I.
Salí de la universidad mientras aseguraba mi mochila al hombro, y un proyecto que mi profesor de escritura creativa nos había mandado para aquel curso no dejaba de rondar en mi cabeza. Era una simple novata en la universidad de psicología y, a pesar de que la carrera me gustaba, nunca había sido buena con las deducciones.
Realizar un psicoanálisis sobre alguien, observarle, apreciarle y conocerle.
En la última parte de este proyecto quiero que me describáis como habéis descubierto que esa persona es.
Os aseguro que serán opiniones totalmente diferentes.
El profesor Leckson había dicho mientras algunos de sus pocos alumnos se alegraban de aquel trabajo, alumnos entre los cuales yo no me encontraba. Teniendo en cuenta que mis verdaderos amigos podía contarlos con dos dedos, conocer a la gente a fondo no era algo que me entusiasmase o me pareciese relativamente fácil.
Le quité el seguro a mi coche y lancé mi mochila al asiento del copiloto mientras entraba en el vehículo y ponía la calefacción. Estábamos a finales de noviembre y el frío de Londres era algo insoportable para alguien que venía de las cálidas costas de California.
—Hola, cariño —escuché la dulce voz de mi madre al otro lado del teléfono mientras yo ponía el manos libres y comenzaba a conducir hacia mi piso.
—Hola, mamá, ¿estás ocupada?
—Lo cierto es que estoy en mi descanso para comer, tienes suerte —mi madre contestó y sonreí. Trabajaba en una empresa de negocios internacional la cual la tenía viajando por el mundo diariamente, algo que hizo más fácil mudarme a la otra punta del mundo cuando empecé la universidad—. ¿Qué tal el día? Perdón por no hablar contigo ayer, tuve un largo día de conferencias y cuando llegué al hotel estaba demasiado cansada.
—Está bien, solo llamaba para saber cómo estás.
(...)
Bajé del coche mientras me colocaba mejor el gorro de lana sobre mi pelo negro y rizado. Me disponía a entrar en mi portal en el momento en el que vi como un hombre golpeaba a un perro en la acera de en frente, sin pensármelo dos veces, crucé esta, siendo casi atropellada por un autobús y varios coches.
—Disculpe, pero no debería haber hecho eso. —En el momento que aquella frase salió de mi boca, aquel vagabundo rió y sorbió su nariz.
—¿Me vas a decir como tengo que tratar a mi perro? —Me agaché para observar de cerca al asustado animal, que no dudó ni un segundo en venir hacia mí, aterrado de su amo.
—Que sea su perro no le da derecho a golpearle. —Me levanté del suelo tras acariciar al pobre animal que se encontraba temblando.
—Vamos, Lucky. —El hombre comenzó a andar, pretendiendo que el perro le siguiese, pero este no se movió, refugiándose tras de mí.
—No quiere, y no lo hará.
—No tengo tiempo para aguantar a una niñata, ¿me oyes? —El vagabundo rehizo su camino hasta mí, e incluso se atrevió a cogerme por el antebrazo. —Vas a alejarte de este puto perro y no pondrás ninguna resistencia o repetiré la escena que has visto hace unos segundos pero tú serás la principal protagonista —me amenazó con furia y miré a mi alrededor en acto reflejo, el tránsito de gente que pasaba por aquella calle era elevado, pero nadie se había parado a intervenir o se había molestado en mirar.
Cuando quise darme cuenta aquel hombre me había soltado el brazo y se encontraba flexionado sobre sus rodillas por un chico que estaba detrás de él con un cigarro sobre sus labios mientras le sostenía de esa manera.
—¿Pasa algo? —pronunció el moreno de voz ronca, pareciendo burlarse de la situación.
—Suéltame. —Aquel hombre exigió gruñendo de dolor cuando el chico de detrás apretó más.
