Llegamos al piso y nos bajamos del coche sin pronunciar palabra.
—¿Tú también vives aquí? —No pude evitar preguntarle al moreno que acompañaba a Miles.
—Esta noche sí, me he escapado definitivamente del orf... —el chico comenzó a dar explicaciones y Miles le propinó un empujón, provocando que se callase.
—Novato, no le cuentes tus mierdas —bruscamente habló mientras yo le observaba con el ceño fruncido.
—No tienes que hablarle así —sentencié mirándole con mala cara y Miles elevó una ceja casi mofándose de mí.
—¿También vas a decirme como tengo que dirigirme a él? Alguien aquí tiene complejo de sargento —Miles pronunció y rodé los ojos mientras caminaba al ascensor al igual que los demás.
—Escucha, mmm... —me dirigí al moreno sin saber su nombre.
—Shawn —dijo con una sonrisa de lado, justo en el lado que tenía la herida.
—Shawn, no tienes por qué aguantarle, lo sabes, ¿no? —pronuncié cuando entramos en el ascensor y Miles me dedicó una gélida mirada.
—Sabes como podría hacer que dejases de hablar, Harris, solo mantener tu puñetera e ingenua boca cerrada.
—Uf, esto se pone interesante —Cara pronunció con una sonrisa pícara al escuchar las palabras de Miles, las estaba tomando por un sentido que no tenían, mientras Miles me amenazaba con pegarme un tiro para que me mantuviese callada, Cara pensaba en algo totalmente distinto; sexo.
—No es lo que tú piensas —aclaré mirando a mi mejor amiga que nos observaba con una ceja levantada.
—Oh, claro que no. —Rodé los ojos y el ascensor llegó a nuestra planta.
(...)
—Malditas perras, no puedo creer que Miles os trajese a casa. —Fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Holden cuando Cara y yo llegamos a la cocina para desayunar.
—Tú estabas muy ocupado con otro tío. —Cara se encogió de hombros mientras caminaba al frigorífico para coger mantequilla y mermelada.
—Le habría dejado si supiese que Miles nos llevaba a casa.
—Si tú hubieses venido, él no habría tenido esa necesitad, puesto que lo que lo provocó fue no tener tu coche, ah, y el hecho de que casi somos violadas —aclaré mientras le daba un sorbo al café y Holden rodó los ojos.
—Aun así, veo m… —Intentó continuar Holden con su enfado cuando un moreno de ojos verdes entró en la cocina sin camiseta.
—Buenos días. —Tragué al observar su cuerpo y miré con diversión la cara de Holden cuando este se acercó a besar sus labios.
—¿Qué haces? —mi mejor amigo rubio cuestionó, escuché a Cara reír entre dientes a mi lado y golpeé con mi codo su brazo.
—¿Saludar? —El pobre chico le observó confuso y Holden negó con la cabeza.
—No saludas. Nos acostamos, te levantas y te vas, ni siquiera tenías que haber dormido aquí —aclaró el rubio mientras el chico delante de él daba un paso atrás, nos miró, transmitiendo la humillación que estaba sintiendo y caminó fuera de la cocina, supuse que iría a cambiarse y largarse de allí cuanto antes. Miré el lugar por el que se había ido con duda y tras mirar a Cara y Holden, me levanté para caminar hacia el salón por donde aquel chico pasaba encaminado a la puerta con rabia en sus facciones.
—Eh —le llamé antes de que saliese por la puerta y se giró a verme—. No te lo tomes como algo personal, Holden es así.
—Oh, gracias, ya me siento mejor —ironizó y salió de allí dando un portazo.
—¿En serio, Holden? Te has pasado un poco con él —le reproché a mi mejor amigo cuando volví a la cocina y se encogió de hombros.
—¿Qué quieres que le diga?
—No solo porque a ti te trataron así tienes que hacerlo con los demás.
—O sí. —Cara apoyó y Holden le miró cómplice a la vez que ambos chocaban las manos.
(...)
—Hey. —Escuché una voz masculina mientras me encontraba escribiendo en el césped del campus de la universidad. Levanté mi vista y observé a Ezra mirándome con una sonrisa que dejaba a relucir sus filas de blancos dientes. —¿Cómo éstas, Indie Harris? —Se sentó a mi lado intentando echar un ojo a lo que tenía entre mis manos. —¿Qué estás escribiendo que no me dejas leer? —quiso saber levantando las cejas varias veces y sonreí.
