realmente tocarme las narices desde bien temprano.
(...)
—¡Indie Harris! —Escuché mi nombre siendo gritado en los pasillos de la universidad y me giré para observar como Ezra corría intentando alcanzarme.
—¿Ocurre algo? —quise saber cuando llegó junto a mí y comencé a andar de nuevo.
—Llevo llamándote desde hace tiempo —respondió intentando recuperar el aliento y me encogí de hombros.
—Supongo que no te había escuchado.
—No te volví a ver, simplemente desapareciste en la hoguera. —Cambió de tema cuando entramos en la cafetería y me dirigí a la barra para pedir un café.
—Estaba bastante cansada, además, poco después empezó a llover.
—Fue una putada, tuvimos que irnos. —Cogí mi café y él su manzana a la vez que caminábamos a una de las mesas.
—¿Todo sigue bien con tu novia? —Ezra rodó los ojos cuando finalmente nos sentamos y mordió la manzana, provocando que mis ojos viajasen a su boca.
—¿Podemos no hablar de ella? —rogó y reí suavemente mientras asentí, sonrió agradecido.
—¡Ezra, amor! ¿No vienes? —Escuché una voz que supe que pertenecía a la novia del rubio.
—Voy a quedarme con Indie, luego nos vemos.
—¿Pero por qué...?
—Luego nos vemos. —Y me giré justo a tiempo para observar como aquella chica me echaba una mirada de odio a la vez que se volvía a hablar con sus amigas. Ahora en la universidad tenía un amigo y una nueva enemiga, parecía que las cosas debían mantenerse en equilibrio. —¿Así que... Vas a hablarme de ese psicoanálisis? ¿Sobre quién es?
—Un chico que he conocido hace poco.
—¿Puedo saber su nombre? —Y negué queriendo molestarle. —¿Me vas a dejar con la duda? Oh, vamos, Indie Harris, no podré dormir.
—Eso es una ventaja, Ezra O'Donell, así podrás hacerme los deberes de estadísticas en tus horas de insomnio.
(...)
—Sigo sin saber por qué he permitido que seamos arrastradas por Holden hasta aquí. —Cara volvió a quejarse sentada en el taburete de la barra mientras observábamos como la gente bailaba en la pista.
—¿Por qué no te emborrachas y te mantienes ocupada? Me harías un favor —Holden propuso y reí ante su hostilidad, aunque Cara no se lo tomó con diversión.
—Pienso darte un puñetazo —la rubia le amenazó apuntándole con la pajita de su vaso.
—Sabes que te ganaría en un uno contra uno —Holden retó y Cara decidió ignorarle, aunque no hizo falta mucho fingir pues minutos después Holden desapareció de la barra para ir a hablar con un chico al cual llevaba mirando desde que habíamos entrado en el local.
—Hola, preciosas, ¿puedo invitaros a algo? —Un hombre de unos cuarenta años se apoyó a mi lado en la barra mientras su mirada vagaba de Cara a mí y viceversa.
—Estamos servidas. —Levanté mi vaso girándome a Cara para dar la espalda a aquel hombre y así conseguir que se fuese.
—No hacía falta ser tan perras, sólo quería saber vuestros nombres y charlar un rato. —Cara se asomó por un lado de mi cuerpo para hacer contacto visual con aquel hombre.
—Claro, yo me llamo Aléjate de nosotras y ella O te parto las piernas. —Cara agarró mi mano y tiró de mí hasta la pista de baile mientras yo sonreía ante su contestación. —Babosos —masculló una vez que estuvimos en la pista, comenzó a bailar y miró al hombre de antes que aún seguía apoyado en la barra mirándonos, Cara se llevó los dedos a la boca fingiendo que los metería para vomitar y después le enseñó el dedo corazón.
—Va a matarnos. —Reí bailando junto a ella y negó mientras reía. Pasamos un rato en la pista, no volviendo a ver a Holden y divirtiéndonos.
—¿Me acompañas a fumarme un cigarro? —Asentí y Cara y yo salimos fuera del local siendo golpeadas por el frío de Londres provocando que me estremeciese.
—¿Has vuelto a saber de Riley? —quise saber una vez Cara se encendió el cigarro y negó para después expulsar el tóxico aire.
—Lo cierto es que no, no hemos vuelto a hablar, esta vez es para siempre, Indie. —Se encogió de hombros y reproduje una mueca de pesar en mi rostro, Riley era la antigua novia de Cara, ambas habían estado juntas desde que yo la conocía, pero las discusiones constantes habían desgastado su relación.
