—Necesitas explicarme que acaba de pasar. —Miré a Miles mientras señalaba la puerta por la que acababan de salir aquellos hombres.
—¿Por qué has venido, m*****a sea? —gruñó incorporándose de la pared con una mueca de dolor en sus facciones.
—Escuché ruidos y golpes, solo...
—¿Y con un palo de golf? —Observé su rostro, Miles miraba divertido el palo, un tanto doblado, que aún mantenía en mis manos, incluso pude ver un indicio de sonrisa en sus labios.
—Es lo primero que he pillado, solo... No podía venir aquí sin nada —aclaré mordiendo mi labio un tanto avergonzada.
—Oh, ¿y qué mejor arma que un palo de golf? —Le señalé escudriñando los ojos ante sus burlas.
—Estás bien gracias a mí, te haya salvado con un palo de golf como si hubiese sido con un paraguas, lo he hecho, y lo único que quería era una explicación para todo esto, no que me acribilles con tu irritante sarcasmo.
—Vaya. —Pestañeó mirándome con curiosidad. —Creo que esta es la primera vez que te veo enfadada.
—¿En serio, Miles? —me exasperé puesto que le estaba reprochando su falta de información sobre lo que acababa de pasar y seguía evadiéndolo.
—Estas cosas están fuera de tu alcance, Harris, solo no te preocupes, ¿está bien? Me encargaré de que te dejen fuera de esto.
—¿Qué es esto? —Caminó hasta la cocina y le seguí, decidida a no marcharme de allí sin respuestas.
—Si lo he llamado esto es porque no quiero decirte de que va, ¿no puedes solo mantenerte al margen? —preguntó abriendo un cajón de la habitación y cogió un botiquín para luego mirarme antes de dejarlo sobre la mesa—. Ni siquiera sé por qué te lo pregunto, lo poco que te conozco me da para saber que eres una entrometida.
—Sólo estoy preocupándome por ti. —Las manos de Miles que se encontraban abriendo el bote se paralizaron durante unos segundos para después seguir con lo que estaba haciendo.
—No puedes preocuparte por mí.
—Se llama empatía, sé que tú no tratas con ello, pero yo sí, y sé que algo grave está pasando, quiero ayud...
—No sé la cantidad de veces que te he dicho que no necesito tu m*****a ayuda, ¿no estoy siendo lo suficientemente claro?
—Hace un rato cuando estabas siendo golpeado por esos tíos, no parecía lo mismo.
—Yo no te la he pedido. —Rodé los ojos mientras veía como se llevaba un algodón que había empapado con alcohol al labio roto.
—Eres exasperante. —Me acerqué a él cuando oí su pequeño gruñido ante el escozor que debía causarle el alcohol sobre la herida abierta, si algo como aquello me hubiese pasado, me encontraría llorando en el suelo y, sin embargo, Miles solo fruncía el ceño ante el dolor, parecía acostumbrado a aquello. Le arrebaté el algodón y él intentó cogerlo de vuelta.
—Dame el puto algodón, Harris, no he necesitado una jodida enfermera estos últimos años y no voy a necesitarla ahora —ordenó tendiendo su mano para que le devolviese el algodón y me acerqué a él para después darle un manotazo en el brazo tendido.
—Me da igual lo que hayas necesitado o no estos últimos años, cállate.
—No piensas darte por vencida, ¿cierto? —Me miró con irritación, pero supe que iba a ceder y negué sonriente mientras le mostraba el algodón, bufó furioso y lo tomé como una victoria.
—¿Qué era eso de Ares? —quise saber cuando posé el algodón sobre la herida, su mandíbula se tensó y carraspeó antes de hablar.
—Estoy dejando que hagas esto para que te largues cuanto antes, no creas que he tomado un papel amigable aquí, Harris.
—¿Ares es tu verdadero nombre?
—Lo único que tienes que saber es que para ti, soy Miles.
—Pienso que Ares es más bonito que Miles.
—¿Sabes? Sigo teniendo manos y puedo utilizarlas para coger la pistola y meterte un balazo entre ceja y ceja —pronunció de manera lenta mientras su mirada enfadada estaba en mí, intentando intimidarme y que me largase de allí.
—No puedes pasarte toda una vida huyendo de las personas, Miles —respondí ante su amenaza y se alejó de mi toque mientras retiraba su pelo negro hacia atrás con la mano.
—¿No? Mírame —dijo después de unos segundos de silencio y su ira parecía haberse multiplicado por dos, al parecer, no le gustaba que le hablasen de sus problemas—. ¿Por qué no te largas, Harris?