—Solo una estúpida redacción sobre lo que más me asusta en esta vida. —Me encogí de hombros y sonrió de lado, pensé que estabas escribiendo sobre un sujeto desconocido.
—Debería, pero ese trabajo es para dentro de un tiempo y este urge prisa, además, ni siquiera sé que escribir de él.
—Puedes probar a decirme quién y es y yo te ayudaría. —Sonreí de lado mientras negaba y recogía un mechón de pelo tras mi oreja puesto que se me había venido a la cara.
—No creo que le conozcas.
—Entonces háblame de tus miedos... —quiso saber golpeando suavemente mi hombro y frotando sus manos entre sí, como si lo que fuese a oír fuese el cotilleo más importante del año.
—Sólo si tú me cuentas el tuyo.
—Trato. Ahora empieza, estoy ansioso.
—No hay nada de especial, mi mayor miedo es que pase mi vida y sentir que la estoy desperdiciando.
—¿A qué te refieres con eso? —Frunció su ceño y torció ligeramente la cabeza hacia un lado.
—Cuando parte de mi vida pase quiero poder fijarme en las cosas que hice y pensar "joder, lo hice bien", ¿sabes? No sé, me gustaría que mi vida fuese una película que valiese la pena ver.
—Vaya, qué profundo. —Sonrió sorprendido por mis palabras, quizá habiéndose esperado otras.
—¿Y el tuyo?
—Yo no tengo de eso —bromeó haciéndose el duro y echando su rubio flequillo hacia atrás.
—Venga, todos tenemos uno.
—No ser capaz de decidir por mí mismo.
—¿Sobre qué?
—Sobre todo. Mi vida se ha basado en una continua decisión de mis padres: ser presidente del consejo escolar, estar en el equipo, estudiar esta carrera, incluso mi novia... Quiero poder tomar las riendas de mi propia vida, pero soy demasiado cobarde como para enfrentarme a ellos.
—Es tu vida, Ezra O'donnell, ¿por qué te da miedo reclamar algo que te pertenece? No tienes por qué exigirles vivirla solo, pero puedes dejarles claro que tú también puedes tomar decisiones sobre ella, que debes.
—Vaya, Indie Harris, le estoy cogiendo gusto a hablar contigo.
(...)
Retiré mi pelo hacia atrás con mis codos apoyados sobre el escritorio para después levantarme y caminar hasta el balcón de mi habitación, necesita un descanso.
—No puede ser. —Escuché como alguien masculló cuando salí finalmente y giré mi cabeza a la derecha para observar a Miles apoyado en la ventana como siempre fumando un cigarrillo.
—Yo también me alegro de verte. —Apoyé mis codos en la barra del balcón y eché la cabeza hacia atrás, para luego mirar a Miles. —Tus heridas están mejor.
—¿Qué te importa? —bruscamente respondió y esta vez ni siquiera me sorprendió su hostilidad, estaba comenzando a acostumbrarme.
—Solo era una observación —dije volviendo a incorporarme y mis ojos vagaron por él, viendo como ese día llevaba una sudadera roja, unos pantalones negros y se encontraba descalzo mientras el cigarro casi se consumía entre sus dedos—. ¿Qué hay de Shawn? —Inspiró una calada y sus negros ojos se clavaron a mí, si las miradas pudiesen matar, yo ya habría sido lanzada desde allí arriba.
—Salgo aquí para relajarme, Harris, y tú estás consiguiendo sacarme de mis casillas con tus jodidas preguntas, ¿qué coño te importa mi vida de todas maneras? —Justo cuando me disponía a responder el timbre de su casa sonó, miró al cielo exasperado, le dio la última calada al cigarro y lo arrojó desde allí.
—¡Eh! Imagínate que das a algu... —comencé a protestar ante aquel hecho.
—¡Me importa una puta m****a, Harris, cierra tu puñetera boca! —me gritó mientras se dirigía a la puerta y rodé los ojos, justo cuando escuché el sonido de esta abrirse y varios golpes y gruñidos seguidos.