—No estás en circunstancias de pedir algo, ¿acaso no te das cuenta? —volvió a hablar el moreno y el vagabundo dejó de forcejear contra él. El chico con la mano libre retiró el cigarro de su boca para expulsar el humo y volvió a depositarlo en sus labios—. Voy a soltarte, ¿está bien? Y no vas a hacer nada que no debas o voy a sacarte toda la m****a de un puñetazo. —Y en cuanto se alejó de él, el vagabundo salió a correr, dejando a su preciado perro aún detrás de mí. El chico que me había ayudado comenzó a andar hacia el paso de peatones que conectaba con la acera de enfrente y le seguí mientras cargaba al perro en mis brazos.
—Eh, gracias —hablé cuando me posicioné a su lado, y él ni siquiera me miró, arrojando el cigarro consumido al suelo.
—No deberías meterte donde no te importa. —Sus ojos negros me traspasaron por unos segundos para volver su mirada al frente, y me guardé un suspiro de admiración ante lo profundos que eran.
—Pero tú h...
—Adiós. —Y caminó hasta el mismo edificio en el que yo vivía, entrando en este seguido de mí.
—¿Vives aquí? —quise saber cuando ambos nos metimos en el ascensor. No recibí ninguna respuesta, ni siquiera me miró, y por un instante me planteé que quizá tuviese problemas auditivos.—. Vaya, incluso parece que vivimos en la misma planta. Bienvenido, supongo—dije de manera educada, deduciendo que sería nuevo puesto a que nadie había vivido allí desde que la señora Marilyn se marchó. Esperé unos segundos su respuesta, pero esta fue caminar hasta la puerta de su apartamento y entrar.
Ese chico era tan misterioso, como frío.
Ya tenía a mi sujeto para el proyecto.
Abrí la puerta de casa mientras entraba lo más sigilosamente que pude, intentando que el cachorro abandonado que traía en mis manos no ladrase. Comencé a andar hacia mi habitación en el momento que alguien llamó mi atención desde el salón, cerré los ojos fuertemente mientras me giraba a observar como Cara me miraba entre sorprendida y enfadada.
—Dime que esto no es lo que creo —casi rogó mientras se levantaba para caminar hasta mí y el cachorro se removió en mis brazos.
—No es lo que crees. —Hice lo que me pidió y Cara llevó las manos a su pelo rubio el cual retiró hacia atrás con frustración.
—No creo que a Nesquick le haga mucha gracia compartir hogar con otro bicho pulgoso como el que has traído a casa. —Cara se acercó un poco al cachorro para observarle más de cerca y una mueca de desagrado se reprodujo en su cara. —No puedes traer a animales abandonados a casa cada vez que quieras, Indie, estén jodidamente vacunados o no —Cara protestó y sonreí dulcemente, para suavizarla ante lo que tenía que decir.
—Lo cierto es que este no sé si lo está. —Cara dio un salto hacia atrás asqueada. —Pero lo estará, pagaré por sus vacunas.
—Primero un conejo, ahora un perro pulgoso, como el mes que viene entres por esa puerta con un maldito gato, os mandaré a los dos de una patada a la protectora, ¿me oyes?
—Accedisteis cuando quise traer a Nesquick.
—Pero no hemos accedido con este chucho, ni siquiera lo preguntaste. En serio, Indie, Holden va a enloquecer cuando vea otro animal en casa —Cara advirtió y mordí mi labio, estaba más que segura de ello.
—Pero es que...
—¿Por qué lo has traído? —Cara pidió explicaciones mientras se cruzaba de brazos y me observaba expectante.
—Un hombre lo estaba maltratando en la calle.
—¿Y?
—¡Como que "¿y?", m*****a insensible! —repliqué totalmente ofendida e incluso el perro tembló en mis manos.
—No sé quién te crees que eres, Indie, pero no puedes salvar a todas las causas perdidas, joder, con estos temas, tú eres la jodida causa perdida. —Y en el momento que Cara terminó la frase, la puerta del apartamento se abrió, dando paso a un rubio de ojos azules cuyo agudo grito de espanto casi me deja sorda.