—¿Y te vas sintiendo mejor? —indagué y fue su turno de sonreír con pesar.
—No, pero supongo que llegará la hora. —Entonces la puerta del local se abrió y observé como el hombre con el que habíamos interactuado en la barra salía de allí junto a otros dos hombres.
—Vaya, pero mirad a quienes tenemos aquí. —Sonrió macabramente y miré a Cara, la cual se mantenía aun fumando y observándoles con tranquilidad.
—Lárgate —Cara escupió cuando aquel nombre dio un paso hacia nosotras y temblé en mi sitio, éramos dos contra tres. Tragué saliva mientras metía la mano en mi bolso y agarraba el spray de pimienta que siempre llevaba y del que Cara siempre se burlaba.
—Yo te voy a enseñar a respetar a los mayores —pronunció el tío cuando dio un paso hacia Cara y rocié su rostro con el spray, provocando que comenzase a blasfemar y se llevase las manos a los ojos, oportunidad que Cara tomó para apagar el cigarro en una de sus manos y ambas echamos a correr al momento en el que los otros hombres restantes salían tras nosotras. Choqué contra un pecho debido a que mi mirada estaba fija en aquellos hombres.
—¿Qué coño haces aquí, Harris? —Y desde que le conocía no me había alegrado tanto de verle. Miré su rostro, y fruncí el ceño al observar nuevas heridas en su piel.
—Ellos... —comencé a hablar sobre los hombres detrás de nosotros y Miles me apartó de delante de él.
—¿Os pensabais divertir? —pronunció Miles y miró a un chico moreno que se encontraba a su lado y yo no me había dado cuenta de que estaba allí.
—Esto no es asunto tuyo, sigue con tu camino —uno de los hombres dijo mirándonos a Cara y a mí. Miles rió roncamente resonando en mi cabeza y, dios, su risa sería algo de lo que no me podría olvidar en un tiempo.
—¿Preparado para un tercer asalto y una nueva oportunidad para sumar puntos, novato? —Miles le preguntó al chico moreno de su lado el cual tenía sangre seca bajo su nariz, el labio partido y un ojo rojo tornándose morado.
—Totalmente. —Y cuando quise reaccionar, Miles y el novato se encontraban sobre los otros dos hombres repartiendo golpes a cada oportunidad. Me giré a ver a Cara la cual se estaba encendiendo otro cigarrillo mientras miraba la escena.
—¿Se puede saber qué haces?
—Oh, van a matar a esos viejos, solo relájate y disfruta del espectáculo. —Cara le dio la primera calada y la miré estupefacta, para luego bajar la mirada a la pelea que estaba frente a nosotras, uno de aquellos hombres golpeó a Miles en el rostro y llevé las manos a mi boca, pero entonces observé como Miles se limpiaba la sangre que comenzaba a surgir de su labio con una sonrisa de lado, se giró y pateó a aquel hombre en el estómago, provocando que cayese de rodillas, oportunidad para proporcionarle otra patada en la nariz.
—Dios... —No pude evitar decir ante la macabra escena que se estaba llevando a cabo delante a mí y observé como Miles ayudaba al otro chico a dejar al hombre restante casi desfallecido en el suelo.
—Esto ya está —oí como el chico moreno pronunciaba y levanté mi mirada al hombre de la barra que nos observaba metros atrás con furia y una de sus manos cubriendo la otra que había sido quemada con el cigarro.
—Te doy dos. —El moreno sonrió. —¡También hay para ti si quieres! —Miles pronunció y el niño rió, aquel hombre se giró y volvió al bar dejando a los otros dos intentar reponerse en el suelo.
—¿Estáis bien? —El moreno quiso saber y Cara asintió divertida mientras yo seguía mirando a los hombres que permanecían en el suelo casi sin moverse.
—Quizá deberíamos llamar a alguien, uno de ellos no parece que respire... —propuse observando sus demacrados rostros.
—Y también podrías dejarles tu número para que cuando se pongan bien vengan a violarte como hubiesen hecho si no hubiésemos aparecido —Miles pronunció fríamente mirándome con diversión, burlándose de lo que acababa de decir.
—Hemos podido con un hombre, dos tampoco hubiesen sido tan difíciles —Cara pronunció encogiéndose de hombros—. Vosotros nos lo habéis facilitado, pero no necesitamos a un hombre para que pelee por nosotras, hasta donde yo sé, estamos en el siglo veintiuno y las mujeres podemos defendernos solitas.