—Vamos a ir a denunciar a esos hombres y tú vas a venir conmigo.
—¿Estás loca? No voy a ir a comisaría.
—Pues entonces iré yo sola.
—Escúchame, Harris, esos tíos son peligrosos, no puedes poner una denuncia porque primero de todo, solo les cabrearás más, y segundo, tienen conexiones en muchas partes del condado, vete a tu puñetera casa y no salgas, ¿me oyes? —presionó y apreté los labios mientras negaba y Miles se cruzó de brazos, haciendo que los bíceps de estos se marcasen.
—Pues explícame qué está pasando.
—¡¿Puedes dejar de comportarte como un maldito grano en el culo por primera vez en tu puta vida?! —Y ya no pude más con su horrible carácter, fruncí el ceño a la vez que daba un paso hacia atrás alejándome más de él. Sus profundos ojos negros me miraron con curiosidad, expectantes al cual sería mi próximo movimiento, el cual fue caminar fuera de su apartamiento y encerrarme en el mío, intentando olvidar que aquello había pasado.
(...)
Dibujé Miles McCartney sobre el papel, después de lo sucedido en su casa días atrás, no había podido dejar de pensar en aquello que Miles podría estar escondiendo, aquello que quería ocultar lejos de mí, y tras contar toda la situación a Holden y Cara, mi rubio amigo se las había ingeniado, y con ingeniado me refiero mirar su nombre en el buzón del portal, para averiguar el apellido de Miles.
Miles McCartney.
Cogí el teléfono que descansaba sobre la mesa del escritorio y tecleé Miles McCartney en G****e, pero nada apareció, ningún chico de alrededor de 24 años, solo un hombre de cuarenta años y el nombre de un personaje ficticio. Mordí el lápiz con el que había estado escribiendo y fruncí el ceño, ¿cómo no podía haber nada en Internet? ¿Ni siquiera una foto en las redes sociales? ¿Nada?
Decidí probar otra cosa a pesar de que sabía cuán equivocada podía estar y tecleé esta vez Ares McCartney, y mi asombro al obtener un link que llevaba a una noticia de hacía nueve años, me sorprendió.
"Ares McCartney, adolescente de quince años, sospechoso del asesinato de sus padres al incendiar la casa en la que la familia residía."
Llevé rápidamente las manos a mi boca ante la entrada de la noticia mientras mis ojos no podían dejar de leer los detalles de aquel documento, aquello había sido en Bradford, y finalmente, tras no encontrar pruebas suficientes para inculpar a Ares, no se le había podido llevar a juicio y se había catalogado como accidente doméstico, pero al meterme en los comentarios pude observar como todos eran en su contra, acusándole de asesino y, personas que parecían conocerle, resaltaban su agresividad y pérdidas de control continuas.
El timbre de mi apartamento sonó en ese instante y salté en mi sitio, estaba sola en casa y después de lo que acababa de leer, no me estaba sintiendo muy segura viviendo pared con pared con un posible asesino. Me levanté de la silla y caminé silenciosamente hasta la puerta de entrada, mirando por la mirilla de quien se trataba, observando como aquel adolescente de diecisiete años que había visto una noche con Miles (o Ares) se encontraba delante de mi puerta con los rasgos de su cara llenos de preocupación.
—Hola, Shawn —saludé cuando abrí sin ofrecerle a pasar—. ¿Qué pasa?
—Es Miles —pronunció y mis sentidos se pusieron alerta, y miré a los lados del rellano, rezando porque no estuviese allí antes de continuar escuchando a Shawn—. Tenía que estar hoy en nuestro lugar y no ha venido, anoche... anoche salió por ahí y creo que no ha vuelto, no sé a quién más acudir, los demás ni siquiera se preocupan, dicen que lo ha hecho más veces, pero yo no sé... —terminó de explicarme, pasé el hecho de que había nombrado a más gente a parte de él, y observé como debajo de toda aquella fachada de chico malo, que seguramente Miles le había obligado a crear, se encontraba un niño asustado y sin nadie más a quién acudir —. Necesito que vengas conmigo a buscarle, sé los lugares por los que suele ir, pero está demasiado lejos y sé que tú conduces... Por favor.
—No lo sé, Shawn... Son las doce y media de la noche y mañana tengo que madrugar temprano para ir a la universidad.
—Pero...