—Indie, dime que esto no es lo que creo.
Y aquí íbamos de nuevo.
II.Después de miles de súplicas e intentos de lloros, Holden acabó accediendo a quedarnos a Socks, nombre el cual le había sido puesto por roer los calcetines de este, algo que me había llevado nuevamente a ruegos cuando el rubio quiso echar a Socks por la ventana.—Si no estuviese sumamente cabreado por la desgraciada de mi mejor amiga hetero, diría que hay un nuevo vecino en edificio —Holden habló mientras cenábamos una ensalada de pasta, el plato preferido tanto de Cara como de Holden, el cual yo había cocinado para complacerles a pesar de que lo odiaba—. Un nuevo vecino que está muy bueno.—Creo que le he conocido hoy —confesé y Holden hizo como si no lo hubiese oído mientras que Cara estaba demasiado centrada en comer la pasta.—Si te hablase, te preguntaría si es moreno, con la típica barba de tres días y parece un dios griego recién salido del Olimpo —Holden infantilmente respondió llevándose un tenedor de pasta a la boca.—Eres un crío —acusé y rodó los ojos.—Está bien,
III.—¡Calla a ese chucho pulgoso! —Las voces de Holden se oían sobre el agudo ladrido de Socks.—¡Cállate tú! —respondí mientras me levantaba de la cama con el ceño fruncido y de malhumor, eran las seis y media de la mañana y los gritos de Holden me estaban haciendo empezar el día con mal pie.Me puse unos pantalones vaqueros rasgados y una sudadera de los Angries, el equipo de rugby de mi universidad en el cual solo estaban chicos que habían sido becados cuando jugaban en el instituto.Socks se encontraba mordiendo uno de los cojines del sofá cuando terminé de desayunar y llevé mis manos a la cabeza mientras rezaba porque los destrozos que había dejado sobre el objeto no fuesen muy visibles. Le puse una correa que solía utilizar para sacar a Nesquick y abrí la puerta para llevarle a dar un paseo después de mirar por el piso, creyendo que encontraría las consecuencias de las necesidades de Socks, pero no había nada.Salí del apartamento en el momento que el ascensor se abría, deján
IV.—Miles —Holden pronunció ese nombre como si de un ángel se tratase—. Me encanta, suena tan... Sexy.—¿Pero a ti qué mosca te ha picado con ese tío? —quiso saber Cara mientras se cruzaba de hombros mirando con el ceño fruncido al rubio.—Una lesbiana no reconocería a un Dios adonis aunque lo tuviese delante de sus narices.—Ese tío no es para tanto. —Me encogí se hombros mientras llevaba una cucharada de cereales a mi boca.—¿Ves? —Holden acusó alzando sus manos hacia mí.—¡Yo no soy lesbiana! —me defendí elevando una ceja.—¿Seguro? —Holden indagó y una sonrisa divertida apareció en el rostro de Cara.—Que yo no esté obsesionada con ese tío como tú no significa que sea lesbiana, ahora, cállate. —Di por finalizada la conversación para poder terminar mi desayuno tranquila y Cara se sentó junto a mí.—Sabes que no se callará. —Adelantó acontecimientos con diversión en sus ojos.—Y encima dijo aquello de la pistola, mierda, Indie, ¿no te pone eso? —Holden continuó con su insistencia y