—¿Miles? —le llamé comenzando a preocuparme y más golpes fueron escuchados, objetos romperse y mis ojos no pudieron abrirse más. Corrí hasta la entrada y cogí un palo de golf de la bolsa de Holden, salí fuera de casa observando como la puerta del apartamento de Miles se encontraba abierta, entré rápidamente en esta observando como dos hombres se encontraban pateando y golpeando a Miles mientras uno le sujetaba. Miré el palo de golf y a los hombres, concienciándome de que lo iba a hacer por el bien de Miles y me acerqué golpeándoles en la cabeza, sabiendo que aquel sería el lugar más doloroso, le di una patada a uno de ellos que se encontraba ya dolorido por el golpe y Miles utilizó esto como ventaja para deshacerse el hombre que le sujetaba y golpearle tres veces ante de empujarle contra los otros dos. Corrí hasta Miles para ponerme frente a él amenazando a aquellos hombres con el palo de golf y, aunque debía verme realmente ridícula en aquellos momentos, ninguno de ellos se atrevió a acercarse. Miles pasó su brazo por delante de mí, arrastrándome detrás de él.
—Vaya, tienes una guardaespaldas, Ares, pensaba que no le importabas una m****a a nadie —el menos herido se atrevió a hablar. Ares.
—¡Fuera antes de que llame la policía! —me atreví a gritar y ambos, a pesar de haber sido golpeados y tener brechas posiblemente, me miraron sonrientes.
—Parece que Ares tiene una novata, sé de alguien a quien va a gustarle mucho. —Y ambos comenzaron a caminar hasta la salida después de echar una mirada de desprecio a Miles y escupir en el suelo. Cuando cerraron fuertemente la puerta me giré a ver a Miles que se encontraba apoyado en la pared intentando recomponerse, con el ceño fruncido y los ojos llenos de furia.
—Necesitas explicarme que acaba de pasar. —Miré a Miles mientras señalaba la puerta por la que acababan de salir aquellos hombres.—¿Por qué has venido, maldita sea? —gruñó incorporándose de la pared con una mueca de dolor en sus facciones.—Escuché ruidos y golpes, solo... —Miles no está aquí, Shawn, ¿por qué no volvemos a casa? Puedes quedarte en mi apartamento si no tienes otro sitio en el que pasar la noche —hablé cuando giramos en una esquina por quinta vez esa noche. —Deberíamos revisar los bares, suele beber de vez en cuando. —Aparqué el coche en el primer sitio libre que encontré y ambos nos bajamos de este. —Dos bares, si en dos bares no le hemos encontrado nos vamos a casa, ¿vale? Este sitio no me da buena espina. —Por eso sé que Miles tiene que estar aquí. —Caminé junto a Shawn que aceleraba el paso cada vez que podía, me aferré a mi abrigo, sintiendo un escalofrío recorriéndome el cuerpo, estaba helando en esos momentos en Londres. —Vamos a ese. —Shawn señaló un bar el cual tenía sobre la fachada con luces rojas fluorescentes Dirty souls. Tragué saliva antes de seguir el paso al moreno, y entré por la puerta por la que él había ido. Observé el lugar, realizando una mueca de asco ante el olor que se respiraba en el ambiente. Las personas queVII.