—¿Por qué te preocupas tanto por él después de como te trata? Dame una buena razón y te acompañaré. —Los ojos negros de Shawn me miraron con una pizca de esperanza, aunque pude ver como se sintió algo avergonzado por lo que tendría que decirme a continuación.
—Hasta hace unos meses estaba en un orfanato, todo el personal allí eran unos hijos de puta y no pude aguantar más, así que un día, me las ingenié para largarme, aunque tampoco les importaba mucho si me iba o me quedaba. Estuve días vagando por las calles hasta que me choqué con alguien que no me debería de haber encontrado, eran más de uno, y me dieron una paliza que podía haberme matado si no llega a ser porque Miles apareció. Sé que es un gilipollas, un cabrón y trata a todo el mundo horrible, y a pesar de que a veces no me agrada lo que unirme a él conlleva, Miles me ha salvado, si no fuera por él estaría muerto y pudriéndome en un contenedor de la zona —finalizó el relato, observé como sus puños estaban apretados a sus lados y como sus ojos se habían cubierto por una fina capa de lágrimas, seguramente por la rabia y el sufrimiento de todo lo que tuvo que pasar y, al parecer, seguía pasando debido a aquello de "a pesar de que a veces no me agrada lo que unirme a él conlleva" pero decidí no preguntar—. ¿Y entonces...? ¿Vas a ayudarme?
—Supongo que sí, aunque no estoy segura de que digas la verdad. —Cogí las llaves de mi coche en la cesta de la entrada y salí de casa caminando junto a Shawn al ascensor.
—Nunca lo sabrás. —Se encogió de hombros y a pesar de la sonrisa picaresca que ahora adornaba su rostro al haberse salido con la suya, supe que el niño asustado que se había plantado delante de mi puerta pidiendo por ayuda, decía la verdad. Bajamos a la calle y nos dirigimos a mi coche aparcado a unos metros del edificio y, después de que Shawn me indicase la dirección, nos dirigimos a uno de los barrios más peligrosos de Londres.
—Miles no está aquí, Shawn, ¿por qué no volvemos a casa? Puedes quedarte en mi apartamento si no tienes otro sitio en el que pasar la noche —hablé cuando giramos en una esquina por quinta vez esa noche. —Deberíamos revisar los bares, suele beber de vez en cuando. —Aparqué el coche en el primer sitio libre que encontré y ambos nos bajamos de este. —Dos bares, si en dos bares no le hemos encontrado nos vamos a casa, ¿vale? Este sitio no me da buena espina. —Por eso sé que Miles tiene que estar aquí. —Caminé junto a Shawn que aceleraba el paso cada vez que podía, me aferré a mi abrigo, sintiendo un escalofrío recorriéndome el cuerpo, estaba helando en esos momentos en Londres. —Vamos a ese. —Shawn señaló un bar el cual tenía sobre la fachada con luces rojas fluorescentes Dirty souls. Tragué saliva antes de seguir el paso al moreno, y entré por la puerta por la que él había ido. Observé el lugar, realizando una mueca de asco ante el olor que se respiraba en el ambiente. Las personas que
—Eres demasiado aburrida, ¿cómo pudiste negarte? —Holden me replicó por segunda vez en la noche mientras estaba sentada en el sofá con él viendo una película aquel viernes.—No lo sé... Simplemente, no lo veía correcto.—Oh, vamos, Indie, es él quien tiene novia, ¿qué mierda te importa a ti ella? —Holden demostró su total compasión por la raza humana y rodé los ojos. Esa mañana tras hablar con Ezra un rato me había invitado a ir al cine con él, a pesar de que 98% de las intenciones de esa invitación fuese para ser amigos, no me sentía bien yendo con él cuando tenía novia, y tras Holden volverse loco sobre que tenía que haber aceptado y echar un polvo, supe que había hecho lo correcto diciendo no.—Ella no se merece algo así.—¿Acaso la conoces? Es más, me has contado que te mira mal por el simple hecho de ser amiga de Ezra. Jesús, Indie, esa chica sí se lo merece.—No me gustaría que alguien lo hiciese conmigo, así que yo no lo haré. Además, ni siquiera sabemos si esas eran sus intenc
