Prefacio
Eran casi las 5 de la tarde cuando Meylin, llegó a la gran villa de la familia Jones, había pedido permiso en su trabajo para llegar a tiempo a la reunión familiar, a la cual sus padres la habían obligado asistir.
Al levantar su mirada se dio cuenta que habían muchos autos más parqueados en línea. "Tal vez, no es una celebración cualquiera", pensó para sí misma, mientras caminaba a la inmensa puerta; con total naturalidad, llevando puesto un vestido corto, color vinotinto y zapatillas de cristal de 8 cm, llamó la atención de todos los presentes al entrar.
Liz, la hija menor de la pareja, quien estaba al pendiente de la llegada de Meylin, al ver a la niña llamando la atención de todos, su rostro se distorsionó. Respiró profundo aguantando un poco su disgusto, y con una sonrisa y actitud hipócrita grito:—¡Mey! —sacudiendo su mano de lado a lado y fingiendo estar feliz de verla.
Por otro lado, Adrián Lopez, al escuchar el nombre de la mujer que había amado por tantos años, volvió su cabeza para verla y sintió cómo su corazón latía desenfrenadamente.
Al acercarse, la chica frunció el ceño al ver al hombre que iba de la mano de su hermanastra.
El cuadro pudo ser conmovedor y romántico para muchos, pero a ella le provocó un terrible escalofrío y sintió como si su corazón hubiera dado un vuelco.
Kevin, el padre de las chicas, al ver a su hija mayor se aclaró la garganta y dijo: —Hemos llamado a los reporteros y a todos los presentes porque queremos dar una magnífica noticia—[...] la niña miró a su padre sintiendo que su corazón latía más rápido, por lo que escucharía a continuación. —¡Quiero anunciarles a todos que mi hermosa y querida hija Liz, se ha comprometido este gran día, con Adrián! —, gritó el hombre con emoción, dejando a Meylin completamente sorprendida, miró al hombre que había amado por tanto tiempo, incrédula.
En ese mismo instante los aplausos no se hicieron esperar, aturdida ella sacudió su cabeza y los miró a todos frunciendo el ceño.
Adrian, volvió para ver a la pequeña mujer con tristeza y trató de adelantar el paso para acercarse, pero la mujer a su lado, no le dio ninguna oportunidad.
Mientras tanto la madre de Adrian, al darse cuenta de sus movimientos, se acercó a él, sujetándolo por el brazo. —¿Qué estás haciendo hijo?... no hagas una tontería —se apresuró a decir y volvió al lado de su esposo.
Las palabras de la mujer cayeron en los oídos del hombre, se detuvo, miró a su madre con enojo, luego miró a su prometida con disgusto, y sosteniendo una copa de vino, se la bebió de un solo trago, para luego esbozar una sonrisa falsa.
La mujer mayor estaba indignada por el comportamiento de su hijo, para ella no había mujer más perfecta para el joven, que Liz.
Con su madre y la chica sobre él, no pudo acercarse a la mujer que amaba, para explicarle lo que sucedía.
Por otro lado la pequeña niña estaba asqueada al ver como se habían confabulado para terminar con su relación, arrebatándole el novio.
Karla, al ver la reacción de su hijastra, la miró de forma desagradable. —¡Mey!
—¿Qué sucede? —susurró la chica saliendo de su trance, respiró hondo y esperó a ver que le decía.
—Compórtate eres una maleducada, saluda a los invitados —Karla, era una mujer desagradable que nunca había querido a su hijastra, intentando avergonzar a la chica la miró con desdén.
La pequeña mujer, volvió a mirar a los presentes e intentó esbozar una sonrisa. —Hola a todos —musitó y luego volvió a ver a las personas que tenía enfrente.
Mientras tanto Liz, al verla incómoda, arqueó una ceja y esbozando una sonrisa, se dirigió a ella: —Mey, te agradezco que hayas podido venir, de verdad quería que estuvieras aquí —terminó de decir y esbozó una sonrisa.
—Mey —la llamó el chico en un susurró, tratando de hablarle pero Liz, lo sostuvo fuerte del brazo y luego volvió a ver a su hermanastra.
