XII Que empiece el juego

Bea llegó a la última hoja del contrato prenupcial que había firmado unas horas atrás y suspiró. El documento hablaba sobre temas económicos y cómo, de casarse con Magnus, no tendría más derechos sobre el patrimonio Grandón del que tenía ahora. Nada de eso le importaba. Sólo por firmar, Magnus le había dado un adelanto de su paga y la jugosa suma hacía ver muy bonita su cuenta bancaria. Destinaría parte de la suma a pagar una cuota de la deuda con su ex jefe, otra para mantenerse y ahorraría el resto. En cuanto todo acabara y se divorciara, retomaría sus estudios.

Se durmió pensando en lo bella que volvería a ser su vida cuando el trabajo terminara.

Justo debajo de la habitación de Bea, en el segundo piso, Agustina, Ale y Lucía urdían la nueva fase de su plan para quedarse con la fortuna Grandón y en la que cada uno de ellos tendría un objetivo bien definido.

Fue a la hora del almuerzo cuando todos volvieron a estar reunidos en la mesa, ya que en la mañana Magnus había desayunado en s
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