¡Uf, casi no llego a tiempo! A Dios gracias el profesor de matemáticas es más sociable que el de química, es una m****a de profesor y pedante hasta los tuétanos.
—¿Dónde voy a estar? ¡Meando en el baño tonta! El maldito Marshall casi deja que me haga en la ropa ¿qué su madre no lo quería? ¡Hijo de puta! – me acomodé la ropa y salí a lavarme.
—¿Con esa boca tan sucia besas a tu madre muñeca? – salté tan alto del susto que casi doy con el techo y caí sentada en piso con las piernas abiertas, obsequiándole una vista perfecta de mi entrepierna con una panty de encajes que odio pero por levantarme tarde hoy tuve que ponérmela.
—¿Estás loco idiota? – el muy estúpido sonríe y pasa la lengua por sus labios.
—¿Te ayudo con la falda muñeca? – se acuclilló para mirarme bien y poder darme cuenta que me encontraba sentada con las piernas separadas y el pasaba la vista de mi rostro a mi sexo.
—¡No! – grité y se levantó de un salto carcajeándose.
Sentí un enojo incontrolable bullir por todo mi cuerpo y rápidamente me levante y lo golpeé en el pecho lo más fuerte que pude y la maldita falda se mantenía enrollada en mi cadera. Su rostro en un momento pasó a estar serio pero su mirada era divertida, le solté otro guantazo pero perdí el equilibrio y un tacón se dobló haciendo que el peso de mi cuerpo me llevara a una caída inminente hasta que me sostuvo con sus brazos fuertes llenos de tinta ¡por las nalgas! Me removí incomoda haciendo lo posible por qué me soltara. Es muy alto y mi rostro quedaba justo en el hueco de su cuello que olía delicioso ¿qué, qué dije?
—¡Tranquila muñeca! No haré nada que no desees – y por un momento me perdí en ese par de cielos tormentosos que parecen hipnotizarme.
—¡Suéltame! – Me apretó y bajo mi atrevida falda, temblé ante su toque, su piel era casi hipnótica — ¡Gracias! – nunca apartó sus ojos de los míos sin embargo su seriedad me puso más nerviosa de lo usual — ¡Su-suéltame por favor! – lo hizo, sonrió y me contagió. Besó mi nariz y salió.
—¡Ten buen día Leila! Gracias por alegrar el mío – se fue cerrando la puerta tras él.
Me quedé con un vacío extraño en el estómago y un cosquilleo en la piel que descontrola mis sentidos y me hace temblar como un cachorro asustado. Esta sensación de angustia es desconocida para mi ¡bueno! Tampoco es que a mis diecisiete años haya tenido algún tipo de experiencia en el sexo o en el amor, por supuesto que me he enamorado como cualquier Chica: de algún profesor o de Henry Cavill, Capitán América o Airón Man, me abanico por el calor que produce el pensar en todos estos bombones pero, algo formal, con alguien de manera íntima y personal, no he tenido.
Salgo del baño, una vez que acicalo mi rostro, acomodo mi atuendo y recojo la dignidad regada en piso a causa de la caída patas arriba de hoy.
—Pudiste haber elegido un salón de clases vacío ¿no? - ¿hola? ¿Mila Brockovitch está hablándome?
—¿Disculpa, me hablas a mí? – Rodó los ojos de lo más odiosa y me observó de pies a cabeza, me recompuse —¡Hola Mila, chao Mila! – me dispongo a dejarla sola como la m****a y Didy Black me interceptó. Ella es una gigante y yo soy bueno… ¿enana?
—¿A dónde crees que vas? – preguntó y tragué saliva.
—¿Lejos de ti? – la miré y sonreí buscando poder escapar.
Todas se franquearon a mí alrededor de manera amenazante y colocaron las manos en jarras.
—Te decía pequeña idiotita, que si te vas a tirar a mi chico… ¡que no sea en el baño de la uni por favor! – tapa sus ojos con el dorso de la mano en un gesto teatral y ridículo.
Pero como mi boca decidió hacer caso omiso a las órdenes de mi cerebro que le decían tener miedo y que guardara silencio, me metí en el lío.
—¡Veras cariño! No me tiré a tu chico, él entró ya cuando iba a salir y ¿adivina? Pues me interceptó, besó mi nariz y ¡se fue! – la cara de Mila hervía y sus puños apretados me corroboraron que iba a exterminarme ¡ay m****a voy a morir!