—¿Qué coño haces aquí, Harris? —Fueron las primeras palabras que Miles me dirigió cuando abrió la puerta descubriéndome frente a esta, y pasé furiosa dentro de su apartamento cerrando la puerta tras de mí y arrojándole la carta en sus narices, haciendo que frunciese el ceño mientras la agarraba.—Sé que quieres asustarme, pero est...—Yo no he sido quien ha escrito esto —afirmó mientras sus ojos continuaban en el papel que arrugó cuando su mirada subió a la mía, casi haciéndome olvidar el por qué estaba allí, los ojos de Miles realmente eran profundos.—Pues entonces...—MalditoDenix—murmuró entre dientes, y de nuevo ese nombre, que supe en ese momento que debía pertenecer a una persona.—¿Quién es Denix? —pron
—Estoy en una relación amor/odio con ese hombre, Indie. —Fueron las primeras palabras que Holden pronunció cuando le conté todo lo que había pasado con Miles.—¿Qué?—Es un cabrón y un hijo de puta, pero está bueno como el infierno, Indie, tienes que reconocerlo.—¿Sabes lo que pienso? Que quizá él sea elinfierno,quizá todo lo que estoy haciendo por "intentar" conocerle más a fondo es una mierda porque debería fiarme de las primeras impresiones, algo me dice que Miles no tiene demonios internos como todo el mundo, él es el mismísimo demonio.—Indie, no dramatices tanto...—¿Qué no dramatice? Tú no viste como me miró cuando le dije lo de la muerte de sus padres. —Holden se encogió de hombros, no apoyando mi opinión hacia nuestro v
—No tienes la mínima idea de lo que me estás pidiendo, Harris. —Una sonrisa sarcástica se formó en el rostro de Miles y ladeé un poco mi cabeza.—¿A qué le tienes tanto miedo? —Los ojos de Miles me miraron con sorpresa ante la pregunta, y pude ver en ellos que no iba a darme la respuesta.—No le tengo miedo a nada.—¿Sabes que las personas que dicen no tenerle miedo a nada son las que más asustadas están?—No me psicoanalices, Harris, me pone nervioso.—Vaya, al final puedo provocar algo en ti que no sea furia e ira —pronuncié y supe que Miles casi sonrió cuando vi una mueca en su rostro, un indicio, pero se quedó en eso, una simple mueca—. ¿Me puedes decir dónde está el botiquín de auxilios? Tienes que darte algo de agua oxigenada en esas heridas.—Espero que
—¿Qué haces aquí de todos modos? —Me crucé de brazos mientras sus ojos seguían examinando el apartamento e incluso observé como su camisa negra, del mismo color que sus pantalones, se encontraba un tanto desabrochada, dejando ver sobre su pectoral izquierdo una especie de armadura ardiendo.—La familia, Harris, la jodida y podrida familia. —Se encogió de hombros como si estuviese diciendo algo obvio.—¿La familia? Yo pensé que...—Pensaste que estaban muertos, sí, ya me dijiste que habías leído el artículo —contestó entre dientes con su dura voz y fruncí el ceño ante aquello—. No me mires así, realmente están muertos, pero la familia... es una puta mierda, ¿sabes?—No, la verdad que no lo sé —francamente respondí pues no tenía ni idea de a qu&ea
Miré alrededor del salón, verificando por séptima vez que todo estuviese en orden y presentable, eran las ocho menos cinco y ni siquiera sabía si Miles vendría al final, algo de lo que decidí salir de dudas cuando escuché el timbre. Conté hasta cuatro antes de abrir la puerta y mis ojos se abrieron al observarle.—¿Qué? —quiso saber mientras se encogía levemente de hombros y se miró así mismo.—Vas... Arreglado, yo sigo igual que esta mañana —dije, observando su camisa blanca y sus vaqueros negros, no iba realmente elegante que digamos, pero yo me encontraba delante de él con una sudadera vieja y unos calcetines hasta las rodillas.—Ah, claro. —Ladeó su cabeza hacia un lado mientras me observaba. —Tú lo que querías era que viniese como esta mañana. —Hizo una pausa mientras sus ojos me
Sus manos estaban firmemente aferradas a mi cintura, pegando su cuerpo al mío lo más posible mientras mis manos se encontraban alrededor de su cuello, acercándole más a mi boca. El beso era duro, justo como había esperado que lo fuese, y perfiló mi labio inferior con sus dientes para, segundos después cuando separé los labios, profundar el beso. Su lengua entró en juego con la mía, haciéndola seguir el rápido ritmo que Miles había implantado, y supe que mi corazón no podía ir más rápido cuando una de sus manos dejó mi cintura y subió una de mis piernas a sus caderas, haciendo presión y provocando que también subiera la otra, rodeando su cintura con ambas. Comenzó a andar sin dejar de besarme, con una mis manos aferrándose a su pecho, agarrando la tela de la camiseta entre mis dedos. Se sentó en el sofá conmigo