Llegamos al piso y nos bajamos del coche sin pronunciar palabra.—¿Tú también vives aquí? —No pude evitar preguntarle al moreno que acompañaba a Miles.—Esta noche sí, me he escapado definitivamente del orf... —el chico comenzó a dar explicaciones y Miles le propinó un empujón, provocando que se callase.—Novato, no le cuentes tus mierdas —bruscamente habló mientras yo le observaba con el ceño fruncido.—No tienes que hablarle así —sentencié mirándole con mala cara y Miles elevó una ceja casi mofándose de mí.—¿También vas a decirme como tengo que dirigirme a él? Alguien aquí tiene complejo de sargento —Miles pronunció y rodé los ojos mientras caminaba al ascensor al igual que los demás.—Escucha, mmm... —me dirigí al moreno sin saber su nombre.—Shawn —dijo con una sonrisa de lado, justo en el lado que tenía la herida.—Shawn, no tienes por qué aguantarle, lo sabes, ¿no? —pronuncié cuando entramos en el ascensor y Miles me dedicó una gélida mirada.—Sabes como podría hacer que dejase
—Necesitas explicarme que acaba de pasar. —Miré a Miles mientras señalaba la puerta por la que acababan de salir aquellos hombres.—¿Por qué has venido, maldita sea? —gruñó incorporándose de la pared con una mueca de dolor en sus facciones.—Escuché ruidos y golpes, solo... —Miles no está aquí, Shawn, ¿por qué no volvemos a casa? Puedes quedarte en mi apartamento si no tienes otro sitio en el que pasar la noche —hablé cuando giramos en una esquina por quinta vez esa noche. —Deberíamos revisar los bares, suele beber de vez en cuando. —Aparqué el coche en el primer sitio libre que encontré y ambos nos bajamos de este. —Dos bares, si en dos bares no le hemos encontrado nos vamos a casa, ¿vale? Este sitio no me da buena espina. —Por eso sé que Miles tiene que estar aquí. —Caminé junto a Shawn que aceleraba el paso cada vez que podía, me aferré a mi abrigo, sintiendo un escalofrío recorriéndome el cuerpo, estaba helando en esos momentos en Londres. —Vamos a ese. —Shawn señaló un bar el cual tenía sobre la fachada con luces rojas fluorescentes Dirty souls. Tragué saliva antes de seguir el paso al moreno, y entré por la puerta por la que él había ido. Observé el lugar, realizando una mueca de asco ante el olor que se respiraba en el ambiente. Las personas queVII.
—Eres demasiado aburrida, ¿cómo pudiste negarte? —Holden me replicó por segunda vez en la noche mientras estaba sentada en el sofá con él viendo una película aquel viernes.—No lo sé... Simplemente, no lo veía correcto.—Oh, vamos, Indie, es él quien tiene novia, ¿qué mierda te importa a ti ella? —Holden demostró su total compasión por la raza humana y rodé los ojos. Esa mañana tras hablar con Ezra un rato me había invitado a ir al cine con él, a pesar de que 98% de las intenciones de esa invitación fuese para ser amigos, no me sentía bien yendo con él cuando tenía novia, y tras Holden volverse loco sobre que tenía que haber aceptado y echar un polvo, supe que había hecho lo correcto diciendo no.—Ella no se merece algo así.—¿Acaso la conoces? Es más, me has contado que te mira mal por el simple hecho de ser amiga de Ezra. Jesús, Indie, esa chica sí se lo merece.—No me gustaría que alguien lo hiciese conmigo, así que yo no lo haré. Además, ni siquiera sabemos si esas eran sus intenc
—¿Qué coño haces aquí, Harris? —Fueron las primeras palabras que Miles me dirigió cuando abrió la puerta descubriéndome frente a esta, y pasé furiosa dentro de su apartamento cerrando la puerta tras de mí y arrojándole la carta en sus narices, haciendo que frunciese el ceño mientras la agarraba.—Sé que quieres asustarme, pero est...—Yo no he sido quien ha escrito esto —afirmó mientras sus ojos continuaban en el papel que arrugó cuando su mirada subió a la mía, casi haciéndome olvidar el por qué estaba allí, los ojos de Miles realmente eran profundos.—Pues entonces...—MalditoDenix—murmuró entre dientes, y de nuevo ese nombre, que supe en ese momento que debía pertenecer a una persona.—¿Quién es Denix? —pron