Ricitos me observa desconfiado y me vuelvo hacia él para mirarlo a los ojos.
— ¿Qué? – Arruga las cejas — ¡Vamos Charles! ¿No creerás que voy a follar con ella en tu cama, no? – se sorprende y Leila ahoga un grito.
— ¡Hey tío te pasas! – no me paso, él me acusó primero.
Pero como soy un degenerado sonrío, no pienso irme a ninguna parte ahora, quiero estar con ella aquí ya que se encuentra tan accesible.
— No te hagas el tonto, me miraste como si lo hubiese estado haciendo – el baja la vista y niega sonriendo.
— ¡Jonás, por favor nadie te está acusando de nada! – volteo a verla, continúa con la cara colorada.
— Tú lo ves con ojos de… amor Mu&nti
Ella se incorpora un poco, se ve tensa y aun así sonríe ruborizada, como si hubiese dicho algo indebido y baja la vista. Subo de nuevo su rostro para que me vea a los ojos.—¡No Muñeca, desconozco el tema! – Ladea la cabeza interrogante —No hablo con “las chicas” – subrayo —porque no me interesa hablar cuando me encuentro en la… cama con ellas, no entablo conversaciones con nadie del sexo opuesto, salvo contigo y… - lo pienso un poco —mi madre, porque no me interesa – no miento, no voy a mentir y menos a ella.—¿Por… por qué? – tartamudea roja como un tomate y acabo de descubrir que está emocionada —Pensé que eras algo así como el gurú de las mujeres, que sabes todo sobre ellas – mis cejas casi llegan a júpiter y lucho por no romper e
Escucho su respiración acelerada, su cuerpo tiembla todavía y el mío bueno… exhalo el aire que mantenía preso en los pulmones, aspiro el olor de su cabello, lo detallo; es rubio y brilla como el sol ¡mierda esta chica me hace replantearme lo que pienso acerca de las relaciones! Pero no creo que pueda hacerlo. Aquí nos encontramos en una burbuja, sin embargo ahí fuera nos espera la realidad y eso… no es lo que deseo realmente. No después de… Nannette. Suspiro entrecortado.—¿No te gusto? – ¿qué?—No sé a qué te refieres Leila – se encoge de hombros, ahora su respiración es lenta y pausada.—Pensé que te gustaba, ya sabes para… eso – se encuentra casi dormida.—¿Qué te hace pensar que no? &ndas
Un olor dulce llena mis fosas nasales, tengo la sensación de estar flotando en el aire, aprieto los ojos antes de abrirlos, miro al techo tratando de recordar donde estoy y entonces la veo acostada sobre mí. No me molesta, ella me agrada porque su aroma es delicioso y su piel es muy suave. La puerta se abre y Charles se queda boquiabierto al ver la escena.—Hay que despertarla tío, James la espera abajo – acaricio su cabello y se mueve acomodándose sobre mi cuerpo, encaja a la perfección y no voy a negarlo.—¡Leila, despierta… creo que tu cama necesita ir al baño! – levanta la cabeza y abre los ojos, dudo que me vea ya que se nota dormida aun ¡está preciosa! —Necesito, ya sabes… vaciar mi vejiga antes de que lo haga en la cama – observo al peque y sonrío ante su expresión preocupada.
—¡Nada Princesa, me gusta pincharlo es todo! – dice James evitándome la mirada.—¡No me vengas con esa putada que lo escuché claro! Hay un video – le digo enojada porque me trata como una cría.—¡Vaya, el mismo lenguaje de tu novio! – ruedo los ojos y lo golpeo en el brazo.—Que ya te dije ¡él no es mi novio! – chillo y lo golpeo más fuerte.No debería hacerlo porque se encuentra al volante, pero me exaspera que no crea en lo que le digo. Lo que pasó hoy fue extraño y… encantador hasta que vi las marcas en su piel.—Pues parecía bastante molesto contigo “casi hermanita” – se carcajeó y casi pongo los ojos en blanco de nuevo —Además ni
En estos momentos es en donde solo deseo saltarme la cena y encerrarme en mi alcoba o en su defecto… que me trague la tierra.—¡Por Dios Leila, estas preciosa! – sonrío solo con los labios.La voz chillona de mi tía abuela taladra los tímpanos de todos y además las gemelas parecen salidas de la película “The Walking Dead” con el maquillaje que según ellas aseguran: es la bomba en París, no me puede interesar menos esa mierda. El esposo asqueroso de una de ellas me mira como si fuese algo comestible y quiero darle un puñetazo en la cara, el pariente que es de mi edad, hijo de no sé quien coño, solo sonríe y mira de reojo a James. La zorra hija de Sandra lo mira como su postre y yo tengo deseos de vomitar en mi plato de Cordero al Ponche que compró mi padre en un restaurante ridículamente caro.
Observo la figura de la morena embutida en un vestido rojo y tacones de infarto. Está vestida para provocar y – según ella por supuesto – no dejarme salir de la alcoba, a juzgar por su sonrisa seductora, ojos llenos de deseo y expresión corporal sugestiva; todo un monumento. El tipo de mujer que me gusta y el cual siempre he frecuentado: morena, cabellos castaños y ojos claros. Suspiro. En cualquier otro momento me la habría follado solo con los preciosos zapatos de tiras con tacón de aguja ya que lamentablemente el vestido quedaría tirado a un lado de la cama y las bragas pues… en su boca.Pero esta chica es amiga de Leila, o por lo menos eso creía yo…—¡Dakota! – Sonríe y sus bonitos ojos brillan, es muy bella y sabe lo que hace —¿qué coño haces aquí? – Sabe perfectamente mis gustos
El despertador suena y de pronto, al abrir los ojos todo el drama del día anterior me aplasta por completo, los ojos de Jonás aparecen para torturarme y esa sonrisa que me derrite por lo perfecta que es y además con esos… hoyuelos en las mejillas que aunque trato de ignorar siempre me llevan al mismo lugar. A él. Me da miedo y a la vez me quiero arriesgar porque lo que sentí al saber que se quitó la camisa para complacerme y el arrebato que experimenté en ese momento me corroboran que no es lo mismo que he sentido antes, cuando he besado otros chicos, cuando me he enrollado con ese chico en el último año de secundaria.Jonás es algo completamente distinto, es una locura completa que me lleva a marcarlo para que todo el mundo sepa que es mío ¡oh Dios, me siento una de esas dominatrices que ponen collares a sus chicos! Creo que continúo dormida porque solo en sue&ntild
Llegamos a la Universidad y me siento un poco más relajada que de costumbre, voy tomándome mi café y al ingresar al edificio me encuentro con unos ojos color chocolate que sonríen solos: George. No puedo evitar sonreírle ya que me parece mono y agradable, continúo con el café en el camino para terminar de despertar aunque con la vista de este chico, bueno no tan chico debería ser suficiente.—¡Hola Leila! ¿Qué tal estas? – se dirige a mi guardando las distancias tan caballero como siempre —Disculpa la pregunta, pero ¿qué le pasó a tu rostro? – indaga sorprendido de los moratones.—¡Hola guapo! – Saludo —¡Un altercado, larga historia! – despliego una sonrisa encantadora, no doy más detalles y aprieta los labios.No me pasa desapercibido