—No tienes la mínima idea de lo que me estás pidiendo, Harris. —Una sonrisa sarcástica se formó en el rostro de Miles y ladeé un poco mi cabeza.
—¿A qué le tienes tanto miedo? —Los ojos de Miles me miraron con sorpresa ante la pregunta, y pude ver en ellos que no iba a darme la respuesta.
—No le tengo miedo a nada.
—¿Sabes que las personas que dicen no tenerle miedo a nada son las que más asustadas están?
—No me psicoanalices, Harris, me pone nervioso.
—Vaya, al final puedo provocar algo en ti que no sea furia e ira —pronuncié y supe que Miles casi sonrió cuando vi una mueca en su rostro, un indicio, pero se quedó en eso, una simple mueca—. ¿Me puedes decir dónde está el botiquín de auxilios? Tienes que darte algo de agua oxigenada en esas heridas.
—Espero que
—¿Qué haces aquí de todos modos? —Me crucé de brazos mientras sus ojos seguían examinando el apartamento e incluso observé como su camisa negra, del mismo color que sus pantalones, se encontraba un tanto desabrochada, dejando ver sobre su pectoral izquierdo una especie de armadura ardiendo.—La familia, Harris, la jodida y podrida familia. —Se encogió de hombros como si estuviese diciendo algo obvio.—¿La familia? Yo pensé que...—Pensaste que estaban muertos, sí, ya me dijiste que habías leído el artículo —contestó entre dientes con su dura voz y fruncí el ceño ante aquello—. No me mires así, realmente están muertos, pero la familia... es una puta mierda, ¿sabes?—No, la verdad que no lo sé —francamente respondí pues no tenía ni idea de a qu&ea
Miré alrededor del salón, verificando por séptima vez que todo estuviese en orden y presentable, eran las ocho menos cinco y ni siquiera sabía si Miles vendría al final, algo de lo que decidí salir de dudas cuando escuché el timbre. Conté hasta cuatro antes de abrir la puerta y mis ojos se abrieron al observarle.—¿Qué? —quiso saber mientras se encogía levemente de hombros y se miró así mismo.—Vas... Arreglado, yo sigo igual que esta mañana —dije, observando su camisa blanca y sus vaqueros negros, no iba realmente elegante que digamos, pero yo me encontraba delante de él con una sudadera vieja y unos calcetines hasta las rodillas.—Ah, claro. —Ladeó su cabeza hacia un lado mientras me observaba. —Tú lo que querías era que viniese como esta mañana. —Hizo una pausa mientras sus ojos me
Sus manos estaban firmemente aferradas a mi cintura, pegando su cuerpo al mío lo más posible mientras mis manos se encontraban alrededor de su cuello, acercándole más a mi boca. El beso era duro, justo como había esperado que lo fuese, y perfiló mi labio inferior con sus dientes para, segundos después cuando separé los labios, profundar el beso. Su lengua entró en juego con la mía, haciéndola seguir el rápido ritmo que Miles había implantado, y supe que mi corazón no podía ir más rápido cuando una de sus manos dejó mi cintura y subió una de mis piernas a sus caderas, haciendo presión y provocando que también subiera la otra, rodeando su cintura con ambas. Comenzó a andar sin dejar de besarme, con una mis manos aferrándose a su pecho, agarrando la tela de la camiseta entre mis dedos. Se sentó en el sofá conmigo
—¿Finalmente has decidido volver con nosotros? —pronuncié graciosa cuando vi a Dexter caminar hasta Ezra y a mí, que habíamos decidido sentarnos un rato en la barra puesto que la pista de baile era sofocante. Después de aquel encontronazo con Denix, había vuelto junto a Ezra sin nombrar nada de lo ocurrido, a pesar de que una parte de mí se sentía insegura.—He tenido demasiada acción con esa chica —dijo encogiéndose de hombros con una sonrisa de lado y cogió el vaso que Ezra iba a llevarse a los labios para dar un sorbo de este él mismo. Su hermano pequeño rodó los ojos, pero dejándole que lo hiciese.—¿Con esa? —repetí, resaltando la parte en la que él había dado ímpetu.—Esa, ¿quién dice que no pueda haber más? —Se sacudió la camisa con arrogancia