—Espera cariño, quiero beber esta copa de vino con mi hermana —dijo en un tono suave mientras levantaba dos copas de vino—. Ten, bebe conmigo.
Meylin se vio obligada a recibir la copa, miró a Liz, a Adrian y luego a los invitados, su rostro angelical se reflejó en los ojos de todos, antes de beber la copa de vino, bajó su cabeza y pensó por un momento.
al instante enunció su discurso: —¡Enhorabuena, les deseo lo mejor para toda la vida!— y de un trago se bebió todo el contenido de la copa.
Liz, arqueó sus cejas al escucharla pero fingió una sonrisa y exclamó: —¡Gracias Mey! —levantó otra copa de vino y se la entregó a Adrian mirándolo a los ojos. —Sé que así será, estoy segura que Adrian y yo seremos muy felices —terminó de decir y bebió la copa de vino sutilmente, sosteniendo el brazo de Adrian con timidez.
Por otro lado Adrian era reacio a beberla, pero al ver el rostro de su madre enojada, tuvo que hacerlo, todos volvieron a estallar en aplausos y buenos deseos.
—Son una hermosa pareja —gritaban algunos de los invitados, y todas esas palabrerías caían en los oídos de la pequeña chica que sufría allí, su alma estaba sangrando, había amado a este hombre por muchos años, y ahora se estaba comprometiendo con otra mujer.
—Si, este matrimonio será muy hermoso.
Los buenos deseos de las personas resonaban en los oídos de Meylin, sintiéndose asqueada al ver el cuadro conmovedor que tenía enfrente, sintió que no podía seguir en ese lugar, estiró su mano con la intención de devolver la copa, pero en un instante se sintió débil, y un calor extraño recorrió todo su cuerpo.
Las dos mujeres allí enseguida notaron la incomodidad de la chica, se miraron entre sí y esbozaron una sonrisa al verla, mientras que la pequeña luchaba por no dejarse caer, su madrastra se acercó a ella y la sujetó por los hombros de inmediato.
—Es tan mala para beber, pobre chica, la llevaré a descansar —expresó con seriedad.
Con estas palabras nadie sospechó nada, Adrian sabía perfectamente que la niña era mala para beber, así que con esto en mente, dejó que la mujer se la llevará con tristeza en su corazón.
Caminando por el gran salón a toda prisa, la mujer sujetaba a la chica con fuerza, y al sentir esto, Meylin intentó soltarse pero no pudo hacerlo; su cuerpo estaba débil. —¿Qué me hiciste? —le preguntó con dificultad.
—Mey, debes saber que nunca me has caido bien y has sido siempre un estorbo para mi Liz, ella debe estar con ese hombre, no tú, así que para que te olvides de él y no lo vuelvas a buscar; alguien está esperando por ti, afuera, él te hará feliz… y solo quiero lo mejor para ti —susurró mientras caminaban, haciendo que la chica temblara.
—¿Qué me hicieron? —replicó. —¿Mi padre lo sabe?
—Nada niña, no te hemos hecho nada y sí, él lo sabe y estuvo de acuerdo, ahora quiero que seas una niña obediente porque te vas a ir con él —una vez estando fuera de la villa, la mujer señaló a un hombre gordo no muy lejos de la entrada —. Meylin, este hombre tiene dinero, nunca te faltara nada y así todos ganaremos, tu padre saldará la deuda con él y nosotras nos deshacemos de ti, solo relajate y afloja las piernas y disfrutalo por una sola vez en tu vida —murmuró cerca del oído de la pequeña joven asustada.
Ella al escuchar aquellas palabras apretó los dientes con fuerza, entendiendo enseguida lo que querían hacer. —Eres una desgraciada —masculló, y como pudo se enderezo, empujo a la mujer mayor con fuerza, para luego salir corriendo.
—¡Atrápala! —ordenó el hombre.
La chica, intentaba subir a su auto, pero pronto el chofer del hombre que esperaba impaciente, se acercó a ella sujetándola con fuerza, por más que intentaba luchar, la droga pronto hizo reacción entre sus piernas, haciendo que se detuviera, cerró sus ojos con fuerza dejándose llevar y sin poder seguir luchando, miró a la mujer no muy lejos, quien tenía una sonrisa amplia plasmada en su rostro.
