—¡¿Qué?! Pero ¿Por qué? Serás el centro de atención del lugar y podrás pasar tiempo con este bello espécimen de hombre— aclaró Paolo intentando que Vanessa cambiara de opinión.
—Como usted ha dicho, sería el centro de atención y tendría que pasar tiempo con usted, nos conocimos hace una hora y ya no lo soporto, agotó mi energía— aclaró Vanessa, a ella no le gustaba estar rodeada de personas, su energía social se agotaba muy fácil. Ermitaña, esa era la palabra que la podría definir en ese momento.
—¿Ya no me soporta? — preguntó Paolo notablemente ofendido —si es por lo que pasó antes ¡Todo fue un malentendido! — intentó excusarse. Pero al ver que no obtenía ninguna reacción por parte de Vanessa intentó usar su lado «sentimental» para convencerla, era una chica así que, según Paolo, ella podría sentirse mal por su situación y aceptar. —Está bien, seré honesto contigo. Este proyecto es el punto fuerte de la empresa, se espera que sea muy rentable. Mis padres estarán presentes y muchos de los posibles inversores conocen a mis padres desde hace años. Así que no quiero convertir un asunto de negocios en uno completamente personal, ¡No quiero verme envuelto en su lucha por presentarme a alguien!
—Entiendo lo que quiere decir— se giró en dirección de Paolo lanzando un suspiro — los inversores querrán que usted se una en un matrimonio con algunas de sus hijas o familiares con el fin de mejorar el estatus de cada uno. Usted quiere evitar eso y que sus relaciones sean únicamente laborales. Sin embargo, yo no debería aceptar algo como eso, además recién nos vimos ahora.
—Entonces te pagaré lo que quieras— insistió suponiendo que el dinero sería aquello que aceptaría sin dudar.
—No tengo necesidad de dinero, afortunadamente.
—Emplearé mi último recurso— sentenció mientras sonreía de lado —despediré a la mitad del personal.
—Hágalo, si los despide de manera injustificada ellos pueden poner una demanda contra usted y perdería una gran cantidad de dinero y de trabajadores— respondió Vanessa con una sonrisa triunfante.
—¿Qué puedo hacer para que aceptes una cita de trabajo? — preguntó resignado.
—Podría...— susurró Vanessa pensativa mientras recordaba los rumores acerca del segundo heredero —harás lo que yo diga por un mes— sonrió ladina.
—¡¿Qué?! ¡Ni loco haría eso! Tengo demasiado trabajo para mí como para tener que correr a los caprichos de una niñita— se cruzó de brazos.
—Está bien— elevó sus hombros —no iré, consigue a otra.
—Dos semanas— negoció.
—Tres semanas laborales y quiero el turno de noche hasta que resuelva el misterio, no creo que usted sea el que hace tanto ruido— Paolo no tuvo más opción que aceptar. No sabría dónde conseguir a otra víctima y Vanessa tendría a su acompañante para atrapar al responsable de los maquiavélicos ruidos.
Antes de que ambos salieran de la fábrica, los ojos de Paolo se posaron sobre Vanessa y bastante sorprendido preguntó: —¿Vas a conocer a mis padres así, señorita? —. Vanessa examinó su atuendo sin encontrar lo que a Paolo le parecía estar mal —¿Acaso no has llegado a ir a una fiesta? —. Las cejas de Paolo se fruncieron a causa del traje que Vanessa llevaba debajo de su uniforme a pesar de ser unisex, parecía ser más masculino ocultando todo rastro de femineidad.
—Pero esto ya es mi mejor vestido, aunque lo diga, este vestido sigue siendo mi selección especial, no le he pedido que me reembolse mi pago— se defendió Vanessa intentando deshacerse de aquel molesto hombre que tenía en frente.
—¡¿Quieres que pague por una cochinada de estas?!
—¿Entonces no me va a llevar?— preguntó Vanessa extasiada, sentía que por fin podría librarse de él.
—¿Cómo es posible? Soy un hombre mayor, debo cumplir mi promesa— afirmó con convicción, haciendo que Vanessa se quejara por lo bajo —ven, te llevaré a comprar un traje de confección, lo que quieras.
—¿Qué es eso? — cuestionó Vanessa. —La cena es dentro de dos horas ¡¿Cómo voy a conseguir todo eso a tiempo?! — hizo una pausa —además de todo eso, no he cenado. Mi estómago está rugiendo por comida en esta ocasión— sus palabras fueron frenadas al caer en cuenta que estaba hablando de más —¿No es de mala educación llegar tarde? —. Preguntó intentando cambiar el tema.
