L Los otros

Al tercer día de separados, Bea recibió un correo electrónico de Magnus citándola a mediodía a una reunión en empresas Grandón. El texto señalaba "atuendo formal".

Fue temprano a la casa de las colinas. No estaba el auto de Magnus, así que había camino libre.

Irrumpió deprisa y estuvo segura. Luego de cerrar la puerta a sus espaldas, oyó un ruido en las entrañas de la casa: un golpe repentino, un sobresalto en respuesta a su intempestivo ingreso a la morada.

Se mantuvo quieta, a la espera y con los oídos atentos. No creía que hubiera ratas, con nadie que frenara a Magnus, debía haber fumigado hasta debajo de la cama. Se quitó los zapatos y anduvo en puntillas.

Cruzó la sala sin mirar las escaleras y se detuvo en el muro antes del pasillo que daba a la cocina. Fue apenas unos segundos, pero una sutil fragancia le llegó: duraznos en almíbar. Era tan real que se le hizo agua la boca.

Siguió en puntillas por el pasillo. Entró a la cocina y una brisa le sacudió el cabello en dirección h
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