Capítulo 1: Habitación VIP. El chofer sujetó a Meylin, la subió al auto a la fuerza, dió vuelta subiendo a toda prisa y encendió el motor para luego acelerar. De camino por las calles, la chica mordió su labio inferior aguantando la incomodidad que tenía entre sus piernas. El hombre que iba a su lado dándose cuenta de esto esbozo una sonrisa, se frotó las manos mientras miraba a la niña con deseo y dijo: —Soy Ben Gordon, y desde ahora serás mi chica, mi mujer o como quieras llamarlo —la sujetó por el antebrazo y la acercó a él, obligándola a mirarlo. —¿Entendiste bien? —su aliento apestaba, e hizo que la chica sintiera náuseas. El hombre ejerció más fuerza para que ella le respondiera, pero la niña al sentir el dolor solo asintió con la cabeza. —Ahora bésame —ordenó con desdén, pero ella se negó a hacerlo, y como pudo se soltó de su agarre, sus rápidos movimientos hicieron reír al hombre una vez más. —Déjame, no me toques —farfulló débilmente.
Capítulo 2: Vístete y lárgate. —Aquí estás —manifestó Gordon, y al decir eso la pequeña niña recobró todos sus sentidos, se soltó con todas sus fuerzas del agarre del hombre y corrió sin detenerse, pero aun así sentía que su debilidad no la dejaba correr como quisiera, se retiró sus tacones de 8 Cm, los recogió, y enterró sus uñas en las manos para mantenerse y seguir corriendo. El hombre quedó aturdido al ver que su víctima se había soltado de su agarre. —¡Eres una M*****a! —gruño, al mismo tiempo salió corriendo detrás de ella, pero para él, era imposible alcanzarla ya que su peso no se lo permitía. No muy lejos la niña, visualizo a un joven camarero saliendo de una de las habitaciones, la puerta estaba a punto de cerrarse, ella volvió para ver hacia atrás y estando segura que aun no la alcanzó, sin más, entró; cerrando la puerta detrás de ella, con un profundo suspiro se apoyó en esta, sintiéndose a salvo. Mientras tanto del otro lado, Ben, se acercaba, pero no vio a la chica
Capítulo 3: Yo, no merezco esto. —No, señor Waltón. Pensando en cómo cancelar el servició, miró al taxista un poco avergonzada, debía llamar a su mejor amiga, sería la única que podría ayudarla en estos momentos; observo por la ventanilla y se mordió el labio inferior pensativa, luego volvió a mirar al hombre e incómoda y decidida le preguntó al anciano: —¿Señor, podría por favor prestarme su celular? —el hombre miró a la chica por el espejo retrovisor, recogió el celular y se lo entregó. —Gracias. Sin perder tiempo marcó el número de su mejor amiga, Helena. —¡Amiga! ¿cómo te fue en la… —Lena, ayudame por favor, estoy llegando al apartamento, voy en un taxi, pero deje el bolso en la villa, ¿podrías prestarme dinero y cancelarle al señor, por el servicio de taxi? —preguntó a su amiga interrumpiendola, su voz temblaba pero
Capítulo 4: ¿Fuiste a la guarida del lobo? La mujer se movió incómoda al escucharla, sin saber como explicar lo que estaba sucediendo, pronto las risas en la sala de estar, llegaron a los oídos de Meylin. —¿Sonia, quien es? —[...] inquirió Liz, desde adentro. —Señorita vayase —susurró la mujer mayor mirando a la chica que tenía enfrente. La joven mujer al no obtener respuesta había salido de la sala de estar, al ver a su hermanastra, ladeo un poco su cabeza y esbozó una sonrisa. —¡Mamá, mira quién está aquí! —exclamó llamando a su madre que enseguida, salió de la sala. Karla, al ver a la chica allí, apretó su mandíbula y se acercó a toda prisa. —Eres una estupida, ¿Sabes en lo que nos has metido? — inquirió mientras caminaba hacia ella, con una mirada malvada, en un segundo, levantó su mano con la intención de golpearla, pero el golpe nunca llegó, ella había sujetado la mano de la mujer en el aire, la tensión se podía sentir en el ambiente. Mey, la miró con desdén y mascull
