Al terminar de acomodar a su esposa, bajó por el pequeño Liam, llevándolo en sus brazos, lo acomodo al lado de la madre, y los cubrió con el acolchado, al verlos sus ojos brillaron con emociones encontradas, y la tristeza y los recuerdos lo invadieron, el momento en que la maltrato, llegó a su cabeza y se sintió culpable, corrió al baño para darse una ducha fría y dejar de pensar en todo y luego se acomodo al lado de su pequeña familia.****Al día siguiente Mey, se estiró en la cama, abrió sus ojos de golpe al sentir la suavidad de esta y se sentó en un brinco revisando su ropa. soltó un soplido al verse a sí misma, y repasó todo en la habitación sintiendo un dolor horrible en su pecho, al recordar la escenas que vivió en esa misma habitación. —No, no, no —repitió se levantó a toda prisa, se acercó a la puerta y movió la manija, pero esta no se abría. —¡No! —el grito alarmó a las personas que se encontraban en la planta baja, Martín volvió su mirada hacia arriba y corrió por las es
Liam, se cruza de brazos atrás y frunció su entrecejo y Lena esboza una sonrisa al verlo. —Que encantador, ojalá una de mis hijas se fijen en ti —susurra pero es escuchada por su esposo. —¿Qué dices Lena? —Nada, cariño, nada —dice. —Liam, será igual a su padre, mis hijas querran a alguien…—¡Cariño no te escucho, sii, hola! —Lena, colgó la llamada y aceleró por el camino, haciendo que Liam levantara sus brazos emocionado. —Te gustaran las carreras igual que a tu madre, interesante. Por otro lado, La ambulancia llegó y detrás de ellos llegó Martín, en el auto, al minuto siguiente salió detrás de la camilla donde esta Mey, en la entrada Fernando esperaba por todos, Martín vio a su amigo y lo detuvo enseguida. —Fer, ya sabes que no puedes entrar llama a una mujer. —Si, ya está en la sala esperándola. Martín, bajó su mirada hacia su esposa y depositó un beso en su frente. —Tranquila cariño, respira. —El Señor puede entrar por la otra puerta a ver a su esposa. Martín, se detiene
—Él me ayudó a levantar, papi —la pequeña soltó a su padre y luego se acercó al hombre que la había ayudado, sujetó su mano y lo llevó justo frente a su padre.—Señor Walton, yo solo ayude a la pequeña a ponerse de pie —dijo a toda prisa el hombre con nervios en su voz. —Tranquilo, mi hija me lo ha contado y quiso que viniera a agradecerle.—Oh, no es necesario.—Si, si lo es —dijo la niña con voz infantil. —Bueno, muchas gracias por ayudarla, otro en su lugar ni siquiera se habría inmutado. —No hay por qué, señor Walton es mi deber —la voz del hombre es amable. —¿Tiene hijos? —preguntó Martín al escuchar como hablaba de su hija. —Si señor, tengo dos, una niña y un niño —contestó. —¿Cuántos años tienen? —El chico tiene 5 y la chica 4. —Estan muy pequeños.—Sí señor. —Traelos cuando volvamos del viaje, para que jueguen, Liam, estará contento de jugar con otro chico que tiene su edad, Ámber y las gemelas, estarán encantadas de jugar con la niña.—Está bien, señor, será un place
Por otro lado en una cárcel de máxima seguridad Ben, que ya ha bajado notablemente de peso, por la vida que le había tocado pasar, después de estar un tiempo bajo los golpes de Martín, y sus hombres lo enviaron a este terrible lugar, perdiendo todo lo que tenía. Su familia se había ido al exterior y lo habían abandonado a su suerte, poco tiempo después se hizo amigo de un hombre, que solo se comunicaba con él, por medio de llamadas que un guardia bajo cuerda, le dejaba tener. Tiempo después cuando escuchó que Meylin Jones y Martín Walton se casarían, se burló de ellos. —Ya veremos si seguirán tan felices, cuando salga de este lugar —dijo. ***** En un hotel de 6 estrellas un hombre, se encuentra mirando por la ventana del piso al techo, sus comisuras se agrandaron al escuchar las noticias nuevas. —Así que se casan. —Y, señor, fuimos a buscar a la mujer que nos dijo, la mujer llamada Jenny, pero ya no estaba en el lugar. —¿Escapo? —pregunto. —Eso parece señor. —Bien, encu
Prefacio Eran casi las 5 de la tarde cuando Meylin, llegó a la gran villa de la familia Jones, había pedido permiso en su trabajo para llegar a tiempo a la reunión familiar, a la cual sus padres la habían obligado asistir. Al levantar su mirada se dio cuenta que habían muchos autos más parqueados en línea. "Tal vez, no es una celebración cualquiera", pensó para sí misma, mientras caminaba a la inmensa puerta; con total naturalidad, llevando puesto un vestido corto, color vinotinto y zapatillas de cristal de 8 cm, llamó la atención de todos los presentes al entrar. Liz, la hija menor de la pareja, quien estaba al pendiente de la llegada de Meylin, al ver a la niña llamando la atención de todos, su rostro se distorsionó. Respiró profundo aguantando un poco su disgusto, y con una sonrisa y actitud hipócrita grito:—¡Mey! —sacudiendo su mano de lado a lado y fingiendo estar feliz de verla.