—Tenemos a una gran feminista aquí, ¿no es cierto? Relájate, rubia, solo queríamos un gracias —el moreno habló y Cara sonrió cínicamente.
—Cuando seas más mayor, tendrás el derecho de hablarme, ¿qué haces aquí de todas formas? Deberías estar durmiendo en tu cuna desde hace horas —Cara atacó de nuevo y el nombrado mordió su labio furioso, parecía que aquello de que se metiesen con sus aparentados diecisiete años solía ser rutinario y molesto para él.
—Deberíamos irnos —pronuncié queriendo disipar la tensión y observé como Miles levantó una ceja.
—¿En serio? ¿Ni un gracias? —espetó con una diversión y cerré los puños a los lados de mi cuerpo.
—¿Me las distes tú cuando te llevé a casa?
—No te pedí que lo hicieses.
—Tampoco yo que golpeases a esos tíos. —Los cuales comenzaban a levantarse del suelo habiendo recuperado un poco de fuerza.
—Vayámonos de aquí —Cara me apoyó.
—Holden ha desaparecido con el tío ese y tiene las llaves del coche.
—Qué pena. —El moreno comenzó a caminar lejos de nosotras junto a Miles.
—Miles... Mmm, ¿podrías llevarnos a casa? —Se giró sorprendido de mi proposición y observé como me observaba con una ceja enarcada.
—¿Por qué debería hacerlo?
—El otro día yo te llevé y...
—Y yo hoy me he deshecho de estos tíos, estamos en paz. —Rodé los ojos y comencé a caminar junto a Cara en dirección a casa, la cual iba comentando lo emocionante que le había parecido la pelea. Escuchamos un coche detrás de nosotras y miré a la derecha cuando se paró a nuestro lado. —Subid vuestros jodidos culos al coche antes de que me arrepienta. —Sonreí a pesar de las rudas palabras de Miles y tanto Cara como yo, obedecimos.
Llegamos al piso y nos bajamos del coche sin pronunciar palabra.—¿Tú también vives aquí? —No pude evitar preguntarle al moreno que acompañaba a Miles.—Esta noche sí, me he escapado definitivamente del orf... —el chico comenzó a dar explicaciones y Miles le propinó un empujón, provocando que se callase.—Novato, no le cuentes tus mierdas —bruscamente habló mientras yo le observaba con el ceño fruncido.—No tienes que hablarle así —sentencié mirándole con mala cara y Miles elevó una ceja casi mofándose de mí.—¿También vas a decirme como tengo que dirigirme a él? Alguien aquí tiene complejo de sargento —Miles pronunció y rodé los ojos mientras caminaba al ascensor al igual que los demás.—Escucha, mmm... —me dirigí al moreno sin saber su nombre.—Shawn —dijo con una sonrisa de lado, justo en el lado que tenía la herida.—Shawn, no tienes por qué aguantarle, lo sabes, ¿no? —pronuncié cuando entramos en el ascensor y Miles me dedicó una gélida mirada.—Sabes como podría hacer que dejase
—Necesitas explicarme que acaba de pasar. —Miré a Miles mientras señalaba la puerta por la que acababan de salir aquellos hombres.—¿Por qué has venido, maldita sea? —gruñó incorporándose de la pared con una mueca de dolor en sus facciones.—Escuché ruidos y golpes, solo... —Miles no está aquí, Shawn, ¿por qué no volvemos a casa? Puedes quedarte en mi apartamento si no tienes otro sitio en el que pasar la noche —hablé cuando giramos en una esquina por quinta vez esa noche. —Deberíamos revisar los bares, suele beber de vez en cuando. —Aparqué el coche en el primer sitio libre que encontré y ambos nos bajamos de este. —Dos bares, si en dos bares no le hemos encontrado nos vamos a casa, ¿vale? Este sitio no me da buena espina. —Por eso sé que Miles tiene que estar aquí. —Caminé junto a Shawn que aceleraba el paso cada vez que podía, me aferré a mi abrigo, sintiendo un escalofrío recorriéndome el cuerpo, estaba helando en esos momentos en Londres. —Vamos a ese. —Shawn señaló un bar el cual tenía sobre la fachada con luces rojas fluorescentes Dirty souls. Tragué saliva antes de seguir el paso al moreno, y entré por la puerta por la que él había ido. Observé el lugar, realizando una mueca de asco ante el olor que se respiraba en el ambiente. Las personas queVII.
