Leila gira hacia la voz que me habla y abre mucho los ojos, se vuelve hacia mí observándome con desconfianza y yo ruedo los ojos, Rachel se encuentra de pie detrás de la jardinera que separa el sitio en el estacionamiento donde está mi auto parqueado de la calle que va hacia la facultad. Su expresión es una mezcla de sorpresa y molestia ante la figura de la chica rubia que me mira con deseo.
— ¿Qué coño haces tú aquí? – sonríe y observa a Leila.
— ¡Vaya, como han cambiado tus gustos! – dice sonriendo maliciosa.
— Te hice una pregunta – Leila me mira asustada ante lo peligrosamente amenazante que se escucha mi voz.
— ¿También te azota con una fusta bonita? – el temblor de Leila es evidente, tiene miedo de ella o quizás de mí
El escalofrío que me recorre es tan desagradable como lo aterradoras que me parecen las palabras de Brennan. Si no estuviese escuchando a Jonás decir todas esas barbaridades que hicieron los integrantes de la pandilla en la que se encontraban él y Robert, no lo habría creído en ningún momento. Siento que la cabeza me da mil vueltas y la garganta seca, definitivamente necesito ir al baño. —¿Todo bien Muñeca? – me detiene Jonás —¿necesitas algo? – pregunta preocupado. —¡Sí, bueno, creo que me ha afectado un poco la historia! – tira de mí hacia su cuerpo y besa el nacimiento de mi cabello en un gesto tan íntimo que me sobreviene un mareo —. Creo que necesito un minuto – informo al levantar la vista y encontrarme con su hermosa mirada gris. —¡Claro… entiendo Nena! ¿Te llevo a la habitación para que descanses? – pregunta con sus labios pegados a mi frente. —Sí por fav
El calor de su cuerpo es como una calefacción, su piel suave me fascina y altera de todas las formas posibles mis terminaciones nerviosas. Jonás Serrano es definitivamente el hombre que amo y el que me hace feliz. Pasa la yema de sus dedos por mi espina dorsal y no solo mi piel se enchina, sino que la sangre hierve en mis venas como si fuese lava corriendo dentro de ellas. Hace círculos con la palma de su mano cuando llega a mis nalgas y me hace gemir como un animalito herido, lo deseo de nuevo, pero se sienten tan bien sus caricias que ni siquiera deseo moverme. —¡Te amo Muñeca! – expresa en mi oído con un tono de voz tan diferente, tan frágil que me dan ganas de llorar al instante —. No llores, por favor – giro para mirar sus ojos y percibo algo diferente e increíble: miedo.—¡Y yo a ti, pero tengo mucho miedo! – digo e
Dejar a Leila encerrada en esa maldita habitación ha sido la decisión más difícil que he tomado nunca, su reacción, aunque normal me rompe el corazón en mil pedazos. Odio cuando llora porque sé que he sido yo quien la ha lastimado, las detonaciones se escuchan por todos lados y los gritos de las órdenes en los labios de Swayer, supone que por lo menos llevamos la delantera. Acomodo el chaleco blindado en un segundo y tomo un arma, cierro los ojos un momento antes de salir para recordarme que ya no soy parte de esto, solo me estoy defendiendo de ellos. Nunca he sido un buen tirador ya que no me gustan las armas, pero tomando en cuenta que ellos n usan chalecos lo considero una ventaja, al menos para mí. Me siento un poco confundido ya que este no es su modo de operar, así que considero la posibilidad de poder dialogar antes de dispararle a alguno. Salgo de la oficina cerciorándome de que no haya nadie alrededor y avanzo encontrándome con dos tipos trajead
—¿Tienes todo lo necesario Jonás? – indaga asegurándose Brennan de que me encuentre completamente encubierto para entrar a la cárcel y ver a Liroy.Paso por el detector de metales, entrego mis pertenencias en la puerta e ingresar a la sala de visitas. Es un recinto de máxima seguridad, por esa razón nos separa un vidrio blindado y él se encuentra esposado a la mesa. No le tengo miedo, pero si temo por mis seres querido, ahora sí temo.—¡Dios Santo Jonás Serrano! – sonríe con todos los dientes y mi estómago se revuelve —. Pareces una bestia, un monstruo ¿Cuánto mides, dos metros? – me acerco al otro lado de la mesa y tomo asiento, ni siquiera contesto a su pregunta.—¿Qué quieres Liroy? – pregunto con un gruñido.—