Capítulo 5: ¿Quién crees que eres?. "[Son tal para cual]" "[Son la pareja perfecta, la segunda dama de la familia Jones, es hermosa, realmente se merece un príncipe azul como Adrian]". "[Le deseo a la hermosa pareja una feliz vida]" —Bueno, nadie sabe lo que realmente sucede —murmuró Lena, mientras acariciaba con cariño la mano de su amiga. La hermosa joven soltó un suspiró, mirando a su amiga expresó: —Si, tienes razón. —Señoritas sus platillos están listos y el mejor vino del restaurante —las interrumpió el camarero mientras organizaba cada plato en la mesa, recogió la botella de vino y la destapó como todo un profesional, para luego servirles a cada copa. —Guarda eso por favor, me da nauseas de solo verlo —susurró con su mirada en el plato, se veía apetecible, pero no sentía ganas de comerlo. —Si, está bien —guardó su móvil, para luego comenzar a cenar—. De verdad que está delicioso —expresó mientras degustaba la comida en su boca. —Buen provecho —musitó con una s
Capítulo 6: Suéltame quiero bajarme. Y lo había logrado, con estas palabras se subió al auto, dejando a una Helena completamente atónita. —¿Martín Walton?... ¿De dónde rayos mi amiga conoció a este hombre? —se preguntó a sí misma, sin darse cuenta que el auto ya había acelerado por todo el camino, decidió investigarlo. Al ver que se habían alejado, tuvo un sentimiento de abandono, como si algo le faltara, ella quería tanto a su amiga, que eran como hermanas, se dió vuelta y se subió al auto, pensativa se dijo a sí misma que su hermana estaría bien con este hombre, al menos ya tiene quien la proteja. En el auto, Meylin, sujeto la manija de la puerta, al mismo tiempo el seguro, lo levantó y abrió la puerta al detenerse en un semáforo. Pero el hombre hizo un rápido movimiento y la cerró de nuevo. —¿Estás loca? —le preguntó con su entrecejo fruncido y sosteniéndola por los hombros c
Capítulo 7: La información ha llegado. —¿Podrías por favor, por favor entregarme el celular? —Ah, ahora si puedes hablarme bien, ¿Para qué lo quieres? —inquirió. La niña volcó sus ojos, molesta, pero aun así dijo: —Es para revisar algo que tengo pendiente, yo… estoy por renunciar a la empresa donde trabajo. —Bien, ya que estas por renunciar a tu trabajo, no te molestes en buscar uno —masculló, dejándola con la boca abierta. —Señor Waltón, no se quien… La pequeña mujer no terminó de hablar, en ese instante el asistente entró a la oficina con una carpeta en sus manos, dirigiéndose a su jefe, directamente. —Señor, la información que pidió esta mañana, ha llegado. El hombre volvió para ver a la niña que se encontraba inmovil en la mitad de la oficina, recibió la carpeta y espero a que Paul, saliera. Respiró hondo y abrió la carpeta en sus manos. —Meylin Jones, 23 años, graduada en la prestigiosa universidad del país con honores —arqueo una ceja y prosiguió —. Diseñadora de Joy
Capítulo 8: Fragmentos. —¿Qué estás haciendo aquí? —inquirió él, con suavidad. Mey, al escuchar sus palabras frunció el ceño expectante. —Martí, tú… —no pudo articular palabra alguna, se detuvo y sintió como sus ojos se inundaban y su cuerpo temblaba. La joven niña aun allí, al escucharla como llamó al hombre, lo repitió en su cabeza. “Martí” —Jenn, por favor esperame afuera, saldré enseguida —susurró, acercándose a ella cuidadosamente, la chica una vez le había salvado la vida, sintiéndose agradecido, él le prometió protegerla y siempre cuidar de ella, dándole todo lo que ella quisiera. Sin saber que lo que ella más quería era su amor, él nunca logró enamorarse de ella, porque la veía como a una hermana menor. Esto tenía a la chica muy inquieta, aunque él cuidaba de ella, y siempre fue su prioridad, ella quería a este hombre como su esposo. La mujer solo asintió con la cabeza