—Eres demasiado aburrida, ¿cómo pudiste negarte? —Holden me replicó por segunda vez en la noche mientras estaba sentada en el sofá con él viendo una película aquel viernes.—No lo sé... Simplemente, no lo veía correcto.—Oh, vamos, Indie, es él quien tiene novia, ¿qué mierda te importa a ti ella? —Holden demostró su total compasión por la raza humana y rodé los ojos. Esa mañana tras hablar con Ezra un rato me había invitado a ir al cine con él, a pesar de que 98% de las intenciones de esa invitación fuese para ser amigos, no me sentía bien yendo con él cuando tenía novia, y tras Holden volverse loco sobre que tenía que haber aceptado y echar un polvo, supe que había hecho lo correcto diciendo no.—Ella no se merece algo así.—¿Acaso la conoces? Es más, me has contado que te mira mal por el simple hecho de ser amiga de Ezra. Jesús, Indie, esa chica sí se lo merece.—No me gustaría que alguien lo hiciese conmigo, así que yo no lo haré. Además, ni siquiera sabemos si esas eran sus intenc
—¿Qué coño haces aquí, Harris? —Fueron las primeras palabras que Miles me dirigió cuando abrió la puerta descubriéndome frente a esta, y pasé furiosa dentro de su apartamento cerrando la puerta tras de mí y arrojándole la carta en sus narices, haciendo que frunciese el ceño mientras la agarraba.—Sé que quieres asustarme, pero est...—Yo no he sido quien ha escrito esto —afirmó mientras sus ojos continuaban en el papel que arrugó cuando su mirada subió a la mía, casi haciéndome olvidar el por qué estaba allí, los ojos de Miles realmente eran profundos.—Pues entonces...—MalditoDenix—murmuró entre dientes, y de nuevo ese nombre, que supe en ese momento que debía pertenecer a una persona.—¿Quién es Denix? —pron
—Estoy en una relación amor/odio con ese hombre, Indie. —Fueron las primeras palabras que Holden pronunció cuando le conté todo lo que había pasado con Miles.—¿Qué?—Es un cabrón y un hijo de puta, pero está bueno como el infierno, Indie, tienes que reconocerlo.—¿Sabes lo que pienso? Que quizá él sea elinfierno,quizá todo lo que estoy haciendo por "intentar" conocerle más a fondo es una mierda porque debería fiarme de las primeras impresiones, algo me dice que Miles no tiene demonios internos como todo el mundo, él es el mismísimo demonio.—Indie, no dramatices tanto...—¿Qué no dramatice? Tú no viste como me miró cuando le dije lo de la muerte de sus padres. —Holden se encogió de hombros, no apoyando mi opinión hacia nuestro v
—No tienes la mínima idea de lo que me estás pidiendo, Harris. —Una sonrisa sarcástica se formó en el rostro de Miles y ladeé un poco mi cabeza.—¿A qué le tienes tanto miedo? —Los ojos de Miles me miraron con sorpresa ante la pregunta, y pude ver en ellos que no iba a darme la respuesta.—No le tengo miedo a nada.—¿Sabes que las personas que dicen no tenerle miedo a nada son las que más asustadas están?—No me psicoanalices, Harris, me pone nervioso.—Vaya, al final puedo provocar algo en ti que no sea furia e ira —pronuncié y supe que Miles casi sonrió cuando vi una mueca en su rostro, un indicio, pero se quedó en eso, una simple mueca—. ¿Me puedes decir dónde está el botiquín de auxilios? Tienes que darte algo de agua oxigenada en esas heridas.—Espero que
—¿Qué haces aquí de todos modos? —Me crucé de brazos mientras sus ojos seguían examinando el apartamento e incluso observé como su camisa negra, del mismo color que sus pantalones, se encontraba un tanto desabrochada, dejando ver sobre su pectoral izquierdo una especie de armadura ardiendo.—La familia, Harris, la jodida y podrida familia. —Se encogió de hombros como si estuviese diciendo algo obvio.—¿La familia? Yo pensé que...—Pensaste que estaban muertos, sí, ya me dijiste que habías leído el artículo —contestó entre dientes con su dura voz y fruncí el ceño ante aquello—. No me mires así, realmente están muertos, pero la familia... es una puta mierda, ¿sabes?—No, la verdad que no lo sé —francamente respondí pues no tenía ni idea de a qu&ea