36.- Jonás.

Parqueo el auto en la plaza correspondiente y al salir la veo a ella, es Leila que se encuentra esperándome en la jardinera sentada. Debe tener más o menos una hora ahí porque me retrasé para saltarme la hora de Filosofía. Se ve preciosa con un vaquero negro y la blusa color rosa pálido, montada en unos tacones de diez centímetros, sofisticada y con clase. No debería estar aquí, en principio.

— ¡Hola, llegas… tarde! – no me acerco.

— ¿Qué haces aquí Leila? – sé que soy un grosero, pero ella… no la quiero aquí.

¡Y menos incordiándome con presiones de mierda!

— ¿Qué? – Sus ojos se abrieron como platos — Yo… solo… quería decirte…

— ¡No

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