Ingreso al galpón que se usa como cuartel general con Dark pisándome los talones y encuentro en la sala el grupo completo. Me topo con la mirada azul de Josh y la verde de Yeral entre divertido y sorprendido, me escruta como si fuese de otro planeta y levanta una ceja. Todo se ve tal cual como lo recuerdo salvo las paredes pintadas, pero la porquería que emana de cada rincón esta a la orden del día, también reconozco a Mickey, Solo y a Andrés junto a sus respectivas chicas o eso creo. Rachel entra por la puerta lateral con Zed y Robert detrás de ellos, aunque le dije que no viniera, lo hizo.—¡Yeral, viejo! ¿Has visto? El Demonio está aquí ¡nos dirige de nuevo! – continúa el reto de miradas mientras el pequeño Dark da saltos y vueltas como un cachorrito.—¡No confío en ti! – sonrí
Cae la noche y esto es algo que me había preocupado desde que acepté ser el jefe de nuevo, aunque todo parece sosegado no confío en este silencio. La residencia Cero se llena de personas indeseables para celebrar mi regreso y yo lo único que deseo es salir corriendo hacia mi casa ¡mi casa, es ella, mi hogar! Mientras tenga la esperanza de que estaremos juntos de nuevo, mi estadía aquí vale la pena y no me perderé en el camino, volveré por ella, para ella. Son las siete y quince de la noche, me escondo en un rincón para sacar mi otro teléfono y encenderlo, necesito saber de Leila.—¡Jonás! – la voz de Robert me sobresalta y lo miro mal.—¿Qué te pasa tío, quieres matarme de un infarto? – niega, pero no sonríe.—Mejor yo que ellos ¿no? – dice en vo
Este encierro me va a matar, n puedo vivir de este modo y menos con mi madre diciéndome todo el tiempo que me lo dijo, que no me convenía y que ahora me encuentro inmersa en un lío sin tener responsabilidad de ello. Me deshago de los malos pensamientos que tengo de mi pobre madre y salto de la cama para dirigir mi cuerpo desalentado al baño. Imagino que este día será igual que el de ayer, Jonás se fue a las cinco de la mañana y me siento como si no lo hubiese visto en semanas. Bajo a comer algo, la Sra. Serrano me recibe con una sonrisa preciosa, pero preocupada y triste, el Dr., solo habla por teléfono en la sala de estar. Grita y ofende al receptor, esto no va bien. La asistente me sirve un desayuno que huele delicioso, sin embargo no puedo ni siquiera tragarlo, así que hago lo posible por no marear los huevos y comer aunque sea un poco. Al quedar satisfecha – solo con tres cucharadas de huevos y media tos
Veo perfectamente el miedo en la expresión de su rostro, sé que no me teme, pero reconozco el terror en sus hermosos ojos muy abiertos con las pupilas totalmente dilatadas a causa de mi exposición. Noto su pulso locamente acelerado en su cuello y el pecho amenaza con explotarle. No resisto estar lejos un minuto más de ella y me desnudo rápidamente, ahora su expresión cambia totalmente a una de deseo, hambriento e incontrolable. Me deslizo bajo las sábanas y llora por el roce de mi piel con la de ella, no cree que estoy aquí. Mi piel se enciende a medida que nos tocamos, aún no he utilizado mis manos para acariciar su hermoso cuerpo, sin embargo me concentro en detallar su precioso rostro, memorizarlo ¡maldicion es tan bella! Las palabras se quedan tragadas en mi garganta y al igual que ella quiero romper a llorar, sus parpados de largas pestañas cerrados de donde brotan lagrimas que hacen arder mi pecho como si de una brasa ardiendo se tratara, no me atrevo a tocarla para que