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•Capítulo 5• «Oficina secreta»

Lo único que Vanessa podía hacer era apretar sus puños y contener su ira. Ella no querría hacer una escena frente a las demás personas, pero la gota de paciencia que Paolo le había dejado para esa noche estaba terminando, ella observaba a su acompañante esperando que él hiciera algo, más él no se inmutaba por las palabras de aquella mujer.

—Señora, me sorprende que pueda deducir eso de alguien que acaba de conocer ¿Qué tanta experiencia tiene? Cuénteme su secreto— preguntó Vanessa con una sonrisa satisfecha mientras tomaba un sorbo del zumo.

Bianca, al no tener que responder se limitó a mirarla como si quisiera devorarla, más la mirada asombrada de Carlo al ver a alguien que pudiese resistir la mirada de su esposa era la protagonista de su noche. Algo que Vanessa detestaba era que intentaran mostrarse más de lo que realmente eran, simples humanos que morirían en cualquier momento y no podrían llevarse nada de lo que con engaños y trabajo consiguieron aquí en la tierra. Con la cena terminada y los señores lejos del lugar, Vanessa pudo respirar tranquila.

—Esa señora es un dolor de cabeza ¿Cómo la puedes soportar? — observó detenidamente a Paolo.

—Sé que mi madre te ha malinterpretado y que deberías defenderte. Pero también deberías tener un poco de consideración con los sentimientos de mi padre y los míos, ¡Pensarán que he encontrado una mujer antipática y para nada agradable! Pero en realidad, siempre he tenido buen ojo para las mujeres, oh me refiero a un ojo para elegir una compañera, no me malinterpretes.

—¿Cómo te atreves a decir que tienes buenos ojos con las mujeres cuando no entiendes nada de ellas? ¿No creerás realmente que si me hago pasar por tu compañera me enamoraré de ti y pasaré el resto de mi vida contigo en matrimonio y con hijos, esclavo?— Rio Vanessa soltando una carcajada. 

—Ya es hora, podemos irnos, te llevaré de vuelta a la fábrica— sentenció el mayor para darse la vuelta y dirigirse al coche en silencio. Paolo pensaba en la distancia que los separaba y en la forma en la que acababa de pelear con su madre, su tono fue bastante bajo, y Vanessa lo siguió enmudecida.

—¡Suéltame! — gritó mientras intentaba ineficazmente soltarse del agarre —¡Suéltame esclavo! — gritó nuevamente logrando alejarse de él.

El viaje de camino a la fábrica era silencioso, Paolo se centraba en conducir y Vanessa en la manera de saber más acerca de su desaparecido amigo, parecía irreal que algo así pasara, pero la vida daba mil vueltas en un corto lapso de tiempo.

—Te devolveré el vestido después de enviarlo a la tintorería— Habló la menor dando por terminado aquel silencioso viaje. Paolo se giró en su dirección para decir algo, más Vanessa lo interrumpió. —¡Vuelve la vista al camino! ¡No quiero morir! — se aferró al cinturón de seguridad, cuando Paolo había regresado su vista al frente con una mueca de placer, Vanessa continuó hablando para cambiar de tema. —El rumor del fantasma en la fábrica… dicen que fue por la muerte de tu hermano, pero si está desaparecido, no necesariamente ha muerto, además hay unos rumores muy tontos— rio —dicen que ambos murieron y tú eres un clon.

—Lo soy— giró su cabeza lentamente en dirección de Vanessa.

—Eso explica por qué todos dicen que eres una máquina sin sentimientos, ni emociones y que pareces más a un cerdo— sonrió mientras lo observaba —no hay manera de que lo seas… Ammm, cierto ¿Cuál es tu nombre? — ladeó su cabeza.

—Paolo Martini— respondió mientras pensaba en lo que había dicho ella con anterioridad ¿Lo llamó cerdo nuevamente?

—¡¿Paolo?!— Preguntó Vanessa mientras estallaba en carcajadas —ese es el nombre de mi bello ganso— tomó su abdomen que había comenzado a doler.

—¡¿Le pusiste así a un ganso? ¿Estás bien de la cabeza? — la miró molesto.

—Un poco, si lo hubiese sabido se lo habría colocado a mi cerdito— sonrió mientras le mostraba la lengua.

Paolo hizo como si no la hubiese escuchado y continuaron con su camino. Al llegar a la fábrica, la noche estaba muy adentrada tanto que a pesar de que Paolo le insistía en que fuera a casa, no habrá ningún transporte para ella a esa hora. Además, no quería despertar a Danna al llegar a casa, si la despertaba ella estaría malhumorada todo el día.