—No sé qué coño te piens... —Miles. —Shawn apareció detrás de mí, interrumpiendo su frase, y el mayor me apartó de la puerta para andar hacia el adolescente y agarrarle del cuello de la camisa, llevando su cuerpo contra la pared. Cerré la puerta rápidamente y corrí hacia ellos. —¿Se puede saber qué haces? ¡Suéltale! —grité agarrando los brazos de Miles e intentando alejarlos de Shawn. Golpeó el cuerpo del moreno contra la pared antes de soltarle y caminó dándonos la espalda y aprisionando parte de su flequillo en un puño que arrastró hacia atrás, acabando en su nuca. —¿Qué cojones estabas haciendo tú allí de todos modos? —Miles se giró a verme con veneno en sus ojos y sus puños cerrados fuertemente a los lados de su cuerpo. —Yo sólo... tuve la sensación de que algo estaba pasando contigo, y me acordé del bar en el que te vi cuando fui con Shawn, cuando salimos de ahí, escuchamos voces y pude oír el nombre de Shawn en una de ellas. —Los ojos de Miles se entrecerraron mirándome mient
Después de un viaje en el que Miles se mantuvo maldiciendo y recordándome el imán para problemas que era, llegamos al piso. Me ayudó a salir del coche, esta vez caminé por mí misma y entré en el ascensor.—Tengo cremas idóneas para este tipo de golpes, creo que deberías echártelas —pronunció Miles cuando salimos del ascensor y mientras mi ceño se mantenía fruncido debido al dolor que aún sentía, asentí con la cabeza y caminamos hasta su puerta. Entramos en su apartamento y encendió la luz a la vez que yo me quedaba parada en la entrada—. Ve al salón. —Señaló con el brazo a su izquierda. —Ahora traigo las mierdas que necesitas. —Desapareció de mi vista mientras yo fui a duras penas donde me había dicho que se encontraba el salón y me senté en el sofá, quejándome en un susurro cuando flexioné el abdomen y este me dolió aún más. Observé como Miles caminó hasta mí con una crema en sus manos mientras leía el prospecto de esta y se sentó a mi lado para después suspirar. —No sé cuántos años
Habían pasado algunos días después de aquella tarde en el apartamento de Miles, tras su confesión yo únicamente había sonreído y estuvimos viendo un partido de fútbol americano que televisaban desde América, era impresionante como, a pesar de que este era tan solo un juego de instituto, estaba realmente interesado en él. Poco después decidí despedirme e irme finalmente a casa, llevándome esa crema que me sirvió para aliviar el dolor del golpe de mi abdomen durante los siguientes días que me había encontrado encerrada en mi habitación haciendo trabajos para después de las vacaciones y estudiando para los parciales. Podría decirse que acercarme más a Miles me había hecho avanzar bastante con el proyecto de escritura creativa en el cual resaltaba su manera de creer que no tenía salvación, pero a su vez estar gr
Sus labios se movieron suave sobre los míos, y no pude evitar sonreír mientras me besaba, provocando que se separase para observar mi sonrisa y mirarme con su misma expresión neutral, provocando que me fijase en sus profundos ojos los cuales desprendían dulzura en ese momento.—¿Qué ha sido eso? —susurré contra sus labios y se encogió de hombros.—¿Está mal que lo haya hecho? —Negué rozando nuestras narices, haciendo que Miles cerrase sus ojos.—No —aseguré por si no me había captado a la primera, esperando que, si alguna vez volvía a tener necesidad de ello, lo hiciese sin reparo.—Parece que todos nosotros empezaremos el año solos menos estos dos. —Escuché una voz detrás de mí, provocando que me girase y viese a mis cuatro amigos parados frente a nosotros mirá