Capítulo 8. Una visita inesperada.

David entró en la primera propiedad que Leonel Acosta le había asignado y suspiró al evaluarla con la mirada: piedras, infinidad de árboles inútiles, zanjones mal construidos, charcos y restos de cultivos sembrados sin ningún tipo de orden poblaban el terreno.

Aquel lugar le daría más trabajo del que había supuesto y eso que era la primera de las cinco propiedades que le habían encargado.

—Pablo y yo comenzaremos el inventario de los árboles y de los cultivos —informó Gonzalo y se sumergió junto a un chico delgado y moreno en el interior del terreno.

David dejó de lado las inquietudes que aquella región le producía y se concentró en su responsabilidad. Ubicó tres puntos estratégicos a lo largo del lugar para realizar la evaluación del suelo.

Hora y media después se hallaba en el fondo de la propiedad, hacía figuritas de barro y estudiaba el tipo de animalitos que convivían bajo la tierra.

Gonzalo se acercó a él con la frente perlada de sudor.

—Hay mucho que puede aprovecharse, pero co
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