— ¡Nada Princesa, me gusta pincharlo es todo! – dice James evitándome la mirada.
— ¡No me vengas con esa putada que lo escuché claro! Hay un video – le digo enojada porque me trata como una cría.
— ¡Vaya, el mismo lenguaje de tu novio! – ruedo los ojos y lo golpeo en el brazo.
— Que ya te dije ¡él no es mi novio! – chillo y lo golpeo más fuerte.
No debería hacerlo porque se encuentra al volante, pero me exaspera que no crea en lo que le digo. Lo que pasó hoy fue extraño y… encantador hasta que vi las marcas en su piel.
— Pues parecía bastante molesto contigo “casi hermanita” – se carcajeó y casi pongo los ojos en blanco de nuevo — Además ni
En estos momentos es en donde solo deseo saltarme la cena y encerrarme en mi alcoba o en su defecto… que me trague la tierra.—¡Por Dios Leila, estas preciosa! – sonrío solo con los labios.La voz chillona de mi tía abuela taladra los tímpanos de todos y además las gemelas parecen salidas de la película “The Walking Dead” con el maquillaje que según ellas aseguran: es la bomba en París, no me puede interesar menos esa mierda. El esposo asqueroso de una de ellas me mira como si fuese algo comestible y quiero darle un puñetazo en la cara, el pariente que es de mi edad, hijo de no sé quien coño, solo sonríe y mira de reojo a James. La zorra hija de Sandra lo mira como su postre y yo tengo deseos de vomitar en mi plato de Cordero al Ponche que compró mi padre en un restaurante ridículamente caro.
Observo la figura de la morena embutida en un vestido rojo y tacones de infarto. Está vestida para provocar y – según ella por supuesto – no dejarme salir de la alcoba, a juzgar por su sonrisa seductora, ojos llenos de deseo y expresión corporal sugestiva; todo un monumento. El tipo de mujer que me gusta y el cual siempre he frecuentado: morena, cabellos castaños y ojos claros. Suspiro. En cualquier otro momento me la habría follado solo con los preciosos zapatos de tiras con tacón de aguja ya que lamentablemente el vestido quedaría tirado a un lado de la cama y las bragas pues… en su boca.Pero esta chica es amiga de Leila, o por lo menos eso creía yo…—¡Dakota! – Sonríe y sus bonitos ojos brillan, es muy bella y sabe lo que hace —¿qué coño haces aquí? – Sabe perfectamente mis gustos
El despertador suena y de pronto, al abrir los ojos todo el drama del día anterior me aplasta por completo, los ojos de Jonás aparecen para torturarme y esa sonrisa que me derrite por lo perfecta que es y además con esos… hoyuelos en las mejillas que aunque trato de ignorar siempre me llevan al mismo lugar. A él. Me da miedo y a la vez me quiero arriesgar porque lo que sentí al saber que se quitó la camisa para complacerme y el arrebato que experimenté en ese momento me corroboran que no es lo mismo que he sentido antes, cuando he besado otros chicos, cuando me he enrollado con ese chico en el último año de secundaria.Jonás es algo completamente distinto, es una locura completa que me lleva a marcarlo para que todo el mundo sepa que es mío ¡oh Dios, me siento una de esas dominatrices que ponen collares a sus chicos! Creo que continúo dormida porque solo en sue&ntild
Llegamos a la Universidad y me siento un poco más relajada que de costumbre, voy tomándome mi café y al ingresar al edificio me encuentro con unos ojos color chocolate que sonríen solos: George. No puedo evitar sonreírle ya que me parece mono y agradable, continúo con el café en el camino para terminar de despertar aunque con la vista de este chico, bueno no tan chico debería ser suficiente.—¡Hola Leila! ¿Qué tal estas? – se dirige a mi guardando las distancias tan caballero como siempre —Disculpa la pregunta, pero ¿qué le pasó a tu rostro? – indaga sorprendido de los moratones.—¡Hola guapo! – Saludo —¡Un altercado, larga historia! – despliego una sonrisa encantadora, no doy más detalles y aprieta los labios.No me pasa desapercibido
¡Voy a matar al maldito Parker!Sin embargo, doy por sentado que la Muñeca sabe perfectamente como aplacar mi furia, pero es solo en este momento porque acabo de descubrir que me follé a su amiga Dakota. Debería castigarla para que no proteja al imbécil de George, pero debo andar con cautela ya que al parecer no sabe aún que lo he hecho, sé que tarde o temprano esa chica lo va a sacar a colación y seré echado como a un verdadero perro porque las chicas así de inocentes detestan las mentiras y las traiciones. Ese conocimiento me hace merecedor del premio al tipo más estúpido del mundo, resoplo mentalmente y la dejo para recoger la mochila “color rosa del piso y echármela al hombro, giro y está farfullando algo acerca de la cafetería con una pierna flexionada hacia atrás, la cual ignoro porque quedo absorto en como el maldito vestido se le amolda al
Me levanto antes de que las lágrimas abandonen mis ojos, eso me pasa por meterme en líos que no me convienen: Jonás Serrano no me conviene, ni a nadie. No miro atrás cuando grita mi nombre, no hago caso porque siempre caigo en sus redes. Me gusta demasiado y me reprendo por ello. Abro la puerta y ni siquiera la cierro, bajo los primeros cuatro escalones, pero tropiezo como siempre y unos brazos me atrapan la cintura para evitar caer de bruces contra el pavimento de la acera. —¿Por qué coño nunca obedeces? – Murmura con los dientes apretados en mi oído pegando su pecho a mi espalda —¿Qué te cuesta darme tiempo? – Bufa —Yo no soy igual que todos los chicos Leila, solo he tenido una novia en mi vida y… no funcionó – Regina llega a mi mente. —¡Sin embargo te acuestas con ella cuando puedes! ¿Cierto? – me gira entre sus brazos y su rostro es de pura confusión. —Te vi con Regina el otro día
—¡Vaya, vaya, vaya! ¿Miren quien se encuentra por aquí? – ella lo mira con odio ¿o es rencor?—¡Lárgate de aquí Dakota! – dice Jonás en un gruñido, su abrazo se intensifica y siento que se tensa.—¿Por qué, tienes miedo que se entere de la verdad? – dice ella insolente, pero antes de que diga algo, Jonás interviene.—¡No vayas por ahí morena, deja las cosas como están y sigue adelante! – ahora si estoy perdida.—¡Pues no! – Dice dando un paso adelante y la sonrisa de Jonás se vuelve casi demoníaca —Ella tiene que saber qué clase de hijo de puta eres – se carcajea, evidentemente riendo de ella —¡apártate de él Leila, te va a destrozar co
—¡Leila! – dice en un gemido seguido de un sollozo.—¡Dakota! – digo sin mirar atrás. Arrastrando tras de mí a mí no-novio-ligón.No sé cómo llevar esta situación, pero no pienso perderme el hecho de que le gusto, me duele el pecho y necesito llorar, llorar mucho. Él se deja hacer, parece que le divierte la situación.—Muñeca, todos nos miran – dice resoplando una sonrisa, gruño enojada —¿acabas de gruñir? – su voz es suave, pero suena divertido ¡voy a golpearlo!—¿De qué coño te ríes? – levanta las manos ante mi cara de pocos amigos.—¡Tranquila, perdona! – Trata de esconder la sonrisa y avanzo hacia él con los ojos ent