Su movimiento fue rápido, me tomó por el cuello y apretó con tanta fuerza que mi vista se nubló y mis extremidades superiores perdieron fuerza. Escuché un murmullo y luego me desplomé.
— ¡¿Estás loca Mila?! – sus brazos me sostenían y sentía su aliento en mi rostro como una caricia, entonces quiere decir que sigo viva ¿cierto? — ¡Leila, Leila! Abre los ojos por favor – y cuando los pude abrir descubrí unos pozos grises preocupados y con un dejo de algo que no reconocí — ¡Gracias, gracias, gracias! ¿Te encuentras bien? – Asentí y mi labio inferior tembló, mi pecho dolió y las lágrimas salieron sin permiso — ¡Dios, te lastimó! – acaricio el contorno de mi cara con la nariz y yo me sentía en el cielo.
Me estrechó pegándome a su pecho tranquilizándome, se sentía delicioso estar entre sus brazos mientras susurraba palabras dulces a mi oído para calmarme — ¡Sr. Serrano tráigala a enfermería por favor! – me levantó del piso sin problemas y nunca dejó de mirarme a los ojos con esos preciosos cielos tormentosos ¡Dios! ¿Por qué tiene los ojos tan bellos?
Ingresé a la enfermería en los brazos del chico malo de la universidad y bajo la mirada gris más hermosa que en mi vida haya visto.
¿Y saben qué?
¡Se pueden ir a la m****a todas!
¡Porque me encantó!
"La tinta en tu piel y el tormento de tus ojos, me invitan apecar". Leila.
—¡No! Tú estás loca ¡pudiste lastimarla y meterte… meternos a todos en un lío Mila! – la chica rodo los ojos. —¡Estas exagerando Jonás! – dijo con una tranquilidad que acabo con mi paciencia. —¿Exagero? ¡La desmayaste Mila! ¡Perdió el maldito conocimiento! – grité tan cerca de su cara que instintivamente cerró los ojos. —¡¿Y a ti que te importa?! A menos que ella te interese, solo fue una pelea de chicas – eso me devolvió a la realidad y ahora necesito defenderme. Si alguien me hubiese dicho que al verla desplomarse mi corazón se iba a desbocar con intención de partirme en dos el pecho me hubiese reído a carcajadas. —Tú – la señale con el dedo índice — No eres una chica cualquiera – sonrió de lado — ¡Eres peligrosa! - sonrió triunfante. —¡Lo sé! – Se acercó y coloco la mano en mi entrepierna — ¡Soy dueña de esto! – ¿entonces de eso se trata? Es un juego de poder.
Hace ya cinco días que no veo al tonto, idiota y engreído del Jonás. Su noviecita me mira con cara de ¡si te acercas te ahorco! Y no estoy dispuesta a cometer la ridiculez de enfrentarme a ella nuevamente ¡es peligrosa! Deambulo por el pasillo con las chicas y me quedo rezagada viendo unos mensajes de mi madre que se encuentra en un crucero mientras yo tengo que aguantarme el fastidio de mi hermanita la perfecta ¿será que yo tengo algo malo?—¡Oh si, mas por favor! – escucho gemidos, me encontraba tan absorta con el celular que no me di cuenta cuando me recosté a la puerta de los laboratorios en el ala este de la universidad.—¡Ssssshhht! Silencio por favor - ¡plass! Se escuchó un golpe seco y un alarido — ¡Dije que silencio! – otros dos golpes y un ¡si señor! Se escuchó y me asomé, la voz gruesa y pas
Subí la vista y mi boca se curvó en una sonrisa amistosa, lo que hizo que él también sonriera. Un chico más o menos de veinticinco años y ¡atractivísimo! sus ojos de color chocolate sonríen con junto a sus labios gruesos y carnosos que me hicieron la boca agua ¡Dios, es hermoso! ¿Quién será? Estira su mano para ayudarme a levantar y ladea la cabeza en actitud cariñosa.— ¡Gracias! - dije sin titubeos.— ¡Disculpa, no te vi! - volvió a sonreír y sus ojos se achinaron.— ¿Y cómo la verías George, no ves su tamaño? - no supe cómo actuar. Si insulto a la perra de Georgia frente a él se llevará una mala impresión de mi ¿verdad? Pues ¿saben qué? ¡Me importa un pito!— ¿Tama&
