47.- Leila.

En estos momentos es en donde solo deseo saltarme la cena y encerrarme en mi alcoba o en su defecto… que me trague la tierra.

— ¡Por Dios Leila, estas preciosa! – sonrío solo con los labios.

La voz chillona de mi tía abuela taladra los tímpanos de todos y además las gemelas parecen salidas de la película “The Walking Dead” con el maquillaje que según ellas aseguran: es la bomba en París, no me puede interesar menos esa mierda. El esposo asqueroso de una de ellas me mira como si fuese algo comestible y quiero darle un puñetazo en la cara, el pariente que es de mi edad, hijo de no sé quien coño, solo sonríe y mira de reojo a James. La zorra hija de Sandra lo mira como su postre y yo tengo deseos de vomitar en mi plato de Cordero al Ponche que compró mi padre en un restaurante ridículamente caro.

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