«Realmente es una chica de campo, solamente piensa en la comida» se dijo Paolo internamente mientras regresaba a su tono formal: —La cena empezó oficialmente a las 8:00, ahora son las 16:30. Ahora le ordeno como jefe, que entregue inmediatamente el trabajo en mano a los demás, y que salga en cinco minutos— dicho esto, abandonó el lugar.
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El dependiente echó un vistazo al inadecuado vestido de Vanessa, intentaba devorarla con la mirada y con un gesto despectivo, escupió: —Disculpe, señorita, no aceptamos clientes demasiado casuales— intentó tomar a Vanessa por el brazo para sacarla de la tienda con un poco de disimulo.
—Escucha, ¿quieres ganar dinero con nosotros? Tenemos prisa— Paolo entonces sacó una tarjeta negra, rápidamente, la regresó a su abrigo, permitiendo que el empleado solo la viera por un par de segundos. —Esto es una tarjeta negra, es un símbolo de estatus. Esta señorita no tiene buen ojo con la ropa, pero debe ser la mujer más brillante de la sala esta noche. Como puede ver, el dinero no es problema.
—¡Sí señor, enseguida! Estimada cliente..., disculpe. Asignaré inmediatamente a la persona que mejor pueda combinar su atuendo para que la reciba.
Luego de cuarenta minutos de espera, Vanessa salió por fin del probador con otro nuevo vestido, un poco cansada pero apoyada cautelosamente por el dependiente. Paolo se dio la vuelta para mirarla, y aunque Vane únicamente llevara una cola suelta, toda ella se apreciaba como un ángel de brillo incomparable. el chico se quedó congelado durante unos diez segundos, tragó la boca, fingiendo decir con calma: —No está mal, esto es lo que buscábamos— sin embargo, sus ojos no dejaron de mirar a Vanessa.
—Oye, no sabía que era tan difícil ser una mujer «de lujo y exquisita» no te puedes imaginar la cantidad de trajes que me he cambiado—. Se quejó tras salir de la tienda —dime, ¿a dónde vas? ¿No tienes que estar allí en una hora?
Paolo resistió el impulso de seguir mirándola, giró la cabeza hacia el otro lado y fingió estar mirando la pantalla de su teléfono, —oye, ¿a quiénes deberían ir las mujeres para el pelo y las uñas? ¿A una peluquería?
Vanessa empezó a preguntarse si Paolo no se había acercado nunca a ninguna mujer y respondió: —¿Te refieres a la peluquería y manicura? Pero no creo que la necesite, mi pelo al cien por cien no necesita ningún tinte ni peinado. Siempre me lo cuido muy bien— alardeó sacudiéndolo de un lado a otro.
Paolo escuchó esto y se acordó de su vestido e inmediatamente le replicó: —Oye, escucha, no me fío para nada de tu gusto por el diseño, tengo que conseguirte un profesional.
—¿Puedo confiar en alguien que no sabe ni nombrar la profesión de la belleza?— Susurró Vanessa temiendo que Paolo la oyera.
—¡Lo he encontrado! He buscado en I*******m y he encontrado un profesional que hace estilismos para famosos. Tiene 5M de seguidores, debe ser la persona adecuada. Da la casualidad de que vive aquí. Le he enviado un mensaje privado, si no me responde en tres minutos, lo haré yo.
Vane interrumpió a Paolo: —Pero ¡¿Qué?! Quiero decir que ahora mismo, inmediatamente, ¿puedes contratarlo? ¿Un estilista famoso? Olvídalo, creo que soy lo suficientemente guapa tal y como estoy, al menos nunca me he visto tan bonita. «Este tipo es realmente fatal para las mujeres» pensó Vanessa. Después de discutir por más de veinte minutos, Vanessa reflexionó un momento y continuó: —Llévame al baño en el centro comercial cercano, me arreglaré un poco y luego podremos ir directamente a la fiesta.
—¿Vas a arrastrar este hermoso vestido al centro comercial para que lo vean todos los hombres en Shopping Mall?— se quejó Paolo impotente y celoso.
—¡Basta!, entonces sal del coche y espera diez minutos, lo arreglaré inmediatamente y ¡no bajes la ventanilla! ¡Nada de mirar a escondidas!— contestó Vanessa ya agotada.
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De esa manera terminaron en aquella fiesta en la que Danna nunca imaginaría llegar a ver a su amiga y mucho menos con un guapo hombre a su lado. Claro está que para Vanessa la presencia de su amiga en el lugar era desconocida y se encargaría de que ella no supiera que estaba ahí.
—Ya que usted será mi sirviente por cinco días, tendrá que tratarme con respeto— dijo la menor rompiendo con el silencio que se había formado.
—¿En qué lío me metí?… Está bien, su «alteza» Mis padres vendrán en un momento, no vayas a decirme «cerdo» frente a ellos ni que soy tu «esclavo» y tampoco hables de cómo nos conocimos, solo deja que yo hable— Vanessa sonrió de manera falsa y Paolo imitó su acción.
