—Dejó una nota, así que ella salió por su propia voluntad, solo resta esperar a que anochezca para saber a dónde fue— dijo Paolo con una pequeña sonrisa.
Él no tenía idea de cómo actuar frente a la situación, pero recordaba lo que no le agradó que hicieran en ese trágico momento.
—Vamos a esperar juntos, si no llega a la hora acordada, comenzaremos la búsqueda— se sentó en el sofá —¿Qué es ese olor? — preguntó mientras arrugaba su nariz.
—¿Olor? — Repitió extrañada mientras se acercaba a detallar ese extraño aroma —¡Es vino! Yo no bebo vino, no había en casa— susurró mientras observaba extrañada a Paolo.
—Ese vino es el que había en la fiesta de anoche, es imposible que se haya conseguido tan fácil— sentenció Paolo después de haber examinado detalladamente aquel arom
Vanessa se dejó caer en el sofá, la poca esperanza que estaba en su corazón de que Danna volviera se estaba agotando, su esperanza había salido de viaje sin fecha de regreso, su pecho estaba agolpado de preocupación. Lo único que en sus manos estaba era orar para que su pequeña hermana estuviese a salvo. Lágrimas corrían por sus mejillas sin ser notadas por ella, la noche había caído completamente y el plazo del regreso de Danna había llegado a su final. —Ya son más de las diez, no hay rastro de ella— susurró Vanessa para sí, se despeinó un poco, pero su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación. —Ella estará bien, ten confianza— susurró Paolo intentando tranquilizarla, pero fue inútil. A pesar de que al comienzo no se llevaron para nada bien y aún tenían sus pequeñas diferencias, el apoyo que Paolo l
—¡Perdóneme jefecito lindo, precioso, querido! — comenzó a excusarse de las maneras que se le ocurría, haciendo que Paolo estallara de la risa. —Así que ¿Lindo? ¿Precioso? ¿Querido? — se burló mientras las mejillas y orejas de Vanessa se tornaban rosadas. —¡Es solamente un decir! Además… solo eres mi esclavo— rio Vanessa mientras desviaba su mirada. —Y por eso es que están temblando tus piernas— respondió observando a las mencionadas. Vanessa ya no tenía cómo responder así que optó con distraerse viendo la oficina de Paolo. Era demasiado grande y bien iluminada, además estaba todo en perfecto orden, los colores predominantes eran el blanco, gris y azul petróleo, tenía una armonía relajante. Había algunos calendarios en su escritorio y un retrato con una foto junto a
—¿Ustedes se conocen? — preguntó Vanessa algo incómoda, la película que ella estaba presenciando se estaba saliendo de control. —Es una larga historia que conocerás después— regresó la mirada a su madre —¡¿Qué se supone que es esto?!— Señaló a Alessia. —Es tu prometida— sonrió la señora —¿No era ella la chica con la que querías casarte hace unos años? — ladeó la cabeza —Pues aquí está, es toda tuya. —¿Te gustaba ella? Que buen gusto— susurró Vanessa mientras sonreía con ironía ¿Cómo no habría imaginado que tenía una prometida? —No entiendo qué es lo que está sucediendo— dijo Alessia sin saber el por qué estaba reaccionando así. —Y yo me cansé de estar aquí ¿Quieres salir un momento mientras ellos se pelean? — preguntó la
Llegaron a casa de Vanessa en completo silencio, ella se sentía confundida por lo que había dicho Paolo y a ella no le gustaba quedarse con la duda de algo. —¿Tengo algo en la cara? — preguntó el mayor frunciendo el ceño. —¿Qué acaba de pasar con la chica y la bruja? — cuestionó Vanessa sentándose a su lado. —¿Quieres la versión larga o la versión corta? — ladeó la cabeza y continuó hablando después de que ella pidiera la versión con más detalles. —Conocimos a Alessia cuando estuvimos en el jardín de niños, crecimos juntos y con el paso del tiempo comencé a desarrollar sentimientos por ella, pero a ella le gustaba mi hermano y.…— Vanessa lo interrumpió. —¡Espérame tantito voy por frituras! — dijo mientras corría en dirección de la cocina —¡Ahora sí! — se sentó en su
Había llegado la hora acordada para que Vanessa y Alessia se encontraran, ambas tenían un objetivo en común y ese era vencer a bruja malvada, o por lo menos tener un poco de diversión, Vanessa había tenido que escapar de Paolo el cual no tenía nada que hacer. Ella se saludó amablemente y comenzaron a hablar acerca de lo que Bianca le había propuesto a Alessia. —Lo he dicho muchas veces, pero no está de más decirlo nuevamente ¡Esa vieja está loca! No, más que loca ¡Está completamente desquiciada! — se quejó bastante molesta. —Sí, mi futura suegra está falta de algunos tornillos— se rio nerviosa la chica. —Es que… Planear la boda de alguien que ya tiene pareja con otra persona— desvió la mirada —¡Claro que no lo permitiremos! — gritó un poco mientras sobresaltaba a Alessia. El silencio había inundado la habitación y lo único que podía percibirse era la tenue luz de luna, la cual se abría paso por las blancas cortinas de Vanessa, Michi subía y bajaba de la cama en busca de una parpadeante luz que era emitida por una luciérnaga. La suave brisa mecía los árboles dando de este modo un ambiente sereno. Aquella luz de luna dejó la habitación y en su lugar la luz de la mañana coloreó de anaranjado la habitación y el suave sonido de la brisa por el trinar de las aves y la molesta alarma, la cual Vanessa extendiendo su mano apagó. Una extraña sensación recorrió su cuerpo al percibir un peso en su vientre, corrió su sábana para ver de qué se trataba hasta que recordó que Paolo había pasado la noche a su lado. —Casi me da un infarto— susurró llevando su mano al pecho. Paolo aún dor•Capítulo 14• «La carpeta equivocada»
Ambos se dirigieron a las afueras de la ciudad, lo que no era tan distante como parecía, Vanessa se preguntaba constantemente en quién podría ser la persona de la que hablaba Paolo, pero solo tendría que esperar para conocerlo. El auto de Paolo se detuvo frente a una modesta casa de madera. —¿Me estás secuestrando en una casa de madera a la mitad de la nada? — preguntó la chica algo juguetona. —¿Para qué voy a secuestrarte? — preguntó Paolo llevando su mano a la frente. —No sé, los millonarios son raros— elevó los hombros. —Ahora eres tú la que me colmará la paciencia— gruñó golpeando suavemente la frente de Vanessa —adelante— señaló Paolo y ambos se acercaron al lugar. Tocaron la puerta un par de veces hasta que una par
Vanessa desvió la mirada algo pensativa ¿Qué era lo que ella pensaba del molesto de Paolo? Hasta ese momento no se había llegado a hacer la pregunta, la señora estaba esperando pacientemente y con una sonrisa la respuesta. —Es una gran persona, escondida en un temperamento horrible con un pésimo sentido del humor y un miedo extremo por las arañas— respondió soltando una risita. —Aunque… Siento que he sido una de las pocas personas que pueden ver su lado amable, aunque normalmente terminemos peleando o discutiendo por cualquier cosa— sacudió su cabeza mientras reía. —Cuídalo por favor— pidió la señora —él es una persona que necesita un poco de cariño, tú muy bien sabes que su madre es la más falta de sentido maternal y en muchas ocasiones corre detrás del dinero… Tanto a él como a Marcelo les ha hecho falta crecer con una madre, eso se ve reflejado en su actitud. La mirada de Vanessa se posó en Paolo y el abuelo los cuales estaban jugando a lo lejos. En ocasio