—Eres demasiado aburrida, ¿cómo pudiste negarte? —Holden me replicó por segunda vez en la noche mientras estaba sentada en el sofá con él viendo una película aquel viernes.—No lo sé... Simplemente, no lo veía correcto.—Oh, vamos, Indie, es él quien tiene novia, ¿qué mierda te importa a ti ella? —Holden demostró su total compasión por la raza humana y rodé los ojos. Esa mañana tras hablar con Ezra un rato me había invitado a ir al cine con él, a pesar de que 98% de las intenciones de esa invitación fuese para ser amigos, no me sentía bien yendo con él cuando tenía novia, y tras Holden volverse loco sobre que tenía que haber aceptado y echar un polvo, supe que había hecho lo correcto diciendo no.—Ella no se merece algo así.—¿Acaso la conoces? Es más, me has contado que te mira mal por el simple hecho de ser amiga de Ezra. Jesús, Indie, esa chica sí se lo merece.—No me gustaría que alguien lo hiciese conmigo, así que yo no lo haré. Además, ni siquiera sabemos si esas eran sus intenc
—¿Qué coño haces aquí, Harris? —Fueron las primeras palabras que Miles me dirigió cuando abrió la puerta descubriéndome frente a esta, y pasé furiosa dentro de su apartamento cerrando la puerta tras de mí y arrojándole la carta en sus narices, haciendo que frunciese el ceño mientras la agarraba.—Sé que quieres asustarme, pero est...—Yo no he sido quien ha escrito esto —afirmó mientras sus ojos continuaban en el papel que arrugó cuando su mirada subió a la mía, casi haciéndome olvidar el por qué estaba allí, los ojos de Miles realmente eran profundos.—Pues entonces...—MalditoDenix—murmuró entre dientes, y de nuevo ese nombre, que supe en ese momento que debía pertenecer a una persona.—¿Quién es Denix? —pron
—Estoy en una relación amor/odio con ese hombre, Indie. —Fueron las primeras palabras que Holden pronunció cuando le conté todo lo que había pasado con Miles.—¿Qué?—Es un cabrón y un hijo de puta, pero está bueno como el infierno, Indie, tienes que reconocerlo.—¿Sabes lo que pienso? Que quizá él sea elinfierno,quizá todo lo que estoy haciendo por "intentar" conocerle más a fondo es una mierda porque debería fiarme de las primeras impresiones, algo me dice que Miles no tiene demonios internos como todo el mundo, él es el mismísimo demonio.—Indie, no dramatices tanto...—¿Qué no dramatice? Tú no viste como me miró cuando le dije lo de la muerte de sus padres. —Holden se encogió de hombros, no apoyando mi opinión hacia nuestro v
—No tienes la mínima idea de lo que me estás pidiendo, Harris. —Una sonrisa sarcástica se formó en el rostro de Miles y ladeé un poco mi cabeza.—¿A qué le tienes tanto miedo? —Los ojos de Miles me miraron con sorpresa ante la pregunta, y pude ver en ellos que no iba a darme la respuesta.—No le tengo miedo a nada.—¿Sabes que las personas que dicen no tenerle miedo a nada son las que más asustadas están?—No me psicoanalices, Harris, me pone nervioso.—Vaya, al final puedo provocar algo en ti que no sea furia e ira —pronuncié y supe que Miles casi sonrió cuando vi una mueca en su rostro, un indicio, pero se quedó en eso, una simple mueca—. ¿Me puedes decir dónde está el botiquín de auxilios? Tienes que darte algo de agua oxigenada en esas heridas.—Espero que
—¿Qué haces aquí de todos modos? —Me crucé de brazos mientras sus ojos seguían examinando el apartamento e incluso observé como su camisa negra, del mismo color que sus pantalones, se encontraba un tanto desabrochada, dejando ver sobre su pectoral izquierdo una especie de armadura ardiendo.—La familia, Harris, la jodida y podrida familia. —Se encogió de hombros como si estuviese diciendo algo obvio.—¿La familia? Yo pensé que...—Pensaste que estaban muertos, sí, ya me dijiste que habías leído el artículo —contestó entre dientes con su dura voz y fruncí el ceño ante aquello—. No me mires así, realmente están muertos, pero la familia... es una puta mierda, ¿sabes?—No, la verdad que no lo sé —francamente respondí pues no tenía ni idea de a qu&ea
Miré alrededor del salón, verificando por séptima vez que todo estuviese en orden y presentable, eran las ocho menos cinco y ni siquiera sabía si Miles vendría al final, algo de lo que decidí salir de dudas cuando escuché el timbre. Conté hasta cuatro antes de abrir la puerta y mis ojos se abrieron al observarle.—¿Qué? —quiso saber mientras se encogía levemente de hombros y se miró así mismo.—Vas... Arreglado, yo sigo igual que esta mañana —dije, observando su camisa blanca y sus vaqueros negros, no iba realmente elegante que digamos, pero yo me encontraba delante de él con una sudadera vieja y unos calcetines hasta las rodillas.—Ah, claro. —Ladeó su cabeza hacia un lado mientras me observaba. —Tú lo que querías era que viniese como esta mañana. —Hizo una pausa mientras sus ojos me