—No, debo terminar mi turno hoy— dijo con una tímida sonrisa, pero estaba que caía rendida del sueño.

—Pareces un perezoso, soy tu jefe y te estoy dando el resto de la noche libre, deberías volver a casa— se cruzó de brazos. —esto es lo que me pasa por ser buena persona ¿Vanessa? — preguntó al ver que la mencionada estaba dormida mientras se apoyaba en una de las paredes del lugar. —Si la dejo ahí, en cualquier momento podría caerse y lastimarse…  y si lo hace, no tendrá que venir a trabajar y estaré libre de aquel tonto trato— sonrió ladino.

Se acercó para cerciorarse que Vanessa estuviese realmente dormida, pero ese sonido espantoso había vuelto a hacer su aparición. Frente a tal escándalo Vanessa se despertó sobresaltada por los gritos de Paolo.

—¿Estás bien? — preguntó ella mientras se acercaba muy extrañada a Paolo, el cual negaba repetidamente agitando su cabeza y llevando sus manos a su pecho —¿Qué pasó? — aquellos sonidos volvieron a escucharse en todo el lugar. —¡Vamos! — gritó mientras tomaba del brazo al mayor y lo arrastraba en dirección a los «lamentos» que se escuchaban.

Los pasos de ambos resonaban en el sitio juntamente con el eco que hacían objetos al caer armonizados por aquellos gritos, ambos estaban ansiosos por descubrir qué o quién era el causante de tan estruendoso sonido y el misterio estaba a punto de ser resuelto.

—¿Una puerta? — preguntó Paolo algo sorprendido —no había llegado a venir hasta aquí— aclaró frente a la confusa mirada de Vanessa sobre él.

—No sabremos qué habrá aquí si no entramos— comentó mientras llevaba su mano al pomo de la puerta.

—¡Espera! — la detuvo Paolo —¿Y si hay algo peligroso o mortal detrás de ella y no tenemos cómo defendernos? — tragó grueso.

Vanessa simplemente hizo caso omiso a la advertencia de Paolo y abrió la puerta, era una especie de oficina usada por última vez no hace mucho tiempo, estaba empolvada, pero los objetos estaban bien conservados.

—¿Qué es esto? — cuestionó el joven mientras recorría el lugar —jamás en mi existencia había llegado a ver algo semejante a esto en la vida real— se detuvo al ver a la chica contemplando una fotografía enmarcada cerca de una pila de documentos.

—Marcelo...— susurró aún incrédula.

—¡No soy Marcelo! ¡Paolo! ¡Me llamo Paolo! — exclamó molesto el mayor.

—¡No tonto! Que es una foto de Marcelo, cuando estaba más joven— lo último lo dijo con una sonrisa mientras un pequeño suspiro se escapaba de entre sus labios.

Paolo se aproximó para observar lo que ella sostenía y una triste sonrisa se posó en sus labios. Era él, su hermano mayor por dos minutos el cual había desaparecido hace más de un año ¿Habría sido esta su anterior oficina? Las cosas no estaban tan claras y lo más seguro era que todo esto estuviese relacionado con su desaparición.

—«Pruebas de la corrupción interna de Martini’s, la empresa es activa inversionista a una de las redes de prostitución» «Los Martini y las falsas donaciones a la protección de menores»— Vanessa se giró al escuchar la temblorosa voz de Paolo leyendo aquellos enunciados —¡¿Qué es esto?!— exclamó horrorizado.

—Si esta es la oficina de Marcelo, eso significa...— se dejó caer en la silla.

—Que lo desaparecieron antes de que sacara esto a la luz o que era el responsable de esto— observó a la chica a los ojos.

—No creo que él haya hecho algo así, era una muy generosa persona, no podría pensar en él de esa manera— sonrió incrédula.

—Yo tampoco, pero las mejores personas en ocasiones son perfectas para guardar este tipo de cosas— respondió mientras ella se mantenía en silencio, Paolo tenía razón, es difícil distinguir las verdaderas intenciones de una persona y si su amabilidad es honesta o malintencionada.

—Debemos llegar al fondo de esto, no me puedo quedar así— susurró Vanessa.

—Lo sé y por eso, me gustaría que fueses mi asistente— propuso en el tono que la ocasión requería —siempre he sido de trabajar mejor solo, sin embargo, necesito a alguien que sea de confianza. Además de eso, eres amiga de mi hermano. Te necesito tanto en el trabajo como en el que finjas ser mi pareja— Explicó Paolo esperando a que Vanessa cediera.

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