8.- Leila.

Subí la vista y mi boca se curvó en una sonrisa amistosa, lo que hizo que él también sonriera. Un chico más o menos de veinticinco años y ¡atractivísimo! sus ojos de color chocolate sonríen con junto a sus labios gruesos y carnosos que me hicieron la boca agua ¡Dios, es hermoso! ¿Quién será? Estira su mano para ayudarme a levantar y ladea la cabeza en actitud cariñosa.

— ¡Gracias! - dije sin titubeos.

— ¡Disculpa, no te vi! - volvió a sonreír y sus ojos se achinaron.

— ¿Y cómo la verías George, no ves su tamaño? - no supe cómo actuar. Si insulto a la perra de Georgia frente a él se llevará una mala impresión de mi ¿verdad? Pues ¿saben qué? ¡Me importa un pito!

— ¿Tamaño? Georgia ¡tú! - la señalé con mi pequeño índice — ¡Eres un puto Bonsái! y es mejor que no te metas conmigo porque te arrancaré las extensiones - el chico rió a carcajadas y la puta de Georgia llevó su mano al pecho ofendida. Pero como soy una persona horrible hice amago de saltar hacia ella y grito huyendo despavorida.

El Adonis continuó riendo.

— Es para mí un placer pequeña...

— Leila - y tomé la mano que me ofrecía y a la cual le dio un apretón amistoso.

— Mi nombre es George Parker... - y mi puta vida terminó, es hermano de la hidra de Lerna y la acabo de amenazar.

"¡Eres una tonta!" y ya sé de donde salió la voz que me habló en el Salón de clases, es mi pobre conciencia cansada de que cometa estupideces ¡Necesito terapia!

— ¡Yo, lo siento! - tapé mi rostro rojo de la vergüenza

— ¡Descuida cariño, mi hermanita puede ser algo molesta a veces! - ¿en serio, sólo a veces?

— ¡Lo sé pero... - abrí los ojos por mi torpeza, aun así él sonreía.

— ¿Nos vemos luego? - asentí, me rehúso a hablar delante de chicos buenorros con ojos de color chocolate.

Me despedí agitando la mano y sin mirarlo para evitar continuar diciendo estupideces y proseguí mi camino hacia el estacionamiento de la Universidad para verificar si "mi hermanita " se condolió de mí y pasó a recogerme. Pero como mi suerte es la misma que la de un gato negro al bajar la escalera me encuentro a una Georgia hecha una furia junto a sus cabezas y a nada menos que Mila Brockovitch franqueadas en mi camino ¡me lleva la m****a!

— ¿No que ibas a arrancarme las extensiones? - hubo un coro diciendo ¡ooooohh!

— ¿En serio tienes extensiones, ami? – pregunta Loli tonta y ésta la fulminó con la mirada haciéndole malos ojos.

— Ella no te tocará si sabe lo que le conviene - lo que me faltaba, todas las arpías reunidas en consenso ¡Perfecto! hoy si moriré.

Mila caminó hacia mí y suspiré profundo porque venía a golpearme.

— ¡Si la tocas, yo mismo te llevo a la oficina del director! - salvada por la campana — ¡A todas quiero decir! Leila sube al auto - levantó la vista y sus ojos se veían oscuros, está furioso.

No se por qué lo sé pero su cara denota furia y maldad en una sola expresión ¡y se ve sexy!

— ¡Eh yo... mi hermana viene a recogerme! - su mandíbula esta tan apretada que sus dientes deben estar sufriendo.

— ¡Leila, al auto! - yo sólo caminé ante su voz ronca, que llevaba una advertencia implícita — ¡Por favor! - obedecí al instante — Y ustedes... ¡déjenla en paz! - esperó a que llegara hasta el auto. Sentía sus pasos tras de mí.

— ¡No tienes que molestarte! yo pued... - levantó el rostro y se encontraba iracundo ¡y era conmigo! ¿Que hice?

— Sube y no hables hasta que te pida la dirección de tu casa - ¿qué? ¿Qué se cree?

— ¿Qué no hable? - entró al auto y lo encendió — ¿Qué sucede? - el motor rugió y brinqué del susto, abrí la puerta y me senté en el puesto del copiloto con los brazos cruzados.

— ¡El cinturón, póntelo! - rodé los ojos y acomodé el cinturón hundiéndome en el asiento de piel — ¡Te prohíbo acercarte a George Parker! - ¿qué?

— ¿Qué dijiste?

— ¡Lo que escuchaste! ese tipo es peligroso y le gustan las niñas como tú - su grito me hizo saltar en el asiento, los ojos me arden.

— ¡No me grites! ¿No sé qué te hizo? pero me pareció muy agradable - apretó la mandíbula.

— ¡Aléjate de él! no voy a repetirlo - entonces quien se enfureció fui yo.

— ¿Quién te crees imbécil?  ¡Detén el auto! - no me hizo caso — ¡Qué detengas el auto! - grité y presionó un botón que ajustó el cinturón de tal manera que no me podía mover — ¡Suéltame, estás secuestrándome! ¡Auxiliooo! - sonrió ¡ese desgraciado sonrió! y yo casi muero de un infarto. Detuvo el auto frente a mi casa y giró para quitar el cinturón. El roce de sus manos en mi piel y su calor corporal me agitaron.

— Ya estás en casa muñequita - lo miré raro, ahora sus ojos eran claros y su mirada casi tierna — Solo voy a decirlo ésta vez Leila - mi nombre se escucha sexy en su boca — No te acerques a Parker porque lo acabo - abrí los ojos como platos — ¡Mírame muñequita! no me agrada que se metan con lo mío - y la puerta se abrió, mi respiración se volvió trabajosa aunque no era miedo lo que sentía.

Era algo más que al parecer descubriría pronto...

"Serás mía, dijiste... y yo solo pude temblar como respuesta". Leila M.

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