Ese desgraciado de Parker cree que me quedaré de brazos cruzados, ya la vio y sé que la quiere para él, lo noté en sus malditos ojos. Pero primero lo mato antes de que la toque. Ésta vez no sucederá igual que con Nannette, Leila es joven, frágil, se nota que bajo esa coraza de agresividad se encuentra un ser afable y con mucha dulzura. Sé que no debo acercarme a ella pero; en vista de éste peligro me siento con la responsabilidad de protegerla. Jamás me he creído un héroe pero considerando que ya tuve una mala experiencia con ese malnacido, no voy a esperar la próxima.Llego a mi apartamento directo a la ducha y me aseo a conciencia tengo hambre y recuerdo que no ingiero alimento desde la mañana, voy a tener que vigilar eso porque últimamente estoy haciendo una sola comida y mi estómago se resiente y eso, aunado al malestar que tengo por lo arbitrario
¿Recuerdan lo que les dije de las chicas?Ahí lo tienen, una enorme pancarta que pone “Jonás, nos hace feliz con su gran polla” y otra “eres un orgasmo con pies” y muchas otras que se refieren a sexo y promiscuidad ¿lindo eh? Esto es obra de la loca Mila ¿no sé por qué pensé que me había librado de ella? Ya entiendo la bronca del entrenador, las chicas – diecisiete en total – se encuentran en ropa interior de encajes y algunas no llevan sujetador, sino unas estrellitas adhesivas en los pezones. Una rubia pecho gigante se acerca a mí.—¡Hola Jonás! – levanto las cejas entorno a sus prominentes pechos y ¡uf! Mi cuerpo responde de inmediato —¿Podríamos? – se restregó un poco.—¡Por supuesto que sí cariño! –
—¿Leila? – Avanzo hacia ella —¿Qué coño haces aquí? – No responde, solo mira mi cuerpo y aunque no me siento incómodo, mi hombría despierta —¡Leila! – trueno los dedos frente a su rostro.—¿Ah, hola? – baja a mi torso y me recorre ¡Dios! Coloco mis dedos índice y corazón debajo de su barbilla y la subo —¡Yo… eh… eh… ya vine… si, vine… a! – prácticamente está babeando. Tengo una maldita leche de perros.—¿Desconcentrada muñeca? – Me burlo para que se enoje —¡Me agrada que te guste lo que ves cielo, pero me retrasas y me esperan arriba! ¿Qué necesitas? – sus parpados están caídos y su respiración es muy rápida, está e
Me separo de ella abruptamente, no debo acercarme más de lo debido porque es menor de edad aun o por lo menos hasta el viernes, según su amiga la que se enrolla con Robert. Sonrío para bajar el color de su rostro y arranco el coche de nuevo, estoy segurísimo de que Mila vio cuando le di el beso fingido a esta muñequita que no quiero ni mirar en este momento. Su boca sabe dulce, eso quiere decir que su sexo también debe saber así. Suspiro y me concentro en el par de Nenazas que se enrollan en la habitación que estoy usando en casa de Jonathan, para alejar cualquier pensamiento lujurioso con Leila, observo el retrovisor y el descapotable viene detrás; apenas diviso algunos mechones color rosa del cabello de Mila.Ya hemos llegado a casa de la muñeca y ella me da las gracias, pero como tengo público y yo soy un artista, me bajo del auto para abrir la puerta y atraer hacia mí a Leila
¡Ok, eso fue raro! Jonás Serrano siendo dulce y tierno, además de agradable… no me lo creo.Subo la escalera rápidamente y cuando ingreso a mi habitación cambio mi ropa y entro a la cama, mañana tengo un examen de literatura y debo concentrarme, claro que es difícil cuando la boca me hormiguea de este modo, luego de que cierto buenorro me haya mordisqueado el labio inferior y… ¡ay Dios, estoy asustada! No soy una chica tan romántica aunque Henry Cavill me haya cortejado de vez en cuando en algún sueño, pero esta noche Jonás estuvo muy atento y lindo conmigo ¡y eso sí que es romántico! Me permitió tocar sus tatuajes y los ojos le brillaban. Tiene los ojos más bellos que he visto y la boca… los labios, son una pequeña almohadilla, gruesos, deliciosos y suaves, muy suaves y hoy no fue tosco conmigo, no lo fue y… eso