Vanessa continuó bebiendo su zumo de uva mientras Paolo observaba a su alrededor, estaba ansioso por ver a sus padres y los nervios de que a su acompañante se le saliera algún tipo de información de más lo carcomía por dentro. En ese poco espacio de tiempo se dio cuenta de la imprudencia de Vanessa, quizá ella no sabía mantener los secretos. En su mente, Paolo tomó nota de no darle tanta información a la mencionada.
—Oye… Siento que te he visto en algún otro lugar— susurró ella mientras se acercaba y observaba de manera detenida a Paolo —¿De casualidad eres Marcelo? — preguntó con un tono de incertidumbre.
—¿Marcelo? ¡¿Conoces a mi hermano?!— regresó Paolo la pregunta.
—¿Hermano? Yo… él no me mencionó tener alguno— se dijo por lo bajo.
—¿De dónde lo conoces? ¿Cuándo? — cuestionó expectante, quizá Vanessa podría tener aquella valiosa información que tanto anhelaba.
—Fue hace algunos años, fue un gran amigo mío, sin embargo, un par de meses después lo trasladaron y perdimos el contacto— respondió Vanessa con una melancólica sonrisa y un triste y dolorido tono de voz. —¿Cómo está él ahora?— Indagó. Pero aquella pregunta había causado un caos en el interior de Paolo ¿Cómo podría estar su hermano? Ni siquiera él mismo tenía la respuesta.
—Él desapareció— reveló demudando su rostro.
—Yo… ¿Hace cuánto? ¿Dónde? ¿Cuándo fue la última vez que supo de él? — interrogó con suma preocupación.
—Mis padres ya están aquí, hablamos después— dijo colocándose de pie, Vanessa algo extrañada imitó su acción y con una sonrisa recibió a los mayores, cuyo parecer era algo diferente al de Paolo a pesar de ser familia ¿Eran familia realmente? Vanessa sacudió levemente su cabeza para sacar aquellas erradas ideas que estaban haciendo nido en ella.
—Ellos son mis padres Carlo y Bianca Martini y ella es...— Paolo observó a Vanessa para que ella dijera su nombre.
—Vanessa Rinaldi, un placer— se presentó con una sonrisa que podría ganarse cualquier corazón, a excepción de la señora que tenía al frente la cual la veía como si fuese una cazafortunas.
—Al parecer has elegido una buena compañera esta noche— dijo su padre satisfecho.
—Solo queda esperar a saber cuánto logra quitarle a nuestro hijo— Susurró la señora con voz chirriante logrando ser escuchada por todos.
Lo único que Vanessa podía hacer era apretar sus puños y contener su ira. Ella no querría hacer una escena frente a las demás personas, pero la gota de paciencia que Paolo le había dejado para esa noche estaba terminando, ella observaba a su acompañante esperando que él hiciera algo, más él no se inmutaba por las palabras de aquella mujer. —Señora, me sorprende que pueda deducir eso de alguien que acaba de conocer ¿Qué tanta experiencia tiene? Cuénteme su secreto— preguntó Vanessa con una sonrisa satisfecha mientras tomaba un sorbo del zumo. Bianca, al no tener que responder se limitó a mirarla como si quisiera devorarla, más la mirada asombrada de Carlo al ver a alguien que pudiese resistir la mirada de su esposa era la protagonista de su noche. Algo que Vanessa detestaba era que intentaran mostrarse más de lo que realmente eran, simples humanos que morirían
Pero… No tengo idea de lo que tendría que hacer— lo observó confusa. —Simplemente, debes estar cerca de mí y ayudarme en lo que necesite, además también tendrás acceso a los documentos— aclaró mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. —También mi madre viene a supervisar a los trabajadores de la fábrica, si aceptas, estarías lejos de su poder. —¡Acepto! — dijo de repente, la simple idea de estar bajo el control de aquel monstruo le daba escalofríos, y estando tan cerca de Paolo ella podría molestar a la señora. Una sonrisa ladina y traviesa se formó en los labios de Vanessa —claro que acepto— dijo en medio de un susurro. —Entonces, desde ahora somos un equipo— concluyó Paolo extendiendo su mano. —Tienes razón— respondió lanzando un suspiro —tendré que sop
Paolo y Vanessa llegaron a la antigua casa de Marcelo, su jardín estaba crecido y descuidado, realmente parecía un pequeño bosque, el sonido de los animales nocturnos creaban ese ambiente terrorífico, aunque con todo lo que había pasado aquella larga noche ya se habían acostumbrado a esa sensación. Al entrar, los pasos resonaban en el sitio el cual estaba levemente iluminado por la luna llena. —¿Crees que los interruptores funcionen? — preguntó Vanessa mientras acariciaba a Michi el cual ya se había establecido como la mascota del equipo. —Solo lo sabremos si probamos uno— respondió Paolo con suma obviedad y lo hizo, el lugar se iluminó tanto que encegueció momentáneamente a los presentes —¡Mis ojos! — se quejó. —Por lo menos sabemos que funcionan— respondió Vanessa mientras cubría su rostro con su mano.
