Capítulo 10. Sentimientos confusos.

Subieron al auto de David en silencio y enseguida tomaron el camino hacia el pueblo.

Jimena tenía las emociones atoradas en la garganta, él podía percibirlo, sentía la obligación de decir algo, pero no sabía qué.

Tampoco quería que la mujer estallara en llanto, no sabría cómo manejar esa situación.

—Orquídeas —expresó de forma repentina. Ella giró el rostro para observarlo confusa, con los ojos inundados de lágrimas—. Creo haber visto orquídeas en el jardín de la casa —comentó, procuraba distraerla al continuar con la absurda discusión que habían mantenido antes de que Tomás Reyes los interrumpiera—. Me parece que también habían lirios y girasoles —completó y mostró una sonrisa que a Jimena le resultó demasiado atractiva—. Esos últimos los recuerdo bien, mi mamá tenía muchos girasoles en casa, era fanática de ellos, y a mí me encantaba deshojarlos —confesó y le guiñó un ojo.

Ella no pudo evitar sonreír, pero la alegría le duró poco, los recuerdos la abrumaron.

—No tengo idea de lo que
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