Capítulo 1: Habitación VIP. El chofer sujetó a Meylin, la subió al auto a la fuerza, dió vuelta subiendo a toda prisa y encendió el motor para luego acelerar. De camino por las calles, la chica mordió su labio inferior aguantando la incomodidad que tenía entre sus piernas. El hombre que iba a su lado dándose cuenta de esto esbozo una sonrisa, se frotó las manos mientras miraba a la niña con deseo y dijo: —Soy Ben Gordon, y desde ahora serás mi chica, mi mujer o como quieras llamarlo —la sujetó por el antebrazo y la acercó a él, obligándola a mirarlo. —¿Entendiste bien? —su aliento apestaba, e hizo que la chica sintiera náuseas. El hombre ejerció más fuerza para que ella le respondiera, pero la niña al sentir el dolor solo asintió con la cabeza. —Ahora bésame —ordenó con desdén, pero ella se negó a hacerlo, y como pudo se soltó de su agarre, sus rápidos movimientos hicieron reír al hombre una vez más. —Déjame, no me toques —farfulló débilmente.
Capítulo 2: Vístete y lárgate. —Aquí estás —manifestó Gordon, y al decir eso la pequeña niña recobró todos sus sentidos, se soltó con todas sus fuerzas del agarre del hombre y corrió sin detenerse, pero aun así sentía que su debilidad no la dejaba correr como quisiera, se retiró sus tacones de 8 Cm, los recogió, y enterró sus uñas en las manos para mantenerse y seguir corriendo. El hombre quedó aturdido al ver que su víctima se había soltado de su agarre. —¡Eres una M*****a! —gruño, al mismo tiempo salió corriendo detrás de ella, pero para él, era imposible alcanzarla ya que su peso no se lo permitía. No muy lejos la niña, visualizo a un joven camarero saliendo de una de las habitaciones, la puerta estaba a punto de cerrarse, ella volvió para ver hacia atrás y estando segura que aun no la alcanzó, sin más, entró; cerrando la puerta detrás de ella, con un profundo suspiro se apoyó en esta, sintiéndose a salvo. Mientras tanto del otro lado, Ben, se acercaba, pero no vio a la chica
Capítulo 3: Yo, no merezco esto. —No, señor Waltón. Pensando en cómo cancelar el servició, miró al taxista un poco avergonzada, debía llamar a su mejor amiga, sería la única que podría ayudarla en estos momentos; observo por la ventanilla y se mordió el labio inferior pensativa, luego volvió a mirar al hombre e incómoda y decidida le preguntó al anciano: —¿Señor, podría por favor prestarme su celular? —el hombre miró a la chica por el espejo retrovisor, recogió el celular y se lo entregó. —Gracias. Sin perder tiempo marcó el número de su mejor amiga, Helena. —¡Amiga! ¿cómo te fue en la… —Lena, ayudame por favor, estoy llegando al apartamento, voy en un taxi, pero deje el bolso en la villa, ¿podrías prestarme dinero y cancelarle al señor, por el servicio de taxi? —preguntó a su amiga interrumpiendola, su voz temblaba pero