—Dejó una nota, así que ella salió por su propia voluntad, solo resta esperar a que anochezca para saber a dónde fue— dijo Paolo con una pequeña sonrisa. Él no tenía idea de cómo actuar frente a la situación, pero recordaba lo que no le agradó que hicieran en ese trágico momento. —Vamos a esperar juntos, si no llega a la hora acordada, comenzaremos la búsqueda— se sentó en el sofá —¿Qué es ese olor? — preguntó mientras arrugaba su nariz. —¿Olor? — Repitió extrañada mientras se acercaba a detallar ese extraño aroma —¡Es vino! Yo no bebo vino, no había en casa— susurró mientras observaba extrañada a Paolo. —Ese vino es el que había en la fiesta de anoche, es imposible que se haya conseguido tan fácil— sentenció Paolo después de haber examinado detalladamente aquel arom
Vanessa se dejó caer en el sofá, la poca esperanza que estaba en su corazón de que Danna volviera se estaba agotando, su esperanza había salido de viaje sin fecha de regreso, su pecho estaba agolpado de preocupación. Lo único que en sus manos estaba era orar para que su pequeña hermana estuviese a salvo. Lágrimas corrían por sus mejillas sin ser notadas por ella, la noche había caído completamente y el plazo del regreso de Danna había llegado a su final. —Ya son más de las diez, no hay rastro de ella— susurró Vanessa para sí, se despeinó un poco, pero su mirada estaba perdida en algún punto de la habitación. —Ella estará bien, ten confianza— susurró Paolo intentando tranquilizarla, pero fue inútil. A pesar de que al comienzo no se llevaron para nada bien y aún tenían sus pequeñas diferencias, el apoyo que Paolo l
—¡Perdóneme jefecito lindo, precioso, querido! — comenzó a excusarse de las maneras que se le ocurría, haciendo que Paolo estallara de la risa. —Así que ¿Lindo? ¿Precioso? ¿Querido? — se burló mientras las mejillas y orejas de Vanessa se tornaban rosadas. —¡Es solamente un decir! Además… solo eres mi esclavo— rio Vanessa mientras desviaba su mirada. —Y por eso es que están temblando tus piernas— respondió observando a las mencionadas. Vanessa ya no tenía cómo responder así que optó con distraerse viendo la oficina de Paolo. Era demasiado grande y bien iluminada, además estaba todo en perfecto orden, los colores predominantes eran el blanco, gris y azul petróleo, tenía una armonía relajante. Había algunos calendarios en su escritorio y un retrato con una foto junto a
—¿Ustedes se conocen? — preguntó Vanessa algo incómoda, la película que ella estaba presenciando se estaba saliendo de control. —Es una larga historia que conocerás después— regresó la mirada a su madre —¡¿Qué se supone que es esto?!— Señaló a Alessia. —Es tu prometida— sonrió la señora —¿No era ella la chica con la que querías casarte hace unos años? — ladeó la cabeza —Pues aquí está, es toda tuya. —¿Te gustaba ella? Que buen gusto— susurró Vanessa mientras sonreía con ironía ¿Cómo no habría imaginado que tenía una prometida? —No entiendo qué es lo que está sucediendo— dijo Alessia sin saber el por qué estaba reaccionando así. —Y yo me cansé de estar aquí ¿Quieres salir un momento mientras ellos se pelean? — preguntó la
Llegaron a casa de Vanessa en completo silencio, ella se sentía confundida por lo que había dicho Paolo y a ella no le gustaba quedarse con la duda de algo. —¿Tengo algo en la cara? — preguntó el mayor frunciendo el ceño. —¿Qué acaba de pasar con la chica y la bruja? — cuestionó Vanessa sentándose a su lado. —¿Quieres la versión larga o la versión corta? — ladeó la cabeza y continuó hablando después de que ella pidiera la versión con más detalles. —Conocimos a Alessia cuando estuvimos en el jardín de niños, crecimos juntos y con el paso del tiempo comencé a desarrollar sentimientos por ella, pero a ella le gustaba mi hermano y.…— Vanessa lo interrumpió. —¡Espérame tantito voy por frituras! — dijo mientras corría en dirección de la cocina —¡Ahora sí! — se sentó en su