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Un año y medio más tarde
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Vanessa estaba observando entre los arbustos que se hallaban en medio de la montaña a unas personas paradas en la mitad de la autopista. —¿Segura que ellos son los que estaban robando información del gobierno? — cuestionó Vanessa mirando con detenimiento a Heather, la cual con firmeza asintió —increíble, son niños— abrió con notoriedad su boca en señal de asombro.
—¿Cómo crees que algo así es posible? — rodó los ojos la mayor conteniendo su risa —está bien, es muy posible; pero en ese caso, son personas de edad promedio disfrazadas de niños pequeños, de esa manera no podrían atraparlos tan fácil.
—Al parecer el mundo est&
Vanessa, era una chica de campo que vivía aún con sus padres. Claro que no vivía ahí de balde, cuidar de los animales era una de sus numerosas actividades diarias, ella amaba la tranquilidad que el campo le daba a pesar de estar todo el día persiguiendo gallinas y bañando cerdos.—¡Vanessa! — gritaba Danna para llamar la atención de su amiga la cual se encontraba lejos de ahí —¡Oye! — gritaba una vez más al notar que la mencionada no se percataba de su existencia, corrió en su dirección y llegó completamente exhausta.—Oh Danna, estás aquí— comentó con una sonrisa sin enterarse de las numerosas veces que su amiga la había llamado.—¡Claro que estoy aquí! ¿No ves que casi me muero? Ese ganso me persiguió otra vez— se dejó caer en el suelo.Vanessa se re&
Los planes de Vanessa eran comprar una casa sencilla y buscar algún empleo en el que su «fuerza bruta» fuese necesaria, por el lado opuesto, Dana planeaba comprar una mansión, renovar sus guardarropas y hacerse notar en la «Clase alta» Dos chicas diferentes con planes completamente opuestos. A Vanessa no le interesaba para nada ser el centro de atención y por esa misma razón había entablado una gran amistad con Danna la «opacadora» Danna se llevaba la atención mientras Vanessa era solo su amiga o acompañante.—¡No quiero esa casa! Es muy antigua, se nos puede caer encima— sentenció Danna desviando la mirada. Vanessa intentaba llegar a un acuerdo, pero eso era más que imposible.—¡¿Qué es lo que quieres hacer?! Llamar la atención así, únicamente nos traerá problemas— le dio la espalda a su amiga
—¡¿Vanessa?!— exclamó casi de un grito llamando la atención de una pareja a su lado. Con una sonrisa se disculpó y optó por esperar a que sus caminos se encontraran o su amiga la viera, era increíble, la chica que jamás estaría en ninguno de esos lugares y mucho menos desearía llamar la atención estaba delante de ella con una enorme sonrisa y costosas joyas. —Esta no es la Vanessa que conozco ¿Qué le sucedió? Será ella o… ¡Eso es! No había forma de que fuese su Vanessa la explicación más lógica era que solo llevaba su cara, era una persona completamente diferente a la Vanessa que ella conocía, porque no era Vanessa. Con esta revelación Danna decidió seguir con su feliz y afortunada noche, quizá saldría con algún pretendiente de ahí.• ────── ✾ ─────
—¡¿Qué?! Pero ¿Por qué? Serás el centro de atención del lugar y podrás pasar tiempo con este bello espécimen de hombre— aclaró Paolo intentando que Vanessa cambiara de opinión. —Como usted ha dicho, sería el centro de atención y tendría que pasar tiempo con usted, nos conocimos hace una hora y ya no lo soporto, agotó mi energía— aclaró Vanessa, a ella no le gustaba estar rodeada de personas, su energía social se agotaba muy fácil. Ermitaña, esa era la palabra que la podría definir en ese momento. —¿Ya no me soporta? — preguntó Paolo notablemente ofendido —si es por lo que pasó antes ¡Todo fue un malentendido! — intentó excusarse. Pero al ver que no obtenía ninguna reacción por parte de Vanessa intentó usar su lado «sentimental» para convencerla, era una chica así que, según Paolo, ella podría sentirse mal por su situación y aceptar. —Está bien, seré honesto c
Lo único que Vanessa podía hacer era apretar sus puños y contener su ira. Ella no querría hacer una escena frente a las demás personas, pero la gota de paciencia que Paolo le había dejado para esa noche estaba terminando, ella observaba a su acompañante esperando que él hiciera algo, más él no se inmutaba por las palabras de aquella mujer. —Señora, me sorprende que pueda deducir eso de alguien que acaba de conocer ¿Qué tanta experiencia tiene? Cuénteme su secreto— preguntó Vanessa con una sonrisa satisfecha mientras tomaba un sorbo del zumo. Bianca, al no tener que responder se limitó a mirarla como si quisiera devorarla, más la mirada asombrada de Carlo al ver a alguien que pudiese resistir la mirada de su esposa era la protagonista de su noche. Algo que Vanessa detestaba era que intentaran mostrarse más de lo que realmente eran, simples humanos que morirían
Pero… No tengo idea de lo que tendría que hacer— lo observó confusa. —Simplemente, debes estar cerca de mí y ayudarme en lo que necesite, además también tendrás acceso a los documentos— aclaró mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. —También mi madre viene a supervisar a los trabajadores de la fábrica, si aceptas, estarías lejos de su poder. —¡Acepto! — dijo de repente, la simple idea de estar bajo el control de aquel monstruo le daba escalofríos, y estando tan cerca de Paolo ella podría molestar a la señora. Una sonrisa ladina y traviesa se formó en los labios de Vanessa —claro que acepto— dijo en medio de un susurro. —Entonces, desde ahora somos un equipo— concluyó Paolo extendiendo su mano. —Tienes razón— respondió lanzando un suspiro —tendré que sop
Paolo y Vanessa llegaron a la antigua casa de Marcelo, su jardín estaba crecido y descuidado, realmente parecía un pequeño bosque, el sonido de los animales nocturnos creaban ese ambiente terrorífico, aunque con todo lo que había pasado aquella larga noche ya se habían acostumbrado a esa sensación. Al entrar, los pasos resonaban en el sitio el cual estaba levemente iluminado por la luna llena. —¿Crees que los interruptores funcionen? — preguntó Vanessa mientras acariciaba a Michi el cual ya se había establecido como la mascota del equipo. —Solo lo sabremos si probamos uno— respondió Paolo con suma obviedad y lo hizo, el lugar se iluminó tanto que encegueció momentáneamente a los presentes —¡Mis ojos! — se quejó. —Por lo menos sabemos que funcionan— respondió Vanessa mientras cubría su rostro con su mano.
—Dejó una nota, así que ella salió por su propia voluntad, solo resta esperar a que anochezca para saber a dónde fue— dijo Paolo con una pequeña sonrisa. Él no tenía idea de cómo actuar frente a la situación, pero recordaba lo que no le agradó que hicieran en ese trágico momento. —Vamos a esperar juntos, si no llega a la hora acordada, comenzaremos la búsqueda— se sentó en el sofá —¿Qué es ese olor? — preguntó mientras arrugaba su nariz. —¿Olor? — Repitió extrañada mientras se acercaba a detallar ese extraño aroma —¡Es vino! Yo no bebo vino, no había en casa— susurró mientras observaba extrañada a Paolo. —Ese vino es el que había en la fiesta de anoche, es imposible que se haya conseguido tan fácil— sentenció Paolo después de haber examinado detalladamente aquel arom